lunes, 22 de noviembre de 2021

Editorial


con voz propia nº 112 

Revista literaria 

Noviembre 2021 

- cumpliendo 15 años -

Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 
Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas 
ISSN 2314-0275 



La vida exige a todo individuo una contribución, y depende del individuo descubrir en qué consiste.
Viktor Frankl 




Queridos amigos: 

La revista literaria con voz propia está cumpliendo sus primeros 15 años. 
Me reconforta conceder un lugar en mi espacio web, valorando las voces de diferentes escritores. Mi recompensa es la calidez y el reconocimiento brindados por los lectores. 
Me he comprometido a sostener y mejorar la calidad en cada nueva edición, ser responsable y exigente pues cada lector, cada publicación, cada palabra, cada e-mail recibido o enviado, justifican mi tarea. 
Me debo a mis amigos, lectores y colaboradores: por ustedes estoy en el sitio que ocupo en estos momentos. 
Y me siento inmensamente satisfecha y orgullosa por los resultados de este tiempo compartido. 

Copio parte del Editorial que he publicado hace tantos años ya: 

Había una vez una persona que decidió abrir un camino en medio de la maleza, un camino del cual sólo podía ver unos pocos pasos más adelante. 
Debió tantear, escuchar, esperar, avanzar lentamente y a veces desandar. Escuchó voces y sonidos extraños. Recibió raspones y algunos golpes. También percibió voces agradables y observó cómo se iluminaba el camino. 
Esa persona avanzó, cada paso con mayor firmeza. 
En cierto momento tomó un rumbo diferente: encontró su propio camino, elevó su propia voz. 
Y nació con voz propia
--
con voz propia… la voz de todos ustedes. 
Muchas gracias a todas las personas que me acompañan en este recorrido: a quienes confían enviando sus colaboraciones, a quienes leen las voces publicadas, a quienes me escriben, a quienes continúan con la difusión al reenviar la revista literaria. 
Muchas gracias a mi familia y amigos personales por sostenerme cada día. 
Agradezco por las piedras encontradas en este transitar, las cuales me dieron la fortaleza para seguir creciendo con mayor confianza y firmeza, siempre enfrentando el desafío con entereza. 
Miles de gracias a cada uno de ustedes por estar allí… del otro lado de la pantalla. 
Reciban mi abrazo cálido y mis mejores deseos cada día. Que estemos todos bien.
Analía Pascaner 




Pero tengo promesas que cumplir 
y millas que recorrer antes de dormir. 
Robert Frost 



Revista literaria con voz propia 
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 



Vive de manera que nunca te avergüences si se divulga por el mundo lo que haces o dices… aunque lo que se divulgue no sea cierto. 
Richard Bach


Autores publicados


No hagas del cambio algo demasiado complicado, tan sólo comienza. 
Noah Weinberg 


con voz propia nº 112 – Revista literaria 
Noviembre 2021 
Autores publicados en esta edición



Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia

Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner


Eduardo Dalter

Tarde de sábado 

       Un poema para la cotota

La tarde cae lentísima a esta hora, 
según se puede sentir desde esta 
     habitación 
de hotel, donde ningún árbol aparece 
     para mover sus hojas. 
El ventanal luce un cortinado transparente, 
acostumbrado, pareciera, a quietudes 
     como ésta, 
donde un hombre solo toma mate y 
     piensa, 
piensa en amor, amores, en política, 
     y ahora 
en todos estos años que partieron. 
Un hombre que justamente ahora 
     enciende un cigarrillo 
y se dice y piensa momentos, cosas,
     que no atañen a estos versos. 
Pero volvamos, amor, volvamos al 
     poema; 
te decía que honda, callada y quieta 
     es esta tarde tan fría, 
mientras escribo, fumo, tomo mate 
y me deleito mirando la quietud 
en el devenir de esta tarde, tan tuya 
     y pasajera. 

Otoño, 2018. Del poemario del autor: Concierto de los olvidos. 13 poemas (2018 - 2020) 


Recuerdo de Anna

“En los años en que yo nací había hambre, 
y mi pobre padre nunca tuvo un buen trabajo”, 
me dijo mientras caminábamos dejando la estación. 
Cruzamos entre puestos de souvenirs y de turistas, 
a la vez que me recomendó sonriente: “tienes que leer 
más a Cavalcanti; no todo bajo el cielo es Ungaretti”. 
Después me fotografió en el Ponte, y caminamos, caminamos… 
“Tienen encanto estas calles; yo las recorría siempre 
con mi madre y con mi hermana”, me dijo algo ensimismada, 
en medio de un paisaje que parecía tener los tonos de su voz. 
“Bueno, cuando regreses, yo te acompañaré 
a la Liguria”, me propuso. 
“Pero no digamos nada; siempre me resultó inútil proyectar; 
nunca fui una mujer de mucha suerte”. 

*Nota del autor: Anna G, profesora de literatura italiana, nativa de la Toscana y amiga, partió en marzo último, víctima del coronavirus. Este poema quiere ser un presente para su memoria y su amistad. Buenos Aires, abril 2020 


Lisboa 
Palabra de poeta 

No quiero caminar por la colorida Rua Augusta 
ni recorrer la casa donde vivía el Nobel Saramago 
ni tomar café en el bar donde Pessoa comenzó 
a borronear su poema sobre la tabaquería;
en el día de hoy sólo deseo conocer a don Aurélio 
(¿así se llamaba?), ese hombre tan leal y voluntarioso 
que le descarnaba y cortaba las uñas 
al adusto dictador Salazar, 
porque ya casi no puedo más, 
y ésa es mi necesidad 
para poder subir y bajar por estas calles 
         tan empinadas 
y de veredas blancas y siempre desparejas. 

Lisboa, 21 de mayo, 2019 


Eduardo Dalter 
Buenos Aires, Argentina 

En la casa de un hombre digno, sólo hacen falta tres sillas: una para el amor, otra para la amistad, otra para la soledad.
Luis Franco

Robert Gurney

El grillo 

Hoy vi una paloma. 

Se sacudía 
en el sendero calcinado 
que cruza el campo de rastrojos 
delante de mi casa
serpenteando 
hacia Bedmond Lane. 

Me recordó al pavo real 
que se acurrucaba en el polvo 
iluminado por los faros 
en un camino lejano 
una noche oscura 
en Uganda 

y a ese perro negro 
que se asoleaba 
hecho un ovillo 
tendido en el asfalto 
en ese callejón sin nombre 
en esa foto en blanco y negro 
sacada por mi padre 
hace más de sesenta años 
en Luton 

y al grillo 
que mi amiga oyó 
romper el silencio 
en la lejanía 
una tarde de calor insoportable
en San Fernando del Valle de Catamarca 
en Argentina. 

Nota de redacción: Muchas gracias, Bob. 


Un sueño 

Soñé 
que estaba recostado 
en Hampstead Heath 
leyendo Geoffrey Hill. 

Era el 1 de julio, 1918. 

Puse mi oído en la tierra 
y logré escuchar la artillería 
en el Somme. 


Flores 

A Antonio Machado y José Manuel Castañón 

Creo que te vi ayer
caminando en la Isla Jordan 
por el río Negro. 

Luego te observé enterrar 
mi poema
sobre un sapo 
en una tumba 
del cementerio llamado Jardín de Paz. 

“Los espíritus”, 
me dijiste como explicación, 
“aman la poesía”. 

Y luego pensé en Antonio Machado
sepultado en el cementerio de Collioure 
y deseé que Castañón y yo 
hubiéramos dejado 
una nota que hablara de una playa 
alambrada de púas y vidas segadas 
como flores decapitadas. 

Último poema en Colección Poéticas. Clásicos de la poesía contemporánea - Antología Poética de Robert Edward Gurney (Lord Byron Ediciones. Madrid, 2018) 

Robert Gurney 
St. Albans, Inglaterra 

Un loco tiró una piedra en un pozo, y cinco sabios deliberan para rescatarla. 
Proverbio armenio

Analía Pascaner

El cuarto angosto 

Lucas estaba parado en medio de la habitación mirando a su alrededor con ojos atónitos. Al comienzo sólo lo intuyó, pero en ese momento estaba seguro de lo que ocurría. La puerta había desaparecido totalmente: un listón de madera ocupaba su lugar. Sus labios se secaron y su garganta ahogó el alarido. 
El cuarto angosto de paredes claras se achicaba y lo comprimía. Las paredes se oscurecían aprisa, se acercaban amenazantes. El techo bajaba y se había tornado tan negro como la noche que observara por la ventana unos minutos antes; sin embargo ya no había ventana, sólo un pequeño rectángulo algo más claro se hallaba en su lugar. Se sentía devorado y asfixiado por ese cuarto que se estrechaba cada vez más y más. Se empeñó en pedir auxilio, abrió su boca muy grande y procuró que el grito brotara desde lo más profundo de su pecho, mas no pudo proferir sonido alguno, las paredes ya rozaban su piel. 


Analía Pascaner 
Nací en Buenos Aires. Resido en Catamarca, Argentina 

Quisiera no dormir 
despertar de este insomnio. 
Ernesto Bavio

Cris Fernández

Caldén… 

Erguido en la llanura, 
centinela del tiempo y del pasado 
abre sus ramas rugosas,
centenarias, 
en un abrazo vital. 

… Y el viento canta 
su tonada de polvo 
y de sequías, 
o de lluvia bendita 
y bienhechora.

Sus ojos de madera 
han contemplado 
relinchos y malones; 
y el sonido mortal 
de los fusiles… 
de galopes audaces 
y de guerra. 

Erguido en la llanura 
centinela de sueños 
y visiones. 

   … Un caldén de la pampa… 

Poema galardonado con 1º premio en el Certamen literario “Por la memoria de los pueblos” organizado por la municipalidad de General Pico, La Pampa. 


Instantánea 

El camino serpea. 
Lenta espiral de polvo 
que asciende y busca el cielo. 
Apenas un vestigio de mi huella 
perdura tras el viento. 


Porque el otoño... 

Si es acaso el otoño 
un tema recurrente que me atrapa, 
le debo esa obsesión a los colores
variados e infinitos que declara 
su presencia en abriles desvelados 
por el leve rumor de la hojarasca. 

A la vera de algún viejo camino 
los árboles son sombras espaciadas. 
Engamados en verdes y dorados 
pelean con fervor su lucha vana. 
En susurros o en ráfagas el viento 
descuelga mariposas amarillas, 
ocres, pardas, muriendo leve muerte 
con un temblor apenas perceptible
- silencioso reflujo, voz callada - 
El cielo es una ruta en golondrinas 
- negra flecha que apunta al horizonte 
sobre el túrgido aire desolado. 
Y el ocaso de mayo desmorona 
un fulgor que se duerme hacia el poniente 
mientras crece la luna ilusionada. 


Textos tomados de Letras en el Andén, publicación digital dirigida por la autora 
Cris Fernández 
La Pampa, Argentina 

El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible. 
Oscar Wilde

Orlando Valdez


me han sorprendido infraganti 
y me han declarado culpable 
por mi amor a las palabras 

pero mi gran culpa juro 
fue sonreírle 
sólo una vez a la luna 
y dos 
a esta flor 


     * * * 

el agua estaba por allá 
Lino la vio venir
por la mañana 
por la noche 
el agua andaba 
por atrás y arremolinada 

pero ha sido más 
arremolinada la mugre 
y arremolinado el dolor 


     * * * 

y hube vivido en mi delirio 
en mi memoria que ignora 
tan ignorante como tenaz 
en desorden 
las mismas cosas 
tan vividas 
tan temidas detrás 
sin saberme a mí mismo
y me comprendo y en vano elemental 
haber amado todo y tanto 
y ya no ser y haber no sido 
y así morir, 
morir en mí 


     * * * 

hay pronóstico de lluvia 
y todo el día una luna 
se extenderá sobre tu piel 
con probabilidades 
de imágenes (claro/oscuras) 
y (ay!), amor 
apenas / un cielo 
no alcanza 


Del libro del autor: setenta veces siete más de tres veces. Laborde Libros Editor. Rosario, 2019 
En ciertos momentos, la única forma de tener razón es perdiéndola. 
José Bergamín

Irene Bompas

119. Sin palabras 

¿Y si se nos acabaran las palabras? 
acaso las letras
¿podrían conjugarse en alguna oración
con sentido? ¿con emoción con sabor con color? 
quedaríamos huérfanos 
sin madre ni padre, solos 
sin qué decir qué hacer o qué sentir 
El mundo se volvería un hueco 
y qué decir de ese mundo!!!?? 
Entonces, 
cuando nada nos quede ya por decir 
cuando no tengamos cómo decir 
acaso, cuando eso suceda 
los cuerpos hundiéndose en desiertos de goce 
asoleándose en charcos de lluvia tenue 
podrían conjurar el milagro de acercarnos sin palabras… 


150 

Mientras duerme 
resopla el rostro la respiración ajena 
Que aletee el sueño el viento inalcanzable 
como la utopía que regresa de un viaje interminable 
¿O acaso nunca se ha ido? 
Como las hojas del espinillo aquel 
en Qhispikay 
Y en un instante fugaz 
todos los instantes 


154 

El Cerro Champaquí helado 
el viento lo abriga en su vuelo 
Más acá, qhispikay en el silencio 
Amanece y no hay nadie 
sola 
amanezco sola 
Adivino el artilugio de la razón 
y la magia de los malabares en el filo 
Desde allí como rocas limpias 
Translúcidas 
Llega el corazón helado. 


Irene Bompas 
Buenos Aires, Argentina

Cuando camines, camina. Cuando comas, come. 
Proverbio Zen

Norma Etcheverry

El olor 

Pronto, los pullóveres dejarán de tener tu olor. Pronto, nada tendrá ya tu olor sobre esta tierra. Pronto, no sabré qué hacer para guardarte, resguardarte, preservar tus tibiezas, la fuerza de tu olor. 
Qué haré ahora, con esta piel vacía, cuando todo desaparezca. 


La magia 

Salí de Irlanda como salí de Hernani… con la misma pasión, el mismo viento, la misma lluvia. Me fui para volver siempre aunque ya no regrese. Me fui lleno de profundidades, pleno de sentidos, borracho de sabores. 
Me fui de Irlanda como me fui de todo. Con el recuerdo como semilla que hará flor un día venidero. 
Me fui de Irlanda llevándome a Irlanda. 
No podría estar triste. 


El encuentro 

¿Será que ha vuelto a suceder, será que sí? No moriré de estas ganas ni de ninguna, pero qué alivio, qué alivio que ha vuelto a suceder… 


Lo íntimo 

Confiar. Habitar el oleaje, cada día, sin pertenecer nada más que al insistente espejo de lo íntimo. 


Del libro de la autora: la vida leve. Ediciones La Carta de Oliver, noviembre 2014 
Norma Etcheverry
La Plata, Buenos Aires, Argentina 

Se daba a todos sin seguir a nadie. Y en aquel mundo, donde casi todos siguen a todos sin darse a nadie.
Antonio Porchia

Manuel Serrano

Enamorada 

Siguió caminando 
acompasada por el roce 
de las medias de seda, 
con su vestido de otoño. 
El parque estaba desierto, 
andaba entre las luces rosadas, 
moradas, 
blancas y amarillas, 
luces crepusculares 
que salían entre los árboles 
y se hincaban en la hierba, 
luces de las casas 
que se recortaban 
dentaduras imperfectas 
contra el cielo crepuscular. 
Balanceaba su bolso 
y sonreía feliz. 
Al pasar bajo las farolas 
podía notar 
el brillo de una lágrima 
en sus mejillas arreboladas. 


El barco 

Espanta a las olas 
bajo un sol que bosteza, 
sujeto por viejas maromas 
que al mundo sosiega, 
invadido por la arena arremolinada, 
empujado por el fiero viento; 
barco que surcó planetas, 
mares y profundidades 
y llegó hasta el cielo 
donde avivó el dulce amor 
de una madre amamantando. 
Hoy yace dormido, 
con sus cuadernas podridas, 
y miles de historias antiguas 
para que las canten los poetas. 


Oro llovido

Bellas aves cantan 
para que ningún beso se pierda, 
canto afinado y feliz 
que se posa en los labios, 
como oro llovido del cielo 
de donde fluye el raudo, 
atolondrado y alocado
silencio de nuestro amor. 


Manuel Serrano 
Valencia, España

Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos. 
William Shakespeare

Graciela Pucci

Memoria en la piel 

Sin ruido 
solo un leve estremecimiento en el alma 
           -volar de aves desaladas- 
                 cayeron los velos 
párpados mustios       despertaron 
          reconociendo falacias 

un relámpago    atravesó    el cuarto penumbroso 
                vislumbré la realidad 
   -caballo indómito derrumbando fantasías- 

pero la piel tiene memoria 
             recuerda otros instantes 
                         cuando danzaban los ángeles 
             y la voz era plegaria tierna 

                       cayeron los velos 

fantasmas desnudos    bailan a mi alrededor 
-música sin acordes     monotonía de silencios- 

alas olvidadas     bajo mis pies descalzos 
     anuncian la partida de los ángeles 

    estoy a solas con mi piel memoriosa 

                 me despellejo 

                   nada queda 

                ni siquiera yo 


Graciela Pucci
Buenos Aires, Argentina 

La imaginación es la voz del atrevimiento. 
Henry Miller

Virginia Amado

Poema 

Ella va detrás de las palabras. 
Las sigue, las dibuja, las piensa. 
Las imagina y las siente; apela a sabiduría. 
Se escapan, las alcanza. 
Regresan, las atesora en un cuenco 
de amatistas y de tenue ámbar… 
Sigue detrás de las palabras. 
Hilvana letras, explora espacios, 
construye mundos en un devenir de tiempo. 
Las palabras la superan, giran, 
se enlentecen… 
Ella sigue el camino, 
se pone a la par, las abraza. 
Lluvia de recuerdos y angustia de olvidos. 
Pero ella va detrás de las palabras. 
Un ritual de alegría y sol, 
o algún horizonte umbrío de nostalgia. 
La lluvia empaña sus ojos… 
Hay sucesión de estaciones;
reincidentes vuelven los septiembres. 
Palabras que van y vienen, 
poética de cielos en azul. 
Amorosa paz del escritor; 
verdor y brisa desde la ventana. 
Conjunción, lunas, perfumes y el alma. 
Ella va así… detrás de las palabras. 


Cosas 

Pondré en una caja 
todas las cosas que quiero… 
Un portal con forma de medio punto 
Los arcos ojivales 
Los puentes 
Las escaleras 
El color violeta y las violetas 
Las iglesias de cada pueblo 
Los faros 
El sonido del mar 
El perfume de jazmines 
Los desiertos 
El cielo de luna 
Cada estrella conocida 
Aquello que no alcanzo a adivinar 
con qué me conecta, 
pero que me atrae 
y no quisiera perder. 
Sólo cosas que movilizan 
Apenas cosas con poder de emocionarme. 


Virginia Amado 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

Las palabras van al corazón, cuando han salido del corazón. 
Solón

Bernardo Lino De la Cruz

El tiempo y los académicos 

Soñé que me devolvían todo el tiempo perdido; era una especie de gala de sábado noche, tan espectacular como kitsch. Galano y engominado, recibía entre los aplausos de los desocupados de siempre en la tribuna, una caja primorosa con tapa corredera. El clímax del show era cuando yo deslizaba la tapadera y arreciaban los gritos de júbilo. Tenía por supuesto, que agradecer a la Academia del Tiempo y a los Cronojurados, unos vejetes que igualmente peripuestos, asentían sonrientes y benévolos a cualquier acto torpe o dubitativo que yo pudiera cometer. 
Creo que soñar estas cosas hablan de lo insatisfecho o inseguro que a veces me siento con respecto a mi pasado; a mis manías, como la de extraer hasta la última semilla de cualquier fruta que me coma, o alinear tanto los soldaditos en mi infancia, como los botes de conservas esta mañana. 
Cuando me puse frente al micrófono, sentía que tenía que agradecer la deferencia de los académicos y la institución; el que se hubieran fijado en mí, un oscuro ciudadano que no había batido ningún récord, descubierto ningún principio activo milagroso, ni arruinado banco alguno. Frente a la sonrisa de los gerontodémicos, me animé a extraer uno de los rollos contenidos en la caja; la idea era darles las gracias, concretamente, por ese momento, y proseguir, si fuera necesario, extrayendo papiros, hasta dar una idea consistente de mi gratitud. 
Desenrollé y leí en voz alta el primero del ángulo superior izquierdo (suponía un estricto orden cronológico); no estuve de acuerdo con su presencia en la caja. Tocar la guitarra para un becerro que lleva dos días muriéndose, no es perder el tiempo, y así lo dije ante todos. 
Saqué un segundo “tiempo perdido”: ... ¿que un día mirando peces desnudo en un lugar apartado de Ibiza es perder el tiempo?, ¡vamos hombre! Puse la caja en el suelo y saqué un manojo con una cierta mala leche; sólo uno de aquellos cilindros en mi mano, pudo ser considerado por mí, recuperable hoy: eran vueltas y vueltas con mi coche intentando aparcar en la misma manzana donde vivía, cuando el tiempo invertido, era mayor que volver caminando desde un par de kilómetros viendo pasar la vida. 
Airado, defendí la observación de las aves, el café con cigarro y minutos, o una lenta secuencia de besos desde la encrucijada al cuello, con sus correspondientes escalas, y viceversa. 
No sé en realidad si desperté, o fui desposeído de un regalo inesperado por un juzgado reaccionario y aburrido. Es una suerte que no recuerde muchos de esos papeles, porque así, no tendré ningún pudor o prevención en volver a malgastar los mismos minutos que me dieran placer intrínseco. 


Bernardo Lino De la Cruz 
Valladolid, España 

No perdáis una hora, porque no estáis seguros de un minuto. 
Benjamin Franklin

miércoles, 13 de octubre de 2021

Editorial


con voz propia nº 111 

Revista literaria 

Octubre 2021 


Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 
Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas 
ISSN 2314-0275 




Llegué a un punto en el que necesitaba estar solo y detener la máquina del pensar. Lo único que quería era tumbarme sobre la hierba y mirar las nubes. 
Jack Kerouac 




Soneto 18 

¿Habré de compararte a un día de estío? 
Tú eres más radiante y más templada: 
los capullos de mayo el viento arranca 
y el verano tiene un plazo corto 

en que el ojo del cielo arde en exceso 
o bien su tez áurea palidece, 
y toda hermosura se marchita 
por azar o designio de Natura. 

Mas no tendrá fin tu estío eterno, 
ni la posesión de tu belleza: 
burlarás los alardes de la muerte 
porque de eternos versos formas parte. 

Mientras hombres respiren y ojos vean, 
mis versos vivirán, y tú en ellos. 

William Shakespeare 
Inglaterra, 1564-1616 




Pero existe algo que el tiempo no puede, a pesar de su innegable capacidad destructora, anular: y son los buenos recuerdos, los rostros del pasado, las horas en que uno ha sido feliz. 
Julio Cortázar 



Revista literaria con voz propia
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 



Si añades un poco a lo poco y lo haces con frecuencia, pronto lo poco llegará a ser mucho. 
Buda



Autores publicados


¿Cómo puedo honrar los caminos de los demás? 
Pregunta del día, en Internet


con voz propia nº 111 - Revista literaria 
Octubre 2021 
Autores publicados en esta edición: 

Hilda Augusta Schiavoni 
TS Hidalgo
Salomé Moltó 
Daniel Barroso 


Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia
https://revistaconvozpropia-autorespublicados.blogspot.com.ar
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner


Sergio Borao Llop

Senderos 

Los estrechos caminos que transito 
¿son acaso los mismos que un día recorrí? 

Recuerdo mañanas claras y días de lluvia. 
La tierra, las vainas, el césped, los pinos… 
Los colores de antaño eran distintos. 

Hoy todo es un sendero solitario y angosto. 
Sin un arbusto a los costados. 
Sin una fuente allá a lo lejos. 
Sin un río. 
Los animalitos de otro tiempo 
¿en qué veladas dimensiones moran? 
El canto de los pájaros, hoy enmudecido
¿es tal vez la memoria de lo que nunca fue? 

Y si pudiera contemplar mi reflejo 
en las aguas quietas de un remanso 
¿sería acaso mi rostro el observado? 

Será que el tiempo todo lo transforma 
pero siento nostalgia 
de aquel que fui en las tardes del otoño 
que nos juntaba alrededor de la esperanza. 

El destino del hombre es seguir caminando
seguir mirando con amor los nuevos horizontes
a pesar de los paisajes y las muertes 
que van quedando atrás como fotos calcinadas. 


Que te vuelva a encontrar 
 
Que te vuelva a encontrar. 
Tan sólo pido 
que la vida me otorgue ese milagro. 

En este día gris en que te siento 
tan lejana cual si entre nosotros 
mediase el manto acuoso de un océano 
o la arena infinita de un desierto 
sólo pido que llegue 
el día del perdón o del olvido, 
el día en que estas calles 
que hoy dolorosamente nos separan 
converjan en un punto, 
en una plaza azul donde resulte 
posible un nuevo encuentro 
donde no sean precisas las palabras. 

Sólo pido a la vida 
que ese día amanezca: 
Que te vuelva a encontrar 
y de la nada crezca una mirada, 
un puente que nos lleve hacia la aurora. 


Del libro del autor: Por si mañana no amanece, Poemas 
Sergio Borao Llop 
Zaragoza, España 

En los extravíos nos esperan los hallazgos, porque es preciso perderse para volver a encontrarse. 
Eduardo Galeano

Haidé Daiban

El puerto y el río 

¡Ah!, el puerto y el río 
donde llegaron todos nuestros gringos. 
Anclaron recuerdos, amores, mochilas 
de penas ocultas a espaldas dolidas. 

Por esas callejas 
de lomas cayendo a orillas del muelle 
fueron las primeras que subieron 
lentos, a la expectativa. 

Y entre ese damero 
veredas ocultas, cansadas de silencio, 
sembraron hogares, 
lágrimas adentro. 

¡Ah!, qué lejos quedaba 
su puerto y el río, 
qué lejos su patria,
su tierra, su cielo. 

Arraigando amores, 
cultivaron tierras, criaron los hijos 
Y usaron su idioma, solo en oraciones, 
solo en los sueños. 

¡Ah!, lejanía oculta a todo recuerdo, 
se empañan figuras entre nubes densas 
de años y ausencias. 

¡Ah!, qué triste está el puerto, 
el río y el cielo, que en un lamento 
despide a los hijos que parten sin miedo. 

Curiosos añoran tierras misteriosas 
de sus padres muertos. 
¡Ah!, qué triste está el día 
Camino al retorno, sin adiós ni besos. 


América * 

Tu abrazo abierto 
al vuelo inaugural de las gaviotas 
abarcó vientos de otros mares 
en tu seno de madre nueva. 
Fuiste pitonisa entre soles y templos 
al augurar la conquista 
mutua y eterna. 
Esa conjunción de dioses 
te dio la fuerza 
de amamantar seres 
con el agua traslúcida
de tus cuencas. 
Y en el altar 
de la roca más enhiesta, 
un dulce punzón de río, 
labró nombres 
enhebrados a la piedra. 
Nombres, 
que la lluvia de los siglos 
disfumó
entre cuencas tormentosas 
y dejó olvidados 
en cada acequia. 

*Nota de la autora: Este texto forma parte de una serie de poemas 


Haidé Daiban 
Buenos Aires, Argentina

No pretendas que las cosas ocurran como tú quieres. Desea, más bien, que se produzcan tal como se producen, y serás feliz. 
Epícteto

Damián Andreñuk

Cobardes y pirañas 

He peleado en violentísimas protestas
contra la vanidad humana. 
Y escribo versos que vienen de mi sangre 
                       o algún ángel guardián. 
Y sé que el miedo es lo peor 
cuando nos amenaza con sus perros más feroces. 
Y hay una extraña paz que aprendí junto a los cementerios. 

Me tortura la normalidad enajenante. 
Un pájaro se ahorca con las venas del anochecer. 
Rodeado de cobardes y pirañas 
sé que perciben en mis ojos a lo que estoy dispuesto. 

He sabido ser feliz con tres manzanas. 
Y cada máscara se fue con el dolor. 
Y sentí que era una luz interminable 
(tan sólo polvo mi traje temporario) 
Y supe desprenderme de la forma. 
Y amé los ciruelos, las nubes, lo lúdico. 
Y no estuve enceguecido por ninguna gloria. 


Las murallas de lo previsible 

Escribo con mi pulso la voz de mi locura 
vorágine de luces que se desordenan 
espejismos e intemperie en lo que queda de mí 
sin la hermosa catedral de la sabiduría 
confusión cuando la eternidad es el momento más intenso 
cuando el vino desborda las murallas de lo previsible 
pirámide que inspira como antiguos misterios 
un dios derrama lágrimas y un títere soberbio se enaltece 
cuando el vino desborda las murallas de lo previsible 
la alegría animal la dignidad de cada riesgo. 

Tarántulas en la promiscuidad que debilita 
que niega una caricia desde el alma 
rechazo al ser siniestro que me convida sus demonios 
recuerdo al cristalino ser que me da huellas que me nutren 
y a veces aislamiento de caparazón impenetrable 
y sé que fui feliz con la conciencia bien ingenua. 


Damián Andreñuk 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma. 
Carl Jung

Adriano de San Martín

7. 

Variados estudiosos realizarán informes
para el porvenir. Datos duros, fríos. 
Muchos artífices pinturas, esculturas, 
novelas, poemas, grabados, audiovisuales, 
sinfonías. O sencillos textos como este. 

¿De qué servirán informes, crónicas, 
nobles obras artísticas? Ahora es cuando 
nos asisten, en este pavoroso presente
donde pasado y futuro se muerden 
hasta desangrarse. En el punto ciego 
donde, deshilachándose, confluyen 
tramas de múltiples historias cual 
jarcias de una embarcación antigua. 
Nuestras oraciones obren, acaso, 
como testimonio de mejores tiempos. 
O se desempolven, si para entonces 
sobreviven, en ocasión de catástrofes 
mayores, puesto que el dolor y la angustia,
como la muerte, son la canción de siempre. 

Del libro del autor: Vanitas, 2021 

 * * * 

Poema de invierno 

Si nunca has visto caer la nieve 
en un bosque de abedules 
no entenderás las palabras 
enredándose en la sangre. 

Aunque es seguro que has visto 
caer la lluvia un día soleado
en un bosque de laureles o jaúles. 

Así, la luz se transparenta 
en tus huesos como lluvia 
vibrante cuerpo adentro. 

O la realidad te atraviesa 
como una bala donde navegas 
sobre un ancho río de nieblas. 

Último poema del libro del autor: Vigilia, 2021 


Adriano de San Martín 

Tienes que hacer que suceda. 
Denis Diderot

Catalina Zentner Levin

Del barrio aquel 

A mi barrio le pusieron por nombre “La Tosquera”. Pudo haber sido porque el primer poblador de la zona -hace un montón de años- trabajaba en una empresa que se ocupaba de la extracción de ese mineral, usado como base debajo del asfalto y, según dicen los que saben, resulta un negocio no regulado generador de fortunas de muchos concejales e intendentes de la localidad. Esos que en vísperas de elecciones llegan y prometen cosas que nunca cumplen. 
Por cierto, nunca supimos de algo que convalidase este supuesto, aunque nos gustaba creer en la fábula disparadora de conjeturas en la gente menuda del entrañable barrio, reservorio de los recuerdos más puros y felices de la niñez. 
Alrededor de diez o doce chiquillos nos adueñábamos de la calzada arenosa en las siestas candentes del verano. El primero en llegar era Oscar con su hermanita Mirta, la de los enormes ojos verdes como faroles resplandecientes. Luego, los tres Grajales: Boby, Marita y Joselín, este último con apenas cinco años esforzándose por seguir el ritmo de los demás. Los mellizos Capri, con su perro Dragón, servidor de nuestra Sultana a través de varias camadas de cachorros medianos, variopintos y afectuosos. (la castración y vacunas era algo inimaginable en nuestros tiempos). Susy, la bizca (en realidad no lo era, pero como usaba anteojos nos parecía que calzaba el sobrenombre). Y mi hermanito Felipe y yo. A veces se sumaban chicos de la otra cuadra, entonces podíamos armar juegos de competencia para divertirnos a más no poder, hasta que madres o abuelas asomadas a las ventanas anunciaban la hora de la cena y por ende, el tiempo de finalizar la algarabía. 
A mi hermanito le costaba relacionarse y andaba pisándome los talones. En esa época tampoco había internet ni la psicología estaba al alcance de la mayoría. Pero al menos sabía jugar y me obedecía. Aunque más de una vez me reprocho el haberlo tratado en forma inadecuada, hasta diría despiadada. Cosas que los años nos permiten ver sin ocasión de remediar. Fallos y omisiones perfectibles en virtud del arrepentimiento tardío. Y no por ello menos doloroso. 
Mi barrio podría localizarse en cualquier ciudad pequeña del interior de algún país sudamericano, llámese Argentina, Paraguay o Brasil. Prefiero no individualizarlo para que en estos personajes se reconozcan quienes alguna vez sintieron la sensación de alegría y libertad en esquinas de calles sin asfalto, bajo la sombra de una higuera o zarzamora, haciendo equilibrio al borde de una zanja de desagüe, o corriendo detrás de una vieja y remendada pelota en el alargue de un dorado atardecer de tierra seca, pies descalzos e ingenua perspectiva de jolgorio. 
En los últimos días de febrero cuando remiso el sol se ponía, nosotros, los dueños del presente, no sabíamos ni nos preguntábamos lo que nos aguardaba más allá del fondo de nuestra callejuela. 
Era verano entonces. Y el invierno parecía estar demasiado lejos. 


Cuento tomado de Revista Literarte Nº 106 (abril 2018) 
Catalina Zentner Levin 
Nació en Corrientes, Argentina. Reside en Israel 

Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza. 
Paul Géraldy

César Bisso

Hoy 

Dispongo del mismo tiempo 
que aquel niño en la orilla. 

Un mágico escenario 
de verdes, rojos y azules 
flota ante mis ojos 
y la espesura del ceibo 
aroma la tarde. 

Sereno y anhelante 
camino por tus calles, 
pueblo del amor. 


Garza mora 

Serpentea el alba. 
Con plumaje de luz 
busca la fina porcelana 
en el fondo de la laguna. 

Abandona su vuelo 
quien desde la orilla ignora 
la armonía del cosmos fluvial 
y comienza a desandar 
el quebrantado rumbo del día. 

Entre dos cielos, 
la vida descansa en una sola pata. 


Paso de la heladera 

Un hilo frío de agua mansa 
sustenta la belleza del irupé. 
Lapacho y sauce hechizados. 

Dormita el ala de los pájaros
donde ya no cabe la sombra. 

El ojo apenas ve. Y el remo late. 

Ay canoíta, guitarra desencordada, 
llévame, llévame… 


Del libro del autor: Un niño en la orilla. Editorial Ciudad Gótica. Rosario, 2020 
César Bisso 
Nació en Santa Fe. Reside en Buenos Aires, Argentina