domingo, 14 de diciembre de 2014

Editorial

revista literaria con voz propia nº 64

            diciembre 2014
 



         publicación creada en noviembre de 2006
           distribución y publicación gratuitas
  


Si quieres mejorar tu vida, debes correr tu propia carrera. No importa lo que la gente pueda decir de ti. Lo importante es lo que te digas a ti mismo. No te preocupes de las opiniones ajenas siempre y cuando sepas que estás haciendo lo correcto. Puedes hacer lo que gustes mientras a tu conciencia y a tu corazón les parezca justo. No te avergüences de hacer lo que consideras correcto; decide lo que está bien y aférrate a ello. No caigas en el hábito de medir tu propia valía en función de la valía de los demás. Cada segundo que inviertas en los sueños de otro, te estás apartando de los tuyos.
Teresa de Calcuta



La cucharita de porcelana

En un lugar en oriente, había una montaña muy alta y con su sombra tapaba la aldea. Y por ello los niños crecían raquíticos. Y una vez un viejo, el más viejo de todos, se va con una de esas cucharitas chinas de porcelana y sale de la aldea.
Y le dicen los otros:
-A dónde vas, viejito.
-Voy a la montaña.
-Y a qué vas.
-Voy a mover la montaña.
-Y con qué la vas a mover.
-Con esta cucharita.
-Jajaja. Nunca podrás.
-Sí, nunca podré, pero alguien tiene que comenzar a hacerlo.

Alejandro Jodorowsky



Cumple con la gratitud del peregrino: no olvidar nunca la fuente que apagó su sed, la palmera que le brindó frescor y sombra y el dulce oasis donde vio abrirse un horizonte a su esperanza.
Ricardo Palma Soriano


Autores publicados


revista literaria con voz propia nº 64

     diciembre 2014

                    
          autores publicados en esta edición: 


- Robert Gurney
- Laura Beatriz Chiesa
- Gustavo Vaca Narvaja
- Raúl Pérez Arias
- Rogelio Ramos Signes
- Rolando Revagliatti
- Eduardo Coiro
- Jaime Icho Kozak
- Lao Paunero
- Roberto Pagura
- Miguel Ángel Longarini 
- Jorge Omar Hermiaga
- Concepción Sedano
- Roberto Romeo Di Vita
- Victoria Servidio
- Nilda Muñoz
- Ana Barchuk de Rodríguez
- Marisa Noemí González
- Hugo Fernando Pereira
- Jesús María Ludi


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Información de Concursos en:

           revista literaria con voz propia
             ISSN 2314-0275


             Edición y dirección: Analía Pascaner
             San Fernando del Valle de Catamarca
             Catamarca – Argentina

Robert Gurney

En Llanmadoc Hill

a Sir Cedric Lockwood Morris (1889-1982)

Sentado aquí
en la cima de Llanmadoc Hill
con mi ordenador portátil
mirando un cuadro llamado ‘Llanmadoc Hill’
pintado por Cedric Lockwood Morris,
empiezo a preguntarme algo.

Me pregunto
si Dylan se sentó aquí.

Me pregunto
si, en uno de sus “paseos medicinales”,
miró hacia abajo
hacia la aldea de Llanmadoc.

Me pregunto
si alguna vez se preguntó algo
acerca de un nombre antiguo de la aldea:
Llanmadog, con una “g”.

Me pregunto si miró hacia el estanque
delante de la granja
y se preguntó
qué aspecto tendría “Llanmadog”
reflejado en ello.

Llanmadog – Godamnall -
Maldito todo – Odototidlam.
Me pregunto si alguna vez

estuvo tentado a usarlo
en alguna de sus obras.
Me pregunto si sentía
que eso, tal vez,
hubiera sido demasiado arriesgado
y escogió, en su lugar,
Llareggub – Buggerall -
Adanasapon – No Pasa Nada
deletreado al revés.


Cuando John Malcolm Brinnin le pidió a Dylan que escogiera un título menos pesado que Llareggub para su obra de teatro (Buggerall deletreado al revés, Adanasapon, digamos, en español), Dylan respondió de inmediato, según Brinnin: “Under Milk Wood” (“Bajo el bosque de leche”).*


Poema del último libro del autor: Dylan's Gower, La Gower de Dylan. Cambria Books, Llandeilo, Noviembre 2014, 114 pages. Available on Kindle. Google Gurney Dylan’s Gower. Original cover design © William Gurney

Robert Gurney
St. Albans, Inglaterra

Laura Beatriz Chiesa

Niñez sin niñez
(a todos los niños del mundo)

¿Dónde está tu rostro niño?
¿Dónde la inocencia en ojos azabache?
Veo tus mejillas sucias
por el llanto y el frío descarnado.
Veo almohadas de baldosas
y colchones de cartón ennegrecido,
y veo harapos, muchos harapos
que cobijan tu cuerpo
sin destino.
¿Dónde están tus sueños, niño,
y dónde el porvenir sin ilusiones?
Tu corazón late distancia
y tu mente,
aún sin concreciones,
se presta a juegos
con revólveres y asaltos
para satisfacer
a gentes que exigen tu obediencia.
¿Dónde está tu rostro niño?
Tal vez metido en una bolsa
para crear noches,
con viajes placenteros,
sin un camino de vuelta.
Viene el invierno, niño,
y tus tripas sin calor
moverán la nada, acobardadas,
por su quehacer sin sentido.


Vacío

Estoy aquí, sin ecos ni sonidos.
Sola de soledad en mi desierto.
Fría vivencia, rostro de algún muerto.
Cadencia sin vibrato y sin tañido.

Iglesia. Confesión de un sin sentido,
carencia muy sutil, cual desacierto.
Hostia, fragilidad, puerto sin puerto.
Vacío vivencial, hueco y olvido.

Recuerdos que se evaden. Algo mío
que quiero retener sin desvarío,
para justificar mi ser; pero carezco

de lucha por crecer en un pasado
cubierto de tristezas y, a mi lado,
sólo un ayer sin fe. Así fenezco.


Un racimo

Un racimo de uva nos condensa
el licor, la dulzura espirituosa.
Nos atrae su aroma cual la rosa,
que invade y nos envuelve por intensa.

Nos asombra su forma roma y densa.
Pirámide de jugos, majestuosa.
Se vuelve escurridiza por acuosa
e impregna paladares sin ofensa.

Decora con zarcillos los parrales
desde un lejano tiempo de arrabales
hasta el hoy, que los forma con esmero.

Sabiendo que al cuidarlos se preservan
su presencia en el tiempo y se conservan
los deseos de un Baco, por primero.


Mutación

Centro de circunferencia.
Comienzo del radio.
Síntesis del deseo y la eclosión.
Inicio de un todo con destino.
Exacta división de la materia
con futuro de forma convenida.
Un fin que cabalga las horas
hasta que la mutación expire.


Laura Beatriz Chiesa
La Plata, Buenos Aires, Argentina

Gustavo Vaca Narvaja

Rebelde

No existe la devoción que tejen los cielos. Esos nimbos retozan en formas extravagantes de vendavales y borrascas, en un vacío impetuoso, facilitado por el arrebato de tus alas, cuando recién ejercitabas el volar. Ahora, permaneces enclavada entre muchedumbres hacinadas, viviendo en el estiércol de resumideros pestilentes. Y como la borrasca devasta playas refinadas donde el paisaje se nubla a gris ceniza, no pretendas ser una brisa cálida en playas ciudadanas; tampoco pretendas beber sangre que derraman los poderosos. Tienes la sed del hambriento, del proscrito, del rebelde. Ansías limar barrotes de celdas favoritas, que mantienen, cautivo y acicalado, el capricho; en ese estado de abandono, por el tremendo silencio del desencanto, quedas sobre lienzos descartables para tus lágrimas secas; donde nace un bramido inhumano, ocioso y vehemente, derrocando el sueño ficticio a la vera de utopías mancilladas sobre una muralla de recuerdos desnudos, donde emergen gigantes y eternos; es en la parte más gris de la sombras, y en la luz más apagada del día, donde nacerá quien aguarde tu regreso.
¡Siempre!


Deshabillé

El Deshabillé fue la única piel que pudo retirar suspirando, y gozar del suave y metódico planeo del cóndor. El brassiere, festivo y derrotado, permitió buscar la senda exacta, donde afloró el fuego anhelado. Sus manos recorrieron una y mil veces el cuerpo de esa mujer, cuya piel era la seda codiciada y eternamente apetecida. Si bien antes fue esquiva, hoy se entrega dócilmente, y es ganada al cosmos, en un desafío de sutil hechizo. Los sueños abrigaron su sonrisa ante una naturaleza salvaje y exuberante, que sólo atinó a protegerse de su tamaña belleza, cohibiendo la majestad de la sorpresa e implorando que la armonía impere y regrese. Superada la demencia insólita del deseo, que asió regocijado esos dos cuerpos indivisos en su embeleso, vivió en plenitud su hechizo.


Paloma

Una paloma cándida, malgastada, calada bajo el agua, respira. Una paloma inutilizada, abatida bajo la arena, despierta: tiene los ojos abiertos y sus alas quebradas por el tiempo; las patas atadas con alambres de seda, no impidió que el viento deje libre su loza y la paloma regrese a su vuelo. Hay una paloma cándida, volando con alas sanas y patas libres de sedas, que toma vuelo y vive.

                     
En tu edén

Apeteces el espacio indolente, libre de tirria. Florecen espigas vanidosas, mientras un cielo sumiso resguarda momentos de inolvidables encantos. Tus manos delicadas repujan la esfinge del ideal ausente, un espacio pleno cobija tus olvidos, y en tu edén lloviznan matices asombrosos.


Sueños calmos

No hace falta…, no hace falta que te arrulles bajo la sombra de los árboles, custodiando el Sena como Coubert te inmortalizó. ¡No! No hace falta que corras tras tu belleza calma, ni desesperes por encontrar tus ojos en el firmamento o las estrellas en tu rostro, como lo soñó Shakespeare. Sueña igual, despabilada igual, ¡igual!, cerrando tus ojos, porque cientos de efímeras imágenes resucitarán sin el pincel de Hayez, que dejó la pureza de tu desnudez virgen e intacta en espejismos sin tiempo, en calendarios tibios y ausentes de fechas precisas, con recuerdos deslizándose suavemente sobre la imaginaria lámina gredosa de la memoria. Los sueños calmos lucen siempre eternamente vestidos, vestidos de ilusión, como una gota cristalina de lluvia pendiendo del pétalo virgen de nenúfares, que coronan el sueño de la infanta de Millais, con sus pequeñas manos abiertas suplicantes y su mirada frágil, navegando en el espacio. No hace falta que duermas. ¡No…, no hace falta! Delira con tus fantasías, con tu arte y creatividad potenciada, ¡deja que fluya…! Deja esas imágenes libres de suplicio, para que cobren una vida exultante, liberadas de sórdidas penumbras y de la nimiedad imperante. ¡Fue Baudelaire!; no yo, quien te premió a que el tiempo no pueda destruir tu dócil armonía y tu trajinar refinado. No hace falta que duermas. ¡No…, no hace falta!
Estás viva. ¡Viva!


Poetas y su mundo

Y si los poetas crearan su propio mundo? ¡Ah! ¿Para ellos? ¡Sí, para ellos o ellas! ¡Todos! ¿Y cómo sería ese universo? Porque dicen que eternamente sollozan, que son acongojados, que se laceran, que han perdido algo, o que escudriñan algo, que rondan mucho y también… sufren. ¿Y quién lo dice? Lo dicen… ¡los que no son poetas! ¡Ah! ¿Y ellos? ¿Qué mundo poseen? ¿Cómo? Sí, ¿de qué mundo disfrutan? ¡Parece muy feo! ¿Por qué dices eso? Porque se quejan, sufren, hablan del dolor. ¿Y del amor? Poco, hermano, poco. Lo han perdido, puesto que lo buscan en el vacío. ¡Ah! ¿El mismo mundo entonces? ¿Cómo? ¡Sí, el mismo mundo! Sólo que el poeta es capaz de dar vida. El poeta y el arte, mi amigo y hermano, son creadores de belleza con palabras, como el pintor con sus pinceles, o el tenor con su voz, o el músico con sus glosas melodiosas… Porque la poesía es Himno-Melodía-Utopía-Fantasía-Fogosidad-Encantamiento. ¡Deleite perpetuo! que, a veces, renuncia. ¿Oyes? ¡Sí!… ¡Ah!... ¿El mismo mundo entonces? No lo sé. ¿Qué opinas tú?


Asesino

Nunca pensó que lo lograría; su mano se mantuvo firme, el índice sobre el gatillo obedeció en pocos segundos su orden: ¡fuego!, y la bala emergió limpiamente. Al comienzo tiritó, y el sudor frío invadió su piel. Un asesino -se dijo- debe tener sangre fría”, y él no sabía aún que la tenía. Mientras tanto, la víctima mira paralizada; fue en ese momento que supo que sí, lo era. Se sintió todopoderoso. El cuerpo de ese hombre se sacudió en el asombro y después aceptó la muerte en silencio. Dicen que no hay malestar, y lo que más duele es el terror previo, que no dura mucho. Apenas puede admitir la maldición como descargo; pero ya es tarde, la sombra de la muerte lo envolvió. Guardó el arma homicida y se fue silbando por las calles vacías y oscuras. Tenía mucha sed y los bares estaban todos cerrados.


Del libro Sueños Calmos. Poesía en prosa. Colección Sur de Poesía, Ediciones de La iguana, 2012

Gustavo Vaca Narvaja
Córdoba, Argentina

Raúl Pérez Arias


Como no me esperaba
y era tarde
me fui a dormir
sin abrirme la puerta.

*  *  *


Un bus
atestado de sombras
pasa por la puerta
sus arlequines de hastío.

*  *  *


In memoriam

Me duele
cada muerte
inoportuna,
innecesaria,
estúpida,
evitable.
Reconozco
al hombre 
esa mi lucha.
Estoy aprendiendo
a silbar 
el silencio
de los muertos
y me faltan
sílabas
para otra despedida.

*  *  *


La noche
gruñido de un escote.
Una mujer
con trozos de sueño
no responde
y una palangana
es su única caricia.

*  *  *


La puerta

Cuando venza esta
árida timidez 
de ripio bajo la ducha
y me seque el cuerpo
de tanta trifulca de colección.

Cuando reasuma
la hora que mutiló mi vacío
sabrás porqué no llegué a tu boca.

Te diré entonces
que hundas en mi mano
tu bronca de improperios
catorce años de soledad,
un beso de ascensor,
una mirada
y me digas:

¡Mi cuerpo te espera!

aun no te pertenece
puedes entrar.


Del libro La Puerta. Ediciones La Luna Que (2014)

Raúl Pérez Arias
Lomas del Mirador, La Matanza, Buenos Aires, Argentina

Rogelio Ramos Signes

Due corpi

A Juan Bautista Gatti, in memoriam

Dicen que en el Museo Nacional de Nápoles
hay gallos que riñen eternamente
desde pequeños mosaicos esmaltados
      que recuerdan otras glorias.
Es una vieja disputa de las aves
que anidaban en Pompeya;
un fracaso de la cancillería que sesiona en los corrales.

En Lastenia
(Tucumán)
entre la ceniza despiadada de la malhoja que vuela
otros gallos deciden por sí mismos
algún retazo de poder,
ciertos honores.

Picos que horadan.
Bisturíes.
Espolones que rajan.
Tus gallos
(como aquellos sobrevivientes alados del Vesubio)
cuando el dinero de las apuestas de los hombres
ya no cuenta
libran otra batalla que también es eterna.


Monólogo interrumpido

Esto sucede en una habitación de mi cabeza
de cuyo trayecto no quiero acordarme.

“El silencio es malo”
  grita una mujer
que curiosamente pide silencio
cuando otros quieren escuchar música.

“Tragarse las palabras hace daño”
  dice
pero no ha dejado ni una sola palabra en el plato.

“Es necesario pedir ayuda”
  insiste,
mientras la sirena del coche de bomberos
aúlla en busca de un incendio desatado en otra cabeza.


Noticias policiales de la gleba

La fe de los creyentes
ha mutilado a este Cristo de palo
que sigue agonizando en la cruz.

Sus pies atormentados por un clavo
han ido desapareciendo lentamente
en las huellas dactilares
y en los labios resecos
de quienes todo lo piden
agotado el motor de tanto esfuerzo.

El Cristo sin pies
ya no desvela a los funcionarios del templo
ni a las autoridades judiciales
que no sabrían cómo rastrear
a lo largo de los años
y en población tan dispersa
el objeto sustraído.

Desde que un escultor
                hoy anónimo
le modeló ese rictus
la imagen del Cristo sufre sin parar.
Dicen que sus motivos son tantos
como hombres deambulan por el mundo.
Su dolor es atávico.
Su cansancio, inaudito.
A los pies ya ni los siente.


Terratrémol
(Terremoto)

a Gloria Bratschi, que aprendió
(y luego enseñó) a comunicar el desastre

La ciudad que todo lo ignora
duerme en paz.
Nadie atiende las máquinas
que leen la catástrofe,
y es noche feliz
con vecinos que conversan en la vereda.
Habrá estupor más tarde
        y fogatas
        y preguntas retóricas
a un dios olvidadizo.
Habrá nuevas lecturas
para antiguas injusticias
y una bendición
desde los aviones
que no llegará hasta los escombros.

¿Qué loba me amamantará mañana
cuando los escasos sobrevivientes
hayan huido?


Del libro La casa de té. Ediciones En danza, Buenos Aires, Argentina, marzo 2009

Rogelio Ramos Signes
Tucumán, Argentina

Rolando Revagliatti

Los que aman odiar

 “...el delito, como la locura, es un fruto de la simplificación y de la deficiencia.”
De la novela “Los que aman, odian” de Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares

Los frutos de la simplificación y de la deficiencia
suelen provenir de obstrucciones anímicas
camufladas con alharaca y chamusquina
racionalistas

El dogmatismo de sapientes, sabihondos, suicidas y analfabetos
con su inercia querulante
fomenta la compulsión detractora
demente tanto como
delincuencial.

*  *  *


Ahora te amo como después de haberte
amado como antes

Ya no es como antes que te amo

Con todo nuestro antes, es como ahora
que te amo.

*  *  *


La luz me teme
exhibiéndole
mi castración.

*  *  *


“...eso era infantil, es decir, incestuoso...”*

Un valsecito
                   bifronte
                   bífido
que se baila
como la cumbia

o una cumbia
                    bífida
                    bifronte
que se rememora
como a un valsecito.

*Ralph R. Greenson en “Técnica y práctica del psicoanálisis”, Siglo Veintiuno Editores, 1979.

*  *  *


Después fue

Después del apogeo fue
que nos enfangamos

Muertos, y rematados, ya el uno para el otro
bañaditos
denotamos un lacónico escepticismo.


Poemas Inéditos

Rolando Revagliatti
Buenos Aires, Argentina

Eduardo Coiro

*  *  *

Se desnudan. Ella apoya su espalda contra el respaldo de la cama. Abre sus piernas. 
Deja sus piernas dobladas, las rodillas quedan como una cima curva y perfecta. Un haz de luz que se filtra por los postigos entornados les da un aspecto irreal. Son la superficie de un planeta mágico.
Ella Desnuda. Con sus piernas abiertas y el sexo expuesto, recibe al hombre.
El hombre apoya su espalda en los pezones que chispean a la altura de los pulmones.
Ella lo contiene en sillón de mullida ternura humana. Abre un libro, recorre en silencio las páginas. 
Cada vuelta de hoja genera una brisa o un huracán en la piel.
Él se concentra en la respiración. Los pulmones son una caja perfecta de resonancia. Siente al latido del corazón de ella como doble latido del propio corazón.

Ella comienza a leer.
Su voz se eleva en catedrales.
En su voz que eleva en catedrales hay un eco de otra voz dormida. 
El hombre cierra los ojos. No está del todo allí.
Hay una niña que canta en latín. Cuando su voz vuela, se despega del coro y los fieles se giran, dejan de ver hacia el púlpito y buscan el origen a ese desgarro del aire que llega a los oídos.
Afuera, probablemente está nevando, el reloj de la iglesia está congelado como en una postal sepia a las 10 y 5 minutos de una mañana de domingo. Los tejados rojos cubiertos en algodones de nieve. El río D'Orba hace espuma al chocar contra los pilotes del puente de hierro y madera, y más allá el horizonte se eleva como en una visión de piernas que culminan en cimas nevadas de luz matinal.
El hombre, que se elevó lejos lejos para recuperar el canto de su abuela, ahora vuelve para sentir un cielopiel al presente de sus manos.


Pedacitos en viaje…

Cerca de la estación de trenes, en terrenos aledaños a las vías alguien guarda un barco tapado por partes con nylon, es del tamaño de un bote de los que utilizan pescadores artesanales que salen a alta mar. Cada vez que paso rumbo a la estación del tren lo veo. Trato de imaginar cómo llegó hasta ahí.
Cada vez que paso y veo ese barco me encuentro con la misma perplejidad de cuando trato de explicarme cómo llegué hasta aquí, desde que naufragio, intentando vivir.

*  *  *

Es la medianoche. Han apagado las luces del vagón para que la gente duerma.
Afuera hay luna plena y un cielo estrellado que ilumina el interior del vagón, dibuja formas extrañas según ingresan las sombras de los árboles altos que bordean cada tanto el recorrido. El hombre lee a Saramago gracias a una débil luz individual. Encuentra una frase que lo sacude: “La culpa es un lobo que se come al hijo después de haber devorado al padre”.
Piensa en su padre, nacido en un hogar campesino en la Italia de 1923. Ese sueño que lo sacudió ya anciano: los lobos se comían a sus ovejas y él no podía hacer nada para evitarlo. Así se despertó, de esa cara de espanto de su padre, el hombre no se olvida. Piensa en su padre, en él, en sus hijos. En otros padres con sus hijos. Todos acechados y finalmente devorados por la culpa. El espanto no lo deja dormir.
En los sueños de muchos hay aullidos.

*  *  *

Dos novios se dan un beso en el andén. La chica sube al tren.
Beatriz vuelve a decirle "cuando la gente se quiere ver, se ve".
Fue la despedida y ocurrió cuando ese hombre que mira era un adolescente de la edad del chico que quedó allí, parado en el andén, viéndola partir.

*  *  *

Después de kilómetros de viaje, con su nariz cerrada por el resfrío, el hombre percibe como se abre paso lentamente un aroma a sopa de vegetales.  
Un olor a hogar inunda el aire quieto de su habitación.
Ahora puede respirar bastante mejor que en los días anteriores. Se abren sus sentidos. Ese gusto a sopa le trae la voz lejana de su compañera cantando en la cocina…

“Who can buy this wonderfull morning?”
“Who can buy this morning to me?”

Desde su voz vuelve a oír el ritmo espontáneo del cuchillo cortando sobre la tabla de madera.
Pedacitos y pedacitos que fueron aroma y alimento.
Con la cama bañada en sol, el hombre abre sus pulmones y los llena del aire a sopa que flota en la habitación…

“Who can buy this wonderfull morning?”
“Who can buy this morning to me?”

Tiene razón. Nadie puede comprarle esta maravillosa mañana, cuando recibió como un golpe benigno del recuerdo ese aroma y esa voz.

*  *  *

En el cajón de las fotos sin presente hay una carta escrita a letra cursiva en italiano sobre el papel liviano que se usaba para correo internacional. Pudo traducir apenas el núcleo del mensaje “murió nuestra princesa” pues está ilegible por partes. ¿Salió llorada desde Paterno Di Lucania? ¿Su padre la lloró al recibirla?


Textos tomados de Inventiva Social, publicación editada y dirigida por Eduardo Coiro, Buenos Aires, Argentina
http://www.inventivasocial.blogspot.com

Eduardo Coiro
Temperley, Buenos Aires, Argentina

Jaime Icho Kozak

La historia no tiene prisa

La historia no tiene prisa.

Entro en el espejo y vuelvo.

¿De dónde vengo y quién vuelve?

No rompo nada,
sigo rodando el miedo.

Se muere sabiendo que es inútil
y se inventan leyendas,
pero Ella sin más resuelve.

La luz y cadáveres gloriosos,
están ubicados
según direcciones,
cosmográficas establecidas
de amores por componer.

La verdad es la peste.

Es lo idiota de ojos en blanco
en bellas esfinges,
cubiertas de sal
donde las naves se impacientan
y vuelven a temblar con los vientos.

Así a veces,
uno piensa que no ocurre nada
y camina por calles
sin notar señales
y se cree a solas.

Otras veces,
registramos alarmas
cuando en viejas fotografías
vemos detalles
que no habíamos detectado,
estuvieron siempre,
quizás sin saberlo,
han estado allí.


Ahora andarán diciendo

Ahora andarán diciendo
que voy por la vida
como iris migratorio,
sin moldes ni orillas.

Sumido en cúmulos nocturnos,
arbustos desarraigados
construyen
mis evoluciones geológicas.

Formo parte de mis sueños
en tiernas semejanzas
incitándome a amar las distancias.

La soledad huye
cuando anudo cabelleras hipnóticas.

Enlazándome a tu cintura cambiante,
no apresuro pasos.

Veo germinar en nuestras entrañas,
nuevos universos.

Si he de invocar
la indisoluble combinación
del espíritu y mi otoño,
será en lo que perdure:
futuras estampas
y ciertas antiguallas
que tal vez
alguien recuerde.


Galope apasionado

Los días transcurrían calculando
el rendimiento de los surcos
que se han de llenar
con el apasionado galope.

Al pie de carretera pensaba:
no está mal, ser un arado
y vislumbrar más que el espacio,
los territorios del tiempo
donde el hombre espera
mientras agoniza.

Hay belleza y gratitud
en la vitalidad del pan nuevo
y sus sabores acelerados
por sutiles espirales
de consumadas realidades.

En contacto con otros climas y abismos
florezco en la nieve y me sumerjo
en densidades de espejismos.

En trote apasionado vienen alientos
sobrepasando silencios.
Culminan la transfiguración del carbón
en brillos diamantinos.

Mis brazos extienden
rastros de tempestades
y la sed me lanza a existir.

Nuestros vientres sonoros
gestan latitudes de soles,
voces de islas donde reposa el alma.

Las distancias recorridas nos unen
porque el infinito no puede recorrerse a solas.

Es una férrea ligazón a la que obedezco
y al tallo de acuáticos tejidos,
en vidas desbordando
emulsiones cambiantes
contra lo que pueda oler a destrucción.

Allí, en la invocación del viento,
entrego mis vacíos.


Jaime Icho Kozak
Madrid, España

Lao Paunero

Atrás de la poesía

detrás de las letras
hay un universo

más allá de las palabras
y de los versos

hay un mundo para encontrar
la vida del más allá

mucho más lejos del lápiz
que llevo en la mano
hay toda una vida por vivir

hay mucho más para decir
que lo escrito
o por escribir

hay mucho más
hay mucho más allá de acá

bajo la superficie
se puede flotar
sin nadar


Esquive

no remuevas
la llaga que te duele
aunque no cicatrice
resultará inútil

pero guárdala
en tu fantasía
haciendo como
si ya se hubiera ido

agárrate de la risa
poniendo tu mejor sonrisa
que para llorar
habrá ocasión
y te hará bien
derramar el llanto

no busques entender
esas tristezas
ni pretendas
ser muy entendido

cárgalas en tu haber
vos y vos sólo
que no habrá
quien te acompañe

encauza más bien
su caudal en río
que riegue de nutrientes
una nueva vida………


Transcurrencia

deseos de atrapar segundos
se aglutinan
y me encierran

el tiempo que transcurre
no me engaña
ni se ensaña

la mañana tempranera
me encanta
no me espanta

la noche acontecida
no me duerme
me despierta

como águila cazadora
no dormida
siempre alerta

mantiene mi espíritu en vilo
no desafilo
recortando a los minutos
en instantes

hacia adelante


Lao Paunero
La Plata, Buenos Aires, Argentina