“Estimados congéneres”
Entre estimados
nos turnamos para espiar
tu libro
entre congéneres
nos espiamos por riguroso turno
Entré en tu libro
A cinco minutos de concluida la lectura
de tus discursos dedicados
estamos
a cinco minutos de apaciguado el certero despliegue
Me asaltó tu ciudadanía
¿cómo no tentarme?
si fui también un comensal
durante todos
estos
años.
“Estimados congéneres”, recopilación de discursos de Norah Lange.
* * *
“Peinando a tía”
La mano de la tía estacionaba
garbanzos en los cartones azules
La de su sobrina estacionaba porotos
de Onam en los cartones amarillos:
ternos endogámicos
impotentes cuaternos
quintinas anorgásmicas
Leguminosa la sobrina estacionada
en las ensaladeras de su tía.
“Peinando a tía”, cuento de Juan Carlos Pellanda.
* * *
“El médico de la casa”
Subasto aparecidos
inyectados de telequinesis fraterna
señores interesados
también en rododendros
y vacas ininfluenciables ramoneando.
“El médico de la casa”, relato de Rudyard Kipling.
* * *
“Papeles póstumos del Club Pickwick”
Para los póstumos papeles el señor Pickwick juega al whist y bebe su ponche frío
diserta de pie sobre el sillón de Windsor
entre aplaudido y aplaudido con vehemencia
con carismático pickwicknianismo el señor Pickwick
se deja otear oteando con el catalejo que extrae de su impecable gabán
estimula instruye ordena reconviene aconseja disuade a su cochero
y en su cuaderno de apuntes apunta observaciones sobre la tenacidad de los caballos por la vida
y casi perece sospechoso en el mar de una trifulca
sobrenada
sin eludir desprecio y puñetazos
según consta en las actas del club
El señor Pickwick a la caza de su sombrero, grajos y otras aves
y de cierto hallazgo con forma de piedra por diez chelines
y de las veintisiete interpretaciones (la inscripción en la piedra) de su propio cacumen
el malinterpretado señor presidente
y su enamorada, patrona y demandante, la matrimoniable viuda Bardell
de tan enseñoreada incidencia en el augusto meollo
(y la señora de Leo Hunter)
y todo consta en las actas por ellas lo sé
¡El señor Pickwick subrepticiamente en el internado de señoritas, de noche!
vejado adviene
un ataque regio de reumatismo que lo postra pickwicknianamente
y de alcoholismo que lo duerme en una carretilla pickwickniana dentro de un corral
o bien
azarado entre recules y profundas reverencias abandonando espacios inconvenientes
o contentísimo y encarnado con sus negras polainas por entre la nieve
y al diablo, al helado diablo el señor Pickwick
desaparecido y reaparecido
luego rodeado de los reclutados media docena de habeas esqueletos
lo saben, pickwicknianos unidos
el benemérito señor Pickwick se da a sosiego
a moderación, a jubilación
y todo todo todo consta en las actas del club.
“Papeles póstumos del Club Pickwick”, novela de Charles Dickens.
* * *
“La casa deshabitada”
Chitón, procuran los procuradores
es la llovizna negra, costas y mañas
Atráense (sórdidos vaivenes)
los vocablos bufete rico y bufete pobre
y zarandeado tribunal de la chancillería
Me inclino ante la Ley/ yo me prosterno
(cuando otros enloquecen)
qué menos que guiñando o haciendo ojitos
Abnegaciones y lealtades copulando con perentorios chantajistas
próximos a la luminosidad artificiosa de los ensimismados candelabros
del celebérrimo pleito Jarndyce y Jarndyce
¿Velos?, pero sobre todo pretendientes
para mi dueña y mujercísima Esther
(dama Trot, dama Durden) Summerson
(Apostillas entre la niebla sucia
y la cellisca de Londres recauda
Vladimir Nabokov
y yo administro).
“La casa deshabitada”, novela de Charles Dickens.
Poemas del libro del autor: Leo y escribo. 3ª edición-e (corregida). Diseño integral y diagramación: Fernando Delgado. Editado en septiembre 2022
Rolando Revagliatti
Buenos Aires, Argentina