Te escribo en el año del perro
Te escribo en el año del perro para decirte que no creo en los horóscopos. Han sido demasiadas las guerras los jardines arrasados los giravientos tirados al olvido. Nadie es carne de la carne sin alistar sus brazos. Caen los miércoles como la mostaza en el mantel. No es posible definir los denarios para comprar el pan y los libros que otros compraran a precios de usura. Te escribo en el año del perro sin hacer caso de la jauría de esas músicas que caen de sopetón nos ponen cardíacos irreverentes sordomudos. Aquí no hay línea de la mano izquierda no hay runas no hay una solvencia para sentarnos sobre una piedra blanca y en el espejo del agua se pueda leer el día de la muerte o el casamiento. Han sido suficientes los sobresaltos a mano armada a mano profunda a mano silbante que nos saluda nos dice adiós y luego busca el cuello y nos ahogamos. Aquí no hay signos zodiacales peces sombríos o palomas mensajeras que traigan un respiro. Soy el húmero el coyote la platea donde bailo la danza de la sobrevivencia y esto no está escrito en ninguna parte. Te escribo en al año del perro para decirte que no creo en los horóscopos.
No morir hasta haberlo visto todo
Mi mujer cantando Alfonsina a las diez de la noche
Unas muchachas recostadas a los médanos
Un poeta robándose las obras completas de Severo Sarduy
Tres prostitutas en Medellín que me confunden con un nicaragüense
Un ciego cantando de espaldas al mar
Fayad Jamis leyendo El ahorcado del Café Bonaparte
Una librería con todo Borges y Los alimentos terrestres de Gide
Un pingüino muerto en las costas de Talcahuano
Otra vez mi mujer haciendo pajaritas de papel
Mi madre tendiendo unas sábanas blanquísimas
Un policía leyendo a Rainer María Rilke
Thiago de Melo y María de Aparecida preguntándome por Cuba
Mi padre bebiendo té con bergamota a punto de morir
Una mesa llena de uvas negras y otras ambrosías desconocidas por mí
Tres mendigos sonrientes en la Avenida paulista
Dos revistas Orígenes en la Librería Renacimiento
Unas vacas nadando en el mar de Manzanillo
Un tren francés roto en las llanuras de Camagüey
Un vendedor de agujas con poemas publicados
Un ciervo herido que busca en el zoológico amparo
Mi hermana a la salida de un quirófano
La Plaza de la Revolución vacía y oscura
Los muros del Moncada a las tres de la tarde y en agosto
Esto he visto yo y espero no morir hasta haberlo visto todo.
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Las personas pueden ser divididas en tres grupos: aquéllos que hacen que las cosas sucedan, los que ven cómo suceden las cosas y los que se preguntan qué fue lo que sucedió.
Emisora radial FM Milenium, Buenos Aires
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domingo, 4 de marzo de 2007
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qué poeta más bello es Reynaldo!
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