miércoles, 11 de abril de 2007

Editorial

................Pies, ¿para qué os quiero si tengo alas para volar?
............................................................Frida Kahlo


con voz propia nº 6 - abril 2007



Mis hijas y yo tenemos que seguir viviendo para hacer justicia. Para ver el mundo más equitativo y más digno por el que él siempre peleaba.

Sandra Rodríguez, viuda de Carlos Fuentealba. Neuquén, 9 de abril de 2007

* * *

No negamos que el hombre sea la criatura más capaz de inteligencia, de libertad y de amor. Pero tampoco puede ponerse en duda que hasta hoy nadie puede disputarle su título de campeón del odio, de la brutalidad y del servilismo.
Luis Franco

* * *

Queridos amigos:

Recuerdo las marchas del silencio por el esclarecimiento del crimen de María Soledad Morales.
Recuerdo el poder del silencio que unió a los catamarqueños, abatió a los poderosos, derrocó un régimen político… Sí, el silencio tuvo fuerza.
Participé en muchas de esas marchas y nunca se me ocurrió siquiera pensar que alguno de nosotros caería…
Cuando durante algún reclamo el precio puede ser la vida misma, pienso en las calles desgastadas de Catamarca, en el sonido de nuestros pies apenas rozando el piso. Pienso en los rostros de quienes se detenían en las veredas ante el paso de esa columna silenciosa: maestros, alumnos, comerciantes, empleados, vecinos, todos ellos participando del reclamo, para regresar luego a sus aulas, sus negocios, sus escritorios, sus casas. Pienso en nosotros, que no quisimos callar más pues creíamos que algo podíamos cambiar.
Seguiremos luchando por aquello que deseamos: que no haya nuevas víctimas, que no haya zonas inundadas, que los gobernantes aprendan a mirar y a escuchar, que podamos y sepamos vivir en paz.

Les mando un abrazo cálido, nos reencontramos en mayo.

Analía Pascaner




............................Edición y dirección: Analía Pascaner
............................San Fernando del Valle de Catamarca
............................Catamarca – Argentina

...............................................



Diferencias de Enfoque:
Cuando la NASA inició el lanzamiento de astronautas, descubrieron que las lapiceras no funcionarían con gravedad cero. Para resolver ese problema contrataron a Andersen Consulting, hoy Accenture. Emplearon una década y 12 millones de dólares. Consiguieron desarrollar una lapicera que escribiese con gravedad cero, de cabeza para abajo, debajo del agua, prácticamente en cualquier superficie incluyendo cristal y en un rango de temperaturas desde bajo cero hasta más de 300 grados centígrados.
Los rusos usaron un lápiz.


Uffe Harder

Desde aquí
Traducción de Francisco J. Uriz


Desde aquí

vigilamos
el eccema de violencia que cubre el mundo
los movimientos de los ejércitos
y el hambre
algo de la desesperación que hay en el mundo
algo del sufrimiento
algo del dolor que chirría en los cuerpos
en la carne quemada.

Vigilamos
nada más.


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Dime, me olvidaré.
Muéstrame, es probable que recuerde.
Involúcrame y comprenderé.
Proverbio chino

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Rafael Urretabizkaya

Carta de un Maestro de Neuquén
Rutas neuquinas

La gente los mira pasar y se pregunta quienes son. Qué hacen esas personas caminando detrás de un camión por el medio de la estepa patagónica. La gente se pregunta que habrán hecho para andar bajo el sol, cortando en tajos la tarde y las madrugadas. Que cosa extraña los lleva a seguir adelante ahora que llueve y se tapan con una larga lona y lo que es más extraño, ríen.
¿De qué se ríen?, ¿por que bailan?, ¿por qué el camión lleva la música en lugar de llevarlos a ellos?
Son maestras y maestros que han decidido trasladar al tranquito su protesta, convencidos que esa ruta es la correcta, seguros de estar en este viaje con las cosas necesarias.
Caminan detrás del camión que podría cargarlos, pero en lugar de subir ellos han puesto otras cosas importantes como la música o el agua, y un micrófono que irán agarrando Chato o Cali desde el que avisarán que el futuro tiene un dulce nombre y que estamos a tiempo.
Van sobre una delgada capa de desierto que recubre apenas un gigantesco inframundo de petróleo.
Recién me doy cuenta: la mayoría de los camiones que cruzan a este otro tan descamionado, son de los que transportan justamente los fluidos del subsuelo.
Van los caminantes armando una rastrillada que se hace pequeña zanja al principio. Pasando las horas los pies se vienen negros, de a poco se van hundiendo en este suelo todo un pozo, hasta quedarse sucios.
Los caminantes son trabajadores de la educación de Neuquén del sindicato Aten, que van sobre un campo de petróleo a pedir que las escuelas puedan funcionar, a exigir escuela pública en condiciones para todos, a pedir salarios dignos.
La gente que conoce a estos gobernantes tiene dudas de que su reclamo sea escuchado, pero comienzan a entender de a poco todo, incluso la risa y la alegría. Estos trabajadores van riendo y cantando porque tienen razón.
Tienen razón.
Merecen que el salario les alcance y caminan sobre la capita de suelo que apenas tapa el petróleo pero no tapa la injusticia.
Como educadores saben que la mejor manera de enseñar es sembrando una pregunta, y ellos todos son una pregunta caminando por el desierto picado de pueblo. Por Cutral Có, del mapuzungún Kitral Có es decir fuego y agua, o petróleo como venga mejor.
En la época del email y los mensajitos por teléfono, para hacer escuchar un reclamo nada ha cambiado. Las injusticias se avisan caminando como en el choconazo, o saliendo a la ruta como en las puebladas.
Está buena la ruta.
En apenas cinco días recorren los doscientos kilómetros y aunque son 15.000 los compañeros entrando a Neuquén, el gobierno no atiende a la visita, le da vuelta la cara con desprecio y mala educación.
Unos días más tarde comienzan los piquetes. Entre los viajeros que ven interrumpido su camino hay algunos decididamente solidarios, otros que ponen en marcha sus preguntas sobre este país tan vasto y cruzado de problemas, y otros que no encuentran entre las categorías de pensamiento que manejan, nombre para lo que ven. Estos últimos acomodan la situación hasta convertirla en algo que es para ellos un asunto posible: “ustedes no son profesores”, afirma una joven que baja de un auto que parece un ovni, y eligiendo a uno le busca los ojos y dice “vos sos un cabeza que está aquí por un chorizo”. El “cabeza”, un profesor de literatura de Zapala, la mira y recuerda de ese libro de Salinger que le gusta leer con sus alumnos, la parte que el profesor se esfuerza por hacer entender algunas cosas al muchacho que lo visita en su casa y que mientras le habla y le habla, el otro que ve desde la ventana el lago congelado piensa: “donde irán los patos en invierno”.
El ovni, aunque no se lleve con su raza, espera las dos horas detrás de la barricada de gomas y palos, y levanta vuelo bastante más torpe que el chevrolet 400 cuyos ocupantes chacareros, supieron compartir este mismo rato los mates y el afecto.
Pasó la caminata, pasan los piquetes pero no hay ningún modo de entenderse.
Cuando las maestras y maestros hablan de sus sueños, del lado del gobierno hablan de negocios. Entonces aunque el tema sea el mismo, el tratamiento que le da cada uno los vuelve asuntos diferentes.
Para el gobierno la escuela y la política toda, es una PIME; un boliche que todavía y mientras duren colgados, les dará ganancias.
Vuelven los piquetes, porque al que tiene razón lo asiste la serena convicción y alegría de estar haciendo lo correcto, pero ahora algo en el negocio de los eternos candidatos comienza a romperse y entonces, contra los que caminan y esperan, arrancan los gases y los tiros.
Un proyectil del tamaño de una cartuchera explota contra la cabeza de Carlos Fuentealva, un querido profesor de química que en un segundo desparrama sus conocimientos junto a la alegría de lo bien que van los pibes de tercero, sobre el asfalto de Senillosa.
La radio ahora exagera diciendo que el compañero se debate entre la vida y la muerte, aunque todos sabemos que en un debate se escuchan las dos partes y aquí el proyectil que estalló en el cráneo, tiene la palabra.
Cuando hay un crimen hay un criminal, aunque las responsabilidades intenten disolverse entre voces de mando y obediencias debidas. Otra vez.
Che, Sobisch, asesino, cobarde, ¿a cuántos más de nosotros pensás chuntarle un tiro?
¿Cuántos muertos te parece que hacen falta para que tengas razón de alguna cosa?
La gente que los mira pasar ya sabe quienes son. Los nombres de algunos van a pintar la casa de gobierno pidiendo audiencia a la justicia. Así como un día apareció escrito el nombre de Teresa, “Teresa Rodríguez, culpable de estar ahí”.
Esto va a ser así todas las veces, todo el tiempo, siempre.
Hasta que haya justicia.
Porque como nos dice Freire reflexionando sobre la fatalidad: las cosas no son así, están así (y las vamos a cambiar).

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Si me llega a pasar algo, no pidan por mí, pidan por todos.
Jorge Di Pascuale

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Augusto Monterroso

La oveja negra

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.


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Los hombres se saquean y degüellan unos a otros, pero siempre haciendo elogio de la equidad y la justicia.
Voltaire

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Julio Carabelli

Norberto

Desde Corrientes a Malvinas pensé
van a cambiar las armas
el lubricante
el uniforme
algo debe cambiar como la actitud
los decibeles o la temperatura.
Un oficial me estaqueó
sólo porque preguntaba
preguntaba todo en aquel paisaje blanco.
Quizá al oficial le molestaba
su propia ignorancia y no se puede
estaquear la ignorancia
no se puede
transferir el miedo
no se puede
estaquear la cobardía
no se puede
vacilar frente el inglés
no se puede
no se puede cuñataí
estaquear la sombra que murió conmigo.


Oficial

Nunca tuve dudas
no las tiene un soldado y
aquel soldadito correntino
preguntando todo
me enfrentaba a lo absurdo
y a mis propios temores.
No se pelea con filosofía
un borceguí vale más que mil palabras
y los suyos venían detrás de mí
como una curiosidad
que se adelantó a mis reflejos
cuando aparecieron los gurkas.
Entonces vacilé
alcanzando sólo a ver
que él disparaba a mi atacante.
Me alegro de no haber dudado nunca
el cepo enseña disciplina.


Roberto

Norberto
preguntaba todo y por las noches
cantaba aquel chamamé que dice:
si la Argentina entra en guerra
Corrientes la va a ayudar.
Su tumba está muy cerca
quizá sin saber a quién resguarda
sin saber que ya no tiene frío
y son de él las canciones que lo velan
sin saber que ahora podré decirle
que tenía razón
que hay que conocer el país
sus cuatro climas y a quienes nos gobiernan
que no vale la pena tanta pena
por los sueños de los insomnes
que no pude atacar ni defenderme
por el aceite congelado en mi fusil.


Luis

Norberto nos ayudó a todos
inclusive a aquel soberbio oficial
que lo había estaqueado.
Era límpido el paisaje
y alegres los pájaros extraños
que él nos enseñó a mirar.
Está en la tumba vecina
y no puedo
preguntarle el nombre de los árboles
no puedo
recordando nuestra ríspida disputa.
Tal vez cuando el mundo se revuelva
harto de injusticia
cuando vuelva la paz
cuando todos podamos
regaremos juntos la tierra que nos cubre.


Estos poemas pertenecen al libro Antología de Puerto Argentino, editado en Buenos Aires por los Ex Combatientes de Malvinas, ediciones del Gajo, diciembre 2005


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Inconcientemente todos preferimos ser martillo a ser yunque en el mundo, pero quien aspira a ser un hombre pleno, rehuye lo uno y lo otro: ni ser aplastado ni aplastar a nadie, o sea, cada cual debe ser el yunque y el martillo de sí mismo.
Luis Franco

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Aldo Novelli

en medio de la ruta 22

a Carlos Fuentealba
fusilado por la policía

una columna de gente avanza por la ruta 22
son cientos, miles y se siguen sumando
van cantando, lanzando consignas al viento
de a ratos bailan y ríen
ríen como si el cansancio fuera una bendición
son maestros, profesores, alfabetizadores, alumnos
que van en pos de un mundo mejor
un mundo de hijos y padres con ansias de sabiduría
para crear un mundo nuevo de hombres y mujeres libres.

esos maestros reclaman pan y libros
esos alumnos reclaman palabras y sueños
maestros y alumnos aprietan una tiza en la mano
y el cielo del desierto del sur
es un inmenso pizarrón de esperanzas aladas.

entonces aparecen los esclavos del poder
con esos uniformes manchados de inagotable sangre
desde hace mucho tiempo, desde hacen tantas muertes
y la orden del poder es: REPRIMIR
“repriman a esos hombres y mujeres
que muestran una luz en medio de la oscuridad,
y elijan a uno para escarmentarlos,
a uno que enseña en un barrio tomado por la necesidad
en una villa con hambre de conocimiento y sed de justicia,
elijan a uno y FUSÍLENLO por la espalda
a un metro de distancia
apúntenle directamente a la cabeza
destrocen esa cabeza que piensa y enseña
ahí adentro se esconde el mayor de los peligros
ahí adentro se esconde la LIBERTAD.”


Voces II

Son mis voces que gritan su dolor.
Son ellas que se emocionan con la luna
cuando el silencio se amotina en los otros.
Son las mismas que en la noche profunda
forman una tribu de palabras desconocidas
que se levantan en pie de guerra
en el abismo de mi garganta.
Son esas voces que gritan su pavura
mientras otros, allá afuera
se alimentan de oxidadas brújulas
y de la astucia de los mudos.

Del Libro inédito Pasajeros del Vacío

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Lucho porque no quiero que nos roben más las mieles de nuestros panales.
Tupac Amaru

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lunes, 9 de abril de 2007

María Eugenia Caseiro

La muerte de Benito

Las rameras cuidaron de él en el oscuro cuartucho de la calle Sol, pero no hubo tiempo, en unos instantes la vida se le fue del cuerpo y a ellas las manos se les quedaron vacías.
Lo rasuraron, lo bañaron con el agua de lavanda; esa lavanda barata y escandalosa que alborotaba a la mulata Luisa, la que trabajaba en el café La Estrella, donde Benito tenía asegurada cada mañana sin más costo que la facundia que brotada de sus labios carnosos, una taza de café humeante y su cajita de cigarros Competidores. “Que sean Competidores, Luisa, no equivoques la caja”. -Decía Benito con la camisa medio abierta, abanicándose el pecho con el sombrero mientras Luisa lo miraba alelada.
Ellas, las putas del barrio Jesús María, mezclaron el sabor medio dulzón de la muerte con el deseo de la vida; le acariciaron el cuerpo con ternura, lo frotaron todo con el agua de lavanda, con tal suavidad, que hicieron palidecer de envidia las gardenias que había traído Luisa. Vistieron a Benito con el traje blanco y reluciente de los domingos que recién planchara Aurelia; la mulata blanconaza de asentaderas grandes y jugosas como hojas de caisimón, que si no le hubiera recordado tanto a su madre, Benito hubiese pasado por la piedra de su sexo sin mayor complicación. Pero le tenía lástima, y por más que trató de verla con otros ojos, no pudo con la estampa del parecido ligada a la de sus cuatro negritos como ángeles de chapapote pululando por el solar con las barrigas hinchadas por los parásitos.
Las mujeres seguían acariciándolo, llorándolo suavemente con aquellas lágrimas que caían sobre el cuerpo de Benito como un manantial salado y pegajoso por el rimel, que llevaban adherido al rostro como una etiqueta espantosa de la que ya no podrían librarse jamás. Le pusieron aquellas medias nuevecitas que el negro Bartolo tenía guardadas en un cajón para una ocasión especial y con gusto ofreció para que el difunto emprendiera con buen pie el viaje al otro mundo. También lo calzaron con sus zapatos de dos tonos, a los que el propio Bartolo había sacado un brillo tan destellante, como si Benito fuera a lucirlos en su último baile. Luego el clavel; un clavel rojo en la solapa del muerto las hizo quedar a todas con las gargantas, y hasta con los ojos, hechos un nudo de la admiración que le profesaban al chulo más guapo de Jesús María y sus alrededores.
Lo lloraron con todas sus lágrimas, con todas sus gargantas y con todos sus clamores, hasta quedar exánimes y gastadas todas las caricias y palabras de que disponían en su extenso repertorio de burdeles y callejuelas oscuras. Luego lo llevaron a enterrar… Caminaron bajo la lluvia; una lluvia fría y naranja en la que se perdiera el singular cortejo por las ruinosas callejuelas del cementerio, y los negritos de Aurelia convertidos en diablitos, chapoteaban felices en los charcos animados por el croar de los sapos y la belleza de las lagartijas que sacaban sus pañuelos en espera de un nuevo arco iris.
Las rameras de Jesús María rindieron tributo a Benito; lo lloraron, llenaron el humilde féretro de besos de colores, ligueros, lazos, peinetas, zarcillos, algunas estampillas de santos y hasta fotografías a las que borraron viejas dedicatorias. Por última vez, besaron el ataúd, lo vieron bajar a las profundidades de la fosa cuando Bartolo y el resto de los hombres lo enterraron tapándolo con paletazos de tierra negra y fértil donde rojos y hermosos gusanos, tendrían la fiesta de la carne, el debut de un baile nuevo en que las prendas íntimas ligadas a las estampillas y el resto de la bisutería obsequiada a Benito, sería saqueada y revolcada para celebrar la entrada del difunto al seno de la tierra.
Las mujeres regresaron tristes a casa, con triste paso en medio de una lluvia triste en el triste día de la despedida. Abrieron las puertas a un sentimiento nuevo, con el recuerdo de Benito convertido en santo; un santo hermoso y admirado al que pondrían en el altar de sus corazones lleno de velas e inciensos, de flores y escapularios, de tragos de ron y tabacos humeantes: ofrendas y mixtura de todos sus credos. Un santo al que ya nunca volverían a escuchar hablar de sus andanzas, de sus bravuconerías, de sus conquistas…, un nuevo santo callado que les recordaría tal vez a San Francisco de Asís, o quién sabe si mejor fuera compararlo con Changó de las legiones.
Pero muy pronto, aquel chulo, el mejor plantado de Jesús María transformado en santo por el amor ciego y desenfrenado de las putas, se identificaría como un espíritu renovado y feliz. Las mujeres no tardaron en darse cuenta que el chulo sandunguero vendría a habitarlas en sus sueños de lluvias; volvería a vivir y a morirse nuevamente en los brazos de sus desazones; a quedarse dormido en las noches de juerga y a desaparecer como siempre, con el alba.
Aquel terrible agujero apenas sin sangre, por donde había entrado la bala, parecía el causante de que el alma se le saliera constantemente del cuerpo.


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La desesperación sólo revela la pobreza de nuestro sentido del futuro.
Luis Franco

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Robert Gurney

Estatuas
(a Juan Larrea)

Hacía un frío
de estatuas invisibles.

Luego la niebla
se disipó
y vimos
una mujer gigantesca
acostada en la hierba.

Hace un frío
de estatuas visibles.


Statues

(to Juan Larrea)

There was a cold
of invisible statues.

The mist lifted
and we saw
a gigantic woman
lying glistening
on the grass.

There was a cold
of visible statues.


La belleza

(La belleza provee el refugio de la futilidad
donde contemplamos el significado de todo.
Anón.)

Me refugio
del viento del este
detrás de un muro de piedras hermosas
en la Cabeza del Dragón
y contemplo el sol
y el horizonte
que desaparecen.

Creo ver caer
al mar
a un poeta.


La luna y la muchacha

La luna
parecía resistirse
a desaparecer
detrás del Cerro Incahuasi,
la casa del inca.

Era como si una mano
invisible
tras el pico
la empujara hacia arriba.

El lado oscuro
era casi tan claro
como el iluminado.

Sentía,
que sólo tenía que extender la mano
para tocarla.


El escondido


En realidad
está más oculto
que Salinger.

Poco le importan
los círculos
la gente
y los poetas
en general.

Seguirá invisible e indescifrable.
No lo dudo.


El jardín del poeta

En el medio del desierto
lejos de General Roca
al pie de una turbina de gas

hay un jardín.

No hay nada
alrededor.

Es un oasis
en el medio
de la nada.

Mide diez metros
por cinco.

Contiene margaritas,
dos sauces eléctricos,
y una gramilla inglesa.

Va allí
para escribir.

Es el único
que se encarga
de cuidarlo.


The Poet's Garden

In the middle of the desert
far from General Roca
at the foot of a gas turbine

there is a garden.

Nothing else.

It is an oasis
in the middle
of nowhere.

It measures ten meters
by five.

It contains daisies
two contorted willow trees
and an English lawn.

He goes there
to write.

He's the only one
in charge
of looking after it.



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El que no castiga el mal, manda que se haga.
Leonardo da Vinci

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Cristina Villanueva

Era de jugando

Me gustaba la fantasía de tirarme en pedacitos (eligiéndole siempre los cuartos delanteros o traseros más apetecibles) a sus mandíbulas de animal carnívoro, a sus garras de leopardo sedoso. Eso fue hasta que lo vi sacar el plato, anudarse la servilleta y sobre todo afilar el cuchillo. Entonces me fui, haciéndole caso a mi mamá que siempre me advirtió sobre los peligros de los pecados de la carne.


Memoria flotante

La mujer tenía una memoria muy especial vaga, vaporosa, ciertamente difusa.
Cada hombre entonces era el primero. Eso los arrojaba hacia ella. Querían ser la Magdalena en la boca de sus recuerdos. Querían romper la tersura esfumada, que bordea el olvido, hasta inscribir su rotundo cuerpo-nombre de varón. Querían meterse tan adentro como una verdad o una belleza. Ella deleitada por esos intentos, les abría las puertas del alma y de la vida. A todos menos al neurólogo, que le había dejado esas pastillas que seguro eran capaces de terminar la magia.


***

Él la abarcaba a veces, y ella otras lo mecía como si ella fuera la barca. Ella acunándolo mientras él la contiene en sus brazos a ella que lo abarca a él que la contiene a ella que lo sueña a él soñándola.
Ese día de niebla parecía el principio o el final del mundo. Él con la barca la va a buscar.
Lo único que lleva son los libros. Era mejor que el fuego este destino exilio para ellos.
Era otro fuego.
Se bajó de la barca. Con los brazos cargados de hojas, la abrazó. Ella orejas abiertas, él voz. Se decían las vueltas de la tinta. Él sobre la desnuda piel de ella inventaba palabras collares, palabras prendedores, palabras aros. Tipografía, recortes, el mundo casi. Ella lo condecoraba, lo subrayaba, lo significaba, él se elevaba de poema. Envuelta de polisemia, ella esperaba. Los significantes abrían los sonidos, los abrigaban. El mundo era tan expulsivo que habían querido retornar al principio. Dos cuerpos que se leen incansables, escribiéndose.
Sin dios, manzana ni serpiente, el paraíso tenía la forma de una biblioteca.


El rey desnudo


El rey está desnudo grité. Es inevitable, el amor por la verdad se paga caro, pensé, cuando vi que los guardias se acercaban. Me dejaron a solas con él. Me preguntó si me animaba a refrendar lo dicho. Temblando por lo que podía pasarme, repetí. Está desnudo. ¿Qué podía hacer si lo único que lo vestía era la corona? ¡y le queda tan bien! Por una vez me equivoqué, mi denuncia no me ocasionó problemas. Todo lo contrario, me trató como a una reina.


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Se puede engañar a todo el pueblo, algún tiempo. A una parte del pueblo se la puede engañar siempre; pero no se puede engañar siempre a todo el pueblo.
Abraham Lincoln

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Rolando Revagliatti

encierros

en el mejor de los mundos los pensadores encierran sus músculos
tras la puerta dejó alguien encerrada la luz de su cuarto
es un chico quien atina a encerrar la tremenda caricia en un sueño


fechos

no melhor dos mundos os pensadores encerram seus músculos
atrás da porta alguém deixou enclausurada a luz de seu quarto
é uma criança quem atina em encerrar a tremenda carícia em um sonho


un actor se prepara

(a nemírovich-dánchenko y stanislavski)

una mueca en mi cara
un latido dentro de mi corazón
un globo amarillo debajo de mi cielo

una balsa encima de mi río
un puño encima de mi cabeza
un jazmín dentro de mi puño

un dólar dentro del festival en mi homenaje
un escarabajo en mi biblioteca

un recuerdo en mi recuerdo de sus piernas
un tic nervioso alrededor de mi resentimiento
una antigualla ocupando el centro de mi sobaquera
un inaceptable tecnicismo al pie de mi zapatilla

una simpatía a la vuelta de mi esquina
un corchito agradecido flotando dentro de mi botella de moscato
una cálida ráfaga desde el noreste de mi planisferio

un actor se prepara con sus dentros y fueras de sí
un actor se prepara con sus encimas y sus debajos
un actor se dispone a emperifollamientos entrañables
a la vuelta, desde y alrededor
y desnudeces súbitas ocupando centros y al pie

un actor se precipita sobre las gemas
un actor se sume en un soliloquio
un actor copa sus réplicas y pausas
un actor riega sus memorias y acecha sus áreas cercadas
un actor se afiata en la contemplación

un actor se prepara en la antesala del espejo
y otro en la penumbra
y otro en la inmutabilidad de su calavera


um ator se prepara

(a nemírovich-dánchenko e stanislavski)

uma careta na minha cara
um latido dentro de meu coração
um globo amarelo debaixo de meu céu

uma balsa encima de meu rio
um punho encima de minha cabeça
um jasmim dentro de meu punho

um dólar dentro do festival em minha homenagem
um escaravelho em minha biblioteca

uma lembrança de minha lembrança de suas pernas
um tique nervoso ao redor de meu ressentimento
uma antigüidade ocupando o centro de minha axila
um inaceitável tecnicismo aos pés de minha sapatilha

uma simpatia à volta de minha esquina
uma cotiçazinha agradecida flutuando de minha garrafa de moscatel
um vento cálido do nordeste do meu planisfério

um ator se prepara com seus dentros e foras de si
um ator se prepara com seus encimas e seus abaixos
um ator se dispõe a enfeitamentos entranháveis
à volta, de e ao redor
e desnudezes súbitas ocupando centros e aos pés

um ator se precipita sobre as gemas
um ator se subsume em um solilóquio
um ator atinge suas réplicas e pausas
um ator rega suas memórias e espiona suas áreas cercadas
um ator se realiza na contemplação

um ator se prepara na ante-sala do espelho
e outro na penumbra
e outro na imutabilidade de seu crânio


un buzón

buzón en venta
el tragaepístolas
engulle sobres
alígeros

¿lo jodido?:
las aftas


uma caixa de correio

caixa em loja
o comecartas
engole sobres
alígeros

o foda?
as aftas


Estos poemas pertenecen al libro De Mi Mayor Estigma (si mal no me equivoco):, La Luna Que, diciembre 2006.
Han sido traducidos por Ricardo Pinto.


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Y si llegaras a hombre, ¿a qué más podrías llegar?
Antonio Porchia

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María Pugliese

el nido deshecho por el pico de pájaro
el puñal en el vientre de lo amado inasible
los días anudados al letargo
las ondas transeúntes
los camalotes silentes
lo dijeron

las sirenas de barcos
el silbido de trenes
los golpes de azada sobre la tierra húmeda
lo repitieron

lo aseveró
el mástil ante el soplo del viento

todo profiere desparpajos
del hecho consumado
y ni una sola palabra
denuncia la intención

***

una taza y su boca
un sorbo y otro
............................la borra de lo hondo

los labios y la porcelana

de un lado
la cuchara

del otro
el plácido sendero de tus ojos
y las esmeraldas

***

entre una línea de sol al mediodía
y las penumbras
permanece el cerco inalterable
del desencanto
tan profundo y elevado
alto
que no quiero decir
cuánto me callo

***

cielo horizonte cielo
descubiertos
azules grises rojos tornasoles
imantan una figura triste
hacia el afuera
la observan
en custodia
....................por el tedioso marco de metal
....................por la ventana

***

señales imperfectas atraviesan
un crisol de sonidos recurrentes
se combinan y alternan recepción-emisión
con dádivas del pretérito en presentes
con cláusulas de impertinencia

un idioma sin resonancias

vigas clavadas en la arena
interrogan
persuaden
significan
lo que avanza y arrasa
sin piedad


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Hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos.

Martin Luther King

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Liliana Pintos

Semillas de fuego

Sara se asomó a la puerta, se secó las manos en el delantal a cuadros, las frotó enérgicamente una contra otra y les exhaló la calidez húmeda de su aliento veinteañero.
Sus ojos entrecerrados hurgaron la lejanía, intentando atrapar el final de la jornada de los mineros de carbón allá…
Al otro lado de la montaña más alta.
A esta hora, Walter estaría emergiendo de la oscuridad del túnel, junto a otros doce obreros.
(La lengua casi muda y reseca, proyectando sombras gigantescas enfueguecidas por la intensidad del silencio fantasmático.)
Exhausto y feliz, al mismo tiempo.
La jornada había vuelto a ser propicia desde que Paco, uno de los más viejos, les había contado que “hay que pedir permiso a la Pachita para internarse en sus entrañas”.
Como hijo recién parido, con la camisa y el rostro abrasados de negrura, húmedos aún por la placenta derramada en la efusión de la Tierra.
Walter, el hermano más querido. Él que soñaba con tener su propia quinta y alimentar su numerosa familia con los frutos que obtuviera de ella.

En el ocaso del día, Sara sabía que su jornada de trabajo recién estaba comenzando.
La chimenea del horno exhalaba el exquisito legado del quebracho humeante, a la espera de los enharinados del lugar.
Schulenberg -pese a la connotación germana del nombre- guardaba entre sus cuatro paredes las confidencias insondables de los encuentros furtivos de los pueblerinos hijos de un paraje de la Provincia de Buenos Aires.
Schulenberg venía casi a conformar una especie de claustro hermanando susurros, miradas cómplices y de los que asistían a diario.
Al lugar iban noche a noche hombres y mujeres iluminados en los extensos silencios, taciturnos en sus andares cansinos.
Ella era, cada noche, cómplice y protagonista atenta, sonriente, de esos sólidos abrazos que lograban espantar por un rato, el desamparo de los solos.
Y era, también, quien acudía solícitamente a cooperar con quienes se percibieran desorientados o inexpertos en los ritos y placeres que acontecían allí adentro.
De aquellos hombres y mujeres de caderas estrechas, de andar campechano, que saciaban secretamente sus deseos y paladeaban lentamente los platos horneados por doña Argentina.
El viento rugía implacable y dueño absoluto de lo de afuera.
Observadora de todo, Sara atizó una vez más el fuego de la chimenea ubicada en el corazón de la posada, al mismo tiempo que Walter y Paco entraban al local.
Junto a ellos una ráfaga de viento helado recorrió los ejes de todos y de cada uno.
E hizo arder la resina olorosa de los troncos ardientes, primero.
Haciendo arder la vista de los parroquianos que hacía rato moraban en el lugar.
Luego se alzó, imponente y majestuoso, enlazando cortinas, mesas, sillas, muebles y paredes.
El fuego exacerbado alcanzó entonces el conocimiento, las reflexiones, las yuxtaposiciones, el verbo vivo, la lengua.
Porque también abrazó, en el silencio de sus parpadeos enardecidos, esos libros que los sustentaba en la ilusión y lo inexplicable, el periplo circular de otros universos, aliviándoles el alma dominada por las coyunturas frágiles y demasiado pesadas.
Debajo del ombú hallaron días después, abierto y desgajado, cubierto de un polvo blanco y espeso, el libro que Walter venía leyendo desde hacía varias noches: “Siembras provechosas y Energía eólica”.


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Si estás a favor de la libertad de expresión, entonces estás a favor de la libertad de expresión de los puntos de vista que no compartes. Si restringes la libertad de expresión sólo a los puntos de vista que apruebas, entonces no crees en ella para nada.
Noam Chomsky

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René Villar

Hipotalamus

en hebras
los brazos
es decir
brazos en
el peso cenizas en
la palma
........humo
..................y luna en
medio de la mano
un veraz
hembraje recorre
.......................la flaca
un brazo y así no
hay aleteo
de otoño
con los codos
que orinan
encías encima
los ojos
lloran simultáneos.

II

y así
alzan
escarnios
extraño
........mojón
-se constata-
inmerso y nada
extraño a cada
blancura donde
habita
la pendiente
.....................allí
fríos los de aquel
cuerpo último desdén donde
truena
la larva sin
tomar
el té.

III

así es donde
se muere entre
otros con los dientes
lacios.

IV

así se iba donde
volver recóndito
a pie de mudas
cuevas entre
moliendas azules
los vientos en
abandono
............silencio
se dice
que bala afuera
de los vivos.

V

se yergue
la muy tiesa
lo mucho para
alisar
..............tu luna
pedestal de obsceno
magnífico cubre
carnes como
de haber que agrieta
bosques que perla
los silbos a otra
ciénaga donde
todo respira menos
el tiempo.

VI

y así es cuando
anuda otras veces
................la muerte
alcohólica
de hinojos es
ya plumínea aun después para
caer a tan firme
orgasmo de océano
demolido la muy flaca
exhausta quien
sopla por tus senos
lo que amas
que instala larva atorada
que por carecer
cava y cava para
el gran trueno.

VII

y escribir sin
ojos
el nado
por el gran fuego
caído

todos vamos a caer.


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Nuestra gran debilidad es siempre la renuncia. El único camino cierto para llegar al éxito es volver a intentarlo una vez más.
Edison


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Horacio Gómez

Ella

I


Anida en las sombras que alguna vez
fueron dejadas de lado por los vértices.
Ella lo sabe.

Su rítmico suspiro
acaba por desarticular los interrogantes.
Corrige los recuerdos buceando
entre las sinuosas formas del absoluto.
También lo sabe.
Recoge los misterios y se evapora.
Nunca llovió en su ventana.
Ella jamás lo supo.


II


Se deslizó del escaparate como una esfinge
deshojada en lágrimas.
Desplegó la madrugada
sin proponerse el olvido
con la calculada parsimonia de su cielo.
Dejó entrever que su brisa buscaba sólo
el murmullo prometido y calló.
Alguna vez sus labios protegieron
mi nombre.
Ella no estará mañana para liberarlo.


III

Sobre el mantel desgarrado
del estío
coloco sin prisa los harapos del tiempo.
Ejercicio inútil, profano.
El delirio clasifica los espejos a su antojo.
Pretende una recompensa de penumbras
para resucitar una y otra vez.
Seguiré excomulgando la noche hasta
que mis ojos
lo reconozcan.



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Siempre en nuestra vida hay algo que desearíamos no haber hecho. Pero cuando ya está hecho, lo único que podemos hacer es sacar del error cometido la enseñanza más favorable.
Ugo Betti

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Alfredo Di Bernardo

Breve historia del hombre alto

Hubo una vez un hombre tan pero tan alto, que con sólo ponerse de pie, abrir los ojos y mirar hacia adelante, era capaz de leer las verdades escritas en las nubes.
La gente común admiraba su enorme altura. Él, en cambio, renegando abiertamente de su don, profesó toda su vida una melancólica envidia hacia los hombres bajos.
Nunca se resignó a su triste suerte de poder descifrar verdades allí donde los otros, plácidos y felices, veían solamente una nube.


Los ángeles y los puentes

Hay ángeles que, a su manera, son ingenieros. Rozan a la gente con sus alas y, con ese suave toque celestial, la incitan a levantar puentes. Entonces, esperanza sobre esperanza, la gente se pone manos a la obra y, con más entusiasmo que habilidad, se lanza de lleno a construirlos. Y aunque los puentes resultan casi siempre frágiles y efímeros, las personas caminan sobre ellos, se encuentran, pueden amarse, son felices y se ríen desde lo alto mientras miran, con cierto alienado desdén, a los seres aparentemente tan seguros y tranquilos que permanecen abajo, atados al suelo.
Pero existen también ángeles perezosos que odian la ingeniería e inoculan a la gente su propio recelo hacia este tipo de construcciones. Entonces, la gente se queda quieta, segura y tranquila, se acurruca en sus miedos y mezquindades, permanece en tierra sin ganas de levantar puentes, y al mirar cada tanto para arriba se pregunta, con envidiosa indignación, qué es lo que hacen esos seres aparentemente tan felices suspendidos en el aire.


Dios imperfecto


Desde el refugio situado en lo alto de la montaña, el Dios observa incrédulo las columnas de caminantes que, sin cesar, siguen acercándose por los cuatro puntos cardinales. Surgidos desde las entrañas del horizonte, millones de peregrinos marchan jubilosos hacia el lugar, dispuestos a ofrecer su profundo agradecimiento a aquél que los ha salvado.
Vencido por la culpa, el Dios menea la cabeza con melancólica resignación. “No entienden”, se dice, “no entienden que todo lo hice por mí”. Y vuelve a esconderse, infinitamente avergonzado.


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La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse.
Oscar Wilde

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Eduardo Dalter

Almendro de Naufragio

arde almendro de naufragio
CÉSAIRE

Oh la mueca,

......la mueca,
¿en la historia?

......Carne
herida, qué

......de los ojos.
Una idea, historia,

......de los ojos.
Oh la mueca,

......la mueca;
y más allá
el vacío,

......los zamuros.


***

Nada;
.......de creencias,
nada; oh, el pecho,
.......los pies,
tantéate los pies,
.......el olvido;
muérdete
otra vez la cola,
.......las palabras.
Oh quién, en verdad,
.......creyó
en un camino;
y lastímate,
.......sí,
bajo el cielo
sin aire
.......ni paciencia.


***

Dime qué color
......tienen, tendrán
el alba, el abrazo;
......dime
al oído todo
cuanto pueda
......recordarse.
Hirviente y vacía
......es la mañana,
ya alta mañana.
Dime si esto
......que parece
se desliza
......y vuelve
es un espejo,
......donde se ve,
todo se ve.


***

Detrás, detrás
siempre hay una sombra,
de paso contenido
......o paso sigiloso.
El aire es de cuerdas
a punto de cortarse;
......el aire,
el aire hirviente.
......Por aquí
temed, temed
......a toda mano.
Los huecos, los caminos
.....del hombre
están minados.


***

Si hallaras un espejo,
......escóndete;
no dejes te descubra,
......te aprese
en su rectángulo;
escóndete detrás
del último monte
o la última cerca
......del poblado;
puede mostrarte
......el vacío,
ese vacío.


***

Danza de serpientes,
entre piedras
y hojas duras. Danza
que prosigue, sisea,
da sus ecos. Danza
......oscura,
¿cuál la herida
a ocultar o urdir?;
......¿cuál
el comienzo?,
el comienzo sin fin
o sin historia.


***

Por aquí se regresa
......a la herida.
Por aquí, si se pudiera,
......se va,
se va al retorcimiento.
Por aquí se vino
......del polvillo
de páramo, de espanto.
Soledad, hora vacía,
.......hasta aquí,
hasta este pozo.


***

Por aquí también
......se va
a la caída; por aquí
......al abandono
y a lo atroz. Todo
......estaba dicho
a voces. Por aquí
......nadie
presintió,
......escuchó nada.
Por aquí
......y por allá.
Nadie recuerda
......haber dicho
mía es esta boca,
mío este camino.


***

Filos, anzuelos
......en los ojos;
reverbero cortante
......en las bocas.
Plaza al sol;
......las respiraciones,
las transpiraciones,
......las exhalaciones.
Pez o anzuelo; filo
........y carne.
Refulgir
......en el ahogo;
como sin caminos,
.......sin pie,
en la marea oscura.


***

No hay mapa
.......en estas aguas;
sólo el oleaje impuro,
.......lacerante.
Los ojos dicen,
.......si los sigues,
del horizonte
.......de lo incierto,
de su atajo.
Los febriles zamuros,
.......en tanto,
rondan, rondan.
.......Y el sudor
de las horas
cuece todo
.......como a un pan.


Estos poemas pertenecen a Almendro de naufragio. Fueron escritos en Petare y Macuto, cercanías de Caracas, en junio de 1996, a partir de la experiencia del autor en medio de una ciudad sacudida por la violencia social, el desconsuelo y la hambruna. Editorial La Espada Rota y Consejo Nacional de Cultura de Venezuela, Caracas, octubre de 2000.

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Dad palabra al dolor, el dolor que no habla va estremeciéndose en el corazón hasta que lo despedaza.
William Shakespeare, Macbeth

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