lunes, 12 de mayo de 2008

Editorial

con voz propia nº 19 - mayo 2008

.............................Pies, ¿para qué os quiero si tengo alas para volar?
............................... ................................................Frida Kahlo


Agradezco las muestras de afecto, cariño y solidaridad que muchas personas me han brindado en los momentos que transité, sin vuestra actitud el camino hubiera sido más difícil aún, me dieron la fortaleza para seguir con más ganas.
Me permito agradecer especialmente a María Eugenia Caseiro, por abrir con su voz la puerta de este número de con voz propia, y a Araceli Otamendi y Carlos Carbone, quienes me reconfortaron confiando en mí.
Gracias por todos los comentarios realizados en el blog -los cuales me resultó imposible retribuir-, y pido disculpas por todos aquellos e-mails que quedaron sin respuesta.
Muchas gracias a todos por estar allí, del otro lado del monitor, algunos increíblemente cerca…
Les mando un abrazo cálido y mis deseos que estén muy bien, que sus días sean apacibles.
Nos reencontramos en junio.
Analía Pascaner

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El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse con la creación, más le valdría estar muerto, porque sus ojos están completamente cerrados.
Albert Einstein

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En un planeta verde…

“Verde que te quiero verde”… Lorca de un Romance sonámbulo, verde carne / pelo verde. Así sea también el deseo de los seres humanos de conservar el verde en nuestro planeta, “soñando en la mar amarga”, en esta mar amarga de hoy en que se teme tanto por la presteza con que se agotan los recursos naturales.
Se ha convertido en ardua la faena de mantener el deseo del verde, el conservar nuestro bello planeta verde, sin embargo, en manos del hombre está gran parte de lo que se necesita para prolongar la existencia, el color, la luz, para preservar aquellos recursos que nos llenan los ojos de un verde clorofila y de oxígeno puro los pulmones; de olores y colores los jardines; de amor y de poesía la vida.
Mayo es considerado en muchos países como el mes de las flores y la seductora belleza de las flores es inigualable fuente de inspiración para todos aquellos que escribimos.
Regalemos una flor, no sólo a nuestra vida, sino a la vida. Conservemos los recursos naturales que mantienen verde nuestro hermoso planeta, que no son otra cosa que poesía y vida.

María Eugenia Caseiro. Escritora cubana residente en Miami.

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Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.
Ayn Rand, La Rebelión de Atlas, 1957





............................Edición y dirección: Analía Pascaner
............................San Fernando del Valle de Catamarca
............................Catamarca – Argentina


Alejandra Pizarnik

Amantes

una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío

Alejandra Pizarnik - Buenos Aires, 1936-1972

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El alma no debe obedecer a nadie. El alma debe acudir a su propia insondable autoridad, y toda obediencia le es debida.
Luis Franco


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Vladimir Holan

Cuando llueve en domingo y tú estás solo

Cuando llueve en domingo y tú estás solo,
completamente solo,
abierto a todo, pero no llega ni el ladrón
y no llama a la puerta ni el borracho ni el enemigo;
cuando llueve en domingo mientras tú estás abandonado
y no comprendes cómo vivir sin cuerpo
y cómo no vivir puesto que tienes cuerpo;
cuando llueve en domingo y, solo, no eres más que tú,
¡no esperes ni hablar contigo mismo!
Entonces el ángel es el único que sabe
lo que hay encima de él,
entonces el diablo es el único que sabe
lo que hay debajo de él.

El libro sostenido, el poema al caer…

Vladimir Holan – Praga, 1905-1980
Versión de Clara Janés
Fuente:
www.enfocarte.com

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No te creas jamás tan grande al punto de ver a los demás por debajo de ti.
Confucio

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Gustavo Tisocco

¿No somos acaso
tierra prometida?

Muerde de mi fruta
todo el veneno,
aspiraré de tu exilio
perpetuidad franca.

Desertores
del otoño
seremos viento.

…………* * *

¿Sabrá el pescador
que no hay proezas?

¿Descubrirá alguna vez
que el pez elige morir
devorando anzuelos?

Tristeza de agua.
Suicidio de escamas.

Tierra y vanidad.

¿De quién es el triunfo?

…………* * *

Atravieso relámpagos y penumbras.

Aquieto los miedos,
abro la puerta.

De las arañas no quedan redes.
Los viejos precipicios
hoy son horizontes.

Destilo de mis nostalgias
olvido y perdón.

Retornando a ningún lado
me quedo en mi cosmos.

Afuera hay sol,
a lo lejos
repican las campanas.

…………* * *

¡Ven,
como a Lázaro, resucítame!

Despierta este laberinto
que circunda viejas cicatrices,
atraviesa mi sangre y úngeme
con manso néctar.

¡Ven…!

No temas a la ciudad que soy,
mis terrazas, mis barrancos.
Envuélveme con tus labios
y aquieta la sed
de tantos octubres.

¡Ven…!

Reposa tu ruego
sobre mi estirpe guerrera,
derrota mi fuego, sálvame.

Gustavo Tisocco – Buenos Aires
http://poemasdegustavotisocco.blogspot.com/
http://mispoetascontemporáneos.blogspot.com
http://homenajesapoetasausentes.blogspot.com
http://www.paisajedeadentro.com.ar


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No esperemos recompensa de nuestras fatigas y desvelos, y sí sólo enemigos; cuando no existamos, nos harán justicia.
José de San Martín


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Robert Gurney

El Bar de Birkbeck Collage

Lo llamábamos Pat’s Bar
entonces.

Estábamos casi siempre allí
a las cinco de la tarde.

Ahora hay una placa en la pared
que dice “Pat’s Bar”.

Murió hace mucho.

Tony estaba siempre
con su cara bondadosa.

Él murió hace poco.

También estaba Roger
a la misma hora,
como un reloj.

Falleció también.

Ian no faltaba nunca.
De repente se fue
declarando
que ese mundo era falso.

Fue como si se hubiese muerto.

Y yo estoy siempre aquí.

Birkbeck College, Londres, Mayo de 2008.
Nota: Agradezco a Bob por su deferencia al enviarme este poema especialmente para ser incluido en con voz propia. A. P.

La cara

Miré el hielo
en el lago de Wardown
hoy
cerca del puente chino
donde una vez
estuve a punto de ahogarme.
Vi mi rostro
devolviéndome la mirada.

…………The face

…………I looked at the ice
…………in Wardown Lake
…………today
…………near the bridge
…………where I once almost drowned
…………and saw my face
…………looking up at me.

………………………La cara

………………………Mirí el gel
………………………a l’estany de Wardown
………………………hui
………………………a prop del pont xinés
………………………on una vegada
………………………estiguí a punt d’ofegar-me
………………………i viu el meu rostre
………………………retornant-me la mirada.

………………………Traducido al catalán por Pere Bessó

Estrellas fugaces

Una amiga
en Argentina
me dice
que mirar las estrellas
la marea

que cuando contempla
un espacio vacío
puede aparecer una

y cuando observa
alguna sobre las montañas
parece desaparecer

y que la Vía Láctea
parece moverse.

No lo he visto
todavía.

El cielo es naranja
sobre Swansea
pero puedes ver aún
las estrellas en Port Eynon.

Observé una vez
sesenta lágrimas
de San Laurencio
caer del cielo
sobre la aldea.

………………………Shooting Stars

………………………A friend of mine
………………………in Argentina
………………………tells me
………………………that watching the stars
………………………makes her feel dizzy

………………………that when she looks up
………………………at an empty space
………………………in the sky
………………………a star can appear

………………………and when she observes
………………………one above the mountains
………………………it seems to disappear

………………………and that, sometimes,
………………………the Milky Way seems to move.

………………………I haven't seen that yet,
………………………myself.

………………………The sky is orange
………………………above Swansea
………………………but you can still see
………………………the stars in Port Eynon.

………………………I have seen
………………………sixty burning tears
………………………of St Lawrence
………………………falling from the sky
………………………above the village.

La sombra

Andaba
por el campo
vecino a mi casa
cerca de Potters Crouch.

El sol
me daba de frente,
y por la espalda
un aire frío.

El labrador
terminaba de arar
la tierra
surcándola
en filas ordenadas
como un disco de gramófono.

Por todos lados
había trozos
de ladrillos
y azulejos.

Me hizo pensar
en los Romanos
que antiguamente araban
aquella tierra.

Tenía la sensación
de que me seguía alguien.

Parecía
alguien
del pasado.

Podía ver una sombra
justo
detrás mío.

Giré bruscamente
y vi
que era la mía.

Robert Gurney - St. Albans, Inglaterra
http://www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Robert_Gurney.html


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Corazón delator

Me hice escritor
luego de la delación.
En la cárcel
el destino estaba de mi lado.
Andrés Bohoslavsky, “El pianista del Black Cat y otros poemas”


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Emilio Núñez Ferreiro

Cara desusada

Antigua, fea y desusada: así era la cara de esa vieja. Y digo desusada porque una cara así, si bien ella no tenía más remedio que portarla, yo me imaginaba que era una cara de otro tiempo. Una cara que una vez se usó, y ella era la última que tenía la desgracia de ir por ahí, mostrándola.
En realidad, Leandro tuvo razón cuando me dijo que si la mina tuviera otro carácter, otra forma de relacionarse con los demás, quizás no la vería tan fea. Pero cada vez que iba a comprar puchos, sentía que esa cara, a la vieja, le debe hasta doler. ¡Qué poco favor le debía a Dios, por favor!
Yo, a Leandro, lo conocía desde hacía poco, pero congeniábamos bastante. Me gustaba porque era un flaco que hablaba nada más que lo indispensable. De él, sabía que tenía un abuelo comodoro y que vivía del otro lado de la vía, la odiosa franja de acero que partía en dos clases sociales al pueblo. Él -nunca lo habíamos hablado-, pero debía pertenecer a esas nuevas familias que se habían incorporado al barrio obrero que la Municipalidad hizo construir hacía un año. Y sobre todo, lo admiraba por los tiros libres que pateaba: de cinco intentos, era una fija, siempre embocaba, por lo menos dos goles. Además, como también era de San Lorenzo, eso nos hacía más compinches.
De la vieja esa, tampoco sabía demasiado. La conocía desde que había entrado a trabajar en el kiosco del tano Ragno. Nada más.
Me quedé helado cuando el Leandro este, me confesó que la vieja del kiosco, era su vieja. No supe qué decir. En ese momento hubiera querido ser mudo, pero ya estaba dicho y no tenía remedio. Él sonrió, me puso una mano en el hombro y antes de alejarse, me dijo: “Nos vemos”. Y lo dijo de una forma que no daba lugar a pensar que estaba ofendido, pero igualmente me quedé re-mal; después de todo, aunque seguía pensando lo mismo, era su vieja.
Y fue así. Nos vimos el domingo -como todos los domingos-, en la cancha de al lado del cementerio. Lo saludé con cierto temor. Pensé que, en una de ésas, tendría una actitud distinta hacia mí. Pero no, el chabón me pareció re-piola y con muy buena onda. Me saludó como siempre, haciendo chasquear su palma con la mía, en tanto que me guiñaba un ojo. Hasta recuerdo que hizo alusión al partido de ese día, de San Lorenzo con Boca. Pronosticó que le ganábamos 2 a 0. Y la pegó, salió así, nomás.
Lo que nunca me imaginé, es que fuera tan rencoroso. ¡Hijo de puta! Me metió cuatro goles, todos en el ángulo derecho. Incluso, el último, de taquito, me lo metió.

Emilio Núñez Ferreiro - San Antonio de Padua, provincia de Buenos Aires

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Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra.
Georges Clemenceau

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César Cantoni

Con el último sol

Con el último sol muere la ilusión del día.
Los negocios bajan las persianas
y las calles van quedando desiertas.
El canillita apila, entonces, los diarios matutinos,
hace un fardo con ellos y los deja en el suelo.
La pequeña florista, mientras tanto,
con la piel erizada por el frío,
se abriga como puede contra las paredes.
Desde la cocina de los restaurantes
llega ahora hasta la puerta el típico olor de las frituras
y los bares acogen a putas y dipsómanos.
En la esquina de la Universidad,
una mujer, que blande un crucifijo en una mano
y aprisiona una Biblia en la otra,
anuncia a los desavisados el final de los tiempos.
Artera, la noche avanza hacia el momento exacto
en que el suicida apretará el gatillo.
Sí, todos los proyectos de vida fracasaron a esta altura
y el mundo parece cansado de rodar.
Cuando el viejo mendigo se duerme finalmente
sobre un lecho de bolsas y cartones,
ya no es posible esperar ningún milagro.

Nadie escribe lo que quiere

Eliot tenía una conciencia rancia
y sus ropas olían a alcanfor,
lo que no le impidió
ser un poeta a la altura de su tiempo,
dejando en claro que la poesía
se halla siempre por encima del hombre
y que nadie escribe realmente lo que quiere
sino lo que ella le dicta.

Crónica de Nochebuena

Un Papá Noel sonríe al que lo mira
desde el escaparate reluciente
de una casa de regalos.
Con espíritu celebrante,
la gente se agolpa por la calle,
cargada de paquetes.
Sólo los perros, que duermen
plácidamente en la vereda,
permanecen ajenos al rito navideño.
La noche va cayendo ahora
y el cielo se puebla de bíblicas señales.
Entre el culto pagano y la fe cristiana,
la cruel realidad de los chicos que mendigan
sigue reclamando un redentor.

En la playa de estacionamiento

Iba a arrancar el auto aquella tarde
cuando una mariposa,
que apareció de la nada,
se puso a danzar sobre el parabrisas.
“Es el espíritu encarnado de Chuang Tzu
que prenuncia el estío”,
exclamó mi acompañante.
……………………………………………Y yo le creí,
porque basta amar la poesía
para ser sorprendido por algún milagro.

Todos estos poemas son inéditos

César Cantoni – La Plata, provincia de Buenos Aires
http://www.abacq.org/cuaderno

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No hay día más perdido que aquél en que no hemos reído.
Charles Chaplin (tomado de El Regalador)

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Carlos Kuraiem

Diálogos con ella

-Este poema es el de anoche
desnudos en la cama
tu piel blanca junto a mi piel oscura
hacían un hermoso contraste
de cuerpos de razas perdidas
hacia atrás en el tiempo
como el origen del amor…

...... * * *

Lectura del árbol
del pájaro y el nido
del cielo azul donde cabalgan nubes que son gigantes
donde no abisma ni cansa mirar
lejanías y transparencias
ah, las cortinas de lluvia los alados taladros
hundiéndose en el barro de los días y las noches
lectura de la lluvia
lectura del viento y de los cabellos al viento
de las manos desatadas de hermosura
ya increpantes
ya acariciadoras
ya tristes alegres
nómadas de hacer
Cerremos el libro de convenciones
y leamos en la vida
para luego escribir
la nueva palabra
chispas
de la palabra nueva.
En el grafito del lápiz
que baja deslizándose
margen a margen
escuchemos el galope del caballo
y el ladrido del perro
a la noche y el día en substancia
Que los hombres lean su palabra
sobre la corteza del papel
y en los besos
leamos en los besos que dan
los labios
leamos en las manos de los hombres y mujeres
bajo cuyas palmas
mueren víboras y enredaderas…

...... * * *

-ves? esa rama aún
no quiebra del todo,
sigue alimentándose
del aire del cielo
de la lluvia y la raíz
así ellos
un poco caídos
un poco inclinados hacia el camino
sabrán buscarte el corazón
una noche o un día cualquiera…

Carlos Kuraiem - San Justo, provincia de Buenos Aires
http://www.revistasliterariasyculturales.com/


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Hay días en que la paciencia se acaba,
como el pan de los pobres.
Ésos son días exactos,
como un alumbramiento,
para iniciar la lucha.
Hamlet Lima Quintana (enviado por Miguel Longarini)


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Rosa Lía Cuello

Cómo te explico

Cómo te explico que el silencio
se ha volado esta mañana,
y por mis ojos transitan las esperas.
Que tu sombra se mistura
en el principio del olvido
y la risa muere
en los ríos de mi sangre.
Cómo te explico que las palabras
recorren intenciones
y se esconden impotentes
en los pliegues del alma.
Que los abrazos estallan
en el vacío de la ausencia.
Cómo te explico
que ya florecen los cerezos,
que el amor cansado se escapa
por los límites de mi piel
hacia otras cavidades
y sólo quedan en mí
los versos que no te dije.

Mis manos en cruz

Cuando mis pasos
cansados de andar
cruzan el límite
entre el cielo y el infierno
y el recuerdo del ayer
recorre mis venas tensando soledades.

Cuando llegas hasta mí
indiferente en apariencia,
fabricando dolor inexistente.

Cuando se corta la cuerda
entre la risa y la locura
impidiéndome pensar
y se quiebra mi voz
en la garganta universal
de las miserias,
sólo mis manos en cruz
me redimen la impotencia.

Poemas del libro Dentro de mí

Rosa Lía Cuello - Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe


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Experiencia es simplemente el nombre que damos a nuestros errores.
Oscar Wilde (tomado de Ñusleter)


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Elisabet Amelia Cincotta

Después del silencio

Era de noche, un golpe en la puerta sobresalta el sueño tranquilo de Juan.
-Abran- dicen las voces furiosas que sin esperar se abalanzan sobre la puerta, la rompen, entran a la casa. -Somos del psiquiátrico-, único anuncio. Toman a Juan por la fuerza, lo trasladan a la ambulancia que espera impaciente en la calle. Por esos tiempos había muchos “clientes” que atender.
Amanece, entre golpes y patadas Juan es dejado en una habitación, luego verá que la comparte con veinte personas más. ¿Habitación? más que habitación parece un calabozo múltiple.
Nadie le dice nada, él no sabe nada. Desespera mansamente, sabe que así será mejor.
Al mediodía lo ve un psiquiatra, nunca supo si lo era. Le medica tranquilizantes potentes y algunas sesiones de electroshock.
Juan comprende todo, sus poemas de denuncia han corrido por todo el país, de mano en mano, en pequeños rollos de papel. No les conviene su poesía rebelde que enciende ideales.
Cada noche doble dosis. Después que el silencio inunda el lugar y la ausencia de pensamientos brilla en los internados, aparecen los gritos: -Arriba, es hora de hacer ejercicios. A punta de botas se levantan como pueden, un paseo de cuerpos desnudos por el patio, en el frío invierno, sirve para evitar toda manifestación a puro sol y vencer la memoria. Algunas sesiones especiales terminan con el pulso de Juan.
Durante seis meses se repite diariamente quién es. Logra obtener una libretita, regalo de una enfermera que se apiada de su delgadez y sus ojos heridos. Allí escribe, allí se mantiene luz e idea. Se encierra en ese mundo. Sobrevive.
Por esas cosas raras un día lo liberan, dan por curada su “enfermedad”.
No olvida la tortura, la gélida noche, el hambre y el sueño.
Ya pasaron muchos años, en el abrigo de su casa no puede vencer el frío que lo acompaña desde entonces, escribe sus poemas, cuida sus rosas, recicla la vida para subsistir mirando el horizonte.
De noche el descanso se hace largo, mil temores de puertas destruidas, de fantasmas con bata blanca, de jeringas con calmantes asisten a su dormitorio silenciosamente, pero por sobre todo existe el miedo permanente a aquello que puede haber después del silencio.

Derechos de autor reservados

Elisabet Amelia Cincotta – Buenos Aires
http://misretazosenpoemas.blogspot.com/
http://historias-sencillas.blogspot.com/
http://trayectoria-fotos.blogspot.com/

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Correcciones

No corrijo tus erratas: ellas son el mejor retrato de tu alma.
David Lagmanovich, microrrelato del libro “Menos de 100”

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Luis Benítez

Primer Piso: Elianne McGohan

Ella estuvo en Miami
Aquella noche inolvidable
En que Jim Morrison cerró las puertas
Y se subió desnuda al escenario
“The old sacred spirit is alive!”
“The ancient holy ghost is alive!”
Gritaba en brazos de la policía
Y se golpeaba el pecho hermoso y bamboleante
“Santa, santa, santa” aullaba
En vez de “miserere”
El borracho panzón desde el micrófono
Le arrojó aquel beso
Antes de que se la ocultara
La Vía Láctea que había bajado hasta el escenario
Ella hoy tiene su Ph.D.
Y él su Pére Lachaise
Ambos enseñan poco pero bueno
Tres días a la semana
Ella en el salón correctamente iluminado
El en el más oscuro rincón del baño público
Apenas los separa un muro
Y unas pequeñas, eficientes puertas:
Es una suerte para todos
-ella incluida- que conozcan
Tan bien este trabajo
Y tengan tantos años en su oficio

Segundo Piso: Eliot Di Nucci

Nadie estuvo en el pasado
Y ninguno habitará el futuro.
Sólo existe este apartamento,
La ventana que da a Central Park,
El tedio infinito de mis piernas inválidas,
El reloj que indica que dentro de dos horas
Vendrá la enfermera profesional
No sabe todavía lo que dice.
Mi vida no importa:
Una sola cosa late entre estas desiertas paredes
Y hace mucho que no es mi corazón.
En alguna parte, en algún cajón, una Beretta 40
Recuerda que vengué a mis piernas con ella,
Un día improbable, indefinido, de 1964,
Desde esta misma silla de ruedas,
Vaciándole el cargador a Moe “Ametralladora” Carrick,
No lejos de aquí, en una esquina que he olvidado.
Debajo de la pistola un viejo diario amarillento
Da todos los detalles de mi asunto.

Octavo Piso: Fernando Medina y Guimaraes

Vivo en el piso que fue de mis padres:
Lejos quedaron sus sudores y sus pesares.
Podría vivir muy bien en otra parte,
Pero me complace recordar,
Entre estas cosas y muebles conocidos,
Que me elevé de entre los míos
Como un dios en una máquina.
Vivo en el piso que fue de mis padres:
Aquí avarientamente juntaron cada dólar
Para educarme, cuando este era un barrio despreciable
Y ellos la hez del planeta arrojada a esta playa
Todavía con vida como para engendrarme.
Y crecí como un monstruo, como algo notable.
Soy el futuro sin freno y ya nadie podrá pararme.

Vivo en el piso que ya fue de mis padres.

Poemas pertenecientes al libro Manhattan Song, editado en Lima, Perú, en 2007

Luis Benítez - Buenos Aires


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Busquen siempre la verdad real y no la concepción popular de la verdad. Empleen sus experiencias reales, concretas e íntimas. Esto significa que muchas veces darán la impresión de falta de tacto. Aspiren siempre a la autenticidad.
Jerzy Grotowski (Tomado de Ñusleter)

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Áurea López Quiles

Noche en Petra

En la inmensidad del desierto de arena rosada
el oasis de una noche se llevó
antiguos besos dolorosamente irresolutos
en los acogedores brazos de mi amigo beduino.
Sabiendo que el principio y el final eran lo mismo
nos amamos
sin otros laberintos que los de nuestros cuerpos.
Renacimiento al amor en el país que recorre el Jordán
y en el que un mar se llama Muerto.
Como muertas están aquellas otras caricias
que en otro país y en otro tiempo llamaba a gritos
y a las que tú también llamabas.
Ni las tuyas ni las mías acudieron
presas del miedo.

Evitábamos el final

Evadíamos el final
y así nunca empezamos
sin que hubiera un principio
se evitaba acabar.

Las miradas desnudas
sabían del futuro
semejante a un pasado
de pérdida segura.

En aquellos trazos
y retales de nosotros
venció nuestra invención
y lo poco que teníamos.

Quizás podamos decir
que bordeamos el cielo
y que no entramos porque
un destino cruel así lo decidió.

Áurea L. López Quiles – Alicante, España

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Si amas al sol que te alumbra, tal vez amas, y si amas al insecto que te muerde, amas.
Antonio Porchia

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Julio Bepré

Otro mundo

Si bien esta vez algo he perdido
pude pronto llegar al intenso color
de una tarde distante,
a la densa premura de un cielo tormentoso
y a la sana alegría cuando un nombre olvidado
se acercaba a mis labios sin razón aparente.
En ese mismo instante me requería Dios
con un suave llamado. Y todo fue muy simple.
Era estar en un tiempo sin apuro gravoso,
sin edad, sin miseria, sin el hecho acuciante.
La realidad volvía a ser un paraíso.

No es posible

Desde el día en que me vi en tus ojos
fuiste una presencia extraña y sostenida,
semejante a un silencio no esperado
o al milagro que lleva alguna música.

Y nada puede ya sostener una ausencia
porque estás en mi ser en cada instante
y los gestos destraban estas pobres palabras.

No puedo entonces pronunciar
ni entregarte para siempre mi adiós.

Amiga, puedes morir es cierto pero también yo,
aquí o allá, antes o después de esta yerta estación
mas sé cómo llevar la gracia de tu imagen.

Vos quedarás junto a mí sujetando el color
diluido de mis ojos, pero llenos aún
con ese ardor que fue lamento y alegría,
desazón y refugio o todavía espera
desde un retardo inmerecido.

Camino y solitario advierto
cuánto dice un reflejo en la húmeda calle
para poder asir de una vez tu presencia.

No puedo entonces pronunciar
ni entregarte para siempre mi adiós.

¿Y?

Uno pregunta si no es ya
tarde, inmensamente tarde;

si cuanto ayer no se logró decir
será desde hoy un inclemente olvido;

si el amor avistado una vez
puede aún regresar y ofrendarse.

Uno se siente desnudo y
se mira como extraño en un espejo y

uno es ausente de toda realidad y
hasta de Dios se olvida en este

lesivo vivir instalado en las horas
mientras huyen los meses y los días

los gozos esperados,
el siglo y este instante.

Poemas pertenecientes a libros inéditos

Julio Bepré – Avellaneda, provincia de Buenos Aires


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Consulta el ojo de tu enemigo, porque es el primero que ve tus defectos.
Antístenes de Atenas

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Santiago Bao

Encuentros
…………………...…… "¿Y tu destino? Te sonrió una sola vez,
…………….....………… y tú no estabas allí..."

………………………………… ………… Vladimir Holan


Es un viento inesperado que nos sopla en la nuca y recupera sombras, el niño torcido de la memoria, el puñal que clava en la noche el sudario del pasado oculto; una señal, patear piedras en la soledad imposible; una colina de yerba usada; caminos; pájaros, ramas, seres que regresan desde el sueño, perfiles, una clara melodía que luego se olvida.
Separado del fondo, en el medio de las aguas, permanece el torbellino, luces tenues o la miseria de los cielorrasos.
Colgados de las risas, algunos harapos que al final nos cubren.
Desde abajo comienzan a doler los pasos. Al doblar las esquinas tratar de esquivar las estocadas del otro que no fuimos.
Nunca estar preparados.

Traslados
I
La Colina


Hay sitios que llevan más allá: la Colina, el 366, el deslinde de la chacra de los Wagner.
Cuando la sangre del crepúsculo se coagula en un malva intenso, trepo hasta la Colina y me quedo entre el viento y la soledad porque sé, que ahí está el desvío exacto, el desnivel inicial de los enigmas.
Entonces aparece Ella, a quien persigo a través de múltiples sueños.
Ella se alza sonriente, yo me inclino y acomodo mi cuerpo a una paz infinita y permanezco en el despliegue jubiloso del origen como si estuviese esperando en el vientre del universo.

II
El 366


El 366 es otra cosa. Encontrarlo no requiere voluntad, ni ingenio alguno.
El 366 está en cualquier lugar. No hay cartografías, manuscritos secretos que nos permitan hallarlo.
Lo único preciso es que el 366 se manifiesta sólo una vez al año. Y en cualquier minuto y lugar.
Es muy difícil casi imposible acceder al 366 más de una vez. Lograrlo dos veces sería arribar al más allá del más allá, donde no estaríamos atrapados por la telaraña del tiempo.
En el valle, en la calle suburbana, en el café, en la silla de todos los días, en cualquier lado, el 366.

III
El deslinde

En donde termina la chacra de los Wagner hay una zanja leve y después, de a poco, se sostiene un monte que en las tardes de verano, se llena de susurros.
Debajo de un roble centenario, me siento a conversar con algunos muertos, a quienes permanezco queriendo.
Ellos me preguntan sobre cosas mías y yo sobre cosas de ellos.
Allí, permanecemos un tiempo. Yo no los invito a que se queden, ni ellos a que los acompañe.
Hay algo que nos permite reconocernos: el saber que entre el aquí y el más allá, casi no hay diferencias.
Para el más allá que sigue: el 366.

Dificultades para establecer qué signos es preciso descifrar primero

Tal vez:
los que insinúa esa mujer del collar melancólico que aparenta querer entreverarse en algo; o los que sugieren en su paseo preliminar los brillantes pelajes de los pura sangre, o el gesto diminuto del algún jockey; o tratar de descubrir si ese puño oculta pájaros, piedras o nubes imposibles; o qué puerta es preciso abrir para entrar de una vez por todas a la vida, si aquella ruinosa y agrietada o ésta recién pintada; o si detrás de esas gasas sutiles se oculta esa esperada mujer del alba, la que intentará acomodar su risa en mis latidos o las prisiones en el alma; o terco insaciable de orgías de absoluto, tratar de descifrar en templos oscuros, los mensajes silentes de un dios suspendido.

Textos del libro Despliegues, seleccionado por el Fondo Editorial Rionegrino (FER) para ser editado, diciembre 2006.

Santiago Bao – Villa Gesell, provincia de Buenos Aires


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La verdad se parece mucho a la falta de imaginación.
Enrique Jardiel Poncela

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Raquel Fernández

Norma Jean
…………....……………A Marilyn Monroe
……………...........…………
"Recuerdo mi niñez cuando yo era una anciana..."
………………............………
Alejandra Pizarnik

Norma Jean alisa indiferente
la falda plisada
con la que aparece en todos los sueños
y suspira
por la madre que se desdibuja en un hospicio
y por el hombre que no conoció
y la condenó a sentarse eternamente
en las rodillas lujuriosas
de mil padres sustitutos.

Norma Jean cuenta displicente
las píldoras de colores
que saciarán su hambre y su sed de huérfana
y le garantizarán
un sueño sin sueños,
un lento desligarse
a la orilla más piadosa de la noche.

Norma Jean se aferra anhelante
a un teléfono mudo
y se muere.
Se muere sin madre y sin padre,
se muere de hambre y de sed,
se muere, Dios mío, se muere.

Kniha smíchu a zapomnění *

“La borró de la fotografía de su vida no porque no la hubiese amado, sino precisamente porque la quiso. La borró junto al amor que sintió por ella”.
Milan Kundera, “El libro de la risa y el olvido”

La que supo ser cáliz
se destrenza las lágrimas,
se arranca la sentencia al desamparo,
delimita el ayer
como aquel tiempo
en que se pronunciaban sus caderas
y el aire se enturbiaba
con su secreto olor a barro y secreciones
de ciega enamorada.
La que supo ser llaga
se descose el ridículo vestido
de insomnio y mansedumbre,
renuncia al rol de luna arrepentida,
de herida devastada
en el desgarro de las constelaciones,
se sacude la noche prematura
y no tiembla al batirse
a duelo eterno con sus ferocidades.
La que supo ser fiebre
degüella las palabras amorosas
que remataron su desnudez de hembra
adicta al básico ritual,
al ejercicio carnal de las urgencias,
al fuego cocedor de las alcobas;
instinto, compulsión, obsesión pura,
todo lo gasta con su lengua generosa,
todo lo hunde en mares de saliva.
La que supo ser llanto
se columpia
en la enmienda perfecta del olvido
-ya no lucha contra su certeza,
ni intenta retocar fotografías
que esgrimen el pasado,
ni le da alas a un amor inválido-;
y borra cada trazo de la historia
-tan falsa y tan real, tan lúdica y terrible-
que escribió, sin reservas, con su sangre.

………………………………………………* El libro de la risa y el olvido

Ritual de otoño

Llegaba el otoño
y las vecinas
arrojaban al suelo sus escobas
-memoria mística de báculos sagrados-
y se arrodillaban sobre las hojas secas
rogando por el amor que no llegaba,
arrastrando sobre las veredas ocres
el ruedo mentiroso de sus faldas,
tan largas,
tan tristes.

Yo bailaba desnuda
en el olor del viento
y estiraba mi piel para tocarte,
extraño que me has partido en dos el alma.
Pero mi piel no llegaba hasta tu orilla,
y mordiendo las lágrimas,
me reía de mí,
de mi desnudez,
de mi desamparo.

Poema Mención de Honor Certamen Literario "Páginas de Otoño 2007", Revista Literaria Noticias de la Musa

Raquel Fernández - Buenos Aires
http://raquelgfernandez.blogspot.com/

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se supo


tus ojos son tristes para que los
ofendidos tengan razón
Demetrio Iramain

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Haidé Daiban

El Payador

Payando muy quedo
pirueta de letras,
desde las entrañas
contó su penar.
Vértigo y magia
de dichos que en marcha
como en lava ardiente
derramó el cantar.
Testigos del caso
fuimos en alerta,
paso a paso, abierta
nuestra admiración.
Mojados de luna,
en penas cautivos
fue cediendo pronto
nuestro corazón.
Sucede, hermano,
que tantas verdades
guitarra en mano
dejó el payador,
que abrió un surco hondo
de rezos dolidos,
que en nuestro silencio
muy pronto se hundió.

Balance

Se agotan los días
a veces lentamente,
otras como el paso del rayo,
dejando una estela
……un fulgor,
……….un temor…
Días hay
…….en que me detengo
…….y hago balance
…….lo más minucioso posible,
pero siempre se escapa
….el detalle, la fecha, la imagen
.…que prometió estar presente
………en la memoria.
….Y la incompletad me agobia
………con su abrazo oscuro…

Emigrante (Que viene y que va…)
……………………………………………A Esther, Alejandro
………………………………………………………y Favio


No sé qué nube lo cubrió de hastío,
qué espina honda le marcó el camino,
Él se fue lento, rumbeando destinos,
guitarra y mate, y un buen libro amigo.

Dejó las hilachas de toda su historia,
se empachó de angustia, hiel el corazón,
no marcó ni estela, ni huella, ni aroma,
se fue con el viento, nos dejó su adiós.

No sé si huellas de harina o cemento
grabaron los pasos de su deambular.
Irse le predijo: dolor, desencuentro.
Irse le predijo: perder o ganar…

Y va por el mismo camino marcado
de aquel inmigrante, con su viejo afán.
Y sus pasos nuevos, el revés desandan,
terrible ironía que viene y que va…

Haidé Daiban – Buenos Aires
http://www.gema.com.ar/toficio/tapas.html

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El que niega su propia vanidad suele poseerla en forma tan brutal, que debe cerrar los ojos si no quiere despreciarse a sí mismo.
Federico Nietzsche

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Gustavo Pascaner

Brujerías

Ya todo estaba listo. Ésta era la cuarta función de la gira. El asistente tenía preparada la consola de control de luces. Conocía al detalle los pies que le daría el mago para brindarle al espectáculo los impresionantes juegos de colores, estudiados a la perfección en los cuatro meses de ensayo. La orquesta ya contaba con sus instrumentos afinados, para darle su toque mágico de fantásticos sonidos.
Su secretaria era una chica de unos veinticinco años. Terminaba de ponerse el brillante y ajustado vestido rojo lo que hacía resaltar aún más sus piernas finas y largas. Tenía el pelo oscuro como la misma muerte, lo que contrastaba violentamente con sus vitales ojos azulados y alargados. Su piel era tirante, firme, le calzaba justo en las curvas de los senos y las caderas, como si hubiera estado hecha a medida.
El mago era un hombre alegre, elegante, sagaz y seguro de sí mismo. De rostro anguloso y facciones marcadas que delataban los cincuenta y tantos años de existencia. Contaba ya con una trayectoria recorrida en el mundo del espectáculo y subía al escenario tan relajadamente como si estuviese en su propia casa. Había ganado importantes premios en numerosos concursos y había tenido la suerte de recorrer el mundo con sus famosos espectáculos de taumaturgia. Para la mayoría era considerado el mejor mago del mundo. Otros practicantes del escapismo, el ilusionismo y otras ramas de la magia, lo admiraban secretamente por sus increíbles actos. Y se corrían los rumores de que lo suyo no eran trucos, sino verdadera magia.
El show comenzaba con una refinada pieza musical y su secretaria desaparecía ante la vista del público, por una manzana que al ser arrojada al aire se dividía en dos partes en cámara lenta. La mitad superior se convertía en diez palomas blancas que se posaban mansamente en los brazos estirados del mago. Y la mitad inferior caía libremente contra el piso y al chocar se producía un estallido de humo. La música suave se extinguía al mismo tiempo que se limpiaba el escenario del gris y espeso gas. Y al ocurrir eso la muchacha ya no se encontraba en su lugar, desparecía. El escenario no poseía salidas secretas, ni túneles ocultos. Y nadie sabía cómo lo lograba, sin embargo el público aplaudía inevitablemente ante semejante muestra de habilidad.
Unos terminaban de maquillarlo y otros lo llamaban para salir a escena. Dudó por un momento de sí mismo. Nunca le pasaba. Respiró profundo y subió a las tablas. Cuando las luces dieron en su cara sintió por un instante algo parecido al miedo. Nunca lo había sentido, ni siquiera en su juventud cuando no contaba con la suficiente experiencia. Actuó como si nada ocurriese. Dio un paso hacia el proscenio, pero su pulso falló y casi cae en el intento. Respiró pausadamente para que la gente no lo notase y trató de recuperar la calma. Pensó que se había puesto nervioso, tal vez un truco nuevo que estrenaba esa noche. Pero no era eso. Dio otro paso y trastabilló. No podía permitírselo delante de su público, pero se estaba dando cuenta de que su corazón le fallaba y sentía que se moría en ese instante. Se prometió a sí mismo que ése sería su último show y que iría a visitar al médico con urgencia. Juntó fuerzas y se mantuvo en pie. Sonrió con gracia como siempre lo hacía y su fanatizado público lo ovacionó con un aplauso. Esto le dio mayor fortaleza para seguir adelante.
El mago metió la mano en el bolsillo y sacó una manzana. Esto marcaba el comienzo de la música y la entrada majestuosa de su secretaria. Y así fue. La orquesta tocó y su compañera salió a escena con unos magnánimos pasos de danza. Las luces parpadearon y el mago mostró con un encanto fascinador la roja y brillante manzana. Pero al levantar el brazo sintió una puntada violenta en el medio del pecho. Tuvo la sensación de que no llegaría a su fin la función, no así su vida. El espectáculo debía continuar, y continuó. Arrojó la manzana al aire y casi se detuvo por un instante. Ésta se dividió en dos y ocurrió lo esperado por todos. En un abrir y cerrar de ojos la parte superior se convirtió en diez palomas y la inferior cayó al piso explotando en una nube de humo. Pero cuando el vapor se extinguió algo inesperado por la bella secretaria había ocurrido. Ella se encontraba en el mismo lugar y quien había desaparecido era el mago. Las palomas quedaron volando sobre el escenario hasta que se dispersaron por todas partes. El afanado público aplaudió el espectacular truco al tiempo que la anonadada secretaria buscaba con disimulo y rapidez tratando de divisar al mago, ya que ése no era el plan que habían pactado en los ensayos. El público, boquiabierto, seguía aplaudiendo sin cesar. La joven saludó con estilo y salió. El mago no estaba por ninguna parte. Ése fue su último truco. Nunca más nadie lo volvió a ver.

Gustavo Pascaner – Buenos Aires

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Índole humana


La muchacha hipnotizada
cumple las órdenes del mago
bebe su copa de cianuro
y el público aplaude emocionado.
Julio Carabelli, “Poemas para leer con antiácidos”

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Raquel Piñeiro Mongiello

Soltar los pasos

Desandar al fin
todas las carcajadas,
ser solamente
un equipaje de palabras,
hasta soltar los pasos
en la boca del día;
después mirar
y poder ver
de una buena vez
la biografía pendiente
que se hamaca
aun sin sentido
por las farándulas
imposibles de evitar;
porque están
en el centro
de una melodía
que avanza
y llega a ser
confidencias
de un grillo;
presumir con él
porque entró por la ventana
y trajo su vieja mirada
ruborizada de deseo.

Consonantes

Estos sueños librados
tienen el trazo
de una risa
que coquetea
en el gesto
de consonantes
subidas
por los breteles
de la piel.

Cuestiones varias

Qué hago
con estos
desatados lugares
desde donde te hablo
y con estas
cuestiones varias
y este desvarío
ideológico del alma.
Qué, con esta tormenta
donde puse
todos mis huracanes.
Qué, mi amor
con tu voz
si no me hospeda,
se queda
en sus poses
y se va de aventuras.

De su libro En defensa propia, poemas tomados de Letras en el Andén, revista dirigida por Cristina Fernández, La Pampa

Raquel Piñeiro Mongiello – Funes, provincia de Santa Fe


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Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño.
Mark Twain


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Sara Vanegas Coveña

brisa melancólica que arrastra historias perdidas de antiguos oasis. rostros
velados y lunas en los balcones
(la gloria de unos ojos de miel que aún me persiguen en el temblor ausente
de una palmera eterna
desde hace ya tanta arena)

......* * *

y vuelves a mí con los brazos floridos
arena y noche
tu boca me susurra historias encantadas
(antiguos mares y retamas
cielos que verdean en tus ojos dorados)
la oscuridad avanza:
sólo la luna sola en estas líneas

......* * *

voces ásperas, canto de miel amarga
la nostalgia enciende luminarias en las altas cúpulas mientras recorro
interminables jardines que perfuman el aire con alhucemas, geranios y
jazmines. me dejo embriagar por el recuerdo de sus ojos lejanos. y hay un
trotar de aventuras en mi sangre adolescente. reclinada a la sombra de la
antigua torre almenada

cerca del mar. más cerca de las dunas

......* * *

Ave del Paraíso
A Um Kalsum

en tu voz anida un pájaro celeste
en tus ojos paisajes imposibles
palmeras y ciervos dorados
cantas
y el desierto es un campanario bajo el cielo
rosas salvajes peces
aguas cristalinas

mi corazón, breve nota en tu lengua de fuego

Estos poemas pertenecen a La Flor de Arena, Cuenca - Ecuador, 2004

Sara Vanegas Coveña, Embajadora Universal de la Paz - Ecuador
www.uazuay.edu.ec/publicaciones/sarav/sv.htm


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Dadme un punto de apoyo y levantaré el mundo.
Arquímedes


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Jéssica de la Portilla Montaño

Ojos cerrados

Ojos cerrados. Ella ignora si es una uña o si es un colmillo lo que intenta acariciar su cuello. Tal vez sea la yema de un dedo sucio, o esa navaja que él recibiera en su entierro.
Ella espera.
Ojos abiertos. Sólo una tela la separa del mundo exterior. Muñecas y tobillos se confunden con cadenas color violeta que la mantienen atada a su suave -pero innegable- prisión.
Ojos cerrados. Ella sigue esperando. La punta de un lápiz le roza un hombro. Tal vez se trate de un cutter, tal vez de un clavo oxidado…
¿Cuál sería la diferencia?
Ella espera. Sigue esperando.
Era un colmillo. Sólo era eso. Desde el principio tuvo que serlo, ella no abre los ojos y siente el colmillo encajarse en su rostro. El vapor de un aliento, dos respiraciones violentas, miles de células gritando al ser rasgadas por ese objeto.
El colmillo resbala hasta alcanzar el cuello. Siempre es seguido por una larga y filosa lengua...
No espera más. Ella nunca abrirá los ojos de nuevo.

Jéssica de la Portilla Montaño (Gina Halliwell) – México
http://todomepasa.com/blog/


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Alguien me ha dicho que la soledad se esconde tras tus ojos…
Gustavo Cerati

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Ulises Varsovia

Sentido

Tal vez todo tenga sentido,
tal vez el incesante deambular
alrededor de mi mismidad,
buscando allí la clave secreta,
tenga sentido, y encuentre la llave
para salir y respirar hondo,
respirar el aire de la libertad.

O tal vez nada tenga sentido,
tal vez lo que busco llorando
interrogando mi mismidad,
no sea, no esté, no haya existido,
no se encuentre ni dentro de mí,
ni fuera, ni en ninguna parte,
y nunca respiraré el aire
de la fresca, sonora libertad.

O llevo mi libertad conmigo,
enredada con mi cautividad.

Cabalgar

A lo mejor cabalgar,
a lo mejor perderme
en las distancias terrestres,
internarme con mi caballo
por estepas de aullidos,
por praderas pastizales,
por las pampas inarbóreas.

Dejar atrás las ciudades,
dejar atrás las usinas,
las chimeneas, los hornos,
los complejos industriales,
los enormes asentamientos,

alejarme con mi perro,
mi cuchillo, mi arco, mis flechas,
acampar a orillas de ríos,
dormir al abrigo de los astros,
oír la noche rondar en torno.

Cabalgar con mi fiel caballo
por las vírgenes serranías,
sentir el aire besarme,
insuflarme su aliento puro,
su inconmovible intemperie.

Alcanzar los ventisqueros,
dejarme azotar por los vientos,
estremecerme por la nieve,
marearme por las alturas.

Internarme en las soledades
lejos de toda huella humana,
lejos de su metal impuro,
de sus habitaciones cálidas,
de sus corbatas y sus perfumes.

Y no volver la vista atrás,
no apiadarme de sus sollozos,
monarca y súbdito de mi reino.

Ulises Varsovia – Valparaíso, Chile
http://ulisesvarsovia.tripod.com

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Si no estamos en paz con nosotros mismos, no podemos guiar a otros en la búsqueda de la paz.
Confucio


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Verónica Díaz

Gracias mi Tierra

Tierra, gracias por el sol naciente,
por el canto alegre de las aves,
por la tierra mojada y la lluvia,
por las flores silvestres y su fragancia
que embriagan mis mañanas otoñales.

Tierra, gracias por la alegría del renacer
y también por ser parte de él,
gracias, tierra, por la suavidad del jazmín,
que ha colmado mi alma inquieta con suavidad.

Tierra, te doy gracias por este día,
por permitirme ser partícipe del milagro,
por el monte musical y por el río que
en él refleja la vida con alegría y desdicha.

En el camino de la vida

Me encontré un cofre de ilusiones…
Me enojé un poco…
Me detengo al pasar…
Me sorprendo siempre…
Me distraigo con alegría…
Me canso a veces…
Me sonríen con complicidad…
Me emociono del renacer…
Me siento abatida…
Me recuerdo a mí misma…
Me choco con un muro…
Me levanto cada mañana…
Me llevan mis pies…
Me dio alegría al recorrerlo…
Me ha pasado el tiempo…

Verónica A. Díaz – Berazategui, provincia de Buenos Aires
http://verydiro.blogspot.com/

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Las fuerzas que se asocian para el bien no se suman, se multiplican.
Concepción Arenal


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Ricardo Mastrizzo

Crónica del otro lado del escritorio

Los laburantes humantes adelante, pero no por llegar primero.
Uno siempre queda atrás y desesperados nos invade la hora clamorosa, inevitable, cierta.
La vida transcurre en los días claros y es oscuro esperar en las esperas.
Con el número treinta y dos y la muela que duele.
Con el diez y siete y la patente que sueña.
Con el setenta y cuatro a un rato largo más, el impás por un café con el logotipo
y para mermar su día, charlar del gol dominguero, el viaje del hijo al exterior,
el auto que arrancó con las luces bajas . . .
y uno espera . . .
Siempre me pregunto el por qué, si en mi correr nunca tengo clientes que esperan.
Siento mi paciencia a veces doblegada por el espíritu no compartido, cuando doctores del bien y el mal
ahogan con el plus o con el trámite arrojado a un costado en permanente alojamiento de una viuda negra,
la vigilia de los esperanzados.
Casi todos tienen el mismo rostro de braguetas y suicidas al empeño.
No sé por qué nos divide un complejo desacuerdo.
Será que en la rutinal tarea como mortal laburante de arreglar calefones,
o máquinas, o cortapapeles, zapatos, o con el dolor en la cintura por cosechar zapallos,
o fabricar y armar colchones y sábanas y dentífrico y televisores y combustibles y maletas y guitarras
y repuestos y autos y condones y repudiamos rosarios de burocracias
Luego ellos, sin pensarlo, en cada final de jornada, gozantes mastican y duermen lo que antes fue nuestro sudor.

…………* * *

Nada;
uno a veces queda con las manos tan blancas
como un aguacero vertiendo silencio.
No quedó, sino el esperar de un amigo,
cuando la nada ensartó sus colmillos
en la vena más gruesa,
la de caudal río
al morir sin ojos.
Nada quedará un día
cuando,
las manos queden blancas.
Pero;
continente de amor
caminar de mis amores.
No podré decirles;
he partido,
amigos,
por embrujo y abrazos.
Solo voy a dormitar
en el arenal donde no vuelan las palabras.
Dejen la lápida limpia sólo una vez,
no dejen lágrimas ni aplausos ni despedidas.
La nada no vendrá a buscarme
pues;
ya he roto muchas veces el silencio.

Ricardo D. Mastrizzo - Capitán Bermúdez, provincia Santa Fe

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La gloria de los hombres se ha de medir por los medios de que se valieron para obtenerla.
François de la Rochefoucauld

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