viernes, 13 de enero de 2023

Editorial


con voz propia Nº 122 

Revista literaria 

Enero 2023


Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 
Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas 
ISSN 2314-0275 



Seamos agradecidos con las personas que nos hacen felices; ellos son los jardineros encantadores que hacen florecer nuestras almas.
Marcel Proust 



Queridos amigos: 

En diciembre de 2020, escribía un Editorial comentando que estaba terminando un año complicado para nosotros y que tenía la certeza -en ese momento- de que luego de tales vivencias, seríamos mejores personas, tendríamos más humanidad, respeto, conciencia. 
Mi intuición y creencia fueron erradas. Me equivoqué. 
Estoy convencida de que algunos de nosotros sí somos mejores personas, más respetuosos, solidarios y comprensivos. Sin embargo, no todos pudimos o supimos aprender la lección de estos tiempos de pandemia. 
Deseo que tengamos salud, trabajo, alegría y logros. Que sea un año con sueños cumplidos y especialmente que siempre sigamos soñando. Que sea un buen año para todos. Que estemos todos bien.
Reciban mi abrazo cálido
Analía Pascaner 



La amabilidad logra grandes cosas. Así como el sol derrite el hielo, la amabilidad es capaz de acabar con los malentendidos, la desconfianza y la hostilidad. 
Albert Schweitzer 



Revista literaria con voz propia 
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 

Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 



No naciste para encajar, sino para destacar. 
Eva García Sáenz de Urturi


Autores publicados


La vida, qué privilegio tan exquisito. 
Katie Rubinstein 

con voz propia Nº 122 – Revista literaria 
Enero 2023 

Autores publicados en esta edición


Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia
https://revistaconvozpropia-autorespublicados.blogspot.com.ar/ 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner



Viviana Walczak

Pasajero del tiempo

        ¿Qué soy cuando me comparo con el universo? 
                      Ludwig Van Beethoven 

Mar azul, mar profundo, 
pasajero del tiempo,
amo el confín de tu cielo 
y las nubes que te cobijan 
del ardiente sol. 
Mar de sal, mar de espuma, 
impetuoso en tus blancas olas 
que estallan irreverentes 
en el eco del silencio. 
Mar turquesa, mar bravío 
continente viajero
de calma y tumulto, 
amo el rojizo ocaso
que te protege el sueño 
y el brillante día 
que en tus playas, 
dulcemente me acaricia. 

*Del libro de la autora: Sinfonía azul, poemas y pinceladas del alma 


La fuente de Castalia 

         “Háblame, Musa, del hombre que vagaba y se perdió” 
                                      Homero, La Odisea 

Me mostró Pitia
- a través de la mohosa Fuente de Castalia -
que con odres de buey 
cruzamos, tú y yo, 
entre las tinieblas de Ataturk, 
el Estrecho del Bósforo, 
las misteriosas Simplégades 
y el nigromante Cuerno de Oro. 
Viajeros del tiempo, pernoctamos osados, 
en espacios ajenos… 
Durante centurias, sobre mágica alfombra, 
extasiados, atravesamos ciudades, 
pasadizos, fértiles valles, 
los erguidos minaretes de la Mezquita Azul, 
la secular Torre de la Doncella,
los solitarios alminares de Solimán… 
Nos perdieron de vista, 
- me confesó Pitonisa -, 
cruzando El Parnaso y entonces sí, 
sobre la incierta llama, 
la definitiva noche incógnita, 
de Delfos, oscureció el recinto. 


Alda Merini 

In Memoriam (1931-2009) 

Tú, canción en penumbra, 
oración desesperada, 
llanto oprimido 
en las inciertas sombras 
del pensamiento ausente. 
Tú, levantisca atormentada, 
recluida en perturbadora oscuridad, 
alma enigmática de fecundas letras, 
poeta mística de intensas voces 
y prisionera de insolentes ultrajes.
Tú, vibrante de sentimientos y de luz, 
aún estás aquí…! 


Incógnito 

        Eres la noche y la eternidad. 
               William Heinesen 

Asoma la luna 
sobre el poblado dormido 
derramando estrellas 
mientras el azul de la noche,
incógnito, besa y acaricia 
a los fatigados moradores
que ocultan querencias 
y sueñan la vida que pasa, 

bajo las tejas mojadas de rocío. 


Últimos dos poemas, del libro de la autora: Llamas escarlatas. Poesía argentina, edición bilingüe

Viviana Walczak 
La Lucila, Buenos Aires, Argentina 

He llegado a destino: cada paso que doy es mi punto de llegada. 
Thich Nhat Hanh

Ana Romano

La sonrisa 

Dormita 
en los platos 
una sopa aguada 

Se arrincona 
el hambre 
en los ojitos 

Ajena
la sonrisa.


Ceñir 

La luna quebrada
anticipa 
un bordecito 
de soledad 

Anudadas 
a un hilo 
cuentas 

El vínculo 
gotea 

Temerosa 
ciñe 
una sortija. 


Vigilar y describir 

Vigilo 
el contoneo del gato 

Un golpe de viento 
remueve su pelo 

En el gorro con pompones
halla amparo. 


Reza 

Su cabello 
roza 
la chalina (roja) 

Reza 
mientras los ángeles y sus vibraciones 
la devoran 

En el bolsillo 
un rosario. 


Elba 

En los pequeñísimos vidrios 
vibran los cipreces 
y el negro escultural de la noche 
avanza

Elba
escarba la garganta 
de las magnolias 

Los inefables cristales de su risa 
disipan las pesadillas 
del perro. 


Fronterizo 

El paraíso prometido 
segrega generaciones

Joaquín deambula 
encallado en el hambre 
Relámpagos de cenizas 
arremeten contra la inercia
de lo que insiste. 


Ana Romano 
Poeta nacida en Córdoba. Reside en Capital Federal, Argentina

El ser humano se autorrealiza en la medida en que se compromete a darle un sentido a su vida. 
Viktor Frankl

Martha Valiente

En tu nombre 

Y entre tantas que soy 
Cuántas he sido 
Cuántas emigraron conmigo 
Ignoradas 
Pacientes 
Cuántas en los bolsillos del pasado 
Cuántas en los calabozos 
En los sótanos 
Bajo llave 
Cuál tuvo el capricho de salvarme 
Cuál fue la que aprendió a nadar 
Para cruzar el miedo 
Cuál se disfrazó de grande 
Y de valiente 
De entre tantas que soy 
Cuál se viste de sombra 
Y me sigue 
Murmurando el veredicto 
Recitando las culpas 
Esgrimiendo el martillo mugriento 
Del juicio interminable 
De entre tantas que soy 
Cuál vuelve a levantarse a la mañana 
Se refriega los ojos 
Masajea los músculos dormidos 
Vuelve a mirar su rostro en el espejo 
                                       sorprendida 
De quién es la costumbre de encender el fuego 
Quién bebe su vaso de agua limpia 
Prepara su pan y su silencio 
Esgrime el mate como espada 
Cómo se llama la que escribe 
Esa 
Que vuelve a consumar la ceremonia 
El pacto multitudinario
La tregua de veinticuatro horas 
En el nombre de todas. 


Doméstica 

Tan delicada: 
se parece al amor 
cuando florece.

Su sol inquieto
aletea en los rincones 
deslumbrándonos. 

Toda novedad, 
pureza y caricia 
sin resistencia. 

Llegará el día 
de la primera mancha,
la aspereza. 

El nuevo tiempo 
trae los feos olores 
de la rutina. 

Trataremos sí 
de renovar con la fe 
los viejos trucos. 

Es por pereza: 
solo por la costumbre 
de conocerla. 

Es tan sencillo
renunciar a lo viejo 
sin condolerse. 

Día de oferta. 
En el supermercado
todas las marcas. 


Martha Valiente 
Nació en Uruguay. Reside en Buenos Aires, Argentina

Los pájaros nacidos en jaula creen que volar es una enfermedad. 
Alejandro Jodorowsky

Beatriz Caserta

Casi, casi… 

Me esperaba, su sonrisa enigmática me agradó. Me sugería un encuentro “travieso”. 
Una túnica transparente estampada con restallantes colores, dejaba adivinar que sólo eso la cubría.
Ese encuentro fue el comienzo de una relación de casi dos años. Al cabo de éstos, le propuse dejar de vernos, por algún tiempo, necesitaba tomar distancia. 
Mi pedido la sorprendió y me lo dijo; pero según su estilo, no pidió explicaciones.
Ayer, después de seis meses, nos encontramos casualmente en un estacionamiento. Sorpresivamente, un beso en la mejilla, previo a mi pregunta: 
- ¿Tienes algún compromiso? 
- No, ya volvía a casa. 
- ¿Entonces, podemos tomar un café? -pregunté. 
- En este tiempo me he preguntado: ¿qué sería de tu vida? -comentó. 
Y su mirada recorrió mi metro ochenta, se detuvo brevemente en mis ojos y se congeló en mi boca. 
Debo reconocer que estaba impactante, la fragancia de Chloé, su perfume favorito, me envolvió. El cabello suelto negro azabache, aumentaba el encanto de su piel mate. 
Su piel… 
- ¿Dónde vamos? -la pregunta contestaba mi invitación. 
Yo que estaba viajando por su piel, me sentí “in fraganti”. 
- ¡Eh! Sí, pensaba si querrías ir a la de siempre, estamos a pocas cuadras. 
- Claro, me parece bien. 
Caminamos, conversando de temas casuales, nos paramos en algunas vidrieras y llegamos a la confitería. Ya sentados pedimos un capuchino y una lágrima. 
- ¿Cambiaste el coche? -preguntó. 
- No, es de mi cuñado, me lo dejó cuando lo trasladaron a Noruega. No lo usé hasta la semana pasada. Pero el domingo al salir de casa, me encerraron con un auto. Dos “monos” que me superaban en estatura y peso, me pidieron amablemente las llaves. 
- ¿El capuchino, para quién? -interrumpió el mozo. 
- ¿Me echaste de menos? digo, por tu comentario al encontrarnos -pregunté. 
- ¡Sí! Incluso varias veces marqué tu número, necesitaba saber que estabas. Te escuchaba y cortaba, por supuesto. Pero tu Hola… me acompañaba. 
Casi, casi… era como estar juntos. 


Beatriz Caserta 
Buenos Aires, Argentina

Tenemos dos fuerzas que nos ayudan a vivir: el olvido y la esperanza. 
Vicente Blasco Ibáñez

Alicia Danesino

A Manuel 

Abandoné mi trono, entregué mi alegría 
y regresé a la niebla de horas vacías, 
estériles, 
condenada al destierro. 
Mi vida, eterno duelo 
y mi sangre, 
en la cárcel del recuerdo 
fluye sin rumbo. 
Cuando la noche vence al día,
escucho
el lejano sonido de tu alma, 
entonces, 
brota de mis entrañas 
un austero alarido. 
Se tensan los océanos. 
Palidece la luna, 
y aquel sonido abstracto 
-insondable- 
muere 
con cada nuevo amanecer. 
Pero existes, 
en algún lugar, existes. 

 
              * * * 

en el silencio las palabras y yo

 I

Acerca tus labios a mi oído… 
Solo escucho oscuridad. 
Las húmedas palabras me ultrajan,
luna invernal en noche de helada 
El tronar de las frases es una larga letanía 
de ausencias y silencio
de sílabas en sombra y sombras de dolor. 

II 

Escuché el rumor de alas de mariposas. 
He mirado la luna encarnada, he besado al mar,
embalsamada de silencio. 
Su color enrojeció la playa. 
Mi sombra alucinada retuvo las hilachas del dolor 
para no estrellarse contra la vida. 

III 

El peine del viento 
enrula la espuma de la ola, 
la adormece sobre la silenciosa noche, 
yo, me disuelvo en el sueño. 
Si la luna me lava y el sol me tiñe 
¿Cómo me atrevo a estar viva? 
¿O ya seré otra? 

IV 

El absurdo deambula entre la mansa noche 
y los pasillos del sueño. 
Loca ruleta rusa, dentro del silencio escucho 
los latidos de mi corazón. 
Cuando caen las máscaras, las cenizas de la noche 
abandonan mi almohada. 
Me construyo cada mañana invitándome a vivir. 


Una palabra se descolgó del alba, 
cayó dentro de mi silencio. 
Detrás de mí, la vida. 

*Primer premio de APOA, Asociación de Poetas Argentinos. Poema traducido al rumano e italiano y publicado en Revista Orizon Literar Contempora 


                 * * * 

Deambulo por el misterio de la muerte 
en la noche del tiempo. 
Tiemblo, ojos bien abiertos. 
Descarnada, cerrada a todo tiempo 
crudas lágrimas lloran por mí 
en mi propio funeral. 
Tiempo detenido entre mis días, 
ha creado influencias extrañas, 
ritmos imaginarios, 
y en mi rincón de anacoreta 
un orgullo solitario. 
Los tiempos son abismos, 
ojos indiscretos, 
ventana cerrada a éste y otros tiempos. 
Tiempo, 
me derrumbas con tu apuro y
tu tirano calendario. 


Último poema pertenece al libro de la autora, en preparación: Tiempos 
Alicia Danesino 
Buenos Aires, Argentina

No existen llaves para la felicidad. La puerta siempre está abierta. 
Teresa de Calcuta

Amadeo Vicente Gravino

Una oración de Navidad o de Pascua 

para Silvia Rivas 

Señor, 
dulce protector de los humildes:

-nosotros, los que hacemos libros, 
tenemos una enorme vergüenza 
por los niños desnutridos 
que andan a nuestro alrededor 
y contemplamos en silencio 
sin hacerles caso 
-por los que nunca aprendieron 
ni a leer ni a escribir 
-por los desocupados 
que reciben planes del gobierno
como una humillación 
-por todos los que lloran de impotencia 
-por los despojados
-por las madres que pasan hambre 
y viven en indignas chozas mugrientas 
rodeadas de sus hijos vestidos con harapos 
-por los niños que comen en las escuelas o no comen 
-por los que andan pidiendo limosna 
-por los que van a comedores populares 
y venden estampitas en los trenes
-por los que buscan comida en la basura 
-por los que nunca conocieron la leche ni la carne
-por los que limpian los vidrios de los autos 
en las esquinas cuando corta el semáforo
-por los que tienen miedo de la policía 
y nunca recibieron un regalo 
y jamás supieron de los reyes magos 
-por los muertos por COVID 
-por los que enfermaron de ese virus maldito 
y estuvieron en terapias intensivas 
-por los que tienen horribles pesadillas
y ya no creen en los políticos 
y no tienen cloacas ni agua potable 
y se enferman y no pueden comprar medicamentos 
-por los piqueteros que cortaron las rutas y las calles 
y quemaron neumáticos para buscar justicia 
y fueron reprimidos salvajemente 
-por los des/graciados
-por todos los que sufren violencia 
-por los explotados 
-por todos los hambrientos que fueron asesinados 
por reclamar
-por los indefensos 
¿ellos verán a Dios? 


Sobre los gatos 

para Ana Lema Colángelo 

en el invierno 
cuando el sol acaricia muy suave
el cuerpo de los gatos 
algo mágico les sucede 

¿ellos se alimentan de sol? 
¿beben del sol la fuerza      la elegancia 
y la delicadeza de su andar majestuoso?

al parecer 
son seres indefensos 
pequeños compañeros que debemos cuidar 
pero también son alegres amigos especiales 
que nos acompañan 
y custodian nuestro pequeño mundo 
nuestros sueños: nos alegran la vida 

ya los egipcios adoraron a los gatos 
los hicieron custodios de sus templos 
sus monumentos y sus tumbas 
los consideraron sabios 
buenos amigos de las hadas y los magos 
seres comunicados con lo eterno 

…casi sin darnos cuenta
los hombres de este tiempo violento 
también adoramos a los gatos


Amadeo Vicente Gravino 
Buenos Aires, Argentina

Cuando el ojo está limpio, el resultado es la visión. Cuando el corazón está limpio, el resultado es el amor.
Anthony de Mello

Cleide ‘Mimí’ Muglia

La casa de la esquina 

Una palabra común que está en las noticias de hoy, que se repite, que se lee o se escucha, que como no se ve no se siente, siempre está el solidario que dice: -Pobre gente, o el desinteresado que piensa: -Como siempre. 
-Ahora sí, todo está bien. Quien conocía a Mirta sabía que esa frase era nueva en su repertorio. La dijo y cerró la puerta, o lo que quedaba de ella, la madera maltratada se quejó con un chillido áspero, inarmónico. 
Vivían en la casa de la esquina, a la sombra del confort ajeno. Era la esquina de una cuadra que esperaba ser trazada, un lugar para acomodar, todo lo positivo estaba al llegar pero el camino se hacía largo, hasta el sol se demoraba en llegar. 
La casa se fue achicando ante la indiferencia y las necesidades, se comenzó a torcer hasta parecerse a una nariz en un rostro gris. El barrio creció en un puño cerrado que no se abrió para nadie. 
Para ver el sol, los árboles, el asfalto, había que escabullirse por las hendijas que dejaban los dedos del puño. 
Siempre hubo poco lugar dentro de la casa, sólo Roque podía abrir caminos. Él pasaba el tiempo dibujando en todas partes, sus senderos hacían retroceder al mapa trazado por la humedad y el hollín. Su mano era una araña laboriosa extendiendo su tela de oxígeno, una tela llena de ríos, montañas, caballos, autos, muchos autos, trenes poderosos que superaban las leyes de gravedad… Dibujos con esperanza, señales de estar esperando un cambio, una apertura… 
Cuando el abuelo perdió su casa, se mudó a la casa de la esquina que se torció un poco más por la presión interior. 
La silla baja del abuelo fue aplastada por el tren de Roque, pero al abuelo no le pareció mal, las patas del catre metieron dentro de la casa el primer sol, un astro rojo, la tiza preferida del chico, reservada para las cosas importantes, regalo de la maestra. También en esa oportunidad el abuelo lució en sus ojos gastados una chispa de alegría. Pero todo se acaba y eso pasó también con el espacio para dibujar. Es posible que el pensar haya antecedido al dibujo. La verdad es que no importa demasiado para la historia, una noche sin nada que hacer ni donde estar, el sacudón del tren real hizo que las miradas del abuelo y la del nieto se encontraran. Fue entonces cuando Roque con su tiza roja en la mano y borrando con el puño de su buzo gastado despidió montañas, ríos… como si ya hubiesen cumplido su ciclo. Comenzó a escribir en la puerta del lado de adentro: “El tren corre para donde brilla la luz del sol. El tren corre para donde brilla la luz del sol. El tren corre para donde brilla la luz del sol”. Así formó con la frase repetida un muro. El abuelo lo miró con sus ojos cansados y sonrió con un brillo extraño en esas pupilas por donde habían desfilado tantos carnavales. Quizás comenzaran a acunar juntos una esperanza. 
Esa noche comenzó a llover, fuerte, muy fuerte. El agua comenzó a filtrarse por el techo primero, después todo se transformó en agua, comprendieron que no quedaban muchas opciones. El agua o el agua. Difícil, muy difícil. 
El abuelo levantó los pies. Roque miraba borrarse los dibujos. La puerta resistía, al agua no le importaba nada, seguía apoderándose de lo poco que había. El abuelo y Roque se volvieron a entender con la mirada. Era una lluvia hambrienta.
El río llegó y se quedó con todo, cómplice de la lluvia. Todo cambió, se corrió, se fue, nada quedó igual. 
Después de un tiempo se vieron los fantasmas pintados por el agua blanda y marrón. 
Ya no estaba la esquina con su nariz deformada. Estúpidamente había quedado la puerta maltrecha, sujeta por algunos cartones chorreados ¿Quién iba a acordarse de los dibujos? No tenía importancia, no se habían trazado para la posteridad. No se puede pensar en el futuro cuando no se trabaja el presente. Toda locura es un sueño que se fija o sea que el sueño debe concretarse. 
Mirta vio la puerta y todo lo que quedaba que era nada, entonces dijo aquella frase inédita: -Ahora sí, todo está bien. El asfalto la esperaba. 
¿La casa de la esquina? Le pasó lo mismo que al azúcar en un pocillo de café. Tan solo quedó la borra negra pegada al piso. La indiferencia es casi muda, por eso no hubo muchos comentarios. 
La esquina perdió la nariz en una noche de tormenta. 
El nieto y el abuelo se envolvieron en el traqueteo de un tren que marcha hacia la luz del sol. 


Cleide ‘Mimí’ Muglia 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

La desgracia abre el alma a una luz que la prosperidad no ve. 
Jean-Baptiste Henri Lacordaire

Virginia Amado

Embellecer de rubí 

El Universo ha intentado el mensaje; 
con emoción lo descifro a mi manera. 
Inesperada, hermosa, elegante, 
con aires de tierno pájaro 
y una vara de encarnados pétalos, 
hoy llegó la flor de lis. 
Explosión de color y largos estambres, 
con sus anteras cubiertas de polen, 
delicada, exótica, lozana, 
veo en ella Luz, Resurrección, La Gracia. 
Como un lirio rojo que simbolizara el amor. 
Tomo su aroma natural… 
Es suave, sutil, llena mi corazón. 
Aún inclinada, señala el Norte, 
la dirección exacta, apunta al cielo 
donde todo lo que es puro, ilumina. 
Pongo la flor de lis sobre mi corazón, 
que confundido se mimetiza: 
la miro, la beso, la acaricio, 
estigma al que me apego. 
Vistosa, colorida, enhiesta, 
pinceladas de matices que me sorprenden. 
Una flor vale más que mil palabras, 
asoma y es la maravilla. 
Por suerte existen flores en el mundo, 
y mi alma las encuentra ante los ojos. 


De corazones 

El corazón es material sensible; 
el tuyo, el mío, el de todos… 
Nada hay tan bello como un corazón que siente. 
Porque elige, porque sueña, 
porque se aventura a imposibles. 
Si es bueno, arrebata otros corazones, 
si es libre, contagia aires de vuelo. 
De qué sirven cadenas, si no hay amor, 
de qué sirven papeles, si no hay amor,
de qué sirve insistir, si no hay amor. 
Por eso, porque te miro, te lo dije: 
nadie es dueño del corazón de nadie, 
y es muy lindo que así sea. 
Por genuino, por profundo, por auténtico. 


¿A quién le digo te amo al oído? 

A alguien… piel de luna 
A alguien que ya no está 
A alguien que se fue pronto 
A alguien que es inexplicable 
A alguien que compartió un secreto 
A alguien que fue tarde luminosa 
A alguien que era perfume de agua 
A alguien que tocó mi vida 
A alguien de quien no escuché te amo 
A alguien a quien le hablo 
A alguien que me besó tras una reja 
A alguien de quien conservo un regalo 
A alguien a quien le escribí un cuento 
A alguien que tomó mi mano 
A alguien detrás de mis ojos 
A alguien que me necesitó al partir 
A alguien que llevo en mí 
A alguien de la cinta cenicienta y mustia 
A alguien en un lugar de luz, paz y silencio 
A alguien de los destiempos 
A alguien de andar ligero 
A alguien que encontré en un sueño. 


Virginia Amado 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

La fe es dar el primer paso, incluso cuando no ves toda la escalera. 
Martin Luther King Jr.

Bertha Carou


La ciudad Luz 
esconde sus tinieblas 
al mundo hedonista 
al mundo del consumo. 

Venidos de ese otro que llamamos tercero
(más cercano del cuarto) 
los inmigrantes 
ofrecen sus productos: 
un pañuelo con flores 
cualquier artesanía 
¡hasta una acuarela en la puerta del Louvre! 

En mi mente aparecen 
sus figuras delgadas 
con la piel emulando 
al cobre y al azufre
y en los ojos un brillo de paisajes lejanos. 
Tercamente 
la lengua de estos inmigrantes

se adapta a las demandas
dejando en el camino 
mezcla absurda de signos
y vocablos folclóricos. 

Pero hay una figura 
instalada en mi pecho 
con presencia ciclópea de una estaca clavada 
y vuelve con la fuerza de las mareas altas. 

Es aquella mujer con su mano extendida 
en la puerta del Metro 
súplica viva 
reclamando en su ruego 
                              a nosotros 
caminantes de paso 
                             lo que el mundo le niega. 
Una marca violeta en uno de sus ojos 
señala la violencia
                            maltrato repetido. 
Este círculo 
        me llevó a otro plegando escalofríos 
        donde conviven las sombras de los platos 
        y lechos hacinados con vahos descompuestos. 
También hay niños con mirada de adultos 
                           y moscas zumbando 
                                en forma impertinente. 
Esa mujer… 
               Esa mujer… 
                              Es una cruz en el Metro. 

                  * * * 

(A raíz de fotos de bombardeos en Irak)  

Pequeño vuelve a nacer 
de ésa tu vida que es sólo 
un trámite de ceniza. 

Tal vez en algún lugar 
estalle un colibrí 
en mil relámpagos 
para darse flor en el espacio. 

Yo sé que a la hora del hambre 
crece una espiral violenta en el estómago y 
no hay poema que alcance. 
Tus ojos reclaman de mis manos 
pero sé que es imposible 
darse a tantos. 

Busco en la intemperie 
los sones de la tarde
e irremediablemente 
encuentro la vastedad de mi impotencia. 

Un volcán hace un nido 
de sombras y excrementos 
en mi lengua. 


Bertha Carou 
Lincoln, Buenos Aires, Argentina

Llamas que el viajero olvida, cenizas que dispersa el viento: he ahí la vida del hombre. 
Omar Khayyam

Mirta del Carmen Gaziano

Yo 

Yo, dueña de un ímpetu irrefrenable 
devoradora feliz del tiempo productivo 
de la música sensible
de la buena imagen y los libros. 

Yo, caminante, 
andariega por naturaleza, 
incansable 
de los trayectos de media sombra 
y de soles fulgurantes. 

Observadora del entorno y sus matices 
absorbedora de los alientos del viento 
y la intemperie 
de los cambios naturales y sus gentes. 

Yo, constructora de andamiajes 
de mixturas insondables 
de copiosas estructuras 
de torrentes de fructíferos vaivenes. 

Yo, arquitecta de torres de babeles, 
andando sobre corceles al galope, 
queriendo contagiar mis pareceres.

Confieso firmemente 
haber arremetido contra
la inocente tolerancia de la gente. 
Confieso un avance caudaloso 
sin barreras ni ataduras, 
un desborde afectivo en total abordaje amistoso 
sin que medien controles ni cautelas. 
Cotejo entonces 
comparo 
y comprendo 
que mi accionar pudo haber ocasionado 
un prematuro abandono a mi persona. 

Por el tumulto 
que sin pensar he ocasionado 
y que torpemente he producido, 
pido disculpas 
de no haberme arrepentido. 


La envidia 

Es muy fuerte, no puedo contra ella 
soy inmune a la influencia que produce su presencia 
y destruye la confianza de la gente. 

Sé que no puedo, 
que es fatal para mí su aparición insospechada. 

Me cuesta mucho darme cuenta, me despista 
nunca sé bien con quién estoy 
dónde y cómo ésta surgirá 
destruyendo lazos de confianza. 
No es posible detectar su apasionada impronta. 

Cuando creí haber logrado un buen momento
considerando haber hallado un nuevo amigo 
al siguiente se estropea, por la abrupta aparición de la maldita. 

¿Cómo hace para filtrarse entre nosotros? 

¿Cómo logra destruir tantos afectos? 
la ladina se entremezcla entre la gente 
y seduce con intrigas, con su labia, con mentiras. 

Destruirla quisiera, mas no puedo 
ignorarla tampoco, pues invade 
acorrala a los flojos, los inciertos, 
a los que tu afán les resulta insoportable. 

No quieren descubrir sus potenciales 
y la envidia los toma de rehenes 
les enseña estrategias y falsetes 
les aconseja sólo ver los errores cometidos 
en vez de rescatar lo positivo. 
Y cuando terminaron su tarea 
la opción es alejarse simplemente 
dejándote el corazón herido. 


Mirta del Carmen Gaziano 
Santa Fe, Argentina

Es mejor ser envidiado que compadecido. 
Heródoto

TS Hidalgo

freelance 

Los carteristas del metro. ¿Memorizar todos sus rostros, todos sus nombres? Estudiaré a fondo las estadísticas: un invento más del CNI. A la salida de una estación, nuestros agentes de paisano están componiendo música, próximos al Palacio de Congresos y Exposiciones; 
<…y además el volante de este segundo vagón ya no vibra, lo va a notar súper estable, como recién salido de fábrica…>, habrá llegado a indicar, en el lejano pasado, uno de los carteristas, devenido entonces en llamémoslo-director-de-marketing-industrial, a un acaso despistado y codicioso inversor recién llegado de provincias; 
<¿Qué opina, caballero, de este prodigioso brazo artificial?: el artilugio perfecto, que mejora con mucho al brazo humano del que es sustituto, o complemento, automatizado con tolerancias exactas, lejano a los límites del error estándar: una obra maestra de la ingeniería. Piense en el crecimiento exponencial de sus ingresos, ¿le parece a Vd. adecuado este color?>, ya en el Palacio, al referido miembro del hampa, uno de nuestros agentes infiltrados; 
<Estoy harto de este siglo ya>, responde el carterista; 
<Yo también odio limpiar cristales>, el agente. 


TS Hidalgo 
Madrid, España

En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario. 
George Orwell

Cristina Larice

Un zapato en el tiempo 

Un zapato queda atascado entre las rocas 
El mar se llevaba su cuerpo dolorido 
Escrito 
Poético 

La historia de este zapato
comienza en Capriasca, Suiza,
con un par de escarpines 
un par de botitas 
un par de alas. 

Los viñedos y ríos de San Juan 
la tierra partida 
la polvorienta vida,
las voces y los mandatos
le apresuran el paso. 

Su calzado inquieto y rebelde la llevan 
por lecturas, escritos, poemas… 
Los pies descalzos, 
su juventud en Rosario, 
las zapatillas, los tacos, 
calzados reales y escénicos, 
la ponen en la lucha,
en la búsqueda de su ser, 
de su libertad… 

Un Buenos Aires hostil, 
patriarcal, la recibe 
Su andar se afirma, 
entre el ocre, almácigo de deseos, 
y su sensibilidad feminista. 

Su pisada 
su voz poética 
su decir 
abren un sendero 
hacen una huella 
en la oscuridad de la palabra 
por el decir de los hombres. 

A pesar de todo, danza en el amor, 
se trepa a los escenarios, da clases, 
comparte Rondas Literarias, 
su voz amordazada, grita. 

Escribe, escribe, escribe
lee, recita, declama 
publica 
escribe, lee, recita, declama… 

Tenía cuarenta y seis años, 
sus zapatos cargados de libros, 
la traen a Mar del Plata, 
sus últimos pasos pesados 
alados 
rompen el silencio de las mujeres 
quiebran la ola de reproches 
nos compromete y empodera 
Soy la voz del zapato atascado en las rocas,
un 28 de octubre de 1938,
que la despide, 
el mar se lleva su cuerpo dolorido 
Escrito 
Poético 
Pequeño y gran zapato 
Testimonio en el tiempo 


Homenaje a Alfonsina Storni. Escrito para la Sección Cultural del Diario La Capital de Mar del Plata
Cristina Larice 
Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina

¡Qué otra cosa sino un mar es la marea de pasión cuyas fuentes se hallan en nuestra propia naturaleza!
Mary Shelley

César José Tamborini Duca

Camino de Santiago 
                        Soneto 

Un soneto me manda hacer mi amigo 
del Camino que a Santiago me acompaña 
recorriendo de este a oeste toda España; 
fue Patricia quien me dijo ¡ven conmigo! 

Navarra, Roncesvalles, su montaña 
Pamplona y su viñedo hasta Logroño 
maravilla causa verlos en otoño 
apoyados en un báculo o una caña, 

En Palencia vimos “Campos”; son sus “Pampas” 
que no nombran en ninguno de sus mapas. 
Conjuntados con la sombra sempiterna 

terminamos esta etapa en León, la eterna. 
Más de un tercio nos queda todavía 
para llegar a Santiago con mi guía. 


De Gesell a Udaondo
           para Patricia (26-I-85) 

Contemplo las arenas geselinas 
mientras pienso 
la infinitud de sus sucesivos granos 
que serían necesarios 
para unirnos de un extremo al otro de las Villas. 

Y observo una nube blanca y alargada, 
tanto que sus extremos se pierden en la distancia; 
trato de calcular 
si tendrá tanta longitud 
para unirnos de un extremo al otro de las Villas. 

Escucho el sonido de algún avión, 
y oigo los embates de las olas 
sobre el casco de imaginados barcos 
mientras pienso cuál de ellos 
podrá unirnos de un extremo al otro de las Villas. 

Finalmente despierto 
de este imaginar cosas reales 
para darme cuenta 
que es nuestro sentimiento de amor 
quien nos une de un extremo al otro de las Villas. 


Último poema publicado en la Antología Mañana luminosa III del “Centro de Estudios Poéticos” en el año 2001 
César José Tamborini Duca 
Lonquimay, La Pampa, Argentina 

Un viaje es una nueva vida, con un nacimiento, un crecimiento y una muerte, que nos es ofrecida en el interior de la otra. Aprovechémoslo. 
Paul Morand

Luis Vilchez

Escritor de poemas

Es el agua fresca y necesaria, 
a medida que bebo esa poción de amor, 
camino las palabras 
y me hacen sentir libre. 

Penetro en la metáfora,
soy músico entre métricas y rimas, 
me adentro en las historias de poetas 
y el viento que refresca la mañana 
me hace inmenso en la escritura. 

Se trata de leer la realidad, 
de abrir tu corazón -cerrar los puños-
de discutir el mundo de los cuerdos 
y sanar las heridas de los nadies. 

Dibujar una luna en las manzanas, 
defender con belleza la ternura 
y decirte tan sólo cuanto te amo. 

Acostarse en el pétalo de una rosa, 
taparse con su manto de perfumes 
y estar bien relajado. 

Es tu amor -el de los otros y las otras- 
la razón por la cual somos del viento, 
por eso escribo.

Entre el cielo y la tierra 
encuentro la verdad 
más hermosa del poeta 
y el brillo de la vida del poema. 

¡Qué bonito que es! 
¡Qué bello idioma! 
¡Qué sensación extraña de ser libre en cada instante! 


Así de fácil es. 
Nada más hermoso que el rocío 
en los ojos vagabundos 
que ven nacer un verso. 
Nada más hermoso 
que escribir un árbol
o pintar un colibrí 
con la mirada. 

Sólo hay que entregarse muy sinceramente, 
despojarse de ropas y cadenas, 
ser el mismo que escribe 
y el que vive. 
Y gozar.

Sereno estoy 
cuando la obra 
está preñada 

y vuela con la brisa en la vereda 
y viaja por las calles 
en las mochilas de algunos laburantes
y la leen obreras feministas. 
Y construimos con belleza
la utopía. 

Y anónima transita 
vestida de ternura. 
Y brilla en las memorias 
en marchas que buscan 
la igualdad social. 

Y se abraza a tu brazo, compañera 
y te toma la mano 
y nos damos el beso necesario. 

Y olvidan que fue mía 
esta poesía. 


Luis Vilchez 
Juana Koslay, San Luis, Argentina 

No basta con luchar. Es el espíritu que nos acompaña en la lucha el que decide la cuestión. Es la moral la que obtiene la victoria. 
George Marshall

Ana Barchuk de Rodríguez

El Chofer 

El gerente de la empresa me ordena trasladar al campo de paz a los deudos de un difunto cuyo sepelio es a las diecisiete horas. Sé que se va a demorar. 
Ascienden los pasajeros, pongo en marcha el colectivo, unas señoras lloran, otras se lamentan, aquellas enumeran las obras buenas del finado en su vida. Al llegar a la puerta del Camposanto, frente a la Cruz Mayor, detengo el colectivo, abro la puerta y descienden los condolidos allegados. Sin mover el transporte del lugar, espero a que sepulten al fallecido. 
Mientras hago tiempo, cierro la puerta del ómnibus, enciendo la radio, preparo el mate y con paciencia permanezco en mi asiento. 
Al rato siento que alguien trepa al micro, miro en el espejo retrovisor interno y no veo a nadie. Las puertas delantera y trasera continúan cerradas. Un frío aliento hiela mi sangre. Me pongo de pie y miro dentro del autobús, recorro asiento por asiento, corroboro que sigo estando solo. Vuelvo a mi butaca de chofer, me acomodo, continúa sonando un lindo chamamé en la emisora local. Cebo otro mate, echo un vistazo hacia el cementerio confirmando que termina la parte del rezo frente a la Cruz Mayor. Luego reconozco la media docena de hombres cargando al féretro en sus hombros dando tres vueltas en procesión alrededor de la cruz y, por fin, enfilan hacia el lugar donde se encuentra abierto el pozo. 
Percibo que el colectivo se mueve… hacia un lado craaac. Hacia el otro craaac. Levanto la cabeza, doy una ojeada en el espejo del conductor, confirmo que el habitáculo continúa vacío. 
Nuevamente… craaac hacia un lado. 
Al ratito… craaac hacia el otro. 
Tengo miedo, el sol casi por completo desaparece en el horizonte. Lejos, en el lugar del entierro, distingo al grupo de personas cumpliendo con la despedida. 
Otra vez, craaac hacia un lado. 
Al instante…craaac hacia el otro. 
Apago la radio, dejo el mate. No pierdo de vista al espejo… 
Craaac chilla el inmenso transporte. 
Craaac más fuerte. 
Me pongo de pie, camino por el interior del micro, controlando asiento por asiento. 
Craaac y craaac chilla el armatoste. 
La sospecha me paraliza, tengo piel de gallinas en los brazos y helado el cuerpo. Por unos minutos no sé qué hacer. 
De golpe, tropiezo con el coraje y sin titubear abro la puerta frontal, desciendo del vehículo con cien ojos, me dirijo a la parte de adelante, que continúa normal. Camino al costado derecho, entre el coche y el cementerio. Al finalizar la revisión del armatoste, detrás de él, descubro sentado en el paragolpes trasero al obeso cuidador de la necrópolis que me saluda - ¡Buenas tardes don Carlos! - Comentando - ¡Se hizo largo el entierro! - Y pregunta - ¿Me puede llevar hasta el pueblo, que ya finaliza mi horario de trabajo? 


Ana Barchuk de Rodríguez
Misiones, Argentina