domingo, 4 de marzo de 2007

Julio Carabelli

Maniquíes (cuento inédito)

La gente se detiene ante la vista de aquellos maniquíes con la ropa de última moda y él está orgulloso de su vidriera conteniendo el silencio que prolonga con cada uno de los vistosos muñecos a los que Silvina acicala con esmero sin olvidar ningún accesorio al tiempo que les habla mientras anuda la corbata de Mario o cierra el collar que tan elegante luce Elena y viendo satisfecho lo que sucede dentro de su negocio no puede evitar pensar en el inspector de policía que vendrá como todos los días a pararse durante horas frente a sus maniquíes de puro obsesivo y lo peor es que a él lo mira muy severamente como miraría a un asesino serial sin preguntarle nada para volver su vista inquisidora sobre los quietos muñecos y aparta con un ademán la idea o el recuerdo del molesto inspector que sin duda llegará pero al que no verá hoy ni en sueños con la mente puesta en su casa a la que se irá llevando con él la imagen de Silvina cepillando el traje de Antonio para volver al día siguiente y al otro haciendo caso omiso del policía por un tiempo que pareciera tener calculado porque lo mismo sucedió con Marisa a quien Silvina ya no podrá vestir por haberse quedado como los otros muñecos tercamente quieta.


Skate

Ella volaba
en su skate
con un helado de besos
sobre la vereda
sobre la calle
sobre las miradas recelosas
recelosa gente blanca
recelosos policías
apuntando
con rabia apuntando
insolente
aquella niña negra
aquella niña
de insolente belleza
va a caer
va a acostarse
insolente en mitad de la vereda
con un rojo ketchup en su frente.


Realidad

Sin calefacción
acude a un viejo canto del pasado
nadie percibe
que detrás de las rotas cañerías
no hay tambor ni espesura
y el poema
que canta al árbol
al río
caerá sobre todos
como la más demorada de sus hojas
caerá
con su peso de algodón
y de cadenas.
Él no ha leído a Norman Mailer
asegurando -América no existe-
para él
que entona con gárgaras de frío
América
es el coche sin ruedas
la botella vacía
y el televisor tirado en la vereda.

Ambos poemas pertenecen a El Color de Harlem, La Luna que…, 2005.


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Yo soy un hombre del mundo, pero del otro.
Baldomero Fernández Moreno

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2 comentarios:

  1. Julio, me gustó mucho tu cuento Maniquies y tambien la sinceridad y profundidad de las Editoriales

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  2. Gracias por ocupar tu tiempo para leer los textos. Excelente escritor y querido amigo es Julio Carabelli.
    Un cariño
    Analía

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