con voz propia nº 30 - junio 2009
revista literaria
.................Pies, ¿para qué os quiero si tengo alas para volar?
..................................................................Frida Kahlo
…………………………¿Qué pasaría si quemamos
…………………………todas las banderas para
…………………………tener sólo una, la nuestra,
…………………………la de todos, o mejor
…………………………ninguna porque no
…………………………la necesitamos?
…………………....................………Mario Benedetti
Nos hicieron creer
Nos hicieron creer que el “gran amor”, sólo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado. Que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad.
No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta.
Las personas crecen a través de la gente. Si estamos en buena compañía, es más agradable.
Nos hicieron creer en una fórmula llamada “dos en uno”: dos personas pensando igual, actuando igual, que era eso lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene nombre: anulación. Que sólo siendo individuos con personalidad propia, podremos tener una relación saludable.
Nos hicieron creer que el casamiento es obligatorio y que los deseos fuera de término, deben ser reprimidos. Nos hicieron creer que los lindos y flacos son más amados.
Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos, y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad. No nos contaron que estas fórmulas son equivocadas, frustran a las personas, son alienantes, y que podemos intentar otras alternativas.
Ah, tampoco nos dijeron que nadie nos iba a decir todo esto. Cada uno lo va a tener que descubrir solito.
Y ahí, cuando estés muy “enamorado de vos, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien”.
Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor…
…aunque la violencia se practica a plena luz del día.
.......John Lennon
……………………Fuente: AERA Revista de poesía
Tentativas
Intentó ser un conquistador imbatible, pero las mujeres se le reían en la cara. Entonces trató de hacer fortuna en la Bolsa, y vio esfumarse las últimas propiedades de la familia. Sucesivos deportes sólo le acarrearon derrotas humillantes. Recordó entonces que en la escuela escribía muy bien, con letra afilada y erguida, sobre cuadernos cuadriculados de blancura incandescente, y en una súbita iluminación descubrió su vocación: escritor. Después de todo, en la escuela de su pueblo le habían enseñado a leer y escribir.
………………………………………David Lagmanovich, del libro Menos de 100
.....................................
.....................................
..................................Edición y dirección: Analía Pascaner
..................................San Fernando del Valle de Catamarca
..................................Catamarca – Argentina
.....................................
.....................................
lunes, 8 de junio de 2009
Eduardo Dalter
-Buenos Aires, Argentina-
Después de todo
Después de las
……tormentas
y de todos los
……granizos,
inclusive después
……de creer
que poco o nada
……es posible,
ninguna hora,
……ningún río,
después de los
……entierros o
……destierros,
o cuando parece
……que el aire
se aquieta o se
……cancela,
ahí se abre la flor,
……y dice,
como si fuera
……el primer día.
*************************************************************
Nuestra fuerza se mide por el número de creencias de las que hemos abjurado; así cada uno de nosotros debería concluir su carrera como desertor de todas las causas.
Émile Cioran
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Después de todo
Después de las
……tormentas
y de todos los
……granizos,
inclusive después
……de creer
que poco o nada
……es posible,
ninguna hora,
……ningún río,
después de los
……entierros o
……destierros,
o cuando parece
……que el aire
se aquieta o se
……cancela,
ahí se abre la flor,
……y dice,
como si fuera
……el primer día.
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Nuestra fuerza se mide por el número de creencias de las que hemos abjurado; así cada uno de nosotros debería concluir su carrera como desertor de todas las causas.
Émile Cioran
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Rainer Maria Rilke
-Praga, 1875 - Suiza, 1926-
Cartas a un joven poeta (fragmento)
…
Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes se lo ha preguntado a otros. Los envía a las revistas. Los compara con otras poesías, y se inquieta cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos. Ahora -ya que usted me ha permitido aconsejarle-, ruégole que abandone todo eso. Usted mira a lo exterior, y esto es, precisamente, lo que no debe hacer ahora. Nadie le puede aconsejar ni ayudar; nadie. Solamente hay un medio: vuelva usted sobre sí. Investigue la causa que le impele a escribir; examine si ella extiende sus raíces en lo más profundo de su corazón. Confiese si no le sería preciso morir en el supuesto que escribir le estuviera vedado. Esto ante todo: pregúntese en la hora más serena de su noche: ¿Debo escribir? Ahonde en sí mismo hacia una profunda respuesta; y, si resulta afirmativa, si puede afrontar tan seria pregunta con un fuerte y sencillo “debo”, construya entonces su vida según esta necesidad; su vida tiene que ser, hasta en su hora más indiferente e insignificante, un signo y testimonio de este impulso. Después acérquese a la naturaleza. Entonces trate de expresar como un primer hombre lo que ve y experimenta, y ama y pierde. No escriba poesías de amor; sobre todo evite las formas demasiado corrientes y socorridas: son las más difíciles, pues es necesario una fuerza grande y madura para dar algo propio donde se presenten en cantidad buenas y, en parte, brillantes tradiciones. Por eso, sálvese de los motivos generales yendo hacia aquéllos que su propia vida cotidiana le ofrece; diga sus tristezas y deseos, los pensamientos que pasan y su fe en alguna forma de belleza. Diga todo eso con la más honda, serena y humilde sinceridad, y utilice para expresarse las cosas que lo circundan, las imágenes de sus ensueños y los temas de su recuerdo.
Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese usted; dígase que no es lo bastante poeta para suscitar sus riquezas. Para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre, indiferente. Y aun cuando usted estuviese en una prisión cuyas paredes no dejasen llegar hasta sus sentidos ninguno de los rumores del mundo, ¿no le quedaría siempre su infancia, esa riqueza preciosa, imperial, esa arca de los recuerdos? Vuelva usted a ella su atención. Procure hacer emerger las hundidas sensaciones de aquel vasto pasado: su personalidad se afirmará, su soledad se agrandará y convertirá en un retiro crepuscular ante el cual pase, lejano, el estrépito de los otros. Y si de esta vuelta a lo interior, si de este descenso al mundo propio surgen versos, no pensará en preguntar a nadie si los versos son buenos. Tampoco tratará de que las revistas se interesen por tales trabajos, pues verá en ellos su preciada posesión natural, un trozo y una voz de su vida.
Una obra de arte es buena cuando ha sido creada necesariamente. En esta forma de originarse está comprendido su juicio: no hay ningún otro. He aquí por qué, estimado señor, no he sabido darle otro consejo que éste; volver sobre sí y sondear las profundidades de donde proviene su vida; en su fuente encontrará la respuesta a la pregunta -si debe crear-. Admítala como suene, sin utilizarla. Acaso resulte que usted sea llamado a devenir artista. Entonces tome usted sobre sí esa suerte y llévela, con su pesadumbre y su grandeza, sin preguntar jamás por la recompensa que pudiera llegar de fuera. Pues el creador tiene que ser un mundo para sí, y hallar todo en sí y en la naturaleza, a la que se ha incorporado.
…
………………………………………………………………………París, 17 de febrero de 1903
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Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir.
Honoré de Balzac
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Cartas a un joven poeta (fragmento)
…
Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes se lo ha preguntado a otros. Los envía a las revistas. Los compara con otras poesías, y se inquieta cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos. Ahora -ya que usted me ha permitido aconsejarle-, ruégole que abandone todo eso. Usted mira a lo exterior, y esto es, precisamente, lo que no debe hacer ahora. Nadie le puede aconsejar ni ayudar; nadie. Solamente hay un medio: vuelva usted sobre sí. Investigue la causa que le impele a escribir; examine si ella extiende sus raíces en lo más profundo de su corazón. Confiese si no le sería preciso morir en el supuesto que escribir le estuviera vedado. Esto ante todo: pregúntese en la hora más serena de su noche: ¿Debo escribir? Ahonde en sí mismo hacia una profunda respuesta; y, si resulta afirmativa, si puede afrontar tan seria pregunta con un fuerte y sencillo “debo”, construya entonces su vida según esta necesidad; su vida tiene que ser, hasta en su hora más indiferente e insignificante, un signo y testimonio de este impulso. Después acérquese a la naturaleza. Entonces trate de expresar como un primer hombre lo que ve y experimenta, y ama y pierde. No escriba poesías de amor; sobre todo evite las formas demasiado corrientes y socorridas: son las más difíciles, pues es necesario una fuerza grande y madura para dar algo propio donde se presenten en cantidad buenas y, en parte, brillantes tradiciones. Por eso, sálvese de los motivos generales yendo hacia aquéllos que su propia vida cotidiana le ofrece; diga sus tristezas y deseos, los pensamientos que pasan y su fe en alguna forma de belleza. Diga todo eso con la más honda, serena y humilde sinceridad, y utilice para expresarse las cosas que lo circundan, las imágenes de sus ensueños y los temas de su recuerdo.
Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese usted; dígase que no es lo bastante poeta para suscitar sus riquezas. Para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre, indiferente. Y aun cuando usted estuviese en una prisión cuyas paredes no dejasen llegar hasta sus sentidos ninguno de los rumores del mundo, ¿no le quedaría siempre su infancia, esa riqueza preciosa, imperial, esa arca de los recuerdos? Vuelva usted a ella su atención. Procure hacer emerger las hundidas sensaciones de aquel vasto pasado: su personalidad se afirmará, su soledad se agrandará y convertirá en un retiro crepuscular ante el cual pase, lejano, el estrépito de los otros. Y si de esta vuelta a lo interior, si de este descenso al mundo propio surgen versos, no pensará en preguntar a nadie si los versos son buenos. Tampoco tratará de que las revistas se interesen por tales trabajos, pues verá en ellos su preciada posesión natural, un trozo y una voz de su vida.
Una obra de arte es buena cuando ha sido creada necesariamente. En esta forma de originarse está comprendido su juicio: no hay ningún otro. He aquí por qué, estimado señor, no he sabido darle otro consejo que éste; volver sobre sí y sondear las profundidades de donde proviene su vida; en su fuente encontrará la respuesta a la pregunta -si debe crear-. Admítala como suene, sin utilizarla. Acaso resulte que usted sea llamado a devenir artista. Entonces tome usted sobre sí esa suerte y llévela, con su pesadumbre y su grandeza, sin preguntar jamás por la recompensa que pudiera llegar de fuera. Pues el creador tiene que ser un mundo para sí, y hallar todo en sí y en la naturaleza, a la que se ha incorporado.
…
………………………………………………………………………París, 17 de febrero de 1903
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Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir.
Honoré de Balzac
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Gustavo Vaca Narvaja
-Córdoba, Argentina-
……1
¡Y acá vine!
¡Acá!…
¡A este lugar!
Desierto de razón
A herir mentiras de esclavitud
Soy luz en la noche
Oscuridad en la cobardía
……2
Mis manos abrieron caminos
Destinadas a cortar alas al viento
¡Vuela!
Vuela o camina sin tregua
Porque ya…
El mundo despierta del sueño
……3
¡Cuántas!
¿Cuántas veces a mí me han deshecho?
Con excusas y mentiras
Convirtiendo mi vuelo en ceniza
Y mi grito en silencio
……4
¡De mi espada!
¡De ese filoso acero que brilla!
Muchas veces han vuelto la mirada
Convirtiendo los ojos
En esferas blancas vacías
Pero he de vencer las tinieblas
A pesar de los abismos
……5
¡Mi nombre!
¿Cuál de ellos?
Si sólo han puesto cadenas
En mi garganta. En mis brazos
Y mi voz…callada
……6
¡Sí!
Dejadla en el mar
Que es donde navego
Porque no sólo hay agua en el infinito
Cientos de playas me custodian
Y puedo vencer arrecifes y corales
……7
¡Es a mí a quien han herido!
Es a mí
He volado tan alto
Que por alas cansadas
Me hirió una bala de plata
Los textos anteriores son inéditos, pertenecen a una serie de 32 poemas
…………* * *
Hades
La voz siempre lucha por perpetuarse
¡Sabe de su condena!
¡Nunca!
¡Nunca regresa a la memoria.
Las fantasías incorpóreas
Flotan audaces
La sangre brota silenciosa
Humillando la soberbia
-¡Por Hades…dios del mundo subterráneo!
Una imagen de sombra gris
¡Un espectro!
¡Un fantasma!
El festín de una velada
Huyendo de la realidad
La genialidad del artesano creador
Contagió al auditorio
En adelante, serán más que la nada
Son… todo lo que irá a la nada
La nada-Un espectro-Un fantasma
¡Sabiduría…es ignorancia!
¿Cuántos?
¡Rebaños vencidos yacen!
Decenas de cuerpos alcoholizados
Y esa bala…
Que atravesó su cuerpo
Manchó de púrpura el alma
¡De púrpura!
¡Nada después que la luna se opaca!
La brisa invisible barre su historia
La tristeza del adiós…sucumbe
Ante voluntad de vida
Implacables tempestades
Se desprenden del mármol funerario
¡Los sueños!
Presagios de futuro
Hablan… no respiran.
¡Hasta las estatuas!
Permanecen en silencio
Llegó el vacío eterno
Sin conocer caminos
Y
Siempre habrá un traidor
Taciturno en espera
Que robará el sueño
Y
¿Que dirían los bosques verdes?
Si supieran…
Que después rodearán silencios
Buscando Luz
Y…
¿El olor de las azaleas?
¡Ausentes!
Cuando descubre que el mundo
Es igual de orgulloso
El mundo……
Un camino de sola mano
¡Solo un ir!
Un incierto desvarío
Todo tiene un límite…
Hasta la fantasía
*************************************************************
Un escritor no es sólo un señor que publica libros y firma contratos y aparece en televisión. Un escritor es, tal vez, un hombre que establece un lugar en la utopía.
Abelardo Castillo
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……1
¡Y acá vine!
¡Acá!…
¡A este lugar!
Desierto de razón
A herir mentiras de esclavitud
Soy luz en la noche
Oscuridad en la cobardía
……2
Mis manos abrieron caminos
Destinadas a cortar alas al viento
¡Vuela!
Vuela o camina sin tregua
Porque ya…
El mundo despierta del sueño
……3
¡Cuántas!
¿Cuántas veces a mí me han deshecho?
Con excusas y mentiras
Convirtiendo mi vuelo en ceniza
Y mi grito en silencio
……4
¡De mi espada!
¡De ese filoso acero que brilla!
Muchas veces han vuelto la mirada
Convirtiendo los ojos
En esferas blancas vacías
Pero he de vencer las tinieblas
A pesar de los abismos
……5
¡Mi nombre!
¿Cuál de ellos?
Si sólo han puesto cadenas
En mi garganta. En mis brazos
Y mi voz…callada
……6
¡Sí!
Dejadla en el mar
Que es donde navego
Porque no sólo hay agua en el infinito
Cientos de playas me custodian
Y puedo vencer arrecifes y corales
……7
¡Es a mí a quien han herido!
Es a mí
He volado tan alto
Que por alas cansadas
Me hirió una bala de plata
Los textos anteriores son inéditos, pertenecen a una serie de 32 poemas
…………* * *
Hades
La voz siempre lucha por perpetuarse
¡Sabe de su condena!
¡Nunca!
¡Nunca regresa a la memoria.
Las fantasías incorpóreas
Flotan audaces
La sangre brota silenciosa
Humillando la soberbia
-¡Por Hades…dios del mundo subterráneo!
Una imagen de sombra gris
¡Un espectro!
¡Un fantasma!
El festín de una velada
Huyendo de la realidad
La genialidad del artesano creador
Contagió al auditorio
En adelante, serán más que la nada
Son… todo lo que irá a la nada
La nada-Un espectro-Un fantasma
¡Sabiduría…es ignorancia!
¿Cuántos?
¡Rebaños vencidos yacen!
Decenas de cuerpos alcoholizados
Y esa bala…
Que atravesó su cuerpo
Manchó de púrpura el alma
¡De púrpura!
¡Nada después que la luna se opaca!
La brisa invisible barre su historia
La tristeza del adiós…sucumbe
Ante voluntad de vida
Implacables tempestades
Se desprenden del mármol funerario
¡Los sueños!
Presagios de futuro
Hablan… no respiran.
¡Hasta las estatuas!
Permanecen en silencio
Llegó el vacío eterno
Sin conocer caminos
Y
Siempre habrá un traidor
Taciturno en espera
Que robará el sueño
Y
¿Que dirían los bosques verdes?
Si supieran…
Que después rodearán silencios
Buscando Luz
Y…
¿El olor de las azaleas?
¡Ausentes!
Cuando descubre que el mundo
Es igual de orgulloso
El mundo……
Un camino de sola mano
¡Solo un ir!
Un incierto desvarío
Todo tiene un límite…
Hasta la fantasía
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Un escritor no es sólo un señor que publica libros y firma contratos y aparece en televisión. Un escritor es, tal vez, un hombre que establece un lugar en la utopía.
Abelardo Castillo
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Rodrigo Morales
-Catamarca, Argentina-
Ruleta rusa
Sé que nunca volveré a estar con Maby, y que sus ojos no guardarán de nuevo ese fuego ansioso con que me pidió un favor. Pero deseo que después de todo este infierno exista una vida, una llama impecable y absoluta donde la abrace para siempre y me refugie de cualquiera que intente culparme de todo. Me gustaba mirarla dormir, no porque estuviera enamorado sino porque el juego de luz y sombra en su rostro me parecía sublime. Ustedes la mataron. Y si después de esta vida hay un infierno, ojalá que mi castigo no sea revivir una y otra vez el momento en que Leo me pasó el revólver. Yo elegiría volver a la noche en que navegué por la piel de Maby, mientras su respiración me agitaba el pecho y me hacía sentir más humano. Hoy, dentro del pecho sólo tengo una huella profunda para que el tiempo no desgaste lo que aprendí de mis errores. Yo sólo pretendía transformar mi vida en un sueño, abrazarla mientras ella suspiraba como el arquetipo de toda ternura. Mis pensamientos se aglutinaron en el instante eterno en que la gotera del techo nos ahogó, no porque el nivel del agua hubiera subido hasta tapar nuestras fosas nasales sino porque cada gota raspó deliciosamente nuestros cinco sentidos, permitiéndonos prolongar el placer hasta después de que las agujas del reloj se hubieran fusionado en el presente mágico de las seis horas con treinta minutos y treinta segundos.
En realidad, Maby se sentía atraída por Leo: ella sólo se acostó conmigo para recompensarme por conseguirle pastillas abortivas. Y yo se las conseguí porque nunca tuve tanta bronca como cuando ella y Leo, siempre ella y Leo. No éramos Maby y yo ni siquiera a las seis y veintinueve de esa madrugada en que le estrujé el pelo de la nuca, escuchándola gemir mi nombre en mi oído. Era yo solo, luchando contra la certeza total de que Maby lo quería a él, y ni todos los orgasmos que ella tuviera en mis brazos borrarían el recuerdo de los besos que se dieron delante mío. Ustedes la mataron. No hay pecado más terrible que apagar la vida, pero ella me lo imploró, me dijo que si no interrumpía ese embarazo sería capaz de cualquier locura.
-Sé que a veces es difícil entender lo que digo –susurré acariciando la parte baja de su espalda-. Pero es por la hora y por lo que acabamos de hacer. Dentro de un rato mis pensamientos se van a volver a estructurar, a seguir una línea coherente.
-A mí me molesta el lugar –dijo Maby, después de besarme el hombro–. No es lo mismo que si estuviéramos en una casa de familia.
No pude evitar reírme de esa expresión tan ridícula. Pero era cierto que no estábamos en una habitación soñada, tan cierto como que nos estaba empezando a dar frío. Ella dobló las piernas bajo el cuerpo, levantó el torso y se acomodó el pelo. Tenía los ojos grandes y curiosos, y una vitalidad que se percibía de inmediato, como si la carne le ardiera continuamente bajo su piel morena y suave. Aunque ya habíamos hecho el amor, su evidente intención era mostrarme detenidamente su cuerpo desnudo, ayudarme a memorizar todas sus curvas, vaya a saber por qué. A las siete caminábamos por la calle sin tocarnos, con las manos metidas en los bolsillos para protegerlas del viento helado.
“¡Esperá! No lo pasés”, me pidió Maby, en el asiento del acompañante.
-¿Qué decís? –pregunté-. No quiero perder veinte pesos.
La ruta era nuestra. El auto que mi viejo me había prestado corría a la izquierda del coche de Leo. Ni medio metro adelante, ni medio metro atrás: a la par. Leo se dio cuenta de que yo no iba a pasarlo aunque pudiera. Me miró intrigado, pero sus ojos se desbordaron cuando vio que Maby empezaba a sacar el cuerpo por la ventanilla de mi auto.
-¿Estás loca? –grité-. ¿Qué hacés?
Maby tuvo que estirarse mucho para apoyar la mano en el coche de Leo. Como una trapecista en su acto principal, mantuvo el equilibrio en medio de la nada, a cien kilómetros por hora. Aprovechó la proximidad de los dos vehículos y metió un pie por la ventanilla de Leo, mientras su otro pie continuaba en el asiento del acompañante de mi auto. “Debe sentirse bien lo que está haciendo”, pensé, con una mezcla de admiración y temor, imaginando el aire que estaría alborotándole el pelo, el rostro y la ropa. Entonces se me ocurrió pensar que, tal vez, las pastillas abortivas no habían dado resultado.
-¡Basta! –grité-. ¡Volvé a meterte!
No contestó, no debía poder escucharme. La adrenalina que yo sentía quizás no valía nada comparada con la que ella debía estar sintiendo. Desde mi derecha, un aterrorizado Leo me pedía a gritos disminuir la velocidad. Pero no había modo de bajar la velocidad sin hacerla perder el equilibrio. Ahora me pregunto –pero ya nunca lo sabré– si las pastillas abortivas habrían hecho efecto.
-Ustedes la mataron –repetía una voz, tan áspera y acariciante que me cosquilleaba la nuca con sólo oírla-. Háganse cargo.
Había tres hombres parados alrededor del escritorio ante el cual Leo y yo estábamos sentados. Tenían armas y nos apuntaban indistintamente a ambos, amenazando con disparar apenas hiciéramos cualquier movimiento imprevisto. Leo estaba pálido como un papel, y supongo que su cara reflejaba mi propio miedo.
-Una vez fui pendejo como ustedes –continuó el que había hablado–, y me metí en cada una que no me explico cómo sigo aquí. Pero a todos nos toca enfrentarnos con las consecuencias de nuestros actos. Peor todavía si hay un hombre destruido por la pérdida de su hija.
Abrió el tambor de su revólver y dejó caer todas las balas en un cajón del escritorio, salvo una que recibió en la palma de la mano. Volvió a colocar la bala en el tambor, lo hizo girar y lo colocó. Recuerdo que pensé que iban a matarnos a los dos de todas formas. “Al que quede vivo, igual le van a volar la cabeza”.
Remontó el martillo con el dedo pulgar. Luego dejó el revólver en el escritorio, a mitad de la distancia que había entre Leo y yo. Entonces dijo:
-El morocho primero –y como tardaba en ser obedecido, añadió:-. Rápido, ¿o querés un tiro en el estómago?
Leo estaba naturalmente muerto de miedo: temblaba y creí que iba a desmayarse. Con el rostro contraído y la vista fija en mis pupilas, agarró el mango del revólver. Se apuntó a la sien, cerró los ojos y, al borde del llanto, apretó el gatillo. El clic y las risas burlonas que se escucharon me congelaron la sangre, me estremecieron tanto que creí que el corazón me saltaría del pecho.
-Dejá el revólver en la mesa –dijo el hombre-. Te toca, flaco.
Mi mano temblorosa aferró el arma, dirigiéndola lentamente a mi sien y pensando que nunca volvería a levantarme de esa silla. El estómago me daba vueltas y un temblor insano me recorrió cuando mi dedo rozó el gatillo. Cerré los ojos para no pensar en nada, para combatir el recuerdo del cuerpo de Maby tristemente hecho añicos sobre el asfalto cuando ay, mierda frené el auto y bajé sintiendo las piernas de gelatina. Creí que Leo huiría, que no detendría su auto ni se acercaría a ver el resultado, a verla todavía viva y todavía caliente y comprender que la habíamos cagado, le habíamos quitado todo lo que tuvo y lo que pudo haber tenido. Ay, mierda. Pero fue ella quien nos pidió acelerar, contagiándonos su furia y llevándonos al límite. Simplemente le hicimos caso y picamos, un auto en cada carril, mientras escuchábamos sus gritos de euforia. Ay, mierda. Sentimos un ruido seco cuando la vimos desaparecer hacia abajo. Antes de frenar y bajar de nuestros autos ya habíamos adivinado que tenía la cabeza partida en dos.
Clic.
Llorando le entregué el revólver a Leo. Lo último que hizo fue mirarme mientras se apuntaba, porque la tercera fue la vencida. El estruendo más horrible que escuché en mi vida pulverizó su cráneo, escupió su sangre y sus sesos sobre la pared, desplomó su cuerpo como un muñeco de trapo. A veces, los gritos que entonces solté me despiertan.
Sé que nunca volveré a estar con Maby.
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Poeta
Un ladrón te roba
un estafador te esquilma
como un comerciante o un banquero.
Un poeta escribe para vos
como una prostituta.
.........Andrés Bohoslavsky, de El pianista del Black Cat y otros poemas
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Ruleta rusa
Sé que nunca volveré a estar con Maby, y que sus ojos no guardarán de nuevo ese fuego ansioso con que me pidió un favor. Pero deseo que después de todo este infierno exista una vida, una llama impecable y absoluta donde la abrace para siempre y me refugie de cualquiera que intente culparme de todo. Me gustaba mirarla dormir, no porque estuviera enamorado sino porque el juego de luz y sombra en su rostro me parecía sublime. Ustedes la mataron. Y si después de esta vida hay un infierno, ojalá que mi castigo no sea revivir una y otra vez el momento en que Leo me pasó el revólver. Yo elegiría volver a la noche en que navegué por la piel de Maby, mientras su respiración me agitaba el pecho y me hacía sentir más humano. Hoy, dentro del pecho sólo tengo una huella profunda para que el tiempo no desgaste lo que aprendí de mis errores. Yo sólo pretendía transformar mi vida en un sueño, abrazarla mientras ella suspiraba como el arquetipo de toda ternura. Mis pensamientos se aglutinaron en el instante eterno en que la gotera del techo nos ahogó, no porque el nivel del agua hubiera subido hasta tapar nuestras fosas nasales sino porque cada gota raspó deliciosamente nuestros cinco sentidos, permitiéndonos prolongar el placer hasta después de que las agujas del reloj se hubieran fusionado en el presente mágico de las seis horas con treinta minutos y treinta segundos.
En realidad, Maby se sentía atraída por Leo: ella sólo se acostó conmigo para recompensarme por conseguirle pastillas abortivas. Y yo se las conseguí porque nunca tuve tanta bronca como cuando ella y Leo, siempre ella y Leo. No éramos Maby y yo ni siquiera a las seis y veintinueve de esa madrugada en que le estrujé el pelo de la nuca, escuchándola gemir mi nombre en mi oído. Era yo solo, luchando contra la certeza total de que Maby lo quería a él, y ni todos los orgasmos que ella tuviera en mis brazos borrarían el recuerdo de los besos que se dieron delante mío. Ustedes la mataron. No hay pecado más terrible que apagar la vida, pero ella me lo imploró, me dijo que si no interrumpía ese embarazo sería capaz de cualquier locura.
-Sé que a veces es difícil entender lo que digo –susurré acariciando la parte baja de su espalda-. Pero es por la hora y por lo que acabamos de hacer. Dentro de un rato mis pensamientos se van a volver a estructurar, a seguir una línea coherente.
-A mí me molesta el lugar –dijo Maby, después de besarme el hombro–. No es lo mismo que si estuviéramos en una casa de familia.
No pude evitar reírme de esa expresión tan ridícula. Pero era cierto que no estábamos en una habitación soñada, tan cierto como que nos estaba empezando a dar frío. Ella dobló las piernas bajo el cuerpo, levantó el torso y se acomodó el pelo. Tenía los ojos grandes y curiosos, y una vitalidad que se percibía de inmediato, como si la carne le ardiera continuamente bajo su piel morena y suave. Aunque ya habíamos hecho el amor, su evidente intención era mostrarme detenidamente su cuerpo desnudo, ayudarme a memorizar todas sus curvas, vaya a saber por qué. A las siete caminábamos por la calle sin tocarnos, con las manos metidas en los bolsillos para protegerlas del viento helado.
“¡Esperá! No lo pasés”, me pidió Maby, en el asiento del acompañante.
-¿Qué decís? –pregunté-. No quiero perder veinte pesos.
La ruta era nuestra. El auto que mi viejo me había prestado corría a la izquierda del coche de Leo. Ni medio metro adelante, ni medio metro atrás: a la par. Leo se dio cuenta de que yo no iba a pasarlo aunque pudiera. Me miró intrigado, pero sus ojos se desbordaron cuando vio que Maby empezaba a sacar el cuerpo por la ventanilla de mi auto.
-¿Estás loca? –grité-. ¿Qué hacés?
Maby tuvo que estirarse mucho para apoyar la mano en el coche de Leo. Como una trapecista en su acto principal, mantuvo el equilibrio en medio de la nada, a cien kilómetros por hora. Aprovechó la proximidad de los dos vehículos y metió un pie por la ventanilla de Leo, mientras su otro pie continuaba en el asiento del acompañante de mi auto. “Debe sentirse bien lo que está haciendo”, pensé, con una mezcla de admiración y temor, imaginando el aire que estaría alborotándole el pelo, el rostro y la ropa. Entonces se me ocurrió pensar que, tal vez, las pastillas abortivas no habían dado resultado.
-¡Basta! –grité-. ¡Volvé a meterte!
No contestó, no debía poder escucharme. La adrenalina que yo sentía quizás no valía nada comparada con la que ella debía estar sintiendo. Desde mi derecha, un aterrorizado Leo me pedía a gritos disminuir la velocidad. Pero no había modo de bajar la velocidad sin hacerla perder el equilibrio. Ahora me pregunto –pero ya nunca lo sabré– si las pastillas abortivas habrían hecho efecto.
-Ustedes la mataron –repetía una voz, tan áspera y acariciante que me cosquilleaba la nuca con sólo oírla-. Háganse cargo.
Había tres hombres parados alrededor del escritorio ante el cual Leo y yo estábamos sentados. Tenían armas y nos apuntaban indistintamente a ambos, amenazando con disparar apenas hiciéramos cualquier movimiento imprevisto. Leo estaba pálido como un papel, y supongo que su cara reflejaba mi propio miedo.
-Una vez fui pendejo como ustedes –continuó el que había hablado–, y me metí en cada una que no me explico cómo sigo aquí. Pero a todos nos toca enfrentarnos con las consecuencias de nuestros actos. Peor todavía si hay un hombre destruido por la pérdida de su hija.
Abrió el tambor de su revólver y dejó caer todas las balas en un cajón del escritorio, salvo una que recibió en la palma de la mano. Volvió a colocar la bala en el tambor, lo hizo girar y lo colocó. Recuerdo que pensé que iban a matarnos a los dos de todas formas. “Al que quede vivo, igual le van a volar la cabeza”.
Remontó el martillo con el dedo pulgar. Luego dejó el revólver en el escritorio, a mitad de la distancia que había entre Leo y yo. Entonces dijo:
-El morocho primero –y como tardaba en ser obedecido, añadió:-. Rápido, ¿o querés un tiro en el estómago?
Leo estaba naturalmente muerto de miedo: temblaba y creí que iba a desmayarse. Con el rostro contraído y la vista fija en mis pupilas, agarró el mango del revólver. Se apuntó a la sien, cerró los ojos y, al borde del llanto, apretó el gatillo. El clic y las risas burlonas que se escucharon me congelaron la sangre, me estremecieron tanto que creí que el corazón me saltaría del pecho.
-Dejá el revólver en la mesa –dijo el hombre-. Te toca, flaco.
Mi mano temblorosa aferró el arma, dirigiéndola lentamente a mi sien y pensando que nunca volvería a levantarme de esa silla. El estómago me daba vueltas y un temblor insano me recorrió cuando mi dedo rozó el gatillo. Cerré los ojos para no pensar en nada, para combatir el recuerdo del cuerpo de Maby tristemente hecho añicos sobre el asfalto cuando ay, mierda frené el auto y bajé sintiendo las piernas de gelatina. Creí que Leo huiría, que no detendría su auto ni se acercaría a ver el resultado, a verla todavía viva y todavía caliente y comprender que la habíamos cagado, le habíamos quitado todo lo que tuvo y lo que pudo haber tenido. Ay, mierda. Pero fue ella quien nos pidió acelerar, contagiándonos su furia y llevándonos al límite. Simplemente le hicimos caso y picamos, un auto en cada carril, mientras escuchábamos sus gritos de euforia. Ay, mierda. Sentimos un ruido seco cuando la vimos desaparecer hacia abajo. Antes de frenar y bajar de nuestros autos ya habíamos adivinado que tenía la cabeza partida en dos.
Clic.
Llorando le entregué el revólver a Leo. Lo último que hizo fue mirarme mientras se apuntaba, porque la tercera fue la vencida. El estruendo más horrible que escuché en mi vida pulverizó su cráneo, escupió su sangre y sus sesos sobre la pared, desplomó su cuerpo como un muñeco de trapo. A veces, los gritos que entonces solté me despiertan.
Sé que nunca volveré a estar con Maby.
*************************************************************
Poeta
Un ladrón te roba
un estafador te esquilma
como un comerciante o un banquero.
Un poeta escribe para vos
como una prostituta.
.........Andrés Bohoslavsky, de El pianista del Black Cat y otros poemas
*************************************************************
Robert Gurney
-St. Albans, Inglaterra-
El cuarto oscuro
Uno de mis placeres
cuando era niño
era estar
en puntas de pie
al lado de mi padre
y verlo revelar
sus placas.
Pasábamos horas
así.
Había una luz roja
en el cuarto.
Al principio
no se veía nada
luego unas manchas,
una formas,
hasta que al fin
toda la escena
aparecía:
Una vista del campo,
un río,
una fiesta de Navidad,
futbolistas de Luton Town.
Parecían
pequeños milagros.
Cuando me pongo
a escribir
el cuarto está oscuro
y no hay nada
salvo la luz azul
de la pantalla
y un rectángulo blanco
y un sentimiento,
una imagen,
la memoria de algo real
o soñado,
ideas
que poco a poco
toman forma.
La vida
Vas al colegio.
Consigues un trabajo.
Miras para otro lado
unos instantes,
así parece,
y luego,
cuando tienes un rato libre,
buscas a tus viejos compañeros,
que no quieren hablarte
porque no seguiste en contacto
o porque están muertos.
Vamos al pub,
decís,
al Cross Keys,
por ejemplo,
en Totternoe,
allí donde John Bunyan
el de Progreso del peregrino
vislumbraba el paraíso.
Quedó reducido
a cenizas,
te contestan.
Los poemas anteriores pertenecen al libro El cuarto oscuro y otros poemas (2008)
…………………* * *
Sobre la naturaleza de Dios
Recuerdo bien
esa noche cordobesa.
Larrea me dijo
que íbamos a tomar algo
en la casa de su amigo,
el escritor Luis Waysmann.
Entramos y nos sentamos.
Una botella de whisky
apareció.
Yo no había comido.
Luego arrancó
ese debate tremendo
sobre la naturaleza
de Dios.
Larrea argumentaba por aquí,
Waysmann por allá.
Presentaron sus puntos de vista
furiosamente.
Los ánimos se caldearon.
Tomamos toda la botella.
Al día siguiente
me senté tranquilamente
para apuntar
lo que había oído.
Me quedé totalmente
en blanco.
Nada.
No recordé
ni una sola palabra.
Varios años más tarde
escribí al amigo de Juan Larrea,
al escritor Don Luis,
autor de La Travesía,
catedrático jubilado
de la Universidad Nacional de Córdoba,
preguntándole si recordaba
los caminos
de aquella conversación nocturna.
Contestó,
en inglés,
que no tenía
ni siquiera la menor idea
de lo que yo hablaba.
Al leer su carta,
que cayó hoy de un libro,
la sensación de culpa
comienza a esfumarse.
*************************************************************
La risa inocente de un hombre es más fuerte que todos los demonios.
Luis Franco
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El cuarto oscuro
Uno de mis placeres
cuando era niño
era estar
en puntas de pie
al lado de mi padre
y verlo revelar
sus placas.
Pasábamos horas
así.
Había una luz roja
en el cuarto.
Al principio
no se veía nada
luego unas manchas,
una formas,
hasta que al fin
toda la escena
aparecía:
Una vista del campo,
un río,
una fiesta de Navidad,
futbolistas de Luton Town.
Parecían
pequeños milagros.
Cuando me pongo
a escribir
el cuarto está oscuro
y no hay nada
salvo la luz azul
de la pantalla
y un rectángulo blanco
y un sentimiento,
una imagen,
la memoria de algo real
o soñado,
ideas
que poco a poco
toman forma.
La vida
Vas al colegio.
Consigues un trabajo.
Miras para otro lado
unos instantes,
así parece,
y luego,
cuando tienes un rato libre,
buscas a tus viejos compañeros,
que no quieren hablarte
porque no seguiste en contacto
o porque están muertos.
Vamos al pub,
decís,
al Cross Keys,
por ejemplo,
en Totternoe,
allí donde John Bunyan
el de Progreso del peregrino
vislumbraba el paraíso.
Quedó reducido
a cenizas,
te contestan.
Los poemas anteriores pertenecen al libro El cuarto oscuro y otros poemas (2008)
…………………* * *
Sobre la naturaleza de Dios
Recuerdo bien
esa noche cordobesa.
Larrea me dijo
que íbamos a tomar algo
en la casa de su amigo,
el escritor Luis Waysmann.
Entramos y nos sentamos.
Una botella de whisky
apareció.
Yo no había comido.
Luego arrancó
ese debate tremendo
sobre la naturaleza
de Dios.
Larrea argumentaba por aquí,
Waysmann por allá.
Presentaron sus puntos de vista
furiosamente.
Los ánimos se caldearon.
Tomamos toda la botella.
Al día siguiente
me senté tranquilamente
para apuntar
lo que había oído.
Me quedé totalmente
en blanco.
Nada.
No recordé
ni una sola palabra.
Varios años más tarde
escribí al amigo de Juan Larrea,
al escritor Don Luis,
autor de La Travesía,
catedrático jubilado
de la Universidad Nacional de Córdoba,
preguntándole si recordaba
los caminos
de aquella conversación nocturna.
Contestó,
en inglés,
que no tenía
ni siquiera la menor idea
de lo que yo hablaba.
Al leer su carta,
que cayó hoy de un libro,
la sensación de culpa
comienza a esfumarse.
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La risa inocente de un hombre es más fuerte que todos los demonios.
Luis Franco
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Alba Estrella Gutiérrez
-Buenos Aires, Argentina-
todo comienzo es un abrir las ventanas del alma
abrázame los ojos
desnúdame la pena
vacíame el dolor
y entonces
me volveré
silencio en buenos aires
invéntame una historia
una historia cualquiera
donde la infancia abrigue
mi galope de siesta
y la risa me abra
ventanas sin cerrojos
doblégame la boca
poblada de memoria
hay un olor a nuevo
con paso de cigarra
y así
despacio como un vuelo
desnúdame la piel de miedos
y nostalgia
y así podré amarte
hasta el fondo del alma
…………* * *
………………………………a mis amigos
vení charlemos
a corazón abierto
necesito un lugar de exilio permitido
sin juicios ni censuras
ni prudencia ni burla
tengo ganas de saber
a ciencia cierta
qué es lo que quiero
la noche es un pedazo
de grito entre los dedos
un lugar de pasos que no encuentro
un pequeño miedo
que hoy muestro sin pudor
nido de luz que dibuja
mi piel
un aullido de más
mi voz es un rostro de todos
sobre un espejo inmenso
vení charlemos
soy un niño descalzo
un pájaro
y dos vuelos
*************************************************************
Existen dos caminos: Observar el mundo y preguntarnos por qué. Y observar el mundo y preguntarnos por qué no.
Emisora radial FM Milenium (Buenos Aires)
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todo comienzo es un abrir las ventanas del alma
abrázame los ojos
desnúdame la pena
vacíame el dolor
y entonces
me volveré
silencio en buenos aires
invéntame una historia
una historia cualquiera
donde la infancia abrigue
mi galope de siesta
y la risa me abra
ventanas sin cerrojos
doblégame la boca
poblada de memoria
hay un olor a nuevo
con paso de cigarra
y así
despacio como un vuelo
desnúdame la piel de miedos
y nostalgia
y así podré amarte
hasta el fondo del alma
…………* * *
………………………………a mis amigos
vení charlemos
a corazón abierto
necesito un lugar de exilio permitido
sin juicios ni censuras
ni prudencia ni burla
tengo ganas de saber
a ciencia cierta
qué es lo que quiero
la noche es un pedazo
de grito entre los dedos
un lugar de pasos que no encuentro
un pequeño miedo
que hoy muestro sin pudor
nido de luz que dibuja
mi piel
un aullido de más
mi voz es un rostro de todos
sobre un espejo inmenso
vení charlemos
soy un niño descalzo
un pájaro
y dos vuelos
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Existen dos caminos: Observar el mundo y preguntarnos por qué. Y observar el mundo y preguntarnos por qué no.
Emisora radial FM Milenium (Buenos Aires)
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Pedro Martínez Corada
-Madrid, España-
Aquella mirada
Era verano, viernes, de noche y me aburría, así que me alegró la llamada de Félix. El Felisito llegó una hora después, puesto casi del todo y bien acompañado. Traía debajo del brazo derecho un elepé y del izquierdo una preciosidad de mujer, que se llamaba Marina. Era bajita, tamaño bolsillo, pero tenía un cuerpo de cinco estrellas y unas piernas de para qué que reconozco públicamente —yo soy así— fue lo primero que miré. Seguí avistando después hacia arriba, hasta que llegué a su mirada y ahí me quedé pelín cortado pues Marina tenía estrabismo: un ojo por aquí y otro por allá; pero me colé por ella, a pesar de su mirada divergente. Luego se sentó a mi lado, dejando alrededor un perfume como de reserva natural de la biosfera, mientras el Felisito ponía el disco (los Bee-Gees, un doble en directo) y se liaba a hacer trompetas: "Hasta que acabemos la china, ¿vale?", nos dijo el tío. Marina y yo hablamos sin parar, una delicia el rollo, seguro que hasta salió el Borges en la charla, y a eso del tercer canuto sonó Holiday y flipé del todo: la miraba, y ella a mí con su mirada bifurcada, y yo loco por ella, así que le susurré que tenía una mirada preciosa; me salió del alma. ¿Habéis hecho un castillo de naipes, alguna vez? ¿Y se os ha caído, después? Pues eso, se fue a la media hora escasa y no la he vuelto a ver. Desde entonces, cuando me presentan a una chavala la miro primero a los ojos y no he vuelto a escuchar a los Bee-Gees. Y eso que el disco que traía Felisito era mío.
…………………………………………………………………………………………………………2002
Té
El viejo emperador Qin Shihuangdi dormía cada noche en un palacio distinto para desorientar a la Muerte. Desde las torres de Xianyang magos y astrónomos patrullaban el cielo, buscando el rastro de la señora del Reino de la Tierra. Escultores y arquitectos miraban temerosos el palacio en donde serían enterrados vivos cuando Él expirara.
Aquella noche, Lao Zhang, el constructor, preparó un vaso de té y vertió el veneno en la infusión. No quería morir de forma tan horrible. Había terminado de beber cuando vio cómo el emperador entraba en su palacio y lloró por haber guiado a la Muerte.
…………………………………………………………………………………………………………2002
La cucaracha
La había visto un par de veces. Era una cría de cucaracha del tamaño de media judía y estaba siempre muy quieta, en alguno de mis calcetines, como si durmiera también la siesta. En las dos ocasiones anteriores había escapado rápidamente mientras yo miraba con asco el calcetín, dudando sobre si ponérmelo.
Aquella tarde me desperté de la siesta, encendí la luz de la mesilla, me puse las gafas, cogí una zapatilla y a continuación moví los calcetines. Cuando tiré a la basura el cuerpo despachurrado del bicho pensé que los tiempos que corren no están como para vivir al descubierto.
…………………………………………………………………………………………………………2002
Autorretrato
En Madrid hay un callejón llamado del Gato en donde “las bravas gentes cuidan el tabernáculo de los espejos, donde los peregrinos se quitan el cráneo…”. Peregrino de la cámara, al fin, busco en el reflejo distorsionado de uno de los espejos una imagen que llevarme a la boca, antes de entrar, como mandan los cánones, a degustar la salsa patentada de Las Bravas. Me parece ver un vagón de metro en el sueño de azogue, oscuro como la noche de Max Estrella —el pontífice del Esperpentismo—, una mujer inmigrante que parece regalarme un beso y un ensimismado viajero con gafas; alguien canta y toca el acordeón en el vagón (me gustaría que la canción pidiera al reloj que no marque las horas).
…………………………………………………………………………………………………………2007
Textos tomados del sitio web del autor: http://www.martinezcorada.es/
*************************************************************
La disciplina es la parte más importante del éxito.
Truman Capote
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Aquella mirada
Era verano, viernes, de noche y me aburría, así que me alegró la llamada de Félix. El Felisito llegó una hora después, puesto casi del todo y bien acompañado. Traía debajo del brazo derecho un elepé y del izquierdo una preciosidad de mujer, que se llamaba Marina. Era bajita, tamaño bolsillo, pero tenía un cuerpo de cinco estrellas y unas piernas de para qué que reconozco públicamente —yo soy así— fue lo primero que miré. Seguí avistando después hacia arriba, hasta que llegué a su mirada y ahí me quedé pelín cortado pues Marina tenía estrabismo: un ojo por aquí y otro por allá; pero me colé por ella, a pesar de su mirada divergente. Luego se sentó a mi lado, dejando alrededor un perfume como de reserva natural de la biosfera, mientras el Felisito ponía el disco (los Bee-Gees, un doble en directo) y se liaba a hacer trompetas: "Hasta que acabemos la china, ¿vale?", nos dijo el tío. Marina y yo hablamos sin parar, una delicia el rollo, seguro que hasta salió el Borges en la charla, y a eso del tercer canuto sonó Holiday y flipé del todo: la miraba, y ella a mí con su mirada bifurcada, y yo loco por ella, así que le susurré que tenía una mirada preciosa; me salió del alma. ¿Habéis hecho un castillo de naipes, alguna vez? ¿Y se os ha caído, después? Pues eso, se fue a la media hora escasa y no la he vuelto a ver. Desde entonces, cuando me presentan a una chavala la miro primero a los ojos y no he vuelto a escuchar a los Bee-Gees. Y eso que el disco que traía Felisito era mío.
…………………………………………………………………………………………………………2002
Té
El viejo emperador Qin Shihuangdi dormía cada noche en un palacio distinto para desorientar a la Muerte. Desde las torres de Xianyang magos y astrónomos patrullaban el cielo, buscando el rastro de la señora del Reino de la Tierra. Escultores y arquitectos miraban temerosos el palacio en donde serían enterrados vivos cuando Él expirara.
Aquella noche, Lao Zhang, el constructor, preparó un vaso de té y vertió el veneno en la infusión. No quería morir de forma tan horrible. Había terminado de beber cuando vio cómo el emperador entraba en su palacio y lloró por haber guiado a la Muerte.
…………………………………………………………………………………………………………2002
La cucaracha
La había visto un par de veces. Era una cría de cucaracha del tamaño de media judía y estaba siempre muy quieta, en alguno de mis calcetines, como si durmiera también la siesta. En las dos ocasiones anteriores había escapado rápidamente mientras yo miraba con asco el calcetín, dudando sobre si ponérmelo.
Aquella tarde me desperté de la siesta, encendí la luz de la mesilla, me puse las gafas, cogí una zapatilla y a continuación moví los calcetines. Cuando tiré a la basura el cuerpo despachurrado del bicho pensé que los tiempos que corren no están como para vivir al descubierto.
…………………………………………………………………………………………………………2002
Autorretrato
En Madrid hay un callejón llamado del Gato en donde “las bravas gentes cuidan el tabernáculo de los espejos, donde los peregrinos se quitan el cráneo…”. Peregrino de la cámara, al fin, busco en el reflejo distorsionado de uno de los espejos una imagen que llevarme a la boca, antes de entrar, como mandan los cánones, a degustar la salsa patentada de Las Bravas. Me parece ver un vagón de metro en el sueño de azogue, oscuro como la noche de Max Estrella —el pontífice del Esperpentismo—, una mujer inmigrante que parece regalarme un beso y un ensimismado viajero con gafas; alguien canta y toca el acordeón en el vagón (me gustaría que la canción pidiera al reloj que no marque las horas).
…………………………………………………………………………………………………………2007
Textos tomados del sitio web del autor: http://www.martinezcorada.es/
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La disciplina es la parte más importante del éxito.
Truman Capote
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Jorge Nonini
-Buenos Aires, Argentina-
tejer las palabras,
y sólo ellas,
puede llevarnos a un destino elegido
para nuestro pesar
y desgracia
…………* * *
Recordar que las palabras
no alcanzan
para decirnos
o comprendernos
no nos hace enemigas de ellas.
Hay que producirlas
como hace la mujer
bella
con su belleza.
O tomarse el trabajo de despertarlas,
que no es lo mismo pero es igual
…………* * *
Los murmullos
No tengo sueños estrechos
ni busco el sexo agotable
e imposible
Lo que busco en tu mirada
es aquello que te desborda:
tus añoranzas de caricias y murmullos
que creo son infinitos, posibles e
………………………………………………inagotables.
Miradas
Te veo.
Te miro
te remiro,
te gasto
te borro
y vuelvo a dibujarte.
Finalmente
me quedo
con tu primera imagen.
Los dos últimos poemas pertenecen al libro La memoria es tiempo equivocado
*************************************************************
Jurisdicción de la palabra
Hay una alta eternidad en las palabras
que no son ni feas ni lindas
sino tan precisas como las personas
verdaderas o falsas
y no deben distraernos
los adjetivos
que a veces
son como espurios brillos
salmodiando la frivolidad.
.................Julio Carabelli
*************************************************************
tejer las palabras,
y sólo ellas,
puede llevarnos a un destino elegido
para nuestro pesar
y desgracia
…………* * *
Recordar que las palabras
no alcanzan
para decirnos
o comprendernos
no nos hace enemigas de ellas.
Hay que producirlas
como hace la mujer
bella
con su belleza.
O tomarse el trabajo de despertarlas,
que no es lo mismo pero es igual
…………* * *
Los murmullos
No tengo sueños estrechos
ni busco el sexo agotable
e imposible
Lo que busco en tu mirada
es aquello que te desborda:
tus añoranzas de caricias y murmullos
que creo son infinitos, posibles e
………………………………………………inagotables.
Miradas
Te veo.
Te miro
te remiro,
te gasto
te borro
y vuelvo a dibujarte.
Finalmente
me quedo
con tu primera imagen.
Los dos últimos poemas pertenecen al libro La memoria es tiempo equivocado
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Jurisdicción de la palabra
Hay una alta eternidad en las palabras
que no son ni feas ni lindas
sino tan precisas como las personas
verdaderas o falsas
y no deben distraernos
los adjetivos
que a veces
son como espurios brillos
salmodiando la frivolidad.
.................Julio Carabelli
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Isabel Llorca Bosco
-Buenos Aires, Argentina-
Del lado de acá
………………………Al despertar ignoraba si era Tzu que había
………………………soñado que era una mariposa o si era una
………………………mariposa y estaba soñando que era Tzú.
…………………………………………………………………Chuang Tzú
Anoche soltaste el perro. Parecía
responder al llamado del amor.
A la hora sexta te cruzaste con el lobo.
Anoche dejaste abierta la canilla
y hoy un río atraviesa el camino.
Anoche caminaste bajo dos árboles desnudos
y han derivado en bosques que ya tu mano no podrá talar.
Los guardarás en tus dos ojos
para extenderlos luego como un tapiz
y leer detrás la página estriada
que los trabajos van secando,
presa en la red del tiempo,
del tiempo y de su historia,
que unos urden y otros traman
por postergar su fin.
Querrás descifrar la palma amarillenta de la hoja
que juega el mismo juego con el viento.
Su línea de la vida. En ella persisten árbol y bosque.
Y el aullido del invierno. Y la inconstante arena
que traiciona secretos y no da sepultura ni paz,
tan solo el sueño temeroso. Vos creías
que estaba del lado de allá la pesadilla,
pero amenaza volverse mariposa
como en el relato oriental,
volar como la mosca de oro
y quedarse encerrada
en la región que absorbe los reflejos
y mira hacia el oeste.
*************************************************************
La eternidad es una de las raras virtudes de la literatura.
Adolfo Bioy Casares
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Del lado de acá
………………………Al despertar ignoraba si era Tzu que había
………………………soñado que era una mariposa o si era una
………………………mariposa y estaba soñando que era Tzú.
…………………………………………………………………Chuang Tzú
Anoche soltaste el perro. Parecía
responder al llamado del amor.
A la hora sexta te cruzaste con el lobo.
Anoche dejaste abierta la canilla
y hoy un río atraviesa el camino.
Anoche caminaste bajo dos árboles desnudos
y han derivado en bosques que ya tu mano no podrá talar.
Los guardarás en tus dos ojos
para extenderlos luego como un tapiz
y leer detrás la página estriada
que los trabajos van secando,
presa en la red del tiempo,
del tiempo y de su historia,
que unos urden y otros traman
por postergar su fin.
Querrás descifrar la palma amarillenta de la hoja
que juega el mismo juego con el viento.
Su línea de la vida. En ella persisten árbol y bosque.
Y el aullido del invierno. Y la inconstante arena
que traiciona secretos y no da sepultura ni paz,
tan solo el sueño temeroso. Vos creías
que estaba del lado de allá la pesadilla,
pero amenaza volverse mariposa
como en el relato oriental,
volar como la mosca de oro
y quedarse encerrada
en la región que absorbe los reflejos
y mira hacia el oeste.
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La eternidad es una de las raras virtudes de la literatura.
Adolfo Bioy Casares
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Luis Alberto Taborda
-Tinogasta, Catamarca, Argentina-
El hombre
Paso la mañana sembrando alfalfa
y por las noches enseño filosofía.
Así va mi vida en estos tiempos que corren,
tan multiplicada y esparcida
que a veces cuesta reconocer en ella
el sello desde donde brota
su manantial primero.
Examino el mecanismo que se ha roto
de una bordeadora que debimos utilizar en la víspera
o me asomo a los surcos en la melga
que siguen siempre el recorrido más recto,
como el camino de las aves por el cielo.
Y luego discutimos con los muchachos
las cuestiones de la cooperativa.
En la escuela, cuando oscurece,
hablo de lo poco que conocemos
acerca de lo que quiso decir Heráclito
cuando afirmaba que el fuego
se enciende y apaga según medida.
O cuento a mis alumnos
el caso de la doncella de Tracia
que se regocijaba con el pobre Tales
reprochándole los pasos distraídos
que lo condujeron al fondo de un pozo.
No sé si vale la pena
exhibir estos fragmentos en que mi vida se dispersa.
No sé si vale la pena
reunirlos a propósito de un poema:
cada momento tiene lo suyo
y cada día nos depara una sorpresa.
En todo caso, cuando en el campo,
levanto una hojita verde
siento que en ella vibra, victorioso,
el aliento en el que el mundo se sostiene.
Y por la noche, cuando mi vista advierte
la chispa en los ojos de una mirada joven,
comprendo que nosotros los hombres
nutrimos nuestras almas desde el asombro
y persistimos en lo que somos
en reverente inclinación ante el gran misterio.
Como lo hicieron quienes fueron,
hace más de dos mil quinientos años,
los maestros espléndidos de la antigua Grecia.
……………………………………Del libro Habitante de la paradoja (2007)
Plaza de Chaquiago
………………………....………a Clarisa y Cancio
……Este cielo parece surgir de la copa del jacarandá.
Si tomas una cerveza te embriagarás junto al palo borracho.
No puedes dejar de paladear el momento.
……Plaza de Chaquiago,
como olvidándose la vida juega entre las hojas
y en el ramo de la fresca sombra
dispuesto sobre el paño de nuestra mesa.
El corazón se inclina hacia la sonrisa de las muchachas
mientras el aire explota con violencia de juramentos
al rayo agridulce de las naranjas.
*************************************************************
Sé fuerte para tener derecho de ser pacífico.
Amado Nervo
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El hombre
Paso la mañana sembrando alfalfa
y por las noches enseño filosofía.
Así va mi vida en estos tiempos que corren,
tan multiplicada y esparcida
que a veces cuesta reconocer en ella
el sello desde donde brota
su manantial primero.
Examino el mecanismo que se ha roto
de una bordeadora que debimos utilizar en la víspera
o me asomo a los surcos en la melga
que siguen siempre el recorrido más recto,
como el camino de las aves por el cielo.
Y luego discutimos con los muchachos
las cuestiones de la cooperativa.
En la escuela, cuando oscurece,
hablo de lo poco que conocemos
acerca de lo que quiso decir Heráclito
cuando afirmaba que el fuego
se enciende y apaga según medida.
O cuento a mis alumnos
el caso de la doncella de Tracia
que se regocijaba con el pobre Tales
reprochándole los pasos distraídos
que lo condujeron al fondo de un pozo.
No sé si vale la pena
exhibir estos fragmentos en que mi vida se dispersa.
No sé si vale la pena
reunirlos a propósito de un poema:
cada momento tiene lo suyo
y cada día nos depara una sorpresa.
En todo caso, cuando en el campo,
levanto una hojita verde
siento que en ella vibra, victorioso,
el aliento en el que el mundo se sostiene.
Y por la noche, cuando mi vista advierte
la chispa en los ojos de una mirada joven,
comprendo que nosotros los hombres
nutrimos nuestras almas desde el asombro
y persistimos en lo que somos
en reverente inclinación ante el gran misterio.
Como lo hicieron quienes fueron,
hace más de dos mil quinientos años,
los maestros espléndidos de la antigua Grecia.
……………………………………Del libro Habitante de la paradoja (2007)
Plaza de Chaquiago
………………………....………a Clarisa y Cancio
……Este cielo parece surgir de la copa del jacarandá.
Si tomas una cerveza te embriagarás junto al palo borracho.
No puedes dejar de paladear el momento.
……Plaza de Chaquiago,
como olvidándose la vida juega entre las hojas
y en el ramo de la fresca sombra
dispuesto sobre el paño de nuestra mesa.
El corazón se inclina hacia la sonrisa de las muchachas
mientras el aire explota con violencia de juramentos
al rayo agridulce de las naranjas.
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Sé fuerte para tener derecho de ser pacífico.
Amado Nervo
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Rubén Vedovaldi
-Capitán Bermúdez, Santa Fe, Argentina-
Sórdidos personajes
Hay personajes tan sórdidos en mis intentos de cuentos policiales, que apenas los veo de lejos me pongo el uniforme, tomo el revólver, las esposas, llamo a otro policía para que me acompañe y salgo a perseguirlos.
Les doy la voz de alto y nada, los alumbro con mi linterna, les quiero ver la cara y se tapan. Los zamarreo, les pregunto nombre y apellido, edad, domicilio y ocupación y nada.
Mi compañero les ofrece vodka con fernet o ginebra y se toman todo.
Al final de sus turbias borracheras les vuelvo a preguntar sus nombres y nada…
A regañadientes a veces, y después de manguearme un par de porros, me susurran su apodo o el de otro de la misma banda, o el apócope de un apodo que andá a saber si es de verdad el de ellos.
¿Bis?
YO TE APLAUDO a vos y VOS APLAUDIME a mí se juntaron para ofrecer al público una dilecta lectura de poemas libres y gratuitos (más gratuitos que libres).
YO TE APLAUDO aplaudió y aplaudió mucho mucho a VOS APLAUDIME y VOS APLAUDIME aplaudió y aplaudió mucho mucho también a YO TE APLAUDO.
La mayor cantidad y calidad de aplausos estaba prevista para el final pero la gente se lo perdió porque todo el público se fue antes de la mitad.
*************************************************************
Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos.
Hermann Hesse
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Sórdidos personajes
Hay personajes tan sórdidos en mis intentos de cuentos policiales, que apenas los veo de lejos me pongo el uniforme, tomo el revólver, las esposas, llamo a otro policía para que me acompañe y salgo a perseguirlos.
Les doy la voz de alto y nada, los alumbro con mi linterna, les quiero ver la cara y se tapan. Los zamarreo, les pregunto nombre y apellido, edad, domicilio y ocupación y nada.
Mi compañero les ofrece vodka con fernet o ginebra y se toman todo.
Al final de sus turbias borracheras les vuelvo a preguntar sus nombres y nada…
A regañadientes a veces, y después de manguearme un par de porros, me susurran su apodo o el de otro de la misma banda, o el apócope de un apodo que andá a saber si es de verdad el de ellos.
¿Bis?
YO TE APLAUDO a vos y VOS APLAUDIME a mí se juntaron para ofrecer al público una dilecta lectura de poemas libres y gratuitos (más gratuitos que libres).
YO TE APLAUDO aplaudió y aplaudió mucho mucho a VOS APLAUDIME y VOS APLAUDIME aplaudió y aplaudió mucho mucho también a YO TE APLAUDO.
La mayor cantidad y calidad de aplausos estaba prevista para el final pero la gente se lo perdió porque todo el público se fue antes de la mitad.
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Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos.
Hermann Hesse
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Alberto Valenzuela
-San Nicolás, Buenos Aires, Argentina-
Mireya
El día era inusual. Ni un alma asomaba su curiosidad por las ventanas. El cuerpo de Mireya se retorcía de angustia ante la proximidad de la muerte. Arrastró con dificultad su cuerpo unos metros. Buscaba subir a la vereda y alcanzar la reja que antes había saltado. Sintió los huesos escapársele de los miembros, sin embargo, superficialmente su cuerpo estaba intacto. Una bocanada escarlata le estalló en la boca sorprendiéndola. Un escalofrío le exigió un temblor que le hizo doler hasta las uñas. Acarició el recuerdo de sus pequeños y lloró. Lastimosa y doliente lloró la inevitable cercanía de la muerte. Supo que ya no volvería a traspasar la reja y gimió. Aún tenía grabado en la retina el XYZ 336 alejándose. Aún sentía el impacto del golpe en sus costillas y su cabeza estallando en el asfalto. Aún sentía la rueda trasera caminar sobre su abdomen. Cerró los ojos dolorosamente. Otro lastimoso y gutural gemido preanunció el peor de los silencios de esa siesta sin sombras. Ya no alcanzaría la reja. No vería a sus pequeños. Lamentó haber sido tan perra, no dominar su instinto. El mismo que hace sólo un instante le había dado el último gozo a su vida. El mismo que la había preñado irresponsablemente tantas veces. El mismo que ahora, la empujaba a la muerte. No se arrepintió. Había disfrutado de esos estados tanto como del sexo explícito y sin vergüenza al que simplemente se entregaba. Nunca supuso que gran danés más sexo, más un balde de agua fría la depositarían a las puertas mismas de la muerte. Lo había presentido. Aquel gran danés no le convenía. Era demasiado tarde. Imaginó a sus pequeños. Un sacudón le traspasó el cuerpo. Sintió el corazón inmóvil. Ya no había vereda ni rejas. Sólo Mireya, una bocanada de existencia púrpura recorriendo calles de silencio, instintiva y salvaje detrás de un XYZ 336.
Soledad
……………Rincón lóbrego de angustias
donde la vida original se apaga.
……………Balbuceo de las muertes,
principio existencial del no ser sobre las sienes gastadas de los siglos.
……………Origen de las sombras, terreno estéril,
hojas blancas enlutando los mañanas,
rincón de los silencios mutilados
memoria fértil del amante despertando las palabras.
……………Rincón de sueños,
pretéritos de angustia,
presente,
rosas mustias coqueteando con la nada,
Penuel del alma derramándose al vacío,
quimera y todo conjugándose en el nosotros marginado.
……………Mueca del hálito infinito,
posibilidad del no ser en cada instante, nuevamente.
……………Ámbito neutro de la angustia,
súplica dócil desgarrándose entre hojas blancas,
mi existencia muta entre los versos,
el vacío sobrio y racional de las manos desgastadas,
una mueca infinita y desértica entre las sienes
del mestizo fundante del después de la conquista,
me sostiene y me nombra a cada instante entre los versos.
……………Soy de Tupac, de Fierro, de Macondo,
del yo mismo entre los siglos, la soledad del grito entre hojas blancas,
el rito del verso anonadado ante la intensidad mestiza del nosotros.
.....……1º Premio Octava Edición del Certamen Literario Aniversario del CER, 2008
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Lo que no es útil para la colmena no es útil para la abeja.
Marco Aurelio
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Mireya
El día era inusual. Ni un alma asomaba su curiosidad por las ventanas. El cuerpo de Mireya se retorcía de angustia ante la proximidad de la muerte. Arrastró con dificultad su cuerpo unos metros. Buscaba subir a la vereda y alcanzar la reja que antes había saltado. Sintió los huesos escapársele de los miembros, sin embargo, superficialmente su cuerpo estaba intacto. Una bocanada escarlata le estalló en la boca sorprendiéndola. Un escalofrío le exigió un temblor que le hizo doler hasta las uñas. Acarició el recuerdo de sus pequeños y lloró. Lastimosa y doliente lloró la inevitable cercanía de la muerte. Supo que ya no volvería a traspasar la reja y gimió. Aún tenía grabado en la retina el XYZ 336 alejándose. Aún sentía el impacto del golpe en sus costillas y su cabeza estallando en el asfalto. Aún sentía la rueda trasera caminar sobre su abdomen. Cerró los ojos dolorosamente. Otro lastimoso y gutural gemido preanunció el peor de los silencios de esa siesta sin sombras. Ya no alcanzaría la reja. No vería a sus pequeños. Lamentó haber sido tan perra, no dominar su instinto. El mismo que hace sólo un instante le había dado el último gozo a su vida. El mismo que la había preñado irresponsablemente tantas veces. El mismo que ahora, la empujaba a la muerte. No se arrepintió. Había disfrutado de esos estados tanto como del sexo explícito y sin vergüenza al que simplemente se entregaba. Nunca supuso que gran danés más sexo, más un balde de agua fría la depositarían a las puertas mismas de la muerte. Lo había presentido. Aquel gran danés no le convenía. Era demasiado tarde. Imaginó a sus pequeños. Un sacudón le traspasó el cuerpo. Sintió el corazón inmóvil. Ya no había vereda ni rejas. Sólo Mireya, una bocanada de existencia púrpura recorriendo calles de silencio, instintiva y salvaje detrás de un XYZ 336.
Soledad
……………Rincón lóbrego de angustias
donde la vida original se apaga.
……………Balbuceo de las muertes,
principio existencial del no ser sobre las sienes gastadas de los siglos.
……………Origen de las sombras, terreno estéril,
hojas blancas enlutando los mañanas,
rincón de los silencios mutilados
memoria fértil del amante despertando las palabras.
……………Rincón de sueños,
pretéritos de angustia,
presente,
rosas mustias coqueteando con la nada,
Penuel del alma derramándose al vacío,
quimera y todo conjugándose en el nosotros marginado.
……………Mueca del hálito infinito,
posibilidad del no ser en cada instante, nuevamente.
……………Ámbito neutro de la angustia,
súplica dócil desgarrándose entre hojas blancas,
mi existencia muta entre los versos,
el vacío sobrio y racional de las manos desgastadas,
una mueca infinita y desértica entre las sienes
del mestizo fundante del después de la conquista,
me sostiene y me nombra a cada instante entre los versos.
……………Soy de Tupac, de Fierro, de Macondo,
del yo mismo entre los siglos, la soledad del grito entre hojas blancas,
el rito del verso anonadado ante la intensidad mestiza del nosotros.
.....……1º Premio Octava Edición del Certamen Literario Aniversario del CER, 2008
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Lo que no es útil para la colmena no es útil para la abeja.
Marco Aurelio
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Ricardo Mastrizzo
-Andino, Santa Fe, Argentina-
Soy obrero . . .
soy obrero
mi aroma
mi madrugada
mi bufanda
valgo de aroma mi ropa
y
aunque el color sea de obraje
valgo mi honra
y canto.
Ombligo
Incógnito estás allí debajo,
en el enigma
volcán seductor de tiempos.
Conexión a madre, agua madre.
Ojal de un deseo.
Sin huesos ni ataduras,
deslumbras entre pelusas y visitas
los dedos de vez en cuando.
Pero; tu ombligo mujer,
ese centro de la tierra
Pachamama y milagro.
Agrandas tu fronda en los nueve
increíbles meses de lunas y suspiros.
Fragor de una lucha para tantas luchas.
Todo un universo sin banderías.
Distintas vueltas,
pezón o nido.
Otra mitad del cuerpo
suspendido en esa cuna boreal de tu vientre.
Centro de preguntas, oído sin vueltas.
Órbita del destino,
caracol sin cal
ni zumbido.
Desde allí, el legado de lazos y cuerdas,
nieto, hijo, sobrino, padre,
blanco nativo, africano, musulmán, hebreo.
Indio aborigen, de todos somos
somos
iguales del ombligo
que es tierra, sólo tierra y tiempo.
…………………* * *
Señor
No somos totalmente amarillos
como la espiga
menos aun arrojamos una piedra
Un vecino de manos ásperas y cintura quebrada
por atardecer de sudor y plegaria
por tantos compañeros con aporte
sin deporte
Por tanto jubilado de paga puntual
Por tanto hijo con pan desnudo
Entonces señor ponga a pie y en pie su palabra
Ponga al jornalero con herramienta en mano
y fusil
Ponga en sus manos la garganta
*************************************************************
La fuerza de los que gobiernan no es, realmente, más que la fuerza de los que se dejan gobernar.
Guillaume T. Raynal
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Soy obrero . . .
soy obrero
mi aroma
mi madrugada
mi bufanda
valgo de aroma mi ropa
y
aunque el color sea de obraje
valgo mi honra
y canto.
Ombligo
Incógnito estás allí debajo,
en el enigma
volcán seductor de tiempos.
Conexión a madre, agua madre.
Ojal de un deseo.
Sin huesos ni ataduras,
deslumbras entre pelusas y visitas
los dedos de vez en cuando.
Pero; tu ombligo mujer,
ese centro de la tierra
Pachamama y milagro.
Agrandas tu fronda en los nueve
increíbles meses de lunas y suspiros.
Fragor de una lucha para tantas luchas.
Todo un universo sin banderías.
Distintas vueltas,
pezón o nido.
Otra mitad del cuerpo
suspendido en esa cuna boreal de tu vientre.
Centro de preguntas, oído sin vueltas.
Órbita del destino,
caracol sin cal
ni zumbido.
Desde allí, el legado de lazos y cuerdas,
nieto, hijo, sobrino, padre,
blanco nativo, africano, musulmán, hebreo.
Indio aborigen, de todos somos
somos
iguales del ombligo
que es tierra, sólo tierra y tiempo.
…………………* * *
Señor
No somos totalmente amarillos
como la espiga
menos aun arrojamos una piedra
Un vecino de manos ásperas y cintura quebrada
por atardecer de sudor y plegaria
por tantos compañeros con aporte
sin deporte
Por tanto jubilado de paga puntual
Por tanto hijo con pan desnudo
Entonces señor ponga a pie y en pie su palabra
Ponga al jornalero con herramienta en mano
y fusil
Ponga en sus manos la garganta
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La fuerza de los que gobiernan no es, realmente, más que la fuerza de los que se dejan gobernar.
Guillaume T. Raynal
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Miguel Crispín Sotomayor
-La Habana, Cuba-
Poeta o Loco
Marca los días con saludos
y las noches con estrellas.
Cree que las balas
sólo matan a los malos y las bombas
vuelven ángeles a los niños.
Cree que el petróleo es luz
y no muerte.
Cree en la suerte y en la voluntad
para no morir de hambre.
Conserva sus ideas en el intestino, dice
que las libera por camino más corto.
Yo, por clemencia, digo que está loco,
él, se cree poeta.
Añoranza
Hubo tantas flores en aquella primavera
que ni un pájaro hizo por volar.
Hoy, se levantan las piedras en los caminos
para maltratar los pies al erguido caminante,
que a pesar del tango que le advierte:
“en la vida se cuidan los zapatos andando de rodillas”,
sigue erguido.
Y algunos se van para ser recuerdo
o arriero al que un mulo espantado
le llevó la carga,
un canto vendido a precio mayor
y los versos se esconden en una quebrada,
en imagen más triste que la de un bosque ardiente,
a pesar, de que la luz
es aún primaveral
y todavía este árbol, con ramas quebradas,
extiende su sombra en la pradera.
Pienso en ti, en esta madrugada
Pienso en ti, en esta madrugada.
Ojos abiertos, calientan
cada palmo de cielo,
persiguen cada estrella o nave
que hurga en el espacio, confundida
entre la luz y la tiniebla.
Cada recuerdo quema.
Arde la leña
que creía olvidada.
En tanta soledad
las luciérnagas cantan, sí
cantan, ¿por qué no?
Acaso no cantan los grillos,
los búhos, las ranas y el hombre,
cuando tienen miedo?
*************************************************************
Que una cosa sea verdad no significa que sea convincente, ni en la vida, ni en el arte.
Truman Capote
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Poeta o Loco
Marca los días con saludos
y las noches con estrellas.
Cree que las balas
sólo matan a los malos y las bombas
vuelven ángeles a los niños.
Cree que el petróleo es luz
y no muerte.
Cree en la suerte y en la voluntad
para no morir de hambre.
Conserva sus ideas en el intestino, dice
que las libera por camino más corto.
Yo, por clemencia, digo que está loco,
él, se cree poeta.
Añoranza
Hubo tantas flores en aquella primavera
que ni un pájaro hizo por volar.
Hoy, se levantan las piedras en los caminos
para maltratar los pies al erguido caminante,
que a pesar del tango que le advierte:
“en la vida se cuidan los zapatos andando de rodillas”,
sigue erguido.
Y algunos se van para ser recuerdo
o arriero al que un mulo espantado
le llevó la carga,
un canto vendido a precio mayor
y los versos se esconden en una quebrada,
en imagen más triste que la de un bosque ardiente,
a pesar, de que la luz
es aún primaveral
y todavía este árbol, con ramas quebradas,
extiende su sombra en la pradera.
Pienso en ti, en esta madrugada
Pienso en ti, en esta madrugada.
Ojos abiertos, calientan
cada palmo de cielo,
persiguen cada estrella o nave
que hurga en el espacio, confundida
entre la luz y la tiniebla.
Cada recuerdo quema.
Arde la leña
que creía olvidada.
En tanta soledad
las luciérnagas cantan, sí
cantan, ¿por qué no?
Acaso no cantan los grillos,
los búhos, las ranas y el hombre,
cuando tienen miedo?
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Que una cosa sea verdad no significa que sea convincente, ni en la vida, ni en el arte.
Truman Capote
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Elsa Solís Molina
-Rosario, Santa Fe, Argentina-
.....Coplas gitanas
De la pena
En el medio de mi pecho
tengo un anzuelo clavado
si lo arranco, más me duele
si lo dejo, es un calvario
Esta pena con mi vida,
entre tú y yo mataremos
con esta pena y mi muerte
solo ella y yo, partiremos
Ni el tiempo me hace olvidar
ni la alegría… o la calma
esta pena, en su lugar
vive siempre agazapada
De la despedida
Es aquí, donde he nacido
no sé si aquí moriré
vengan ángeles del cielo
a acompañar mi vejez
Por los caminos del cielo
los quiero volver a ver
a mis hijos, mis amores
y aquel, al que tanto amé
Los caminos de la tierra
ya nunca más pisaré
prefiero aquellos del cielo
en donde te encontraré
De las pérdidas
Alguna vez he perdido
la cordura, el sueño, el tren…
también fortunas se han ido
con el juego…que es perder
Amigos mil he perdido
por no saber comprender
amistades… al olvido
que más tarde lamenté
Pero hoy, tu amor he perdido
sin poderlo defender…
y en esta ocasión sí, supe…
sí supe… lo que es perder.
*************************************************************
Yo soy el menor de todos
como el dos en la baraja.
Cómo noi de llorar yo,
viendo mi muerte tan baja.
.............Arturo Franco, Folklore de Catamarca
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.....Coplas gitanas
De la pena
En el medio de mi pecho
tengo un anzuelo clavado
si lo arranco, más me duele
si lo dejo, es un calvario
Esta pena con mi vida,
entre tú y yo mataremos
con esta pena y mi muerte
solo ella y yo, partiremos
Ni el tiempo me hace olvidar
ni la alegría… o la calma
esta pena, en su lugar
vive siempre agazapada
De la despedida
Es aquí, donde he nacido
no sé si aquí moriré
vengan ángeles del cielo
a acompañar mi vejez
Por los caminos del cielo
los quiero volver a ver
a mis hijos, mis amores
y aquel, al que tanto amé
Los caminos de la tierra
ya nunca más pisaré
prefiero aquellos del cielo
en donde te encontraré
De las pérdidas
Alguna vez he perdido
la cordura, el sueño, el tren…
también fortunas se han ido
con el juego…que es perder
Amigos mil he perdido
por no saber comprender
amistades… al olvido
que más tarde lamenté
Pero hoy, tu amor he perdido
sin poderlo defender…
y en esta ocasión sí, supe…
sí supe… lo que es perder.
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Yo soy el menor de todos
como el dos en la baraja.
Cómo noi de llorar yo,
viendo mi muerte tan baja.
.............Arturo Franco, Folklore de Catamarca
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Yeni Pérez Zamora
-Salta, Argentina-
Torquemada
Todavía recuerda a su madre alejándose por las galerías del colegio de las monjas dominicas, encerrada en el tapadito negro con cuello y puños de terciopelo, que destacaban el rubio pelo que ella siempre quiso tener.
También recuerda que lloraba a los gritos, con todo el volumen del que sus pulmones eran capaces. La angustia de enfrentar a una “segunda mamá”, le producía horror y desconcierto: no entendía por qué dos mamás si nacemos de una sola. Era la desesperación del abandono. Su madre, tan rubia, tan hermosa, tan embarazada de su tercer hermano.
Tampoco olvida que, molesta por sus berridos, entró en la sala de cinco años, un ser enorme, cubierto de pies a cabeza por un hábito color crema envuelta la cabeza con un negro velo y con el rostro enrojecido por la impaciencia. El ser era la sor, mejor dicho: sor Inés, cariñosamente llamada “hermanita Inés”.
Ella no podía dejar de llorar. Sus cinco años no alcanzaban para entender que todos, alguna vez, libramos estos duelos.
La monja la tomó de un brazo y con tono amenazador le dijo que las niñas que lloraban tenían una penitencia: eran encerradas en el cuarto de los mapas, junto a la calavera, hasta que se callaran.
Estalló en un llanto más estridente aún, que perforó los tímpanos de la sor. Descontrolada, la monja la arrastró por los fríos y oscuros pasillos de pisos relucientes por la cera. La monja no caminaba. La monja volaba con la niña de un ala. La depositó en la sala del terror, entre mapas, láminas, globos terráqueos, y descomunales útiles de geometría, maremagnum precedido por un esqueleto humano de ojos vacíos y amarillos dientes que le sonreían con burla ósea.
No sintió miedo, como la perversa esperaba. Comenzó a jugar con los globos terráqueos. Los hacía girar a una velocidad vertiginosa. (Más tarde, le contaron que la sor había salido despedida por una ventana del convento, gracias a la fuerza centrífuga) Desenrolló los mapas, vació las cajas de las tizas blancas y las de colores y encendió el tocadiscos de los actos escolares. Cerró la puerta con llave para que nadie entrara, hizo varias vueltas la olla* sobre la colchoneta de gimnasia. Finalmente se durmió, arrullada por la marcha de San Lorenzo.
………………………………………………………………De Cuentos Rápidos, inédito - 2003
*Ejercicio que se realiza sobre una superficie blanda y que consiste en dar una vuelta completa del cuerpo, impulsado por la cabeza y por la espalda. Llamado “roll”.Conocido como “vuelta carnero” en España y “tumba cabeza” en Tucumán y Santiago del Estero, Argentina.
*************************************************************
La tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería no.
Claude Chabrol
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Torquemada
Todavía recuerda a su madre alejándose por las galerías del colegio de las monjas dominicas, encerrada en el tapadito negro con cuello y puños de terciopelo, que destacaban el rubio pelo que ella siempre quiso tener.
También recuerda que lloraba a los gritos, con todo el volumen del que sus pulmones eran capaces. La angustia de enfrentar a una “segunda mamá”, le producía horror y desconcierto: no entendía por qué dos mamás si nacemos de una sola. Era la desesperación del abandono. Su madre, tan rubia, tan hermosa, tan embarazada de su tercer hermano.
Tampoco olvida que, molesta por sus berridos, entró en la sala de cinco años, un ser enorme, cubierto de pies a cabeza por un hábito color crema envuelta la cabeza con un negro velo y con el rostro enrojecido por la impaciencia. El ser era la sor, mejor dicho: sor Inés, cariñosamente llamada “hermanita Inés”.
Ella no podía dejar de llorar. Sus cinco años no alcanzaban para entender que todos, alguna vez, libramos estos duelos.
La monja la tomó de un brazo y con tono amenazador le dijo que las niñas que lloraban tenían una penitencia: eran encerradas en el cuarto de los mapas, junto a la calavera, hasta que se callaran.
Estalló en un llanto más estridente aún, que perforó los tímpanos de la sor. Descontrolada, la monja la arrastró por los fríos y oscuros pasillos de pisos relucientes por la cera. La monja no caminaba. La monja volaba con la niña de un ala. La depositó en la sala del terror, entre mapas, láminas, globos terráqueos, y descomunales útiles de geometría, maremagnum precedido por un esqueleto humano de ojos vacíos y amarillos dientes que le sonreían con burla ósea.
No sintió miedo, como la perversa esperaba. Comenzó a jugar con los globos terráqueos. Los hacía girar a una velocidad vertiginosa. (Más tarde, le contaron que la sor había salido despedida por una ventana del convento, gracias a la fuerza centrífuga) Desenrolló los mapas, vació las cajas de las tizas blancas y las de colores y encendió el tocadiscos de los actos escolares. Cerró la puerta con llave para que nadie entrara, hizo varias vueltas la olla* sobre la colchoneta de gimnasia. Finalmente se durmió, arrullada por la marcha de San Lorenzo.
………………………………………………………………De Cuentos Rápidos, inédito - 2003
*Ejercicio que se realiza sobre una superficie blanda y que consiste en dar una vuelta completa del cuerpo, impulsado por la cabeza y por la espalda. Llamado “roll”.Conocido como “vuelta carnero” en España y “tumba cabeza” en Tucumán y Santiago del Estero, Argentina.
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La tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería no.
Claude Chabrol
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Josep Esteve Rico Sogorb
-Elche, Alicante, España-
Quisiera
Quisiera hablar de ti con palabras útiles y livianas.
Quisiera decir que te siento lejos, que no se oyen desde ahí donde estás ahora,
ni mi voz, ni mi grito desesperado.
Quisiera tratar de ti lo que el tiempo me permita.
Quisiera hablar lo que siento, vociferar lo que te guardo dentro
para lanzarte piedras, terciopelos, conchas o guijarros.
Quisiera contarte tantas cosas, ahora que apenas me escuchas
cuando tu marina caracola no te sirve para oírme.
Quisiera, -si me dejaras- construirte inventando nuevos cuerpo y espíritu
¡tan distintos, tan diferentes!
Quisiera…
…pero tu marina caracola ya no te sirve para oírme.
Lloraban tus ojos en mi conciencia
He podido contemplar con asombro al fin, tus expresivos ojos de muchacho,
dándome cuenta de que tu mirada me hablaba a gritos
de los éxodos del alma y de las hazañas de un héroe valeroso.
Y te pedí respuesta, atisbándote en la solitaria llanura del asolado sufrimiento.
Porque, recorrías con tus pies doloridos de tanto andar,
los desérticos arenales del caluroso silencio,
aquellas dunas movedizas, tan airadas por el viento de la guerra,
las que fueron en el pasado, campos de carnes sangrientas,
descuartizadas por las garras de los buitres
y basureros de olvidados restos metálicos esparcidos y oxidados
junto a los cadáveres de los ejércitos vencidos por la Muerte.
*************************************************************
Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma.
Albert Schweitzer
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Quisiera
Quisiera hablar de ti con palabras útiles y livianas.
Quisiera decir que te siento lejos, que no se oyen desde ahí donde estás ahora,
ni mi voz, ni mi grito desesperado.
Quisiera tratar de ti lo que el tiempo me permita.
Quisiera hablar lo que siento, vociferar lo que te guardo dentro
para lanzarte piedras, terciopelos, conchas o guijarros.
Quisiera contarte tantas cosas, ahora que apenas me escuchas
cuando tu marina caracola no te sirve para oírme.
Quisiera, -si me dejaras- construirte inventando nuevos cuerpo y espíritu
¡tan distintos, tan diferentes!
Quisiera…
…pero tu marina caracola ya no te sirve para oírme.
Lloraban tus ojos en mi conciencia
He podido contemplar con asombro al fin, tus expresivos ojos de muchacho,
dándome cuenta de que tu mirada me hablaba a gritos
de los éxodos del alma y de las hazañas de un héroe valeroso.
Y te pedí respuesta, atisbándote en la solitaria llanura del asolado sufrimiento.
Porque, recorrías con tus pies doloridos de tanto andar,
los desérticos arenales del caluroso silencio,
aquellas dunas movedizas, tan airadas por el viento de la guerra,
las que fueron en el pasado, campos de carnes sangrientas,
descuartizadas por las garras de los buitres
y basureros de olvidados restos metálicos esparcidos y oxidados
junto a los cadáveres de los ejércitos vencidos por la Muerte.
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Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma.
Albert Schweitzer
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Omar Darío Ruiz
-Buenos Aires, Argentina-
Nada es eterno.
Hasta el tiempo se renueva.
Se crea así mismo
y se da forma
y a la vez se deforma
en ciclos infinitos.
En su centro crece la realidad
para morir en el vacío.
El tiempo
ha creado su propio tiempo
sobre un esqueleto
aniquilado.
El fuego termina
con el peso mental del espacio.
…………………* * *
Lo que nace en la oscuridad
tendrá un costado de piedra
en la espalda real.
No se ve la mirada.
La roca se tumba
sobre la risa humana.
Dientes blancos. Dorados
en la tormenta sin luz.
Hay un color intenso
en el fondo de la historia.
…………Hermética
…………pared
…………oscura.
…………………* * *
La opción es salirse como un volcán
entre una puerta cerrada
y el camino.
Han abierto un espacio.
Bestia libertad
en grito de oveja.
(Estampida salvaje de la memoria)
*************************************************************
Yo soy el límite de mis ilusiones perdidas.
Gaston Bachelard
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Nada es eterno.
Hasta el tiempo se renueva.
Se crea así mismo
y se da forma
y a la vez se deforma
en ciclos infinitos.
En su centro crece la realidad
para morir en el vacío.
El tiempo
ha creado su propio tiempo
sobre un esqueleto
aniquilado.
El fuego termina
con el peso mental del espacio.
…………………* * *
Lo que nace en la oscuridad
tendrá un costado de piedra
en la espalda real.
No se ve la mirada.
La roca se tumba
sobre la risa humana.
Dientes blancos. Dorados
en la tormenta sin luz.
Hay un color intenso
en el fondo de la historia.
…………Hermética
…………pared
…………oscura.
…………………* * *
La opción es salirse como un volcán
entre una puerta cerrada
y el camino.
Han abierto un espacio.
Bestia libertad
en grito de oveja.
(Estampida salvaje de la memoria)
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Yo soy el límite de mis ilusiones perdidas.
Gaston Bachelard
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Jorge Alonso
-Buenos Aires, Argentina-
“Vos sabés como es Jorge”
Ocurrió el día que lo enterramos a Alberto, apenas unas tres o cuatro horas después. Mi hermano y yo nunca fuimos muy parecidos. Nosotros lo sabíamos y conocíamos muy bien las diferencias, pero cada tanto aparecía alguien que nos confundía. Casi siempre era alguien que hacía algún tiempo que no nos veía. Yo me llamo Jorge y por esa época tendría un poco menos de cincuenta años. Mi hermano se llamaba Alberto, y me llevaba unos pocos años, exactamente seis.
Cuando salimos del cementerio, después de todo, mi madre y mi hermana se fueron a su departamento, a seguir con la rutina de siempre, ahora con un motivo nuevo para seguir sufriendo, y yo y algunos amigos de Alberto nos metimos en el primer boliche que encontramos, en la calle Corrientes, a tomar unos whiskies y a contar y escuchar historias de sus casi treinta años en la capital, en el periodismo y en la noche de Buenos Aires.
Nos separamos cerca de las tres de la tarde y cuando quedé solo tomé un taxi para ir hasta el centro. Tenía que retirar un saco que había comprado unos días antes. “No es un trámite para un día de entierro”, pensé mientras le decía al chofer que me dejara en Maipú y Corrientes. Tenía que caminar cuatro cuadras y elegí Lavalle, que a esa hora todavía era una linda calle. Iba distraído, pensando en las horas y los días que habíamos pasado juntos en la confitería El Reloj, casi la oficina de Alberto, cuando escuché el grito.
-¡Astolfi!
Tenía una vaga idea de haber visto alguna vez a quien venía hacia mi, sonriente, y con los brazos abiertos. ¿De dónde lo conocería? ¿Del diario? ¿De mi pueblo? ¿De Río Cuarto? No tuve tiempo de pensar mucho más. Mientras me abrazaba decidí que era más práctico seguirle la corriente, hablar uno o dos minutos, despedirnos y a otra cosa. Por suerte, como ocurre casi siempre, el tipo tenía más ganas de hablar de sus cosas que de preguntar nada y después de escuchar que le iba bárbaro, que la hija mayor se había casado, que estaba ganando más plata que nunca, que estaba saliendo con una secretaria nueva que era una máquina, y de decirle que no podía ir a tomar un café, que me estaban esperando, nos despedimos. Otro abrazo, promesas de llamarnos, y seguí mi camino. Sólo había dado dos o tres pasos cuando me largó la pregunta.
-Che. Y Jorge, ¿cómo anda?
Entonces me di cuenta. Me había confundido con Alberto. Contarle que yo era Jorge y que a Alberto lo acabábamos de enterrar hubiera sido prolongar la charla y escuchar los lamentos habituales. Yo no tenía nada de ganas de eso, y le contesté casi sin pensar.
-Y, como siempre. Vos sabés como es Jorge -le dije, y volví a caminar por Lavalle, hacia el bajo, pensando que sin querer había dicho las mismas palabras que con seguridad habría dicho Alberto, hasta con su mismo tono, entre crítico y resignado: -“Y, como siempre. Vos sabés como es Jorge”.
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Yo no pregunto de qué raza es un hombre; basta que sea un ser humano; nadie puede ser nada peor.
Mark Twain
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“Vos sabés como es Jorge”
Ocurrió el día que lo enterramos a Alberto, apenas unas tres o cuatro horas después. Mi hermano y yo nunca fuimos muy parecidos. Nosotros lo sabíamos y conocíamos muy bien las diferencias, pero cada tanto aparecía alguien que nos confundía. Casi siempre era alguien que hacía algún tiempo que no nos veía. Yo me llamo Jorge y por esa época tendría un poco menos de cincuenta años. Mi hermano se llamaba Alberto, y me llevaba unos pocos años, exactamente seis.
Cuando salimos del cementerio, después de todo, mi madre y mi hermana se fueron a su departamento, a seguir con la rutina de siempre, ahora con un motivo nuevo para seguir sufriendo, y yo y algunos amigos de Alberto nos metimos en el primer boliche que encontramos, en la calle Corrientes, a tomar unos whiskies y a contar y escuchar historias de sus casi treinta años en la capital, en el periodismo y en la noche de Buenos Aires.
Nos separamos cerca de las tres de la tarde y cuando quedé solo tomé un taxi para ir hasta el centro. Tenía que retirar un saco que había comprado unos días antes. “No es un trámite para un día de entierro”, pensé mientras le decía al chofer que me dejara en Maipú y Corrientes. Tenía que caminar cuatro cuadras y elegí Lavalle, que a esa hora todavía era una linda calle. Iba distraído, pensando en las horas y los días que habíamos pasado juntos en la confitería El Reloj, casi la oficina de Alberto, cuando escuché el grito.
-¡Astolfi!
Tenía una vaga idea de haber visto alguna vez a quien venía hacia mi, sonriente, y con los brazos abiertos. ¿De dónde lo conocería? ¿Del diario? ¿De mi pueblo? ¿De Río Cuarto? No tuve tiempo de pensar mucho más. Mientras me abrazaba decidí que era más práctico seguirle la corriente, hablar uno o dos minutos, despedirnos y a otra cosa. Por suerte, como ocurre casi siempre, el tipo tenía más ganas de hablar de sus cosas que de preguntar nada y después de escuchar que le iba bárbaro, que la hija mayor se había casado, que estaba ganando más plata que nunca, que estaba saliendo con una secretaria nueva que era una máquina, y de decirle que no podía ir a tomar un café, que me estaban esperando, nos despedimos. Otro abrazo, promesas de llamarnos, y seguí mi camino. Sólo había dado dos o tres pasos cuando me largó la pregunta.
-Che. Y Jorge, ¿cómo anda?
Entonces me di cuenta. Me había confundido con Alberto. Contarle que yo era Jorge y que a Alberto lo acabábamos de enterrar hubiera sido prolongar la charla y escuchar los lamentos habituales. Yo no tenía nada de ganas de eso, y le contesté casi sin pensar.
-Y, como siempre. Vos sabés como es Jorge -le dije, y volví a caminar por Lavalle, hacia el bajo, pensando que sin querer había dicho las mismas palabras que con seguridad habría dicho Alberto, hasta con su mismo tono, entre crítico y resignado: -“Y, como siempre. Vos sabés como es Jorge”.
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Yo no pregunto de qué raza es un hombre; basta que sea un ser humano; nadie puede ser nada peor.
Mark Twain
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Liliana Céliz
-Rosario, Santa Fe, Argentina-
el hambre bordeaba la sequía
…visiones secundarias de las cosas
( la calle daba a un pliegue de existencia )
cuerpo blandido en arma como campo en la vigilia
forestación de alguna zona del discurso.
…………………* * *
quemaba el sol y la mañana es jubilosa
( emanaciones propias del tormento )
amortiguar la ese en grito funerario de caída /
quemó pronto sus alas /
playas vacías para verlo /
en combustión caía.
…………………* * *
…restos de lo caído entre los árboles
ojos que miran más allá en los albores de infinito
¿haber caído cuándo? / cambiar la voz y someter
las cosas en el pasado ¿haber caído cuándo?
de lo ancestral el eje fue quebrado.
Los poemas anteriores pertenecen al libro inédito A los que fueron pájaros
…………………* * *
lo sombreado no haciendo la intención del gesto
como caído de caricia
(desdoblamiento desde el yo a algún submundo de belleza)
en el encuentro del sí mismo de las formas
lo inacabado de él es elevado hacia algún grado de delirio
en crecimiento perpetuo de mirada hacia el trasfondo
vuelve la cara al otro extremo de moneda
en el pasaje de la luz al corrimiento prematuro
…………………………………………….Del libro inédito En la versión de verte
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Tan importante como acertar con el trabajo que vas a hacer para ganarte la vida, es acertar con lo que vas a hacer con esa vida que ganaste.
Emisora radial FM Milenium (Buenos Aires)
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el hambre bordeaba la sequía
…visiones secundarias de las cosas
( la calle daba a un pliegue de existencia )
cuerpo blandido en arma como campo en la vigilia
forestación de alguna zona del discurso.
…………………* * *
quemaba el sol y la mañana es jubilosa
( emanaciones propias del tormento )
amortiguar la ese en grito funerario de caída /
quemó pronto sus alas /
playas vacías para verlo /
en combustión caía.
…………………* * *
…restos de lo caído entre los árboles
ojos que miran más allá en los albores de infinito
¿haber caído cuándo? / cambiar la voz y someter
las cosas en el pasado ¿haber caído cuándo?
de lo ancestral el eje fue quebrado.
Los poemas anteriores pertenecen al libro inédito A los que fueron pájaros
…………………* * *
lo sombreado no haciendo la intención del gesto
como caído de caricia
(desdoblamiento desde el yo a algún submundo de belleza)
en el encuentro del sí mismo de las formas
lo inacabado de él es elevado hacia algún grado de delirio
en crecimiento perpetuo de mirada hacia el trasfondo
vuelve la cara al otro extremo de moneda
en el pasaje de la luz al corrimiento prematuro
…………………………………………….Del libro inédito En la versión de verte
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Tan importante como acertar con el trabajo que vas a hacer para ganarte la vida, es acertar con lo que vas a hacer con esa vida que ganaste.
Emisora radial FM Milenium (Buenos Aires)
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Daniel Alarcón Osorio
-Guatemala-
Empezaban los asaltos en las calles, allá por los 80. Siempre esperando bus, se da cuenta que unos jóvenes indigentes (que empezaban a vivir en las calles), empiezan a asaltar a un señor de la tercera edad que regresaba de la farmacia. Haciendo gala de actor de cine de películas de acción, une sus manos para formar una pistola, diciéndoles: déjenlo o les disparo. Asustados por la orden dejan en el suelo al anciano, esperando cada uno el disparo. Se dan cuenta que no tenía nada en las manos más que sus manos y empiezan a correrlo, menos mal no lo alcanzaron.
…………* * *
Pasé unos días bien jodida, vos. Lo que me ayudó fue mi carácter porque si no estuviera enferma, loca tal vez con semejante descubrimiento, aunque no deja de ser una pesadilla. ¿No creés nada de lo que te digo? Espérate a que sepás los detalles y me vas a dar la razón... ¡! Los ojos se me abrieron como ventanas que el aire con su fuerza empuja y abre ¡! ¡! No te lo puedo creer ¡! ¡! La perplejidad me hizo sentarme, mientras el ruido de los hechos me inundó como el frío que en esa época atacaba la salud de los ciudadanos, aunque se protegieran. Sí, vos. Luego de 4 años de dudas, sospechas, preguntas sutiles y respuestas ambiguas, descubrí que el papá era su amante y él un hijo adoptado y todavía tiene el descaro de llamarme, vos. Tenés razón, nadie está solo, nadie.
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El secreto de un buen discurso es tener un buen comienzo, y un buen final, y luego tratar de que ambos estén lo más cerca posible.
George Burns
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Empezaban los asaltos en las calles, allá por los 80. Siempre esperando bus, se da cuenta que unos jóvenes indigentes (que empezaban a vivir en las calles), empiezan a asaltar a un señor de la tercera edad que regresaba de la farmacia. Haciendo gala de actor de cine de películas de acción, une sus manos para formar una pistola, diciéndoles: déjenlo o les disparo. Asustados por la orden dejan en el suelo al anciano, esperando cada uno el disparo. Se dan cuenta que no tenía nada en las manos más que sus manos y empiezan a correrlo, menos mal no lo alcanzaron.
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Pasé unos días bien jodida, vos. Lo que me ayudó fue mi carácter porque si no estuviera enferma, loca tal vez con semejante descubrimiento, aunque no deja de ser una pesadilla. ¿No creés nada de lo que te digo? Espérate a que sepás los detalles y me vas a dar la razón... ¡! Los ojos se me abrieron como ventanas que el aire con su fuerza empuja y abre ¡! ¡! No te lo puedo creer ¡! ¡! La perplejidad me hizo sentarme, mientras el ruido de los hechos me inundó como el frío que en esa época atacaba la salud de los ciudadanos, aunque se protegieran. Sí, vos. Luego de 4 años de dudas, sospechas, preguntas sutiles y respuestas ambiguas, descubrí que el papá era su amante y él un hijo adoptado y todavía tiene el descaro de llamarme, vos. Tenés razón, nadie está solo, nadie.
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El secreto de un buen discurso es tener un buen comienzo, y un buen final, y luego tratar de que ambos estén lo más cerca posible.
George Burns
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