sábado, 9 de abril de 2022

Editorial


con voz propia nº 116 

Revista literaria 

Abril 2022 


Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 
Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas
ISSN 2314-0275 



En el silencio recordarás lo que tu alma ya sabe. 
Rumi 




¿Qué le da una persona a otra? 
Da de sí misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa necesariamente que sacrifica su vida por la otra persona, sino que da lo que está vivo dentro de sí mismo -da de su alegría, de su interés, de su comprensión, de su conocimiento, de su humor, de su tristeza-, de todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo dentro de sí mismo. Al dar así de su vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra persona al exaltar el suyo propio. 

Erich Fromm, El arte de amar 




Los tiempos difíciles han ayudado a hacerme comprender mejor lo infinitamente rica y maravillosa que es la vida y que muchas cosas que nos preocupan no tienen la más mínima importancia. 
Karen Blixen 



Revista literaria con voz propia 
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 

Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 



Conserva el sol en tu corazón. 
Ram Dass


Autores publicados


¿Cómo puedo hacer una diferencia positiva con alguien que está sufriendo? 
Pregunta del día, en Internet 

con voz propia nº 116 – Revista literaria 
Abril 2022 
Autores publicados en esta edición


Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. 

Analía Pascaner 
Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner


Damián Andreñuk

Colibríes e hipocampos 

Cuando lo fuerte de la vida nos despierta de veras 
se hace todo más intenso para siempre. 

Cuando al fin vemos la trampa en la belleza falaz 
nos colmamos por completo de autenticidad. 

Una lúgubre tensión por ganar 
medallas o diplomas en las venas del ego 
el alma resplandece unida a la verdad 
sólo arte y valentía y sentimiento 
lo demás poco importa
aunque enseña algo profundo 
esa magnífica inocencia del agua. 

Imponente y hermoso como un alce 
radiante hasta el azul como la piel de la lealtad 
o días de melancolía que no encuentran un por qué 
o certezas benignas que debemos recordar en las tormentas 
brindo por el Más Allá y por lo que el vino revela 
yo sé de lo sagrado en el galope de un caballo 
yo sé que colibríes e hipocampos evocan Otros Reinos. 


Las siete estrofas de la sabiduría 

Hay un abrazo musical que afloja las piernas. 
Hay una dura enfermedad que hace que brille lo sagrado. 

Hay hombres bellamente torpes para los simulacros cotidianos. 
Hombres que ponen su atención en cosas más altas. 
Hay hombres frívolos que el cielo rechaza. 
Que no logran deshacerse lo irreal y lo nocivo. 

Hay mujeres que son la libertad, la magia, el verano. 
Mujeres como un éxtasis de lágrimas 
un éxtasis supremo interminable. 
Hay mujeres que no aspiran ni a la paz 
              ni a que crezca su espíritu. 
Que sólo quieren sexo y mera materialidad

Hay un tóxico sonido en cada risotada de las alimañas. 
Hay soberbia satánica. 
Hay bestias que si huelen la ternura lanzan sus zarpazos. 

Hay un beso en la cumbre de un encuentro inolvidable. 

Hay parejas que se juntan y sus almas continúan separadas.
 
Hay seres que transmiten una luz que libera de este mundo. 
Hay seres infames de inconciencia impenetrable. 


Lágrima de luz infinita 

Una mujer irreprochable 
                         y natural 
bebe sin miedo 
de su propia fuente 
con un aroma a vainilla 
que desciende del cielo 
con un hechizo tan puro 
como la quietud 
con una magia deliciosa 
                perpetuándose. 

Yo he visto inmensidad, 
un corazón desnudo 
y límites distintos 
en los ojos de una anciana. 
Murciélagos sin rumbo 
densos como las frustraciones. 
Buitres disputándose con encarnizamiento 
                 las vísceras de la inocencia. 
Catedrales con ladrillos carcomidos por dolores no dichos. 
Una lágrima de luz infinita como el amor cuando se abre. 


Damián Andreñuk 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

No te alejes de tus ilusiones. Cuando desaparezcan, seguirás existiendo, pero habrás dejado de vivir. 
Mark Twain

Victoria Asís

De las preguntas

     I 

Tu voz pregunta, 
la mía responde, tengo miedo 
al juego de palabras. 
Perdería mis respuestas? 

     II 

Indaga tu voz 
los por qué. 
La mía da respuestas 
Inverosímiles, aterradoras…! 

                                                              Septiembre 2015 

              * * * 

Ahora no! 

No te diluyas de mí 
llévame en tu vuelo 
o quédate aquí; 

No te esfumes en la espesura
de las horas del tiempo 
Dame la certeza de sentir tu abrazo 

Háblame, pero que tu voz 
no pronuncie esa palabra 
que duele y lastima 

Visítame con la lluvia 
humedece mis raíces, dame vida 
otra vez 
O quédate aquí para cerrar mis ojos… 


Poemas tomados de: https://www.facebook.com/mariacristina.gonzalez.908 
Victoria Asís 
Nació en Entre Ríos. Reside en Magdalena, Buenos Aires, Argentina

Lo que cuenta no es mañana, sino hoy. Hoy estamos aquí, mañana tal vez, nos hayamos marchado. 
Lope de Vega

Gustavo Vaca Narvaja

La Dama de la noche

Entrelazados en días y noches 
entre brizas suaves, inquietas y esperadas 
Emergió la bienvenida muy intensa 
A los amantes buscadores 
de crecidos goces y sueños 
Lo fue… y lo es… Pero usted 
Luna testigo solitaria y brillante 
Si usted puede enviarle con su luz blanca intangible 
algunas bondades a la “Dama de la noche”… 
Dígale… dígale… que gracias a su abrupta intervención, 
cuando asomó y entró con alas, vestida de seda 
bendijo de fuego su desnudo cuerpo 
consintiendo que su amante encontrara
el diálogo con la luna… que le permitió 
ver por fin, que no existe inmortalidad 
a un hombre que pecaba de omnipotencia 
Y en ese lecho cálido de luces de luna 
en el descanso merecido de sus cuerpos 
fue cuando decidió el abrazo a la realidad 
Y aceptó por primera vez 
Que no sería tan mala la gracia 
de arenas de luna, navegando en estrellas 
para ser recibidas sin herir su soberbia. 
Y en esa madrugada de silencio, comprendió 
que ese simple razonamiento pudo ser aceptado
cerrando las cortinas de las dudas 
A los amantes buscadores de crecidos 
Goces y sueños 
Esa luna testigo solitaria y brillante 
Pudo enviar la luz blanca e intangible 
con estas bondades, a la dama de la noche 
ASÍ FUE… 


*Nota del autor: Poesía inspirada en la amante de Sir Hamilton, una mujer de 1760, La dama de la noche.
Gustavo Vaca Narvaja 
Córdoba-Neuquén, Argentina

¡Soy, gracias a ti, tan yo mismo! 
E.E. Cummings

Adriano de San Martín

11. 

La ciudad se armoniza en síncopa cual enorme balalaika 
con un sonido melancólico y triste que sintetiza el alma 
candorosa y violenta de millones de campesinos o mujiks. 

Una tristeza acompasada por tres cuerdas que recuerdan 
una peña de mujeres y hombres frente a la isba festiva 
de cualquier aldea en el centro de la Madrecita Rusia, 
a la orilla del Volga o del silencioso Don, con cantos de siega 
y danzas de Barynnya (¡casera, casera, señora, patrona!) 
un tibio verano envuelto por el sonrojado sol del atardecer. 


14. 

Juego con las palabras de las altas nubes, con surtidores 
y fuentes, con los versos de Puschkin echado sobre la hierba 
del Jardín del Verano tal y como el poeta solía hacerlo. Intento 
una nueva poesía no lograda aún por Amniensky, Jléknikov, 
Gumiliov, ni todos los experimentadores de la ruptura, ni los / futuristas, 
mucho menos los torpederos que aprendieron a negar afirmando / Da, Da. 

Las calles de San Piter se colman de otra luz mucho más 
impresionista que el tenue resplandor de las noches blancas. 

Cumplo entonces los recorridos de La Nariz y El Capote 
por la Perspectiva Nevsky, sigo los pasos de Dostoyevsky 
por el Moika hasta la Fontanka pasando por el puente de Anichkov 
para continuar con el itinerario de Raskólnikov y las diatribas 
de los Karamazov. Me acomodo en la sala de La Danza de Matisse 
(un solo tono no es más que color; dos tonos son un acorde, son / vida) 
donde todo vuelve al círculo originario del eterno retorno con los / cinco 
danzantes flotando en un nivel simple, explicable solo por la / sencillez 
de sus contornos cual semillas que se sustituyen en rosa, azul / ultramarino 
y verde esmeralda, potenciando la energía germinativa para crecer 
y regresar ineluctablemente. Y luego La Música, esos colores / propios 
de la cerámica persa, con azules, verdes y rojos puros, donde dos / músicos 
tocan y tres cantan una melodía infinita que se congela / eternizándose
en el aire. Allí tejo y destejo el tiempo jugando ajedrez o / ensoñando 
con La familia del pintor transmutada en La mesa servida con toda 
la intensidad de su armonía en rojo. Termino en una taberna, en un / Pibnoi Bar, 
platicando con excombatientes de Afganistán quienes lloran a sus / compañeros 
muertos por su propia artillería: aquello hermano es una carnicería / porque 
nadie desea combatir si no es drogado o achispado, y nuestros / oficiales 
ya no marchan al frente, sino que ordenan desde el confort de la / retaguardia. 
O con ancianos héroes de la Gran Guerra Patria quienes convidan al / pescado seco 
y al vodka en submarino cervecero. O en una calle almidonada por / la luz 
del atardecer. O en las playas de la Petropavlost Krepost donde cae / el sol escarlata 
como la caballería de Malevich sobre la tibia placidez de los / torrentes del Neva. 


Poemas del libro del autor: Leningrad, San José, 2020 
Adriano de San Martín 
San Carlos, Costa Rica 

La vida está en gran parte compuesta por sueños. Hay que unirlos a la acción. 
Anaïs Nin

Cleide ‘Mimí’ Muglia

Compromiso 

Hay que salirse del pellejo, 
De los huesos, de la sangre. 
Poner el cerebro en un florero 
Cabalgar en una nube indiferente. 
Abandonar el corazón en una torre 
Poner mordaza al sentimiento. 
No conocer el limo de otra charca. 
Para ignorar a la justicia escondida 
Tras los cerros de metal 
Los puños apretados 
Intentando contener racimos de lluvia. 
Los pájaros sin nido, las cestas vacías 
El desasosiego sentado en las esquinas… 
La contienda es: 
Del árbol 
y la hormiga 
De la abeja 
y la cigarra. 
¡Se puede sembrar en las macetas! 
No ha de ser tan pesado el tronco 
Como para no poder despejar el camino 
¡Aún el cardo no tapa al trigo! 


Ayúdame 

No me digas siempre ¡sí! 
Porque no me evitas el yerro. 
No confíes ciegamente 
en cuanto hago o quiero 
porque me amarras 
siempre al mismo puerto.
Permíteme crecer, enmendar; 
mejorar el rumbo. 
¡Ahora que es tiempo! 
Te estoy pidiendo, amistad; 
no asentimiento. 
Siéntate a discutir conmigo. 
Quiero aprender de ti. 
¡No importa cuánto 
haya que mejorar! 
¡Lo útil es poder hacerlo! 


Cleide ‘Mimí’ Muglia 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad. 
José Martí

María Neder

Febrero 2021 

Así entonces del otro lado del universo 
a un día del plenilunio 
la seductora 
                     -no es fémina 
                   sino el satélite acompañante- 

muestra dolorosas líneas interpuestas 
como ramas de un arbusto imaginario 

y nosotras de este lado 
de África                            las niñas 
de este lado 
los niños de Medio Oriente 
de este lado 
las gentes hambrientas del planeta 

y en un escenario cubierto de harapos 
el deseo atravesado 
la boca cocida 
la muerte tan cerca 
la luna enrejada lejos 

esta oscuridad de risas inventadas 
en todas las pantallas de la Tierra 
las redes como voces 
envuelven                  perturban 
encendidas pantallas en varios tamaños 
aúllan enloquecidas el aullido 
de aquel andar 
al absurdo estilo algoritmo

normalidad                repiten a los gritos

otro escenario mejor dicho.


Quijote y Sancho 

Por ese dulce afán de llegar 
hacia algún sitio           -desdibujado- 
simulamos andar en el tiempo 

en el espacio de la pintura que dibuja 
nuestras intenciones 

hemos recorrido la circunferencia íntegra 

apenas distinguimos el deseo primigenio 

donde se construyen las ciudades 
inhabitables 

será imposible bajarnos del caballo 
                      ellos nos conducen 
                      aunque apretemos las riendas 
                      como sacerdotisas creídas 
                      en el hábito 

en este viaje no hay cielo 
apenas seguimos los pasos repetidos 
las huellas de otros pasos 

sin horizonte. 

                                       Salta - Octubre 2020 


Poemas inéditos 
María Neder 
Nació en Buenos Aires. Vive de manera alterna entre Salta y Buenos Aires, Argentina

La verdadera generosidad para con el futuro consiste en entregarlo todo al presente. 
Albert Camus

Osvaldo Hueso

La muerte decide la vida… 

Es así, aunque usted no lo crea; mire, sé lo que le digo. Me costó comprenderlo pero, primero una evidencia, después otra, hasta que uno termina por entenderlo y aceptarlo, aunque no le sirva para nada. Yo estaba parado esperando el colectivo. No tenía ni idea qué hacer esa tarde, ni adónde ir, nada, nada, absolutamente nada. Son esos días en que a mí, o a usted, también puede pasarle, no sabe ni para qué está en el mundo. Nunca le pasó, mejor, siga así, si lo disfruta. Sí, el colectivo no llegaba. No, no era el 157 que usted dice, pero, podría haber sido el que yo tomara, me daba lo mismo. Fue cuando llegó el que yo esperaba, que sucedió. El chico estaba parado al lado mío. No, no lo había visto pero, el colectivo giró y lo aplastó contra el poste de la parada. La ambulancia lo cargó, tenía el pecho hundido y la cabeza destrozada. Me fui y caminé para cualquier lado. Cuando lo dejé apoyar en el poste de la parada donde yo estaba cómodamente instalado, después de caminar diez cuadras para despabilarme un poco, lo vi venir tambaleando y me dijo, no me siento bien; no me imaginé al dejarle mi cómoda posición apoyado en el poste, mientras esperaba el colectivo, lo que pasó después. Mi muerte era aplastado contra ese poste, pero seguí viviendo. No, no me asusté ni me impresioné. Dije, soy un tipo de suerte y seguí adelante con mi vida y mi trabajo. De qué trabajo; hago cualquier cosa para ganarme un mango. Corto el pasto, arreglo jardines, lavo autos en la calle, pinto paredes, lo que venga, soy un sobreviviente, como la canción de Víctor Heredia; eso digo, un perdedor. Una semana después, un amigo me pidió que lo acompañara a la costa, tenía un trabajo de carpintería; sí, dale, voy. No, no sé nada de carpintería pero ya le dije, cualquier cosa que me deje un mango. Tomamos el micro a las once de la noche, y a las seis de la mañana estábamos en Mar del Plata. Lo acompañé a comprar materiales y comida. Lo ayudé como mejor pude, todo lo que daban mis fuerzas, y cinco días después, terminamos el trabajo. Nos quedamos un día más disfrutando de la playa, el mar y el sol. Fuimos a la terminal y tomamos el micro de vuelta. A mí me gusta la ventanilla. Sí, a mi amigo también, pero me la dejó por un rato mientras él dormitaba. Cuando me cansé de ver pasar alambrados y girasoles, y de pensar en lo innecesario de mi vida, lo desperté y le dejé el lugar a él; yo me pasé al lado del pasillo y me fui adormeciendo. Me desperté y estaba en el piso del micro, gente gritando por todos lados y bolsos por todas partes. Cuando empecé a moverme debajo de un tipo encima de mí, sangrando por la boca y recuperé la conciencia, mi amigo estaba del lado de la ventanilla, encajada la cabeza con una viga que lo atravesaba contra el asiento. La viga era de un camión que trasportaba materiales de construcción para la costa. Después sí, me llevaron a un hospital, me curaron y me despacharon en otro micro. Hubo algunos heridos; no, no fue un choque muy importante, el camión se cruzó. No sé si el chofer se durmió, eso debe estar todavía en averiguaciones, el golpe despidió la viga. Me impresionó, yo debía estar del lado de la ventanilla. Algunos otros accidentes menores que tenían que pasarme y no me pasaban. Hasta que un día, paseando, esperando que mi suerte cambiara y me ganara el quini o la lotería; un balcón de los tantos viejos, derruidos, que hay por San Telmo, se cayó ni bien yo pasé por debajo y aplastó a una señora que caminaba detrás de mí. Entonces terminé por aceptarlo. Mire, yo le dije cuando me pidió que lo ayudara a cruzar la calle y comenzamos esta charla. La muerte decide la vida; nos regala un espacio de tiempo, que vivimos cada uno como mejor o peor le va, y si ella quiere, usted se va salvando de la muerte que tenía que tocarle y la decide para otros. Sé que nos tiene que tocar, a lo mejor ya viejo y estropeado en un geriátrico, o dentro de un rato; mientras tanto sigo adelante, esperando que la muerte siga llevándose a otros, y me convierta en el primer inmortal… Espere, espere, cruzamos juntos; sí, tomados del brazo, permítame, como buenos amigos, lo considero así, después de todo lo que me escuchó. Quiere cruzar solo, se cansó de escucharme, tiene razón, bueno amigo, adiós… 
…escuché el frenazo del camión, el tipo estaba aplastado bajo las ruedas. 

Enero 2022 
Osvaldo Hueso 
Morón, Buenos Aires, Argentina

Si sabes que nada puedes hacer contra tu destino, ¿por qué te produce ansiedad la incertidumbre del mañana? Si no eres tonto, goza del momento presente.
Omar Khayyam

Karina Raponi

Ser autónomo 

Hay un punto 
en el que uno descubre 
que estuvo 
movido por inercia. 
Y quiere sin embargo 
volver. 
El impulso propio 
es mucho más complejo, 
pero en ocasiones, 
ineludible. 


Aprendizaje por conveniencia 

Aprender a pedir, 
a formular preguntas, 
a entregar 
mejores respuestas. 
Aprender a hablarles 
a los que no queremos. 
Aprender a callarse
con los amores. 
Darle la espalda 
a la felicidad 
para seguir durmiendo 
junto a ella. 


Vueltas 

No quiero decirle al cielo 
lo que el infierno palpita. 
Una larga respuesta 
será suficiente 
para no menguar la paz. 


Cubos mágicos 

Cálido suspenso, 
cuando nos quedamos mudos, 
cuando la palabra estorba, 
los besos 
flotan y se arriman. 
Persigo que aflojemos el orgullo. 
No te entiendo siempre, 
mi instinto estira mordiscones, 
mi consciencia crece 
si me entrego al juego. 
Te pido: liberá el temor 
y olvidate el punto ciego 
de tu retina. 
Algo superior festeja, 
y lanza los dados. 
Nuestros nombres 
ruedan por el piso. 


Del último libro de la autora: Elemento: Juego, 2018 
Karina Raponi 
Nació en Merlo, Buenos Aires. Reside en San Isidro, Buenos Aires, Argentina

Cada cual tiene la edad de sus emociones. 
Anatole France

Abel Edgardo Schaller

Saga de trenes 

“Era el primer viaje solos en el tren marrón que no quería morir”. 
Francisco Madariaga. 

Entre el sesgado espanto de las liebres, 
profusos de vilanos y mariposas 
venían por los campos, salidos de la nada. 
Sobre la humedecida ingenuidad del trébol, 
los amables aceros nutrían de esperas y pañuelos 
la callada existencia de los pueblos. 

Quien ha viajado en esos rumbos largos 
jamás podrá olvidar esos andenes,
la luz provincial de esas miradas. 
Allí los cestos minuciosos, 
los tibios tarros de la leche temprana, 
las manos labrantías, de gesto delicado, 
algún viejo aspirando un asiduo cigarro, 
los perros al albur de un mendrugo, o de nada. 
Queridos, apacibles escenarios
en donde los actores respiraban
un hálito de bultos y recomendaciones. 
Ese era el día de la fiesta de todos. 
A salvo de las mudas geografías, 
los mansos rostros se asomaban a los mapas, 
como en un júbilo de vez primera. 

Hasta que un día, allí estaban 
las torpes desinencias del siglo y del progreso. 
¿Cómo fue que pasó 
si ellos eran el hilo de un rosario 
que enhebraba querencias y cosechas? 
¿Qué fue lo que ocurrió que esas metálicas presencias 
yacen hoy a sol y lluvias, solos de toda soledad, 
los trastos enyuyados por el óxido obscuro del olvido? 

Sobre los pagos que albriciaban a su paso 
se abate un desánimo de estrellas 
y una oquedad sin párpados se ahonda en la distancia. 
Puede que un día, un anhelado día,
suene de nuevo en los andenes 
la fecunda campana de la vida. 


Abel Edgardo Schaller 
Paraná, Entre Ríos, Argentina

Me gusta la gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. 
Mario Benedetti

Lila Levinson

Con el veneno en la sangre 

“La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un 
bloque deforme y durísimo que reventaba la ropa”.
Horacio Quiroga. “A la deriva” 


Alenka -gritó el padre- tenés que ir vos a pescar: tu hermano está enfermo. Las seis de la mañana. El sol comenzaría a desgastar la piel de sus quince años si demoraba la salida. Todo era música y aromas. El lapacho, el laurel blanco, la palmera, el palo rosa, muros gigantes protegiendo el hogar de los fuertes vientos, del granizo que a veces blanqueaba el suelo, y del sol. Escuchó los cantos del águila viuda y del guacamayo rojo. La madre polaca había llegado en 1920 como tantas familias que huían de las guerras europeas a las tierras del Alto Paraná. La polaca conoció al padre en una fiesta de la colectividad. Pronto se casaron y tuvieron dos hijos, Emilio y Alenka. 
Ella limpió el fondo de la canoa cubierto de hojas que en la noche se desprendían de los árboles. El nudo de la soga no se resistía ante la habilidad de Alenka para desamarrar el bote. La pendiente de la orilla con rudas formaciones de basalto y de lava permitía dar un empujón a la canoa y llegar hasta el Pepirí Guazú. 
Esa mañana había una calma inconmensurable. Acostumbrada a esperar el pique de algún dorado o surubí prendidos al anzuelo; le producía adormecimiento. 
De pronto, un brusco choque al bote la sacó de la serenidad habitual. La otra canoa traía a ese hombre amigo del padre que cada vez que la miraba, le despertaba repulsión. Nunca supo por qué el padre le indicó en qué lugar ella pescaba. 
-¿Cómo te va Alenka? Así que hermano está enfermo. Una garra le apretujó las entrañas sin saber por qué. 
-Hablé con tu Tata. Desde hoy sos mi mujer -le dijo, con lujuriosa voz. 
-¡Pero sólo tengo quince años! No puedo creer que mi padre haya dicho eso. 
El hombre saltó a la canoa de la niña y la empezó a manosear y besar. El grito insondable se confundió con los de los guacamayos que volaban impasibles. 

El odio siguió con los días, los meses, los años. No existían tiempos para olvidar aquel día. Sólo los dos niños que tuvieron habían impedido que se matara o lo matara con el machete que él dejaba cerca de la puerta. La brutalidad sucedía noche tras noche.
Avelino, un amigo del marido que vivía diez kilómetros más arriba, los visitaba de vez en cuando. Miguel sacaba la botella de ginebra, tomaban algunos tragos y desde lejos podía escucharse las risas. Otro padecimiento. El varón la miraba sin disimular la excitación que la belleza rubia de la chica le producía. Alenka se escabullía a los yerbatales hasta que, oculta entre los altos árboles veía la partida de Avelino en la lancha. Cuando podía regresar, Miguel la golpeaba con fiereza y la insultaba. 
-Puta. Vos tenés la culpa que el compadre te mire así. Sos una puta -gritaba. La castigaba dejándola afuera de la casa en la oscuridad impiadosa. Sólo podía vislumbrar brillos en los ojos de los ocelotes cercanos. No dormía, aterrada, sentada en el suelo a la entrada de la casa. 
Ese mediodía diferente, él entró con la pierna morada y sangrante, mordido por una serpiente. 
-Sé que no sos capaz de ayudarme -le gritó enojado. El compadre me ayudará. ¡Vamos, desatá la canoa, apurate, carajo! 
Rengueando, la tomó del cuello como apoyo. Llegaron al borde del río. Alenka, casi con delicadeza lo ayudó a subirse a la canoa, tomó los remos, desató la gruesa soga y empujó el bote. 
Mientras el bote se alejaba irremediablemente sin los remos, Alenka levantó las manos para proteger los ojos del sol. El tiempo se detuvo. Una tenue sonrisa irónica iluminó el rostro sereno mirando sin angustia la canoa frenética, brincando igual a un potro desbocado sin el poder de los remos. Como el veneno de una serpiente en la sangre. Nunca más se supo de aquel hombre del río. 


Lila Levinson 
Mendoza, Argentina

No esperes el momento ideal, porque jamás llegará. Empieza con lo que tienes, y ve consiguiendo herramientas en el camino. 
Napoleon Hill

Rubén Pérez Hernández


Soy sangre que se diluye 
en un torrente desbocado, 
en una multitud que camina 
sin horizonte fijo. 
Soy espíritu del pasado 
que aún galopa 
por el campo abierto, 
estando en muchos 
siendo parte de tantos; 
viento y nube, 
sol y lluvia, 
como tanta gente 
como mis antepasados. 



Rompamos las cadenas 
que atan y agobian, 
que no nos dejan mover 
aprisionando y desgarrando 
piel, carne y alma.
Levantemos la mirada, 
veamos alrededor, 
conozcamos lo importante 
y con brusco movimiento
liberémonos de las ataduras, 
vestiduras artificiales, 
creencias erróneas. 
Tomemos al niño en brazos 
y juguemos a fantasear 
que lo fundamental 
es un tiempo precioso 
que escapa sin regresar. 
Regalemos esa sonrisa 
que tenemos apretada 
y veremos contentos 
un mejor mañana. 



Cuántas veces 
desde el atalaya de las creencias 
contemplamos al mundo 
y a sus habitantes,
a todo lo que nos rodea y nos inunda. 
Cuántas veces 
dejamos caer el desdén 
en forma de opinión, 
crítica que desgarra, 
que lastima y quebranta. 
Cuántas otras 
nos sentimos en el olimpo 
de las actitudes nefastas 
sin reparar siquiera 
en que solo eso son, 
posturas vanas. 
Adoptemos la inocencia, 
esa que perdona y sana, 
esa que purifica el corazón 
llenándonos de vida cada mañana. 


Rubén Pérez Hernández 
Uruguay

Es dando como se recibe. 
Francisco de Asís

Abel Otto Torre

Caballo blanco 

Lo cubre niebla brumosa, 
Grisáceo manto lo envuelve. 
Como línea se lo advierte 
Pasar, con galana gracia; 

Camina entre tronco y ramas 
De un bosque que es escenario 
Quejumbroso; telas, luces 
De un sudario con mil tramas… 

Él busca un cuerpo sin dueño 
Para su alma desgarrada 
Que hoy es sólo nube y sueño 
Para anclar desesperada. 

Caballo blanco que avanza 
Blanco entre todos los blancos 
Con la sombra de sus cascos 
Y esta última esperanza. 
Caballo blanco, caballo 

Pura sangre, sangre blanca, 
De blanco perdido encaje 
Y pura elegancia nata; 
Su garbo es todo el bagaje 
Que dibuja con sus patas, 
Sueña entre todos los sueños 
Que se sueñan sin palabras. 

Puro aire, es el espacio 
Escenario de las almas 
Encadenada a las gradas 
Entre nubes, en la calma; 

Sin nada que la contenga, 
Separada, sin materia; 
Cual alma teatralizada. 
Caballo blanco… 
                            mi alma. 


Abel Otto Torre 
Córdoba, Argentina

Recuerda las plantas, los árboles, la vida animal, todos tienen sus familias, sus historias. Habla con ellos, escúchalos. Son poemas vivos. 
Joy Harjo

M. C. Vásquez

Ángel bello 

Un temblor de mi cuerpo se apodera, 
Un sudor gélido recorre mis manos, 
Una visión me hace estremecer, 
¿Qué es eso? ¿Eres de aquí o de otra era? 

Un ser con aspecto asómbrate, 
Mitad hombre, mitad alarmante; rostro de luz
Cuerpo blanco como el marfil 
Un Ángel Bello cubierto de polvo de estrella 
Con alas de cuervo 
¡Cabellos dorados cayendo hasta mi altar!

Te posas ante mí 
Sacudiendo tu capa llena de polvo de estrella 
Me miras fijamente antes de hablar. 
¿Creerán que te vi? -Se dijo mi alma- 
¿O de loca me tildarán? 

Tu luz brillante de azul añil 
Envolvió mi cuerpo, cuando te vi 
Desde allí me elevaste y me pusiste en tu vril. 
Vengo a decirte -dijo el Ángel Bello 
Cubierto de polvo de estrella

Que tus manos y tu mente causarán en el presente 
En muchos, un amor inconsciente 
Y en otros un horror inconsecuente 
Y el futuro bañará de honor 
Tu gran torrente. 
¿Quién eres Ángel Bello cubierto de polvo de estrella? 
¿Vienes del cielo o del infierno? 
Temblaba mi alma cubierta en mi telar 
¿Creerán que te vi? O 
¿De loca me tildarán? 

Pues tus alas negras como el cuervo son, 
Tu cuerpo bello blanco como el marfil 
Brillas con un gran esplendor 
Veo la fusión de la noche y el sol 
De lo suave y lo hostil. 

Sin contestarme a mi gran interrogante 
Desplegó sus grandes alas de manera arrogante. 

Ángel Bello cubierto de polvo de estrella 
¿Por qué te vas? 
¿Si no hemos terminado de hablar? 

Y en su vuelo a la distancia 
Ve de nuevo mi ignorancia 
Sacudiendo su polvo de estrella 
Con gesto de altanero 
Desaparece en lo infinito 
Montado en su desdén 
Y en su gran beligerancia 
Se va sin saludar, 
Llorando a gritos de aquel Edén 
¡Donde nunca jamás volverá! 


Del libro de la autora: Poesía disruptiva
M. C. Vásquez 
Amatitlán, Guatemala

Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar.
Federico García Lorca