En el muro
Me despierta el grito
La queja de una anciana
Que repite su suerte cada día,
El miedo a dejarlo todo
El último grito hecho sin pedir
Permiso, para encargarse de ella,
Ella es el grito cerca de todos
El ojo negro de la vaca que nos mira.
Es la mano que nos alcanza
Detrás del muro donde
Escondemos parte del cuerpo.
Mañana III
De las manos y los pies
Me nacen hierbas.
La muerte habla a los soldados
Que derriban el fuego hecho
Un hombre de vida.
Hago danzar peces de colores
En mi cabello
Y no me canso de sentir los pájaros
Escarbando mis costillas.
Estoy escribiéndote versos, para
Pedirte un beso, un beso que alivie
La ansiedad de estar sola.
Oh soldado que te fuiste
Sin decirme todo
Estoy detrás de la ventana
Esperando le nazcan a la hierba
Flores.
Jardín
Tengo un jardín de presencias en mi cama,
una cama que flota y
Toca el cielo mientras le rezo Dios.
Hay tantas flores transparentes, ciudades, hombres
Maniguas, cantos y versos de forastera.
Les pongo colores cada noche.
Siembro una fantasía de bostezos, sigo y sueño
Como si fueran árboles que nacen de mis entrañas.
Estoy donde quiero, en la cama que quiero
Por eso retoño cada noche.
Tarde sin permisos
Voy del cuarto a soplar
Polvo de tarde en los portales
De mi casa. Mis hermanos conversan
sobre Rock and roll, mujeres, y páginas
que se vuelven cada vez más famosas.
Miro hombres que beben alcohol
Con sus ropas de pellizcos doblados.
Le tiro a mi madre el brazo por sus hombros
Le regalo una sonrisa que lo dice todo.
Esta tarde llueve y estamos sin permiso
De nadie comiendo juntos.
Del último poemario de la autora: Amar de un grito
Anabel Vera Suárez
Fomento, Cuba