El acta
Yo, que estoy en el medio del mar
leo el acta, que con unos cuadraditos marcados con una x
deja constancia de la muerte de mi madre.
Mientras la rompo y el viento se la lleva
depositándola en unas olas gigantes
pienso en ella con sus lentes viejos, leyendo a Chejov
o las cartas de familiares de Rusia
y en aquellos años en que era feliz, paseando con mi padre
por la playa, mientras yo corría detrás de ellos.
Me doy vuelta y la veo sentada sobre una silla
en la proa, rodeada por unos albatros que picotean restos de comida.
Me llama y me siento junto a ella, mientras saca unas fotos viejas
en paisajes extraños
junto a sus padres, y luego otras y otras, como un repaso de su vida
mientras hablamos de las cosas que quedaron sin hacer
de esos planes simples que teníamos
y ya no podremos realizar.
Giro la vista al mar y cuando me doy vuelta
para abrazarla ya no está.
A mis pies, veo la foto en que ella está delante de la casa de sus padres
en la calle de la revolución
la llevo al camarote, la pego en la pared
y me acuesto a dormir.
En el sueño, escucho su voz que me dice:
- No estés triste hijo, ya nos veremos.-
Me despierto, me sirvo un vaso de vodka
y miro por el ojo de buey la tormenta que se avecina.
Voy a la sala de máquinas, a cumplir mi turno
y la escucho nuevamente:
- Hijo, el hombre es lobo del hombre-
y me sonrío pensando en ella, en esos viejos tiempos
donde soñaba un mundo más justo
sin imaginar que nos convertiríamos en bestias.
Impostores en el templo de Odessa
Creí entender que le habían
tomado el espíritu
que su alma volaba
inquieta hacia arriba
dejando que su cuerpo
sus brazos, sus manos
estiradas hacia el cielo
se sacudieran.
Convulsiones espirituales
pensé.
-Metempsicosis-
me sopla al oído Vladimir.
La señora del maquillaje
muy intenso
acomoda su collar de perlas falsas
apaga el celular que se
mezcla con el sonido
de la campana Tibetana
esconde sus medias corridas
ante la mirada sorprendida del
Hijo del Señor
de la Madre del Hijo
del cordero sagrado
que perdona los pecados del mundo
y del farsante de la primera fila
que miraba encantado.
Hacía calor, salí del templo a fumar
a tomar una cerveza
y pensé en invitarla a caminar
a buscar un refugio para mi alma
atormentada.
La foto de Sofía
................................a mi amiga Sofía Tsvetayeva, que es eternidad
Foto ocre, 1967, Kiev
a la izquierda de Vania
entre los pinos laterales de la cabaña
aparece el cuerpo diminuto de Sofía
con sus sueños intactos.
Aún no sabe del barco
ni del pueblo perdido en una tierra extraña
donde la casa se agrietará
por la sal de sus ojos grises.
Por las noches, durante treinta años
coloca junto a un plato vacío
un pequeño retrato
mientras murmura:
recordarlo todo / olvidarlo todo
Hoy, al ordenar su ropa
de su chalequito ruso
escapa aquella foto
que ya no reconocerán
sus manos cruzadas sobre el pecho,
y sus ojos, esta noche
parecen interrogarme
por el sentido oculto de las cosas.
La miro, sin decir nada
y me despierto
pensando en esto.
Vuelvo a la foto
y en el anverso
con su letra infantil, había escrito:
Vania, te esperaré siempre
eternamente tuya
Sofía
Mallarmé, el álgebra de Boole y Stravinski en la nave nocturna
Arriba
debía ir la palabra
Creación
luego otras:
noción
objeto
aspecto
números
una ecuación infernal
que me acerque
a la verdad.
Después
ambigüedad
intersecciones,
asignaba cifras
finitas
conjuntos
marchaba bien, casi sin pensar.
Stéphane te tengo
me decía
hasta que llegué a la palabra
Armonía.
Ahí empezaron los problemas
invertí los términos
partí del final
giraba en torno
a algo
fantasmal
pensé que eran los efectos del Alplax.
Preparé un café
y cuando me senté
Stravinski
parado en la puerta
dijo algo acerca del
contrapunto
tres o cuatro compases
creo en fa sostenido
violín eléctrico
suite para paranoicos desvelados.
Decididamente perdido
dejé todo
Debussy sonaba
melódico
misterioso
me dejé llevar por el piano
por melodías ausentes
que son música
como las palabras
que no existen
pero alguien
dirá.
***********************************************
A dónde va toda esta sangre derramada: la sangre de los apaleados… la de los humillados… la de los suicidas… la de los fusilados… la de los condenados…
Jacques Prévert
***********************************************
miércoles, 7 de marzo de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¿ Donde podemos conseguir mas textos de Andrès Bohoslavsky ?
ResponderEliminarRealmente es un genio.
Valeria y Claudia de La Plata
Divino, inigualable...
ResponderEliminarRebeca ( de Rebelión )
Valeria, Claudia y Rebeca:
ResponderEliminarMuchas gracias por sus comentarios acerca de los textos de este escritor. Me pondré en contacto con él para pedir su autorización y difundir su dirección de correo.
Reciban un saludo cordial, que estén muy bien.
Analía
Hace un tiempo habíamos leido " Las otras muertes de Vladimir " de Andrés Bohoslavsky y ahora encontramos este: " El acta ".
ResponderEliminarLa hermosa combinación de su minimalismo, su fina ironía y la dulce tristeza de sus textos sigue sorprendiendonos.
¿ Podría publicar mas textos de él ?
Cecilia y Pato de Buenos Aires
Lo leí y no pude evitar llorar.Conmovedor y exquisito.
ResponderEliminar¿Podrían publicar mas textos ?
Nora Epstein de Capital Federal
Genio,genio
ResponderEliminardifundanlo mas, por favor
rompe los géneros
Ester de Burzaco
Por favor, podría darle saludos nuestros a Andy.Poeta inigualable.
ResponderEliminarMuchísimas gracias.
Miroslav Drajovic / Elena Odrich