domingo, 22 de junio de 2014

Editorial

               revista literaria 

con voz propia nº 60 – junio 2014


         publicación creada en noviembre de 2006
           distribución y publicación gratuitas



Cierra tus ojos y verás claramente.
Cesa de escuchar y oirás la verdad.
Permanece en silencio y tu corazón cantará.
No anheles contacto y encontrarás la unión.
Permanece quieto y te mecerá la marea del universo.
Relájate y no necesitarás ninguna fuerza.
Sé paciente y alcanzarás todas las cosas.
Sé humilde y permanecerás entero.
Lao-Tsé



Celebración de la voz humana / 1

Los indios shuar, los llamados jíbaros, cortan la cabeza del vencido. La cortan y la reducen, hasta que cabe en un puño, para que el vencido no resucite. Pero el vencido no está del todo vencido hasta que le cierran la boca. Por eso le cosen los labios con una fibra que jamás se pudre.
Eduardo Galeano



Poema 3

Sólo la sed
el silencio
ningún encuentro

cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

Alejandra Pizarnik

  
--
Los animales aceptan y los humanos esperan. Nunca oirás a un conejo decir: espero que el sol salga esta mañana para poder ir al lago a jugar. Si el sol sale o no sale, no estropeará el día al conejo. Es feliz siendo un conejo.
El caballero pensó en esto. No recordaba a ninguna persona que fuera feliz simplemente por ser una persona.
Robert Fisher
--
          

Autores publicados

revista literaria con voz propia nº 60

junio 2014
                  autores publicados en esta edición: 
  
- Andrés Bohoslavsky
- Alejandro Drewes
- Analía Pascaner
- Eduardo Dalter
- Alba Estrella Gutiérrez
- Gustavo Vaca Narvaja
- Eduardo Coiro
- Elisabet Cincotta
- Jaime Icho Kozak
- Bertha Carou
- Graciela Bucci
- Áurea López Quiles
- Griselda Rulfo
- Oliver Robertt
- Jaime Villanueva Donoso
- Silvia Susana Rivera
- Mari Betti Pereyra
- Elsa Solís Molina
- Victoria Servidio
- Luis Vilchez
- Ada Inés Lerner
- Daniel Gorosito
- Concepción Sedano
- Martín Giovio
- Jerónimo Castillo
- Alejandra Zarhi
- Carlos Figueroa
- Silvia Savall
- Elmys García Rodríguez

--
Información de Concursos en:

             revista literaria con voz propia
             ISSN 2314-0275

             Edición y dirección: Analía Pascaner
             San Fernando del Valle de Catamarca
             Catamarca – Argentina
                                              

Andrés Bohoslavsky

Poeta


Si me preguntás qué es un poeta
sinceramente no sé la respuesta
pero quiero hacer un esfuerzo
decirte algo, aunque sea incompleto
y aparece un lugar, una pradera
en la pradera una casa y un molino
en la casa un viejo con ropa destrozada
libros tirados, perros que ladran
canillas que gotean, ventanas rotas tapadas con cartón
unas hojas sobre el piso
el sillón que más me gusta
ahí estoy sentado, mirándote
preguntándome que hice con mi vida.


14 de Julio de 1904, noche
                                                      
                                          a Chejov

Imagino
que antes de toser, por última vez
la dama del perrito
te pasó la mano por la frente
y tus ojos que paseaban por el lago
se ahogaron entre sus dedos.


Un artista en el banco

Si existiera Dios
-pensaba Julio, mientras sumaba cheques-
podría haber sido artista

un Renoir / un Ibsen
un Chaplin /un Morrison
un Mozart / un Fellini
un Tolstoi / un Modigliani

simetría imperfecta
confundir el monte del Sinaí
con la caja de atención al público.


Crisálida


Ella compra un ticket sin destino
sube al tren del andén once
en el asiento 41 suelta la crisálida
que encerré en el cenicero hace años
cierra los ojos
y cuando los vuelve a abrir
la vieja del poema de Lawrence Ferlinghetti
sigue diciendo:

mia mascotta, mia mascotta

mientras por la ventana aparece una cabaña
al borde del mar
envuelta en miles de mariposas amarillas.


Naturaleza muerta


Los que están en la foto.

Sobre el ocre dice Kiev, 1903
yo no estaba allí
estoy acá

un tiempo más de exposición
hasta que cierre el diafragma
y me coloque sonriendo
como siempre, junto a Vania.


Olas

Las olas rompen cuando alcanzan cinco veces la distancia
que hay hasta la cresta.

Al igual que los hombres
la rompiente se encuentra lejos,
pero no tanto como para que otros no la vean

el mar parece calmo
pero un tsunami pasa por debajo
las casas están prolijas aunque tu alma se incendie
una guirnalda destella en la proa
una ballena cruza por delante, emigrando
en busca de krill
que ha mudado por la temperatura del mar.


Nadie encuentra lo que busca, parece.


                                       Del libro Explotaciones y otras bellezas


Andrés Bohoslavsky. Desde algún lugar del mar


--
Sereno ante la puerta que pronto traspasará, porque ya sabe cómo vencer al destino, atrincherándose en lo indestructible: el momento presente. Viviendo el ahora en todo su abismo.
José Luis Sampedro
--
           

Alejandro Drewes

Al hermano, en su agonía

Pero aquí abajo la muerte
se paga viviendo
Giuseppe Ungaretti

*

Contigo hasta la final
estación de tu viaje

Pienso en el aire
de ti que se demora
aún en nosotros

Lejano el dios
de los vivos 
y los muertos
acaso sabrá 
lo que sentías entonces
lo que hubo de fugaz
en la celda simple

de las manos juntas
sobre tu pequeño
lomo  hirsuto y triste
como el mundo

y se apagaron 
tus ojos al fin
como un candil
en plena noche

Por un tiempo
han de seguir
tus orejas enhiestas
como estaban
en atenta escucha

Para ti sea toda 
la paz, hermano,
para ti en la fosa gris
que nos dejaste
con gemido.

                  6.6.14  9.50 am


No

Sabes, no dudo de ti, ni del tiempo
que ha de arriar inclemente
cada bandera. Has de llegar pues
sin aviso ni señas, y será
tal vez un domingo bajo la misma
lluvia que empapa el lomo de los perros
de Dios. Será como el paso
de un sueño a otro sueño
y otra vez otra mano
sutil ha de abrir la eterna partida
de ajedrez de toda ruina y olvido.


Mientras cae a plomo la noche

uno escribe bajo la sombra
fantasmal de las galaxias
otras líneas oscuras del Diario
deste viaje sin regreso

uno escribe como si nada pasara
como las marcas de agua nocturna
en hondo bosque, en plena tormenta

de Dios, uno escribe y el rayo de pronto
y la furia, y ese vacío infinito


Intemperie

Camino en mitad de la noche, ahí
donde no acude al conjuro la voz
que quisieras ni la sombra fiel de Lenore
bajo el círculo de oro llega. No,
sabes ya que no hay otro sol más allá

ni otro tiempo que hoy para el viaje
agotador de los huesos. Apenas un ligero
dilatarse la espera, un susurro del viento
entre las hojas del bosque, tan lento.
Y en cornisa buscarse, amanecer a lo lejos.

Windschief


Poemas tomados de AERA Revista de Poesía


Alejandro Drewes. Buenos Aires, Argentina


--
El hombre grande es aquél que en medio de las muchedumbres mantiene, con perfecta dulzura, la independencia de la soledad.
Ralph Waldo Emerson
--
            

Analía Pascaner

Pesadez

No hay una gota de viento, exclamarían los paisanos catamarqueños.
El aire entra lentamente a mis pulmones llenándome de pesadez. El humo del cigarrillo se estanca cerca de mí, quiero elevarme junto a él y alcanzar el cielo, sin embargo no puedo hacerlo. Estoy cansada, las piernas me pesan, mis brazos rehúsan moverse, mi cabeza adquirió enormes dimensiones, mis pensamientos se fugaron. El aire me retiene anclada en el banco del jardín.
La luna permite que la noche sea clara, observo las estrellas titilantes, trato de elevarme hacia ellas y tampoco lo consigo. Las sombras plateadas se muestran brillantes, pero no las puedo disfrutar porque mi cabeza late con tal fuerza… siento estallará en cualquier momento. El aire me asfixia en esta noche insoportablemente calma.
Algunas mariposas revolotean perezosamente golpeando contra las luces. Un grillo rompe el silencio en la lejanía. La perra, echada a mi lado, ni siquiera mueve sus orejas cuando un bichito nocturno se posa en su cabeza.
El verde de las plantas y los árboles, desesperadamente quieto, espera un soplo de aire, una mínima brisa que lo despoje de la tierra que lo desluce desde hace días. Mi vista se detiene en el lapacho: sus ramas abrazan quedamente a la Santa Rita. En las plantas pequeñas, tan aplastadas como yo misma lo estoy en este banco, se percibe con mayor nitidez la inmovilidad. Casi imperceptiblemente, como si un movimiento rápido pudiera desprenderla de mi cuerpo, giro mi cabeza mirando una por una todas esas plantas, las de hojas grandes y pequeñas, las más altas y las más bajas: no percibo la menor oscilación.
Observo las montañas, el contorno perfectamente recortado en el cielo claro. Imagino cada piedra y cada arbusto debajo de ese azul intenso que ostentan hoy. Debo apartar mi vista de ellas pues las siento abalanzarse sobre mí a cada minuto que pasa.
Todos estamos envueltos por la misma amenaza. No cierro mis ojos por temor a confundirme en este aletargamiento continuo. Si tan sólo un pequeño movimiento nos sacara de este sopor… mas el movimiento no llega.
Mi mente se despeja momentáneamente, pienso en aquellas veces en que me resultó fácil partir colgando de una nube o montada en un satélite. Hoy no hay nubes, hoy no hay satélites. Hoy no se atreven a surcar el cielo espeso que me envuelve hasta ahogarme. Hoy todo es calma, todo es quietud, nadie se arriesga a desafiar al aire denso que nos estanca en esta noche interminable.
                                                                            Mayo 2003


Analía Pascaner. Nació en Buenos Aires. Reside en Catamarca, Argentina


--
Seamos ese pedazo de cielo, ese trozo en que pasa la aventura misteriosa, la aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño.
Vicente Huidobro
--
              

Eduardo Dalter

POSTALES LONDINENSES

Hora

Racimos de flores rosadas sobre
      las rejas
del viejo ministerio, que lucen
      como pinceladas
en medio de lo abierto y de lo
      gris.
A esta hora, todo se aquieta en
      estas calles
donde otrora Churchill anduvo
      por los bordes
calientes en medio del oscuro
      tronar
de la Luftwaffe. Hace sólo un
      momento
un hombre pensativo contra la
      vidriera,
y con su rubia cerveza, miraba
      hacia la calle…
bajo un halo de soledad, que es
      semejante en todos lados.
Todo parece aquietarse a esta
      hora
extraña en estas calles anchas,
que quedan flotando así, como
      del tiempo.


The Globe
W.S., en memoria

400 años borran todo,
      no siempre
a la piedra, ni a la letra,
que a veces es más duradera
      y sólida.
Por lo demás, el gran río
      siempre estuvo
ahí, y durante algunos meses
      aciagos,
bombardeado por las noches.
      La memoria,
tantas veces volátil, incierta,
      escurridiza,
suele también tener la opaca
      firmeza
del granito. Pero 400 años
      borran
todo, hasta los edificios que
      parecían destinados.
No así algunas palabras,
     algunas voces,
donde parece los tiempos
      respiraran.


La ventana
Faber & Faber

Por esta ventana, entre
      cuarteto
y cuarteto, seguramente
      el poeta
habrá buscado en el
      espacio
y en el paso de la gente
      una respuesta.
Toda ventana abierta,
      siempre
alienta. La poesía,
      algunas veces,
suele ser una ventana,
      donde
el viento llama y deja
      signos.
Además, me digo,
      ésta no es
ni será ya cualquier
     ventana.
Una ventana alta
      para airear
los versos de Mr. Eliot
      para siempre.


Viejo cementerio

En el viejo cementerio de
      Old Brompton,
de antiguas lápidas
      carcomidas
por los soles y las lluvias,
      algunas dibujadas
sin prisa por el moho,
      se extiende
un camino por donde
      los caminantes
apaciguan su momento
      entre los árboles,
mientras los pájaros chistan
      y revolotean
ocultos en lo alto de las
      copas.
Todo está dicho, pareciera,
      en el paisaje,
donde una parte oscura y
      presentida
yace más allá del tiempo
      y de los aires,
en tanto el sol ilumina
      débilmente
la frágil brevedad de todo
      lo que respira,
puja, arde, y olvida.


Del poemario Dos cigarrillos para Eliot;
Londres, mayo de 2013 y mayo de 2014.


Eduardo Dalter. Buenos Aires, Argentina


--
El proyecto es el borrador del futuro. A veces, el futuro necesita cientos de borradores.
Jules Renard
--
         

Alba Estrella Gutiérrez


llevo tu corazón
entre mis ojos
y deshilvano los hilos de la muerte
lo que fui y no he sido
lo que soy y seré
siempre ignorado
todo es efímero
y algún día me iré
sin equipajes

y sólo llevaré tu fiel mirada
  
*  *  *
 
tocar la belleza
imprecisa de los rostros sin nombre
abrazar la llovizna del crepúsculo
y anidar el espacio de lo ineludible
hay puertas que cerrar

y aún ventanas
  
*  *  *
  
y el ángel
pequeño
como un grillo en el sol
tardeando nostalgias
un ángel pequeño en el mar
sucedió
meridiando en viejas nostalgias
una lágrima guardó entre sus alas
y un pequeño tigre tatuado en su piel
pájaro herido de amor

y una vez sucedió


Alba Estrella Gutiérrez. Buenos Aires, Argentina


--
Muy débil es la razón si no llega a comprender que hay muchas cosas que la sobrepasan.
Blaise Pascal
--
        

Gustavo Vaca Narvaja

Visiones

¡Eh…tú, mujer fantasiosa!
¿Recuerdas aquellas visiones de fantasías que sometían tu vigilia
a desgastes innecesarios?
O aquellas realidades que de tanto verlas… ignoraste
¡Ah! sensible dama retenida, y ahora reconciliada de bondad
Permite que te embista con una memoriosa cordura
tan firme y decorosa, como esa que llevas en silencio
ceñida a una soledad, y respirando una dicha sombría
que se adhiere de una multitud, envuelta en velos de necedad
¡Eh tú… dama rebelde!
¿Te acuerdas cuando invocabas apasionada, una razón anhelante?
Y yo… sólo posaba mis pies en baldosas agrietadas
y me alejaba cabizbajo, buscando el anillo de luz de un farola añosa
meditando tontamente, qué tan cerca o distante es un recuerdo vivo,
como si especulase… que el pensamiento,
fuese un hilo de plata indestructible y resistente al tiempo
Pero sabes, que a pesar de esa tumultuosa trayectoria,
el movimiento, y su raíz, permanecen en una plácida y sedentaria nobleza
¡Ah...si me dices cuándo… tal vez!
Fue en aquel otoño de luces ocres y naranjas
cuando las hojas se desprendían balanceando su protesta al desarraigo,
y los rayos del sol decidieron dormir cada día más, en el ocio gris del invierno.
¿Recuerdas cuando una suerte de armonía, señaló la restitución
del tiempo perdido, apareciendo luego, exageradas leyendas
que tú consentías sin fuerzas, vencida y abatida?
¡No lo recuerdo…no puedo!
¡Ah! …. ¿Sabes?
Yo he reforzado mis límites a la razón, donde un humilde delirio me complace
y lo sumé al crepúsculo, que habita en un extraño murallón solitario y perezoso
Y en esa permeable pared ociosa y gris, puse todas mis energías…
¿Adónde?... ¿Puedes decirme?
Observa con tu cristalina curiosidad, entre esas hendiduras de aquel muro desprolijo donde cientos de piadosos retiemblan meciendo sus vicios al bronce y plata, alterando su propio futuro… y allí: Me hallarás
¿Por qué lo dices?
Porque algo se derrumbó en mí, al no gozar de esa emigración concedida
Algo misterioso, oculto, o trágico de esa época, me estaba perturbando
¡Pero cuando alerta, descubrí la cercanía de una razón mercenaria!
…Ya no había fuga posible
Bastaba encontrar el camino del eco, y seguir transitando
con voluntad y tesón, para emerger incólume y sin renuncios
-¡Ah mente tan torpe!-
¡Qué oscura resulta la sombra en la noche!
¡Qué pesada carga odiosa y vergonzosa, llevas tan tarde, luego de
pasear perezosamente tu ocio, por anaqueles colmados de obras consagradas
desafiando así a todos, con una desconocida estampa de fastidio!
¿Y aún así… te quedas?
¡No!... Me voy, me alejo
Decidí el regreso a la soledad de las montañas
escapando de mansas tinieblas y de una animalidad creciente
que sofocaba todo el mapa del espíritu…
¿Pero…sabes?
Sólo quedan fosforescencias intensas y brillantes de tu estampa
en esa morada absorbente de escarmiento ya olvidado
Es entonces… cuando súbitamente, apareces con tus ojos encendidos, las mejillas rozadas, y tu cabello rizado, retozando en una eterna travesura de vanidades…
Y en aquel universo sin secretos ni fronteras. Sin murallas, sin límites
floreces con una silueta que hace sombra cuando eres liberada de la bruma
que te oculta y ensombrece, y es allí; cuando regresas con la sonrisa de memoria viva y con los brazos abiertos colmados de sueños
¡Ah…!
Cuántas atractivas visiones tiene una vida
cuando el goce y el júbilo anidan el mismo sitio.


“Que no te entristezca ser mortal y no conocer recuerdos y menos aún la eternidad, porque la eternidad está en ti. Y en esa permeable pared ociosa y gris, puse todas mis energías…”

*  *  *

Emerges

De esos peñascos
fríos, grises, imperturbables y dormidos
¡Emerges…!
De esas penumbras ocultas, sumisas, inmortales
¡Emerges….!
Traspasando muros
que no admitían tu libertad y libre albedrío
rescatada fuiste entre finas grietas de tu historia
¡Emerges…!
Indagando una nueva luminosidad 
sin perder de vista el aura que la rodea
¡Emerges….!
Ante quienes miraban con desdén
la soledad inquieta quebrantada por el tiempo
e insinúas que el arrojo existe, no como excepción
sino tal vez, como medio… entre riesgos y azares
Y…
Cuando desorientada y abrumada miras
con visible inquietud, la inercia contemplativa
de la desazón que te atormentaba…
¡Emerges….!
Entre sueños estrellados y carcajadas festivas
de picarescas generosas risas
rugiendo encrespados gemidos, colmados de franqueza
y frescura sana
¡Emerges…!
Con sabiduría serena, en conductas razonables
dejando atrás, laberintos sórdidos de inútil sufrimiento,
para luego excusarte ante el recuerdo
que florece en lo bello y sublime
que vive aún en este tiempo…

 
Gustavo Vaca Narvaja. Córdoba, Argentina


--
La vida en tiempo se vive
Tu eternidad es ahora
Porque luego
no habrá tiempo para nada
Luis Cernuda
--
                

Eduardo Coiro

¿La vida es frágil o fuerte?

En el tren estaba sentado al lado de un muchacho que leía “Adiós a la filosofía” de Cioran.
Miré de reojo el texto y leí la palabra “escupitajos”.
Cuando bajé caminé unas cuadras y entré a una librería con la curiosidad del libro. Me atendió una anciana muy vital que echaba chispas desde unos ojos muy claros.
Parecía la dueña y protestaba sobre alguien de su familia, un empleado le prestaba cierta escucha mientras acomodaba unos libros en los estantes más altos.
La situación me desubicó -creo- porque en vez de preguntar por el libro de Cioran le pregunté ¿La vida es frágil o fuerte?
La anciana bajó desde aquella nube donde expresaba sus problemas familiares y se dispuso a una respuesta:

Soy catalana. A los 14 años por una enfermedad estuve en coma por 4 días. A mi madre le dijeron que no podría hacer el equilibrio necesario para caminar.
Y la pobre quería dejarme en cama. Pero yo no me quedé. Me levanté, me caí y me desmayé. Luego conseguí andar en patines, me caía y me volvía a levantar.
“Me caigo y me levanto” decía una y otra vez.
Vivíamos en una chacha en Entre Ríos, al poco tiempo anduve a caballo.
Y seguí andando a caballo hasta unos años atrás. Tiré todo lo que me sujetaba.
Tuve hijos. 7 nietos. Y aquí estoy.
Pero le costó la vida a mi madre.
Ella que me veía tan frágil se murió a los 53 años.

La felicité. Me fui pensando que la vida es frágil y fuerte a la vez.

*

Miró la ventanilla. Por instantes era verse en un espejo.
Y pudo ver, no la extensión de la llanura. Sino la profundidad del desamparo en su mirada.
  
*

En la memoria de su madre siguen inamovibles lo vivido en la casa de sus abuelos.
Otras cosas deben haber desaparecido para siempre…
Pero el cabo Chitrangula sigue entrando desde las vías a los fondos del terreno para robar gallinas y el viejo Nicola Zucca -su abuelo-, sigue disparando una perdigonada que ilumina la noche.
-No dispare don Zucca… soy yo, Chitrangula, -se animó a decir el cabo.
El resto de la historia vuelve a la oscuridad.


Tokio norte

La anciana viene por la calle empujando un changuito de supermercado. Levanta la cortina. Cuando entra saca del changuito a un perrito de tres patas. Adentro la espera como único habitante visible un gato negro echado sobre una mesa de billar.
En el frío de los techos altos unos fantasmas que resisten irse pueden ver cómo la pequeña anciana cumple todas las mañanas con la secuencia de un ritual los pasos necesarios para abrir ese espacio de nostalgia que tiene la escenografía de un bar con billares.

*

El tren se detendrá pocos minutos. El hombre baja a estirar las piernas. 
Cuando volvió a funcionar el tren -se entera en el andén- no había nada fuera de la estación y unos pocos habitantes. Al poco tiempo construyeron una enorme iglesia, que ocupa una manzana completa. La estación tiene su publicidad en una enorme cartelera: “Pare aquí de sufrir”, más abajo se leen horarios de culto para la semana. 
El hombre abre una pequeña agenda y anota, espero no necesitarlo -se dice- pero por las dudas se lleva anotado: 
“Reunión de los casos imposibles. Domingos 18 horas.”

*

En el andén una gitana lee las manos de los recién llegados que la aceptan.
“Cuídese de la gente que no da nada… y más aun de los que viven colgados del cuerpo de los otros” -le dice al joven que fui y prometió no olvidarlo.

*

Un hombre viejo vivía en un vagón abandonado que originalmente fue del ferrocarril Santa Fe.
Su hogar y lugar de trabajo era una carbonería que quedaba a 200 metros de la estación terminal del tren de trocha angosta. Fue ferroviario.
Fue testigo de años de historia ferroviaria:

“Entré de pibe, era auxiliar de instalaciones, creo que fue en 1952, un poco antes de la muerte de Evita. Y estaba cuando cerraron el taller, cargaron todo en vagones: máquinas, locomotoras, herramientas, todas apiladas como chatarras, había una máquina que permitía girar y agujerear en 360 grados, hermosa, una belleza, se llevaron todo y nunca supimos adónde”. 
-Decía mientras pesaba leña de quebracho en “La Mulatiere”- Una balanza que se usaba para pesar carros. Puede pesar de un gramo a 30 toneladas. Se lee en letras de hierro un nombre que expresa la lejanía de quien la fabricó:
B. TRAYVOU CONSTRUCTEUR.
Durante años fue juntando como un ciruja los objetos ferroviarios que se tiraban a la calle cuando se cerraban ramales y se vaciaban edificios enteros.
-Quiero hacer un museo en la estación de Berra donde vive mi familia.

¿La estación que preservó su familia como casa llegará alguna vez a ser un museo ferroviario?
¿Será cumplido el sueño de Don Tito?

*

Viaja sin respuestas por la vida. El psicólogo que le vuelve a preguntar:
¿Cómo llegaste hasta acá? ¿Cómo?
Y él sin respuesta. Ni siquiera para contestar con una ironía: “en el tren de las 10.40 hs”
  
*

Le dejó su tarjeta, un modo de dejar su nombre en el recuerdo de otro, en este caso del joven vecino de asiento que ocupaba la ventanilla y que desistió de la indiferencia para conversar. El hombre de la tarjeta tiene 75 años y viaja a recibir su título universitario. Con glaucoma y cataratas a cuestas ha logrado aprobar todas las materias y llegar al mismo título que no pudo lograr su hija, detenida desaparecida por la dictadura. Ese compañero circunstancial de viaje encuentra años después la tarjeta entre papeles apilados y la lee: Alberto Ramón Acosta. Fotógrafo Acosta.


Textos tomados de Inventiva Social, publicación editada y dirigida por Eduardo Coiro, Buenos Aires, Argentina
http://www.inventivasocial.blogspot.com


Eduardo Coiro. Temperley, Buenos Aires, Argentina


--
De nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos.
Thomas Carlyle
--
               

Elisabet Cincotta

Ella espera

Ella desea la última palabra
redención de tantos desaciertos
la misma que brinde la alegría
de haber costeado los espantos

Ella está desahuciada de lamentos
angustia de despedida sin perdones
oscurece el día aunque la rosa inicial
de primavera otorgue lágrima rocío

Tiembla el pulso otrora firme
quema el olvido entre papeles
no fluye la palabra y sigue
ostentando avances sin dejar huella

Así ceñida de errores ofrece manos
su dolor es más fuerte que la espera
sabrá que no habrá rencores sin la frase

sin embargo aún la espera


Historia

Has perdido el hilo
la mano el triunfo

has querido victorioso
fecundar la vida en limosna
un futuro a corto plazo
y no has llegado a comprender
la risa del que sufre
porque sufrir a veces es canto
y no borra la dicha del día
la pobreza
has mirado el hoy
con hiriente desparpajo
y pisado la ternura del que ama
y así sigues prepotente lastimando…
lastimando
la carencia del sentir no la oculta
el poder ni la exigencia
mientras tanto tu mano
se bifurca entre cencerros
y anuncia lentamente la partida
sin embargo necio de tu historia
levantas la cabeza y caminas


Llueve la soledad

mañana el sol penetrará la rutina
desde las esquinas el barro oscilará
niebla

un viento agosto repartirá pétalos
desde un rincón de flores
siempre tuyas
mientras una lista de quehaceres
enfrentará al mediodía
con temores nuevos
y nitidez agreste

más allá
quien sabe cuánto
el cielo torbellino de recuerdos
amenazará con nubes al destino
                   en esta soledad que llueve ausencia


Elisabet Cincotta. Buenos Aires, Argentina

--
Cuanta más luz haya en nosotros, más brillante será el mundo en que vivimos. 
Shakti Gawain
--
             

Jaime Icho Kozak

Nadie me lo pidió

Nadie me pidió
que mi espíritu tenga insistencias
en encontrar límites,
y olvidarlos a tiempo
en forma de nacimientos y luces.

Mis brazos son una expedición
a la inseguridad de la simetría.

Sublevan cegueras venosas
deslizándose sin cautela.

Me gustan tus tímidos aderezos
dando vueltas a la tierra,
buscando sus entrañas
sin olvidar que el día
se anilla entre mis dedos
y la difícil quietud de los vientos.

Llamo con toques de retina
a los siglos de tedio enfrascado
en ingratas líneas
de felicidad en tus manos.

Tanto pulo las palabras,
que si resbalo en ellas
caigo en la horma
de los sustantivos
que se adjetivan
al nombrarme.

Con todo, hay algunas
no dichas o no escuchadas.

Nadie me preguntó
si había aprendido a amar
hasta perder la duda,
que amanece en mis labios
forjados en tu risa.


Ojalá pudiera escribir

En mis manos caen gotas de rocío
y quedo contemplándolas,
sin saber en qué tiempos.

Anuncian densidades cercanas,
olvidos donde vuelven
amigos que amé,
escritos en caminos
con olores a pieles.

Nada tengo que olvidar.

En mis cuerpos
habita un minuto más.

Cuando no esté
no habrá recuerdos
acompañándome.

Marcas fugitivas en la arena.

A veces salgo exhausto a abrevar,
y voces como olas tibias
me envuelven
en mareas,
lunas y horizontes.

Cuando no quise beber el vino,
por no gastarlo,
se me agriaba en la copa.

El mundo vive fuera de mí,
y ya no indago
por insinuantes criaturas,
ni por quienes me preguntan:
¿a dónde te encaminas?

Quizá no sea tarde
y me aleje de sombras,
vuelva con la próxima lluvia
a caminar por la ciudad,
acostumbrado
a la densidad de la tierra,
y ojalá pueda escribir.

Poemas inéditos


Jaime Icho Kozak. Madrid, España

El autor ha presentado en mayo del corriente año, su libro Habrá otra vez, de Editorial Grupo Cero. Acerca de este libro, expresa Teresinka Pereira:
                ¿HABRÁ OTRA VEZ?
La colección de poemas de Jaime Kozak que tengo en mis manos, lleva el misterioso título de “HABRÁ OTRA VEZ (1)” sin la interrogación que le he agregado. El poema que da el título dice:
     Pregunté a los ancianos de las tribus
     si puedo iluminar rostros en derivas amadas,
     me respondieron:
     cuando los pájaros
     que anclan levanten vuelo,
     no pedirán permiso.

    ¿Qué esperar sino el rayo
     que devuelva al avaro la llave de la vida?

     Habrá otra vez.
            (pág. 79)
El tema es tan misterioso cuanto el título y se presenta por eso con unos versos herméticos que abren una pequeña luz de metáforas dejando al lector satisfecho por creer que lo ha entendido todo. Los versos y el tema me recuerdan que en el pasado, debido a una gran amistad que yo tenía con el poeta Henri de Lescoët, fui a visitarlo en Nice, para entrevistarlo por ser candidato de la Asociación Internacional de Escritores y Artistas al Premio Nobel de Literatura, en 2001. Cuando anuncié mi visita, Lescoët, quien había sido amigo del poeta Jean Cocteau, me envió un poema del mismo, que seguía inédito desde su muerte. Me decía en la carta, que el poema era un aviso. Pero en aquella época yo no lo entendí muy bien. Decía:
    Poema inédito de Jean Cocteau
         Alto, mi corazón
         Es el final del viaje.
         Partir es vivir,
         También cambiar,
         creyendo que se regresa
         a esta edad
         en la cual se escarnece
         del peligro.
            (Traducción de Teresinka Pereira)
Llegué a Nice unos días después y Henri de Lescoët acababa de morir, a los 95 años de edad, sin llegar a recibir el Nobel. Entonces entendí el poema que me había enviado. Desde entonces el tema me dejó recelosa…
Sin embargo Jaime Kozak siendo tan excelente como estos poetas citados, es todavía joven comparado con ellos. Parece que se siente maduro, de una madurez positiva, como lo dice en su poema “La madurez no es la muerte”: “es el fuerte puño/ que cubre el pan”. (p.87). Todo en el libro me parece listo, no por vejez, sino por la “certeza de muertes próximas”. Y es que la muerte de amigos nos dejan culpables, por mayores que sean ellos.
Uno puede empezar a sentir el peso de los años con mucha antecedencia, como el dramaturgo romano Terencio que a los treinta años ya decía que “La vejez es en sí misma una enfermedad”. Pablo Picasso no creía lo mismo, porque a los 92 años decía: “Lleva mucho tiempo para volverse joven”. De esto vemos que edad, vejez, madurez es cuestión de sentir las circunstancias. Jaime Kozak dice en el poema “Sólo hay que andar”:
         Veo frondosos valles de vejez,
         mientras me palpo el mentón
         en acercamientos acuosos.
               (p.50)
HABRÁ OTRA VEZ es un libro de tres partes: FÁBRICA DE ALMAS/ LITURGIA PARA UNA OREJA/ HABRÁ OTRA VEZ. Cada parte corresponde a una etapa de vida, de la más joven a la mayor y tiene una buena unidad de temas y estructuras. En la primera parte, en el poema con el sugestivo título “Al otro lado del libro” encontramos que desde el principio el tema de la vejez gana el peso que va a dominar el conjunto. Por eso el libro se hace tan interesante para el lector de cualquier edad, porque lo que se tiene miedo al final no es a la vejez, sino a la muerte, principalmente la muerte del amor, estando uno todavía vivo. Es el miedo de vivir solo y sin amor. Pero la poesía del amor no muere nunca. Tampoco envejece, aunque uno pueda pensar que sí se puede. En esto, para finalizar, quiero citar los versos de “Al otro lado del libro”:
           Trabajo el oficio de envejecer
           donde no flojea el horizonte,
           y la bella constancia
           de lo que va a decirse,
           se repite exactamente
           sin trascendencia
           como un saludo incomprensible.
                (p.24)
Todos queremos la madurez de la poesía, y queremos a la vez que no envejezca nunca…

(1) Kozak, Jaime: HABRÁ OTRA VEZ. Madrid, España. Editorial Grupo Cero. 2014

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Desde que me cansé de buscar he aprendido a hallar.
Friedrich Nietzsche
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