viernes, 29 de noviembre de 2013

Editorial

               revista literaria 

con voz propia nº 57 – noviembre 2013


         publicación creada en noviembre de 2006
           distribución y publicación gratuitas


                           transitando sus primeros 7 años
                           como publicación independiente
  


Y yo siempre he pensado que las palabras más sencillas deben ser más que suficientes. Con decir lo que está pasando a cualquiera se le tendría que romper el corazón.
Bertolt Brecht
--


Brindar por brindar
Por Mex Urtizberea

BRINDEMOS. Brindemos todo lo que podamos brindar.
Brindemos por brindar.
Brindémonos.
Que todo el mundo brinde lo mejor que tenga para brindar.
Que cada uno brinde su aporte.
Que el mundo brinde oportunidades; que los economistas brinden soluciones; que los comerciantes brinden mejores precios; que la escuela brinde herramientas que sirvan; que el fútbol brinde espectáculo; que los políticos no brinden espectáculo.
Que los horóscopos brinden buenas noticias en Amor; que los pronósticos no brinden fantasía.
Que los hospitales públicos brinden la mejor atención; que las empresas privatizadas brinden mejores servicios.
Que los vecinos se brinden ayuda; que los padres brinden apoyo a los maestros; que los maestros brinden apoyo a sus alumnos; que los alumnos se brinden ayuda entre ellos.
Que los automovilistas no brinden mucho si van a conducir; que la televisión brinde algo más.
Que se les brinde tierra a los sin tierra, techo a los sin techo, alimento a los subalimentados.
Que los sueños brinden realidad; que la realidad brinde algunos sueños.
Que la industria brinde trabajo bien remunerado.
Que las fronteras no brinden muros; que a las víctimas se les brinde justicia.
Que los lectores sigan brindando su tiempo para la lectura.
Que los libros brinden libertad.
Que los libreros brinden ofertas.
Que la historia brinde lecciones.
Que la naturaleza nos brinde sus disculpas; que nadie tenga que pedir disculpas por brindarse a su propia naturaleza.
Que los gobernantes se brinden a los ciudadanos.
Que las personas se brinden confianza; que los que se brindan por entero al prójimo sean festejados.
Que a nadie le falte un festejante con quien brindar.
Que el pasado nos brinde experiencia; que la experiencia no nos brinde sólo canas.
Que el Primer Mundo brinde un buen trato al Ultimo Mundo; que no se brinden acuerdos en desacuerdo con el mundo.
Que haya más brindados y menos blindados.
Que brindar por la paz sea más que una frase hecha.
Que la política brinde la posibilidad de evitar las guerras.
Que ningún gobernante, por brindar de más, inicie una guerra.
Que los soldados brinden en sus casas con sus familias.
Que la familia brinde un lugar para ser feliz.
Que la vida nos brinde siempre otra oportunidad.
Que todo el mundo brinde.
Que cada uno brinde su aporte.
Brindemos.
Brindemos todo lo que podamos brindar.
Brindémonos.
Antes del brindis, después del brindis, brindemos un tiempo mejor.
Brindemos un futuro.
Brindemos mañana: que todas las Noches pueden ser Buenas, si cada uno brinda al mundo lo mejor que tiene para brindar.
Nadie nos quita lo brindado.




--
El que usted y yo y algunos otros consigamos un día renovar el mundo, es cosa que ya se verá. Pero, dentro de nosotros mismos, tenemos que renovarlo cada día; de otro modo nada lograremos.
Hermann Hesse
--

Autores publicados

revista literaria con voz propia nº 57
noviembre 2013
                         autores publicados en esta edición:

- Sergio Borao Llop
- Alejandro Drewes
- Andrés Bohoslavsky
- Robert Gurney
- Analía Pascaner
- Raúl Feroglio
- Julio Bepré
- Gustavo Vaca Narvaja
- Alfredo Luna
- José Antonio Cedrón
- Eduardo Coiro
- Gerardo Molina
- Victoria Asís
- Lao Paunero
- Emilio Núñez Ferreiro
- Rodolfo Leiro
- Jaime Icho Kozak
- Graciela Chajud
- Jorge Lacuadra
- Javier Cabrera
- Nora Azul del Rosario Akimenco
- Jorge Castañeda
- Griselda Rulfo
- Ada Inés Lerner
- Dionel Edmundo Filipigh
- Mariano Shifman
- Oswaldo Roses
- Zulema Funes


--
Información de Concursos en:

             revista literaria con voz propia


             ISSN 2314-0275
             Edición y dirección: Analía Pascaner
             San Fernando del Valle de Catamarca
             Catamarca – Argentina

             
             

Sergio Borao Llop

-Zaragoza, España-


Sombra *

esta sombra difusa
que parece la mía
pero que yo no sé
si es mía o de ese otro
ser que vive a mi lado
-si ser es la palabra
si vivir es el verbo-
y junto a mí pasea
y se acuesta en mi lecho
para soñar mis sueños
y amar a mis amantes
y llorar por mis ojos
cuando muere la noche
y la luz desparrama las ausencias
por todos los rincones de la casa

* Poema inédito


Para no regresar 

Para no regresar
quemé los calendarios
como si fueran puentes.

¡Inútil ejercicio! Las cenizas
impregnaron mis ropas; me dejaron
un olor a nostálgicos licores,
una canción dormida entre los labios,
el lacerante poso de una ausencia.


Identidad

Son para ti estos versos
(quienquiera que tú seas
dondequiera que estés);
para ti que caminas sin estrépito
por las calles lejanas
de otra ciudad perdida
(otra ciudad que es ésta,
mas donde yo no existo)
otras calles tan viejas
como éstas que atravieso
callejas que recorro
solo, sin tus latidos
resonando a mi lado;
una ciudad gemela
tal vez en otro espacio,
en otra dimensión desconocida;
y tú siempre girando
en idénticos círculos,
dibujando itinerarios paralelos,
pero lejos, distante,
padeciendo esta misma soledad
que me calcina
y sin poder salvar de un salto esa distancia
que a los dos nos resulta incomprensible.


Parece una tontería, pero llueve.

Parece una tontería, pero llueve.

Mi vida es un barranco, ya lo dije,
una zona desértica, una asfixia.
Un cable de alta tensión abandonado
al borde de un pantano de petróleo.

Pero llueve y veo caer todas esas gotas,
(todas y cada una, como hermanas
que me sonríen desde su alba líquida)
las veo estrellarse en las baldosas
o en los rostros mojados, en los árboles;
las veo golpear farolas y paraguas,
toldos, ventanas, autos, un buzón, unos bancos…

Y en el medio estoy yo. Mojándome.
A pesar de todo. Mojándome y pensando
que nadie puede arrebatarme
el placer de esta tarde y esta lluvia.


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El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta “el modo imperativo”.
Jorge Luis Borges
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Alejandro Drewes

-Buenos Aires, Argentina-



de ese lugar habla el poema
de ese lugar en que no estás
de la deriva por el borde
más secreto de algún sueño
de pronto interrumpido

allí donde la sombra se hace una
con la sombra frágil de los pinos
de eso y de una historia
siempre ajena, habla la voz
del poema, muy tarde habla
con la luz de un candil en la noche
y al final apenas si calla


A un amor

Sorpresa d' un amore
che riscopro
dopo tanto
a visitarmi.

Credevo di averlo sparpagliato
per il mondo.

Giuseppe Ungaretti


Tan ligera huella de polvo
las palabras dejan al borde
mismo de su propia noche:
como el aliento de la boca
de los muertos idos leves
como la angustia creciente
marea golpeando la escollera

son y evocan de pronto los ojos
amados y el regusto del vino
de los años baldíos. Todo sucede
sin piedad y sin prisa, una sombra
que cruza un pórtico blanco
por la red de los arcos antiguos

y del largo viaje de la especie
al cabo dan testimonio las piedras
someras y algunos intocados árboles
al paso del fuego. El poema
quede apenas deste paso triste
por el mundo, el viento que ruge
al otro lado de las alambradas
que otra vez aviva las llamas.


Algo crece...

Algo crece
muy dentro
como ramas
subterráneas
buscando tal vez
un centro vital
un camino
entre la roja
emboscadura

algo, en fin
que lentamente
se yergue ante ti:
en el perfecto
cristal de una luna
de invierno  
como lluvia
sobre aguas oscuras
como desvelada
sombra es
el filo detrás
de tu sombra


el mismo que te empuja...

el mismo que te empuja
y en tinieblas te lleva
y en volandas cruzando
el mundo todo desierto
soy: esa misma sombra
de la ingrata materia
del sueño, o he sido quizás
y yo no lo sepa. El mismo
tenaz que te empuja, como
el mortecino sol del invierno
a su pesar impulsa el ritmo aún
de la brisa entre las hojas;
el mismo soy oscilando
en el espacio-tiempo inestable,
innúmera sístole o diástole breve,
oscura la sangre y su poema
y no he dicho siquiera
para quién las palabras



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El verdadero combate empieza cuando uno debe luchar contra una parte de sí mismo. Pero uno sólo se convierte en un hombre cuando supera estos combates.
André Malraux
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Andrés Bohoslavsky

-Desde algún lugar del mar-


Un genocida flota en el mar

Salgo a cubierta antes de tomar mi turno en la sala de máquinas, observo el mar, quieto como si fuese una tela con la que alguien lo hubiese cubierto, un terciopelo infinito, una broma surrealista en el medio de la nada que rodea a la embarcación, haciendo parecer todo lo que mis ojos alcanzan a ver, una toma cinematográfica rara, muy rara.
Demasiado extraño en esta zona, donde jamás las aguas están calmas, pero hace tiempo que me acostumbré a las cosas extrañas.
Cuando vuelvo sobre mis pasos para bajar a trabajar, un cuerpo pasa flotando al costado del barco y lo que sucede luego, es esto:
Una ballena gigante, rodeada de toninas, me dice: el cuerpo es del genocida que murió hace unos días, ese que salió en los diarios y cuya crueldad era infinita, luego que lo enterraran, la tierra lo vomitó y llegó hasta el océano, así de sencillo.
Le contesto riéndome, que lo lamento por el mar y por los peces. Su respuesta sorprende aún más:
No, el agua lo degradará y bajará en forma de pequeñas partículas, como alimento de los monstruos que habitan en el fondo, sólo ellos, deformes y malvados como nadie aquí, serían capaces de nutrirse con una criatura tan siniestra.

Dicho esto, el mar se encrespa, las olas toman las dimensiones de siempre y la visión se esfuma al instante. Por la noche, en el medio de una tormenta interminable y sin poder hacer andar los motores de este descascarado barco, debatimos sobre la muerte y cuál es el lugar al que vamos cuando fallecemos.
No sé cuál es el lugar, ni si hay tal lugar.
Pero ahora, supongo que los genocidas, los explotadores y los usureros van al fondo del mar.


Explotaciones & otras bellezas
 
En el fondo del vagón, un tipo de cara afilada y barba en el mentón
como un viejo bolche, recitaba estas palabras
para un público que no le prestaba mucha atención
pero era su actuación cotidiana
que alcancé a escuchar al quitarme los auriculares para cambiar las pilas
 
“Los dueños de las fábricas buscaban la manera de bajar sus costos
y aumentar las ganancias, y encontraron en las ideas del ingeniero estadounidense Frederick Taylor una ayuda invalorable.
El método de Taylor consistía en calcular el tiempo promedio para producir
un determinado producto o una parte de él y obligar al obrero a acelerar el ritmo de trabajo asimilándolo a una máquina. 
Esto se lograba a través de tres métodos fundamentales:
a) aislando a cada trabajador del resto de sus compañeros bajo el estricto control del personal directivo de la empresa, que le indicaba qué tenía que hacer y en cuánto tiempo
b) haciendo que cada trabajador produjera una parte del producto, perdiendo la idea de totalidad y automatizando su trabajo
c) pagando distintos salarios a cada obrero de acuerdo con la cantidad de piezas producidas o con su rendimiento laboral. Esto fomentaba la competencia entre los propios compañeros y aceleraba, aun más, los ritmos de producción.
La máquina establecía la intensidad del trabajo y, a su vez, cada obrero requería saber menos, pues para realizar una tarea mecánica y rutinaria (ajustar un tornillo, por ejemplo), lo único que necesitaba saber era obedecer.
De esa forma, el empresario ya no dependía ni de la buena voluntad del trabajador para realizar su tarea eficazmente (la máquina le marcaba el ritmo) ni de sus conocimientos.
El obrero era, según Taylor, un buen "gorila amaestrado" que hacía
lo que otro había pensado y, al mismo tiempo siguiendo el esquema de Adam Smith, producía más
en menos tiempo, pues reducía el costo y aumentaba la ganancia...
 

y así siguió y siguió y siguió hasta llegar el tren a Moscú
donde todos bajamos a nuestro trabajo cotidiano
Ulises (así se llamaba) me alcanzó y me dijo que también escribía poesía
pero prefería recitar la historia
que la consideraba mas fácil de entender
y le reportaba más monedas.


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He puesto mi corazón y mi alma en mi trabajo, y he perdido mi mente en el proceso.
Vincent Van Gogh
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Robert Gurney

-St. Albans, Inglaterra-


El sueño

Estamos a finales de agosto
de mil novecientos cuarenta.

Estoy sentado en la mesa
tomando una cerveza
en un lugar que se llama
‘The Salisbury Arms’
que se hallaba en el pasado
en la esquina
de las Calles Windsor y Wellington.

No escucho otra cosa
que el tictac fuerte
del reloj de la patrona.

Hay un estruendo terrible:
una bomba de la Luftwaffe
da en el blanco,
el pub está en ruinas a mi alrededor
pero, no sé cómo,
estoy bien.

Cuando el polvo se disipa,
veo una señorita,
la “head girl”,
la primera alumna
de un colegio del barrio,
que andaba con mucho cuidado
por los escombros.

Ella ve a un hombre uniformado
sentado, silencioso,
bebiendo a sorbos.

“¡Lo viste también!”
le dijo a ella más tarde la patrona.
“Es el fantasma del bar.
Lleva años aquí”.

Parece que él estaba ajeno
a lo que le rodeaba,
tanto como lo era yo.

The Dream

It’s the end of August,
nineteen forty.

I am sitting at a table
having a beer
in a place called
‘The Salisbury Arms’
which once stood on the corner
of Windsor and Wellington Street.

All I can hear
is the loud tick-tock
of the landlady’s clock.

There is a terrible roar:
a direct hit
from a Luftwaffe bomb.
The pub lies in ruins around me
but, somehow,
I am all right.

When the dust clears,
I see a young lady,
the head girl
of a local school,
picking her way
through the debris.

She sees a man in uniform
sitting quietly,
sipping his drink.

“You saw him too!”
the landlady of the pub
says to her later.
“He’s the pub ghost.
He’s been here for years.”

It seems
that he was oblivious to it all,
as was I.


1940

Un niño se detiene
en el umbral de la tienda
que vende diarios
en la Calle Langley,
en la parte antigua
de Luton.

Mira el cielo
por encima de los techos de tejas
de las casas aledañas.

Las trayectorias de estelas de humo,
serpenteando como spaghetti
marcan el combate aéreo
que se libra allá en el horizonte
sobre Luton Hoo.

Ese mismo día
ve una línea de humo negro
extenderse cada vez más larga
hacia el sur y el este.

“Un bombardero alemán,
quizás”, alguien dice,
“tratando de escaparse”.

1940

A child pauses on the doorstep
of the newsagent’s shop
in Langley Street,
old Luton.

He looks up at the sky
above the slate roofs
of the terraced houses.

The trajectories of vapour trails,
curling spaghetti-like,
mark the dog fight taking place,
low on the horizon
over Luton Hoo.

That same day
he sees a trail of black smoke
growing longer and longer,
as it heads south and east.

“A burning German bomber,
perhaps,” someone says,
“trying to get away”.


La horma de sombrero 

Miro a menudo 
el bloque de madera 
que tiene forma de cabeza
que mi padre trajo a casa
hace mucho tiempo.

No tiene ojos, ni orejas, 
ni nariz, ni boca. 

Parece que 
la cara ha sido borrada 
aunque, claro, 
nunca la tuvo.

A pesar de esto, 
al tocarlo, 
el molde liso y redondo 
parece inteligente.

De niño, me encantaba 
pasar la mano por él. 

Aún sigue siendo así.
Tengo la sensación 
de que es él.

Está ahora en el cobertizo, 
al fondo del jardín, 
mirándome. 

The Hat Block

I often look 
at the block of wood 
shaped like a head
that my father brought home 
a long time ago now.

It has no eyes, no ears, 
no nose, no mouth.

It seems as if the face
has been erased 
although, of course,
it never had one.

In spite of all that, 
the smooth round block 
feels intelligent.

As a child, I loved 
running my hand over it. 
I still do.

It feels like him.

It is now in the garden shed, 
at the top of the garden, 
looking down at me. 


El Hombre Sandeman

‘¡El coco te va a agarrar!’
es lo que nos decían,
cuando hacíamos algo malo,
el único problema consistía
en no saber qué cosa era 
o quién era el coco.

No podíamos imaginar 
cómo era.

Por la ventana 
de la Sala de Lectura 
de la antigua biblioteca Carnegie 
podías oír, si te esforzabas,
los gritos del vendedor de periódicos 
y el taconeo de los zapatos
que entraban y salían 
del Midland.

Nosotros, los niños, 
no entrábamos más allá del póster
en la pared del vestíbulo.

Representaba el Hombre Sandeman 
dándonos la espalda
con el sombrero de anarquista
y la capa negra 
que bajaba hasta el suelo, 
el vaso de jerez seco levantado,
(¿o era vino de Oporto?) 
mientras contemplaba 
lo que parecía 
un veneno peligroso.

Para nosotros, 
él era el coco. 

The Sandeman Man

‘The bogeyman will get you!’ 
That’s what we were told, 
when we did something wrong.

The only problem was 
that we didn’t know 
what a bogeyman was.

We couldn’t imagine 
what one looked like.

Through the Reading Room window
of the old Carnegie Library
you could sometimes hear, 
if you really tried, 
the cries of the newsvendor,
and the click of high heels
going in and out of The Midland.

As children, 
we got no further 
than the poster on the wall 
just inside the hall.

It showed the Sandeman Man,
with his anarchist’s hat
and his back towards us,
his black cloak down the ground, 
his sherry glass raised
(or was it port?),
as he contemplated
what looked like 
a dangerous potion.

For us, 
he was the bogeyman. 


Poemas del libro bilingüe La Libélula y otros poemas. The Dragonfly and Other PoemsLord Byron Ediciones, Colección Prometeo Desencadenado. 2013
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No tengamos temor de los que están encaramados, porque lo que nos parece altura es despeñadero.
Séneca
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Analía Pascaner

-Nació en Buenos Aires. Reside en Catamarca, Argentina-


El amor de mi mamá

                 Por los niños que no superaron “la próxima vez”

-Te lo tengo que contar… Disculpá pero te lo tengo que contar…
Hay angustia en la voz masculina. Se interrumpe. Se escuchan murmullos del otro lado de la línea telefónica y de pronto la mujer oye esa voz suave, tierna, amada, esperada:
-Tía, te cuento algo pero no te pongas mal, si? Mamá me empujó por la escalera y…
-Ppero… ¡¿cómo?! ¡qué locura! Ay querido… Pero… ¡¿cómo pudo…?!
Necesita abrazarlo, protegerlo. Desea borrar los mil kilómetros que la separan de ese niño. Necesita envolverlo con su amor, por el niño, por ella misma. Su corazón se detiene en el dolor. Las palabras desaparecen. Una piedra se instala en su abdomen.
-Te… te lastimaste…? Te duele?
¿Cómo preguntar si se lastimó? ¿Acaso importa si siente o no dolor? La mujer se postra y suplica a Dios por alivio para el pequeño, para su alma atormentada y su cuerpito sufriente. ¿Qué señal necesita para cruzar la línea, para interceder, para proteger? Se promete que la próxima vez irá a la policía o al juzgado, o a ambos. Sí… será cuando suceda la próxima vez.
-Un juez de menores te escuchará. Viajo allá y te llevo al Juzgado para que cuentes lo que te ocurre -le explicó la tía dos semanas atrás, cuando comenzó este camino de horror y pidió al pequeño que fuera a vivir con ella. El niño mostró su dolorosa realidad: se siente responsable por sus hermanos menores, prefiere exponer su cuerpo y su alma antes que entregar a sus hermanitos al descontrol materno.
La mujer no tiene fundamentos para rescatarlo. Vive lejos. En su provincia todas las puertas se cierran, algunas ni siquiera se abren. Los menores deben vivir con su madre. No reciben su denuncia porque usted no vive con ellos.
A la mañana siguiente recibe otro llamado del padre adoptivo:
-Te lo tengo que contar… disculpá pero te lo tengo que contar… Hoy mi esposa obligó al nene a prometerle que no regresará de la escuela porque si vuelve a casa lo matará…
-Por favor… hacé algo por favor. No es tu hijo pero debés hacer algo. Si esto les pasara a tus propios hijos realizarías la denuncia y los sacarías de la casa. -Y repitiendo las palabras del día anterior: -Llevalo al hospital, hablá con algún vecino, con la maestra. Por favor reaccioná antes que sea tarde, vos vivís allí, tomá conciencia. Por favor hacé algo… te lo ruego por favor… Yo ya estoy viajando y voy directamente al Juzgado esperando puedas respaldar mi denuncia.
-Y… pero… no sé… es que… ¿sabés…? yo creo que no deberías meterte, yo sólo te cuento para que lo sepas…
Los pensamientos de la mujer se dispersan recordando situaciones referidas por la criatura. Deditos machucados por la puerta. Su ropa cortajeada con tijeras. La hebilla del cinturón estampada en sus brazos. Los padres golpeadores pegan donde no se ve, señora, en esa casa no pasa nada. Rehacer tarea escolar por encontrarla despedazada en la basura. Permanecer de pie en el patio “hasta que el frío te enseñe a respetarme”. Insultos, amenazas. Desprecio, indiferencia. Cargar culpas y miserias ajenas. Parece que hubieran pasado años en esas semanas. La infancia del chiquitín librada a la ira de su madre. Vivir con miedo. ¿Vivir…?
-Sí… voy directamente al Juzgado y también haré la denuncia en la Policía. No importa que esté sola en esto, rescataré a ese niño. El sonido del teléfono la sobresalta. Escucha unos segundos. El móvil cae. La mujer se derrumba. Su mundo se desmorona. Su alma se desgarra.

Los testigos coincidieron. El niño con guardapolvo blanco avanzó hacia la ruta provincial, caminando lenta y pesadamente, sin detenerse, ni siquiera parecía escuchar las advertencias de la gente.
Una joven levantó del suelo un cuaderno escolar y en la última hoja, escrito con roja prolijidad, leyó luego de letras infantiles: ¡Otra vez no has hecho la tarea! Mañana debes venir con tu madre a clase. La muchacha volvió sus ojos al fatídico título: “Dibujar” -y en la línea siguiente- “El amor de mi mamá”. La misma joven se estremeció cuando percibió una dulce sonrisa dando serenidad al rostro de ese angelito. Las autoridades consideraron irrelevante esta información.


                                                                 Otoño 2013

---
Muévete y el camino aparecerá.
Proverbio Zen
---

Raúl Feroglio

-Las Parejas, Santa Fe, Argentina-


Hacer la cuenta

                   “dividido vos…” Katia Phous

Uno dividido vos es tanto
¡Tanto he dividido en vos!
¡Cuánto!
En cada muslo tuyo puse mi interés
multiplicamos los indicios donde bailan
los unánimes deseos cada día
cada día
Uno dividido dos es medio
y yo, es decir Uno
dividido vos soy medio
Cálculos infinitesimales de la llaga
resultantes de unas suelas reventadas por los años
entretanto siguen:
el mundo, el universo, Stephen Hawking,
dividiendo en vos como si nada.
Ocasiones hay donde conviene
y otras donde más nos vale
no hacer la cuenta.


Argumentos

El vino curvándose en la boca
el cine, las playas y lo picante del ají
la pasión del fútbol con derrota y todo
la gloria de los goles y un color infancia
El recuerdo de esa calle, y empeñarse con los hijos
impregnarse de sus fiebres, su futuro
Anhelar y andar, rondar y volver no habiendo ido
El vino, todo el vino y su arrabal de insomnio
el golpe turbador de los azahares
Cultivar jardines inocentes,
cosechar tomates,
soñar horizontes tan lejanos, perseguirlos,
viajar…
Las noches de sudor en sombras palpitantes…

Argumentaciones heroicas,
desesperadas
inútiles,
contra universal, inexorable
soledad.


Mañana

Cuando divida la risa en cuatro partes
y te encuentre
camino
luz y madrugada
cuando suspenda la aguja y el zapato
y te vea
mirada
silencio y rebelión
fresnos y benteveos
engendrarán
de sabios
la mañana.


El recuerdo

El recuerdo del éxtasis
no se parece al éxtasis

La mano que se hunde
la que trepaba lo profundo, es y no es
la mano
que en la memoria ya saciada
perfumaba de certezas el corazón ansioso.
El momento que
fuego de artificio
y noche ciega a la vez
en explosión marina
salpicaba labios
ha desaparecido del estante
ahí donde brillaba
oscuro
junto a un frasco vacío
la colección incompleta de autitos de carrera
y el latigazo de pena
que volvió
cuando pensaba que los planetas
ya no giraban como antes.

El recuerdo de la pena
se parece a la pena
en cierto olor a muerto querido
a una cuerda cortándose
hasta que aparezcan ellos
brillando en superficie
con destellitos de risa entre
la luz salvaje
despertándonos.


Poemas del libro Sueño de agua. Ediciones El Mono Armado. Buenos Aires, Argentina. Septiembre 2013
  
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Camina lento… no te apresures que al único lugar a donde tienes que llegar es a ti mismo.
José Ortega y Gasset
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Julio Bepré

-Poeta de Córdoba. Reside en Buenos Aires, Argentina-


¿Qué es?

Miraba desde lejos tu figura
asomada con cuidado en el balcón.

Luego arribó hasta mí
un canto atrayente 
no escuchado hasta hoy.

Es su voz me dije ensimismado.
Es tu voz resuelto te grité.

Tus ojos fulguraban en mis ojos
mas nada recompuso
la ruinosa demanda
de este incauto y mísero
fervor de la memoria.    

Confuso en este azar ambiguo
no concluyo. Sólo intento esclarecer
si este amor es súbito prodigio 
o un infierno sin ninguna causa.      

 
Estos días
 
Me retiene y acerca el presuroso cauce
de este vívido amor
al no negar jamás el motivo de un llanto.

Y en un país como éste al arribar otoño
los árboles se amañan con un rumor sombrío
cuando una tibia hora sus hojas arrebata.  

Contengo mi extrañeza y oculto varias veces
el hecho que motiva el ansia de partir
y la confusa suerte que atrae cada sueño.

Me veo ausente de todo este destierro
y me deshago pronto de un viejo balbuceo
y acojo de una vez la suerte que demora
la calma inesperada de todos estos días.


Poemas del libro inédito Anteúltima ocasión

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No conocemos a los hombres cuando vienen a vernos; tenemos que visitarlos a ellos para averiguar cómo son.
Johann Wolfgang von Goethe
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Gustavo Vaca Narvaja

-Córdoba, Argentina-


Aún

Cuando no te encuentre, segura estarás en esa comarca de privilegio. No sé cuánta es la distancia, ni cuántas nubes te acompañan hoy, o ayer, o mañana, en esos trayectos silenciosos. No lo sé, pero curiosamente la distancia se hace corta y musical. ¿Será que el espacio es un mar? ¿O una larga meseta infinita? No lo sé, pero hay un lazo de seda, un lazo de recuerdos intactos que hacen despertar alboradas. No lo sé, pero allí estabas con una sonrisa premiada de pudor y la pureza de tus palabras.


¿Eres tú acaso?

Eres… tú, acaso, esa mujer engalanada de tules? ¿La misma? Me pregunto qué pasaría si esa delicada seda cae y desnuda tu cuerpo, y reapareces… ¡como Betsabé!, la ingenua y bella pálida de Memling, con su desafiante postura, o con el desafío voluptuoso de la ¡Olimpia!, o ¡Magdalena!, o tal vez la Venus dormida, Venus de Urbino, ¡todas!, todas ellas, reclinadas en ensueños y delicadas manos izquierdas cubriendo ingenuamente el deseo. ¡Oh!, esa piel cuya pátina se ignora, embelesa tu cuerpo delicado; me lleva enceguecido a besar tu cuello desnudo, quedando luego desmayado entre tus dos pechos mellizos, con sus fresas punzantes, señalando el sendero que lleva a buscar tu Venus y encontrar el misterio amoroso, deslizado de tus muslos. ¡Ah!, me desmorono humildemente, despeñado sin protesta a tu miel, avivando la caldera que emerge inquieta en dos cuerpos encendidos a extrañas formas. Y si esa delicada seda cae y desnuda tu cuerpo, y reapareces inquieta desde un peñasco de sombras, segura del camino que bajas a recorrer, clamo: “¡Regresa!, ¡ve al camino del reencuentro, engalanada de tules y sedas!”. Y reapareces… ¡como Betsabé!, la ingenua y bella pálida de Memling.


Ojos

Ah, tus ojos!, revelación de la dama con armiño que Leonardo da Vinci plasmó en tela… ¡Quién diría! ¡Quién se atreve a desmentir que de esas esferas sin lágrimas, llegan magnificencias de primaveras de colores, y floraciones de sensaciones renaciendo de vida! ¡Qué interesa que haya heridas! Heridas…, heridas aún abiertas por dagas de errores mansos, si en tu lenguaje silencioso cobijas tanta ternura. ¿Es acaso la palabra, la palabra muda nacida de tus labios, la que despierta fuego? Un fuego deslizado inerte, indolente que quema, como si la roja lava de volcanes rugientes escapara al encierro. ¡Ah, tu boca! ¡Quién diría! ¡Quién…, quién se atreve a impugnar que esos dos belfos cantan!


Nubes

Y…sí. He visto dos ciclópeas nubes albas, níveas, desfilar frente mío. Parecen dos barcos sin rumbo; dos navíos abrazados, sólo dos muy cerca, muy bajas; casi logro acariciarlas sobre un olimpo gris…, gris vaporoso. No era mar, sólo un vacío taciturno, lánguido de borrascosos relámpagos, zigzagueando incandescentes y veloces en un limbo gris. Dos nubes muy blancas se licuaron en un hálito de viento que las multó a perder su forma mágica. Ya no son dos bardas blancas; son pequeños nimbos, deambulando en un edén gris.


No me despierten 

No me despierten… Mis ojos descansan evocando un pasado de imágenes gráciles, semejando hojarascas húmedas que flotan, deshojadas de sus ramas en un espacio cuantioso, iluminado con fulgores de sueños, enervados de trajinar espacios oscuros que, liberados en frenesí de danzas errantes, emergen alborozados, mientras que el aturdido y ambulante camino, en una febril claridad vacilante el cielo falsifica, con pasmosa solemnidad, el asedio del tiempo y la fiereza de la espera. No me despierten… si no tienen una excusa válida y novedosa que justifique hurtarme este sopor de armonía.


Del libro Sueños Calmos. Poesía en prosa. Colección Sur de Poesía, Ediciones de La iguana, 2012
  
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Logro resistirlo todo, salvo la tentación.
Oscar Wilde
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Alfredo Luna

-Poeta nacido en Catamarca. Reside en Buenos Aires, Argentina-



pastor de mariposas

Tú, árbol de luz, ahí arriba exageras el abrazo
porque el aire es duro y no se puede tragar

porque la asfixia no da tregua,
de tu costado brota un vino lerdo y lo devoro
como si fuese un manjar espléndido

estoy aquí, desconsolada Casandra, vacía de amor y de pálpitos,
soy el Juan que te unta con el agua jordana que no moja,
no se parte, ni entiende idolatrías;
y Magdalena, la más pura de todas tus marías,
abandonada a su mala suerte, pariendo soledades

bajo este cielo, sorbo amargo, me hinco de rabia
cuando tu nombre naufraga en el aire

Tú, pequeño ser, ráfaga de bruma, gigante pequeño,
rehén de mis encantos, no vuelvas.     me fui


           *  *  *


¿has de atreverte a renunciarme?

salta desde la cruz a mi regazo
y ofréndate entero como el aire
porque el mundo es infinito bajo tu sábana.

soy tu virgen y otra vez abro los tajos,
Príapo impalpable: levita como luz agria.

niego que ese cáliz rebase
con dos gotas de semen maldito.

soy tu virgen. devástate en mí como si fuese tu sacramento
y dímelo en la boca:
no hay pecado más grande que morir sin mí.

bienaventurado este tierno llorío por el destino incierto de tu sexo.


           *  *  *


naufrago en tu nombre

amor: soy digno de recibirte en el atrio de mi cuerpo
y una gota de pan ácimo no basta para saciarme.

vacíame de ti
y sálvame de la eternidad del deseo.
te has castigado: soy una herida de luz en tu boca
y el viento reprocha esta retahíla de súplicas.

ámame, animal!

hosanna!   hosanna!   hosanna!


            *  *  *


un arrebato de luz

era tu cuerpo una tropa de luciérnagas
era el amor un carnaval de ajenjo y lágrimas,
cuando fabulamos la caída del cielo

insolente, dios castiga
este milagroso goce maldito.

movediza, como la alta bajamar de los sueños
aquí hay, todavía, esta noble manera de mirar
el cadáver de tu ausencia.


           *  *  *


no presagiaban mis entrañas esta ración de dolor

sean para mí la música de tus ojos
y todo lo que oyen mis labios,
úngeme en tu lecho manantial y sacíame

apártame de las bienaventuranzas
y líbrame de tu mal sin reposo
porque la muerte es más grande que nosotros
y no hay regreso posible.

aleluya   aleluya   aleluya



Poemas de vigilia hereje. Ediciones Último Reino, Buenos Aires, Argentina. Enero 2013

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De nada sirve morir. Hay que hacerlo a tiempo.
Jules Renard
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