lunes, 16 de octubre de 2023

Editorial


con voz propia Nº 129 

Revista literaria 

Octubre 2023

 
Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 

Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas 
ISSN 2314-0275 



En tiempos de destrucción, crea algo: un poema, un desfile, una comunidad, una escuela, un voto, un principio moral, un momento de paz. 
Maxine Hong Kingston 




Mirada a la primavera 

Recojo hierbas y ato un nudo de amor 
para enviarlo al que entiende mi melodía. 
La tristeza de la primavera ha huido, 
pero las aves renuevan la canción del dolor. 

Xue Tao 
China, dinastía Tang, 768-831 




Es imposible no cometer un error, no caer en un bajón, no ensuciarnos con el barro de la vida. Podemos pensar que no hay vuelta atrás (…) pero siempre hay una segunda oportunidad, nada está perdido. 
Eli Levy 




Revista literaria con voz propia 
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 



¿Y cuántas vidas más serán precisas? 
¿En cuánto error se afirman nuestros pasos? 
¿En qué rincón se esconde lo imposible? 
¿Con qué se llena el hueco de los daños? 
Norma Marchetti


Autores publicados


¿Tienes la suficiente paciencia como para esperar que tu propio barro se asiente y el agua sea más clara?
Thich Nhat Hanh 

con voz propia Nº 129
Revista literaria
Octubre 2023 

Autores publicados en esta edición



Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia
https://revistaconvozpropia-autorespublicados.blogspot.com.ar/ 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 



Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner


Catalina Zentner Levin

Pedir 

No pido lo imposible 
me basta con saberte 
en el extremo de mis sueños 
acompañando mis desvelos 
con la palabra que me abrigue. 

Pido un instante de milagro 
y de esperanzas repartidas 
bosques de verdes transparencias 
un duende azul en mi bolsillo. 

Y echar a vuelo mil campanas 
y caminar bajo la lluvia 
y hacer barquitos de papel 
para botarlos en los charcos. 

Pido un rincón para mis sueños 
un barrilete de colores 
pido encontrarte y de tu mano 
sortear sin miedo los abismos. 


La puerta 

Coordenadas del desamor, restos de lo que fue. 
Viejo aljibe de piedra, manillar de crepúsculos. 

Tibios amaneceres renuentes en exilio
¿dónde se me extraviaron? 

De bruces, el viandante lleva copos de luna 
para calmar misterios. 

Fatal incertidumbre de quien todo ha perdido 
y se entrega en albures 
sin saber desde dónde resonarán los ecos. 

Voy a cruzar la línea que marca plenilunios, 
quedarán los sabores perdidos entre herrumbre 
y vasijas de barro cuarteadas y resecas.
 
Sacerdotes ofician ínclitas ceremonias 
para exhumar recursos de sabias bayaderas. 

Yo buscaré refugio 
portando el estandarte legado por un cisne. 

Sacudiré pelusas de mi abrigo de niebla 
y envuelta en la llovizna como un velo de novia 
viajaré sin retorno 
para buscar la llave perdida en lontananza 
(ya no recuerdo cuándo, ni cuál era la puerta) 


Casi suspiros 

       I 
Casi suspiros 
frágiles ilusiones 
agitan alas. 

      II 
En la dulzura 
de los atardeceres 
luna temprana. 

     III 
La primavera 
trae sutil aroma 
risas de niños. 


Se me rompió un sueño 

El boleto de ida era uno solo, 
nos resistíamos a aceptar que en el sorteo 
me tocaba ser la infortunada. 

Perdido por perdido 
sobrevuelo el vacío 
con medio corazón atravesado 
por metralla de sal, punzón de hielo. 

Vendrá el tiempo de lluvias 
habrá alguna otra primavera 
un sol decepcionado 
un abrazo frustrado en el hueco de la ausencia.

Y yo aquí, 
donde no escucho el trino de los mirlos 
ni florecen jazmines y azucenas 
y se doblan de rabia las palmeras 
renegando de todo y contra todo 
apartada del zumo del deseo 
fatigada de acerbo desamparo 
habitante de negros torbellinos 
perdida y sin sostén que me reponga 
el saldo en rojo 
balance que no cierra. 

Persisto en la morada del infierno 
temido, inevitable, despiadado

                                              29-11-08 

Poemas tomados de la página web de la autora y del blog:

Catalina Zentner Levin 
Corrientes, Argentina. Residió en Israel 

La gratitud transforma un recuerdo doloroso en una serena alegría. 
Dietrich Bonhoeffer

Aurea López Quiles

Todos los días las noticias hablaban de las protestas 
en Puerto Príncipe. 
Las muertes, los disparos. 
Un día no nos llegaba el arroz de la comida. 
No quieren ser pobres. 
Merecen dignidad. 
Quieren comer, tener un techo. 
Pagar la educación de sus hijos 
con su esfuerzo. 
No pueden. 
Solo unas cuantas familias ricas 
lo quieren todo y lo tienen. 


              *   *   * 

En el barrio de la Saline, 
en Anse-à-Pitres, 
en la frontera con Pedernales,
los haitianos recogen piedras blancas, 
cincuenta gourdes el saco. 
Un gourde no llega a un céntimo de euro. 
Las ves en los chalets, 
los bancos, los restaurantes. 
En selectos lugares. 

O piedras o la droga para 
el que no quiere ser pobre 
y tener una casa de trapo, 
de madera y metal. 
La quieren de cemento, 
con muchas habitaciones, dos pisos… 
Así no se mojan los muebles cuando llueve. 
Así consiguen un móvil y 
ropa de marca. 
Y no gusanos en las heridas. 


             *   *   * 

Despachos de abogados, 
de cambio y de viajes. 
Puestos donde las mujeres 
fríen su mercancía 
temprano en la mañana. 
Bares y terrazas 
donde tomar cerveza Prestige
por pocos gourdes, 
de gran calidad, como la música que oíamos. 
Las palabras en creol, 
mientras cargas el móvil y 
el alegre zapatero arregla 
unas chanclas de goma desgastadas 
sentado en un bordillo. 

Vendedoras de frutas ambulantes,
blísteres de medicamentos, tabaco… 
Puestos de todo 
en una carretilla, 
preparados para el regateo. 

Los jóvenes elegantes 
como en un desfile. 
Pero no es París, 
ni Londres, ni Milán. 
Los escolares con los caros uniformes 
del colegio religioso. 

 
            *   *   *  

Las clases de bloques desnudos. 
No tenían nada dentro: 
Ni un póster regalado 
de propaganda de editoriales, de instituciones, 
del derroche. 
Sin un mapa, sin un libro, sin un juguete. 
Solo los colores de sus ropas. 
Una pizarra gastada 
donde se adivinaban los ejercicios de una clase recibida. 
Las mesas y los bancos mordidos por el hambre de saber. 
Juegan con una pelota de trapos multicolores 
que ellos mismos fabricaron. 
Juan Carlos me acariciaba el pelo, la cara 
con suavidad. 
Yo lo abracé.
Le besé en la cara. 
Nos hablamos con sonrisas. 
Me hizo trenzas en el pelo. 

Allí nadie les pega o los viola,
ni los mata el hambre. 
Por las noches duermen 
en sus camas seguros. 
Bajo las mosquiteras. 


Poemas pertenecientes al libro de la autora: Entre Dominica y Haití 
Áurea López Quiles 
Alicante, España

Una de las formas más sinceras de respetar al otro es prestar atención a lo que nos quiere decir. 
Bryant McGill

Damián Andreñuk

Palabras favoritas 

Procuro vivenciar mis palabras favoritas: 
AMOR, VERDAD, BOSQUE, PAZ, VALENTÍA.

He abierto furibundo las venas del placer. 
He renacido más fuerte de mi inocencia ahorcada. 

Fusilaron con empeño 
a las mariposas doradas 
de mi infancia.
Crucificaron con ardor
una ternura que aún resiste. 

Observo embelesado a mis sobrinas 
y siento un colibrí dentro del pecho 
que liba los jazmines que brotan en mi sangre. 

Procuro vivenciar mis palabras favoritas: 
PASIÓN, LIBERTAD, CIELO, ARTE, POESÍA. 


Estuve así 

Estuve así. 
Con insistencia vana en el supremo escapismo de la animalidad.
Con una paz azul de murmullo junto a un río. 
Con la más alta vibración en el espíritu. 
Con un idilio calcinándome las venas. 
Con un silencio de pájaros ausentes. 
Con las cadenas habituales de ser civilizado. 

Estuve así. 
Perdido en lágrimas que estaban bendiciéndome. 
Crucificado en los delirios de mi ego. 
Aislado en una soledad de páramo en penumbra. 
Estallando en alegría de cardumen esmeralda. 
Presenciando en estupor el declive inexorable de mis manos. 
Forzando en éxtasis sublime las cárceles de la coherencia. 


Huesos y cenizas 

Mi cara se derrumba (mantengo puro lo más importante) 

Mi cuerpo se hará huesos y cenizas 
pero no la verdad de mis profundidades. 

Hago lo necesario 
para no vivir cautivo de mi edad. 
Para no ser un muñeco diminuto 
pinchado por psicópatas tras bambalinas. 

Hay un vidrio empañado donde escribir “belleza”. 
Hay un dolor inefable que limpia de frivolidad. 
Hay un conjuro sencillo para conectar con Otros Planos. 

Mi herida más roja tiene múltiples causales. 
Una ráfaga de frío idéntica al temor. 
Buscar otra luz vaciando una botella. 

Hay escorpiones de naturalezas inmodificables. 
Hay nostalgia día tras día de ese mundo más allá. 
Hay sangre de los antepasados en toda expresión. 
Hay muchos tipos de abundancia y de pobreza. 

La reluciente desnudez de una mujer con carcajadas de niña. 
Un hombre que se prostituye en su lógica de mercachifle. 

Hay orfandad en el sendero de la hipocresía. 


Libertad salvaje 

Simios excitados permanentemente 
zombis que escupen odio denso 
telarañas del miedo y la mentira 
perversión minuciosa 
voces desprovistas de luminosidad 
profesionales en el lanzamiento de dardos con veneno 
belleza plástica y decorativa 
bestias voraces que nada digieren 
vidas primitivas en torno a la entrepierna 
quejas tan asqueantes como la cobardía. 

La libertad salvaje en la cima de un grito 
el dolor inexorable que rompe las caretas
el oxígeno de un bosque bajo las estrellas 
el Cristo descalzo en la risa marginal 
la orquídea enferma en la risa de la lucidez 
las almas libres por fuera del gobierno de las computadoras 
los corazones sagrados donde no muere la niñez 
la poesía cargada de riqueza 
las palabras poderosas que vienen del cielo
la galaxia de verdades que ofrece cada artista. 


Damián Andreñuk 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

No hay una fórmula para el éxito, salvo abrazar incondicionalmente la vida y todo lo que trae consigo.
Arthur Rubinstein

Manuel Serrano

Mi televisor 

Me regalaron un televisor. Una maravilla. Pantalla extraplana. Conexión a Internet, Wi-fi, Bluetooth, control por movimiento, reconocimiento de voz, apagado programado, encendido predeterminado, asesor de contenidos y no sé cuántas cosas más. 
Cuando llego a casa, me saluda y conecta mi programa favorito, porque aprende de mis gustos. Si me quedo dormido en el salón emite un sonido que me despierta. También se conecta a mi teléfono móvil y a mi ordenador. Incluso me sirve de video portero. Una maravilla. Ni qué decir tiene que al principio me ilusionó este asistente virtual, pero ahora con el paso del tiempo, no sé si es tan bueno. No sé si me regalaron un televisor o fui yo el regalado. 


Cuento tomado de: 
El automóvil, el televisor, el vídeo, la computadora personal, el teléfono celular y demás contraseñas de la felicidad, máquinas nacidas para ‘ganar tiempo’ o para ‘pasar el tiempo’, se apoderan del tiempo. 
Eduardo Galeano

Adriano de San Martín

Heterónimo 

    Si fuese otra persona, os daría gusto a todos 
                                    Fernando Pessoa 

me llaman así 
con este nombre 
        sin alcanzar al hombre 
        quien puebla los bares las calles 
barrios de sombra piel de soledad 
guerras abrazos despedidas de aeropuerto 
libros entre muslos de miel y primavera 
puntos suspensivos ante el vuelo del niño alcatraz 

así sencillamente 
sin concederme por qué debo diluirme 
en la máscara que desenmascara al antifaz 

(mi nombre cae ciego en la noche 
blanco en las plantas aéreas de la luz 
por los balcones de la memoria 
minotauro amenazante de la medusa 
del templo / la caverna / la noria) 

no me saben muerto en la vida sin nombre 
vivo en la muerte que me nombra 


Acerca de la tradición y cómo se reescribe 

En el año 908 Abdullah Ibn Al-Mu'Tazz 
poeta príncipe de los árabes quien vivió consagrado 
a la poesía y al estudio 
es asesinado después de gobernar un día y una noche Bagdad 

Entre el 627 y el 650 d.c. (¿700 y el 780 d.c.?) 
Han Shan el monje de la Montaña Fría 
con un sombrero de corteza de abedul 
chanclas de madera y tierra 
escribía sobre las hojas amarillas del otoño 
sobre tablillas de bambú pedazos de troncos 
en los muros de las casas de los vecinos de la aldea 
sus trazos invisibles luz perpetua del andariego 

Más cerca aún de mi tiempo y nuestra frontera 
Carlos Martínez Rivas en sus arrebatos de fauno herido 
ángeles y demonios convocados 
solitario en una casa de Altamira Managua 
pinta poemas en la pared desesperado
por la ausencia de páginas blancas máquinas de escribir 

Yo digito una red de estrellas eléctricas 
de no sé cuántos megabytes de memoria 
como si tratara con sombras rupestres en la caverna 
en la noche que teje y desteje La Vencedora
y no sé qué sentido tiene sino el mismo 
de una guadaña de plata en Bagdad o Managua 
rotas marionetas después de su momento en el tablado 
o el año viento inconstante de la palabra vulnerada 


Barrio Amón 
(Al estilo de Kavafis) 

Estas esquinas, sus mansiones, 
los nuevos edificios, hoteles, 
bares, casinos, parqueos, galerías, 
(arrasa, aplana, y sepulta)
casas de cultura, salones de masajes… 

Esas huellas sobre los bulevares, 
trajes antiguos e impersonales, 
los gestos de las estudiantes 
las prostitutas y travestis, 
ciertos poetas marginales. 

Los otrora arrabales del cafeto francés 
hoy significantes del turismo 
la lujuria y avaricia municipales 

son también mi patrimonio, 
el entorno de mis separaciones, dudas, 
ramalazos, reencuentros y puñales. 

*Carlos Martínez Rivas 


Dos primeros poemas pertenecen al libro del autor: Profesión u oficio. Ediciones Andrómeda, San José, 2002
Último poema, del libro del autor: San Lucas, Ciudad Quesada 2011 y otros poemas (2012) 

Adriano de San Martín 
San Carlos, Costa Rica 

Las cosas no valen sino lo que se las hace valer. 
Molière

Annabella Rinaldi

Extraña 

Extraña, echa de verlo. 
Extraña, desamor, velo. 
Extrañando así, vida. 
Extraña abandonada. 
¡Ay! Su extraño no amar. 
Doloroso el extrañar. 
Extraño es quien no amó. 
Por extraño miedo perdió. 
El tan divino don de dar. 
Con nada a cambio… amar


            *   *   * 

Haikus 
Inspirados en pinturas de un artista plástico de Neuquén Capital 

   “Cúpula alta  
refugio transparente
   plomizo cielo” 


   “Desnudándolos, 
revistiendo los muros.
   Sin pasionarias” 


   “Con transparencias 
llenando los vacíos. 
    Grita, paisaje” 


Annabella Rinaldi 
Neuquén Capital, Patagonia, Argentina

Cultivar la generosidad y la compasión contribuyen a nuestra salud mental. 
Dalai Lama

Cris Fernández

Merlo en la luz 

La montaña se yergue desafiante, 
murallón roquedoso y agrisado. 
Hondos tajos recorren como arterias 
su corazón - coraza milenario. 
Han cavado su ruta rumorosa 
desde el cielo a la tierra los arroyos. 
Viene el agua de huella grisverdosa 
y sacuden las piedras su letargo. 
Tiene el aire la exacta consistencia 
de un azul despiadado y transparente. 
En la cresta algún cóndor alza vuelo 
y recorre el camino del milagro. 
Es el verde un febril gozo en el viento 
- gama cromática plena y persistente - 
Entrelaza el follaje una tonada 
mientras crece la tarde en el silencio. 

Tu corazón - coraza me contiene. 
Es el nido que guarda mis anhelos. 
Por el sol de este Merlo incandescente 
mi latido y tu magia urden mis sueños. 


Crepúsculo 

Cae la tarde … 
Sobre el verde vital y generoso 
de los árboles quietos. 
Una sombra aletea 
sobre el perfil arisco de las rocas. 
El sol muere 
detrás de la montaña. 

Cae la tarde … 
Y tu sombra 
es tan solo dolor sobre el latido 
de la piel desvelada. 
¡Cuánto pesa tu ausencia 
y la distancia…! 


Despedida 

     a mi hermana Ana María “Pipi”
                 in memoriam 

Te fuiste acaso 
en un vuelo de gaviotas 
de un verano apenas presentido. 
Te dormirás 
entre aromas de pinares 
y susurros de olas 
blanquecinas. 
Te acompañan
amores que se fueron 
y dejaron su estela 
siempre viva. 
Te fuiste acaso 
soñando con estrellas 
y allí te nombraremos 
cada día. 


Miramar (VIII) 

Trae el viento dorado leve aroma 
a jazmín y glicina tempranera.
Por la tarde de octubre ya transito 
el camino que lleva hacia el recuerdo. 
Cada esquina, el mar, el viejo muelle 
los archivo. Guardando en la retina 
el planeo fugaz de una gaviota, 
la espuma leve que acaricia en soplo 
mis pisadas impresas en la arena. 
Una vieja nostalgia se estremece 
y aletea en la bruma que se acerca. 
Con tu nombre prendido en sus orillas 
atardecen mis sueños y tu ausencia. 


Poemas tomados de Letras en el Andén, publicación digital editada por Cris Fernández durante 20 años 
Cris Fernández 
La Pampa, Argentina 

El contacto con la naturaleza no es un lujo sino una necesidad del espíritu humano. 
Edward Abbey

Norma Dus

Sin alfombras 

   Viandante del mundo que tuvo a sus pies. Con afán, chequeras, gente a su servicio; disfrutó de la riqueza a través de la explotación. Jubilación de privilegio, pagando favores que lo encumbraron en la sociedad. Todo válido para sus alfombras rojas, muchas veces, de dudosos caminos… con silencios comprados. 
   Mas la vida… le llevó la vida, robándole los afectos. Y el hombre allí estaba. Festejaba su cumpleaños casi centenario. Había añoranzas en la fría sala de desolada mesa de roble, junto a la chimenea de blancos mármoles de Carrara que guardaba aquel Petite Hotel con aires de palacete, sobre la Av. Alvear en la capital porteña. 
   La hija lavaba las soledades del agasajo en el fregadero de la cocina, ya vacía de servidumbre y uniformes almidonados. 
   Él siguió sentado registrando, en el rellano de los años, los mensajes de sus huesos, en las manos y en sus encorvados hombros. Los oídos se le han cerrado al universo que sus ojos casi no le dejan ver. Su “haber económico” ya no le sirve. El mensajero no pasó para entregar un presente. El teléfono no ha sonado en todo el día ni el cartero ha llamado a la puerta. 
   Pero el hombre es altivo. Bebió el último sorbo de vino de Bordeaux y dejó la copa de Baccarat, solitaria, sobre el mantel de hilo blanco. Bajó hacia la cocina por la escalera que lo separaba de la realidad. Con sus manos, enguantadas de mandatos desafiantes, agarró la escoba que esperaba en el rincón y, lentamente, se puso a barrer a espaldas de su hija. 
   -¿Dónde se pondrá esta basura?... -se preguntó, desconcertado. 
   Miró a su alrededor; tomó conciencia de que nadie lo asistía. Ya no había alfombras rojas que cruzar, ni sirvientes con cofia ni acólitos que lo idolatraran. 
   Se sentó en un pequeño banco sin almohadón. Por primera vez, una osada lágrima se estrellaba contra su chaleco de seda italiana. La vejez y el olvido lo llevaban de la mano. 


Cuento del libro de la autora: El Camino de Libra, cuentos para adultos cuyo tema base es la justicia. 2022 
Norma Dus 
Nació en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Reside en San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina 

Un día empuja al otro y las lunas nuevas corren hacia la muerte. 
Horacio

Rubén Pérez Hernández

La gota 

Una gota cae y distorsiona a la luna. 
Cae en el estanque, lenta, 
en círculos cae. 
Redondos círculos concéntricos 
que se repiten, uno tras otro, 
hasta el infinito. 
La gota cae en el estanque. 
La gota gira y multiplica. 
Cae. El estanque contiene. 
Sostiene. 
El estanque la abraza, la anida. 
El espejo refleja. 
Los ojos miran asombrados 
cómo la gota cae 
y distorsiona a la luna. 


Voces

Lejos de lo formal y solemne, 
en un territorio desconocido 
las voces, palabras desorientadas, 
se pierden en la noche. 
Palabras sueltas 
remontan vuelo, 
audaces, 
conquistando los pensamientos. 
Voces que dicen palabras, 
palabras que encandilan, 
luminosas palabras lanzadas, 
empujadas por un viento, 
viento que empuja enfurecido, 
que sopla rabioso palabras
que viajan veloces, 
suspiros que atraviesan paredes y corazones. 
Palabras que atrevidas vigilan 
escondidas en los montes, 
entre los árboles, 
montes llenos de ilusión, 
palabras creadas para ser leídas. 


Palabras liberadas 

Se liberaron las palabras 
antiguas, arcaicas. 
Se liberaron de los sótanos oscuros, 
de las rejas ocultas, 
de las ausencias criminales, 
de las miradas oblicuas, 
de los labios mudos. 
Se liberaron las palabras
de las celdas secretas,
aisladas, sombrías. 
Se liberaron para estar presentes, 
para volar de boca en boca,
etéreas, libres, 
coloridas, frescas, 
como si la vida fuera un jardín 
que luce nuevo al borde del camino. 
Las palabras libres
trinan felices en los árboles, 
en los corazones, 
colgados de los cuellos de los amantes, 
de pasivos paseantes, 
de niños mimados de la mano 
de antiguos sirvientes esclavos. 
Las palabras se liberaron. 
Las arcaicas y sombrías palabras. 


Vagas imágenes 

Apenas llega a la ventana, mira. 
Solo mira a los que pasan, descalzos, 
delante de sus ojos transparentes. 
Levanta la cabeza, observa. 
Pasea la mirada con hastío inocente, 
busca entre el río incontenible, la gente. 
Apenas llega a la ventana. 
Apenas mira descorazonada 
retazos de las imágenes que pasan. 
Vagas imágenes que atraviesan los cristales, 
se mueven como colores vivos, 
muñecos dirigidos quien sabe a dónde. 
Descalzos, desnudos y desalmados, 
atraviesan los vidrios mojados. 
Solo se reflejan y nada más.


Nota del autor: Todos estos poemas fueron escritos en el año 2023 

Rubén Pérez Hernández 
Uruguay

Busca tu felicidad y el universo abrirá puertas para ti allí donde sólo había paredes. 
Joseph Campbell

Ricardo Ponce Castillo

Su mensaje divino 

El jardín que brota 
en el desierto 
nos trae su mensaje divino: 
el amor debe manar 
desde tu corazón 
y esparcirlo feliz 
en los que amas 
y con más fuerza 
en los que no te aman. 

Su aroma debe semejarse 
al beso de la mujer, 
a la caricia del hombre, 
para que la naturaleza sonría 
y plasme hijos, familia; 
su color debe expresar
lo que el corazón 
estampa a fuego
en nuestros sentimientos. 

Cada flor nos entrega 
su mensaje divino: 
miradas, sonrisas, 
abrazos y besos, 
para que el futuro nos sonría 
y nos marque su sendero 
al mañana. 


La soledad 

Ella me miró maliciosa, 
mi timidez fue avasallada, 
bajé mi mirada y me sonrojé 
y como dijo Gabriela: 
me volví hermoso; 
bueno, un poquito más 
de lo que ya era, 
de lo que Dios me había 
dado generosamente. 

Modestamente 
había soportado 
el acoso primigenio 
en varias oportunidades, 
me sentí orgulloso, 
pero después, 
en el baile de graduación, 
como mi indiferencia 
había borrado esa mirada 
que me ofrecía su amor, 
bailé con la soledad. 

¡¡Sí seré…!! 


Día del minero 
10 de agosto 

Y la tierra tiembla 
ante las explosiones 
que corroen su cuerpo, 
se contorsiona de dolor 
ante el paso 
de grúas y camiones, 
grita su impotencia 
por el dolor que le causan 
las palas mecánicas 
y las perforadoras. 

Hoy descansa, 
las máquinas cesaron 
su canto, 
no están de vacaciones, 
no les toca descanso, 
no las detuvo la tormenta.

No, los mineros 
están en huelga, 
como siempre, 
a los que mandan 
les cuesta repartir las ganancias, 
los que producen 
deben seguirse humillando 
ante la desigualdad. 


Ricardo Ponce Castillo 
Coquimbo, Chile

Uno sana cuando descubre la oportunidad de crecer que una situación dolorosa nos ofrece.
David Steindl-Rast

Ángela Reyes

Mujer en la penumbra 

MIRA a ver si la más vieja de todas 
vuelve a darte sus bendiciones. 
Mas no te asustes / 
si al sol de medio día se sienta y te musita 
que para nada quiere “Eternidades” 
que el “Más Allá” le importa poco. 
Ella, que no recuerda sus diecisiete años 
porque la vida le tocó vivirla /casi siempre al envés, 
mejor prefiere una vasija con leche de camella 
y también dos hojitas de tomillo 
que amaine la acritud de sus armarios, 
en donde solo guarda un par de botas
usadas por los hombres de dos generaciones. 

Del libro de la autora: Mujer en la penumbra. Madrid, 2017. Huerga y Fierro Editores 

            *  *  * 

No llores, Poseidón 

LA VIDA puede ser azul o malva. 
Puede tener un río que la cruce, 
un olivo apostado en la cuneta / lleno de pájaros, 
dispuestos a cantar lo que tú le pidas. 
La vida puede ser un simple vaso de agua / tan necesario 
en las siestas de agosto. En esa hora de amor 
donde los dos se dicen: / "yo seré tu planeta y tú mi mariposa". 
Pero no llores si la vida se vuelve de perfil, 
si se pone de canto duro / y del olivo bajan víboras 
dispuestas a empollar en nuestra lengua / tristezas y dolores. 
Eso, ni las sirenas que cantaban a Ulises / podrían evitarlo. 
Y yo no sé cantar. 

            *  *  *  

YO ME SÉ de memoria 
la distancia que hay de su frente a los labios. 
También sé / a qué hora del día los alisios 
circulan por su cuerpo y dispersan olores 
de bosques inundados. 
Y aunque no hubiera luna, / podría caminar 
por las sabanas de sus ingles, sin perderme. 
De todas las canciones 
elijo la canción de su navaja de afeitar. 
Siempre suena a las ocho mientras baja
de su sien al mentón. / Es el tramo más débil de su cuerpo. 
Allí le crece la tristeza, /allí nace la lágrima que baña su mejilla 
cuando el amor se enquista y duele, 
como astilla clavada en plena carne. 
Yo podría vivir bajo su llanto / sin que me afecte la humedad. 
Todo esto lo sé y muchas otras cosas 
porque le miro mientras duerme. 


Dos poemas del libro de la autora: No llores, Poseidón. Madrid, 2008. Ediciones Vitruvio 
             *  *   * 

El músico dormido 
Soneto al chelo 

TE ACOJO entre mis piernas y rodillas 
hombre mío de cálida madera 
y un trovo ardido me atraviesa entera, 
acelera la luz de mis mejillas. 

Te pulso y fluye un río sin orillas, 
corriente musical que es viva hoguera 
al tenerte cautivo en la galera 
de mis brazos. Remero que más brillas. 

Sobre tu caja de arce desangrado 
tengo mi cuerpo al tuyo doblegado, 
buscando los corceles musicales. 

Los persigo por ser sonata en celo, 
cálidos potros de mis manantiales, 
secretas lumbres mías y del chelo. 


Poemas tomados de la página web de la autora 
Ángela Reyes 
Nació en Jimena de la Frontera, Cádiz. Vive en Madrid, España 

Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano. 
Isaac Newton

Noemí González

Se ganó 

Llovizna en la mandolina
la calesita gira 
y gira, 
bajo el compás del dolor. 
¿Quién acaso 
quién 
una sortija se ganó? 
Pero a mitad de la vuelta, 
a Penélope 
una lágrima 
se le piantó. 
Dar los pasos, 
quemar la salvia, 
romper la maldición. 
Aprendió entre 
migajas de juegos 
que en el ocaso
no hay perdón. 
Al final, 
como cual peón 
la niña 
una sortija se ganó. 


Versión 

Cuando despuntaba el albor 
en una torre, 
lloré un rio 
y un mar por él, 
que siempre me fasciné, 
me amargué, 
pateé un rumbo 
que no era mío 
equivocada como un burro. 
Fue mi culpa por mi inmadurez 
corriendo iba a mendigar 
un querer que nunca fue. 
Da igual que sea Mariela 
o Malena, no lo sé. 
Se me mezcló
la sombra del arrabal 
con el fulgor de mi ciudad. 
Qué va a haber? 
Un fantasma ya lo sé 
cuando las tinieblas gobernaban.
Oscuridad 
ya no quieras entrar, 
que la rosa 
con su espina dio. 


Se deja 

en qué momento 
la fuerza del león 
la inocencia de la paloma 
contactaron? 
Se deja tu piel, 
todos los esquemas perdidos 
a fin de cuentas 
me hundo en tu alfa medula. 
En la invasión de mi territorio 
una indagación 
deja candente 
mi húmeda serpiente. 


Nota de la autora: Poemas/tango 

Noemí González 
Adrogué, Gran Buenos Aires, Argentina

Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas. 
Frank Clark

Martha Valiente

La misma herida 

Bachir despertó. El irifi golpeaba la lona de la jaima, el hornillo de butano estaba encendido y el té perfumaba el espacio. Bebió del vaso que su mujer colocó entre sus manos, como cada mañana. 
Se calzó las sandalias y salió al exterior. El sol blanqueaba las wilayas. 
Algunos vecinos se atareaban ya yendo a buscar el agua en los puntos de reparto. Se cruzó con los más madrugadores que volvían, cargando los bidones llenos a su espalda. Las madres rezongaban dentro de las jaimas apurando a los niños para ir a clase. 
Bachir caminó en dirección a la escuelita, pasó por la proveeduría aún cerrada, por la gran tienda de la Cruz Roja donde un par de enfermeras dormitaban su guardia, antes de la llegada del médico de turno, y siguió de largo. 
El viento del desierto lo nombraba en el aleteo de las banderas rojas, blancas y verdes que se sacudían en el cerco del campamento. 
Las dunas se abrían a su paso, blandas y acogedoras como los senos de una mujer. El cielo se hacía más y más ancho mientras andaba. 
El día que su padre cumplía cuarenta años, dejó su tienda y caminó hasta desaparecer detrás del cerco. Solo Bachir lo vio irse; corrió tras él, medio dormido, quiso llamarlo. En el amanecer vacío, su voz no era bastante. 
A Bachir le dolía ese recuerdo, pero era peor cuando los estallidos ensuciaban el cielo y quebraban la rutina como una herida que no sana. 
Ahora es él que marcha hacia el desierto y el sol arde sobre su piel rugosa como la de un viejo, aunque hoy cumple solo treinta años. Esta noche su mujer sonreiría un poco más y su hijo cantaría para él. Su madre anciana lloraría de nuevo recordando a su esposo, y él debería consolarla otra vez. 
Pero no habrá festejos. El irifi lo sabe, él también. 
Entre el cielo y la tierra solo está vivo quien pelea. - dice el viento. 
Al llegar al cerco, alza su brazo. Alguien lo verá, alguno recogerá su saludo. 


Cuento en favor del pueblo Saharui, confinado en campos de refugiados en el Sahara Occidental y cuya lucha contra Marruecos ha sido invisibilizada por los medios. Incluido en Luna y Estrella por un Sahara libre, Antología publicada por M.I.E.L. (Movimiento Internacional de Escritores por la libertad), 2022 

Martha Valiente 
Nació en Uruguay. Reside en Buenos Aires, Argentina

Nadie debe ser una víctima desesperanzada pues hay muy pocas situaciones sin remedio alguno. 
Leo Buscaglia