miércoles, 12 de octubre de 2022

Editorial


con voz propia Nº 120 

Revista literaria 

Octubre 2022 


Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 
Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas 
ISSN 2314-0275 




Una vez que la tormenta haya terminado, no recordarás cómo lograste sobrevivir. Pero una cosa es cierta: cuando salgas de la tormenta, no serás la misma persona que entró. De eso se trata esa tormenta.
Haruki Murakami 




Voy a dormir 

Dientes de flores, cofia de rocío, 
manos de hierbas, tú, nodriza fina, 
tenme prestas las sábanas terrosas 
y el edredón de musgos escardados. 

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. 
Ponme una lámpara a la cabecera; 
una constelación, la que te guste; 
todas son buenas; bájala un poquito. 

Déjame sola: oyes romper los brotes… 
te acuna un pie celeste desde arriba 
y un pájaro te traza unos compases 

para que olvides. Gracias... Ah, un encargo: 
si él llama nuevamente por teléfono 
le dices que no insista, que he salido… 

Alfonsina Storni 
Suiza, 1892 - Argentina, 1938 




Es tu camino y solamente tuyo. Otros podrán caminarlo contigo, pero nadie podrá caminarlo por ti.
Rumi 



Revista literaria con voz propia 
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 

Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner



Cuando entras profundamente en el presente, la gratitud surge espontáneamente, incluso si solo es gratitud por respirar, gratitud por la vida que sientes en tu cuerpo. 
Eckhart Tolle


Autores publicados


Conocer nuestras propias sombras nos ayuda a tratar con el lado oscuro de los demás. 
Carl G. Jung 

con voz propia Nº 120 – Revista literaria 
Octubre 2022 
Autores publicados en esta edición


Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner


martes, 11 de octubre de 2022

Daniel Gorosito

Cristina poetisa insumisa 

                 “Literatura último reducto contra la barbarie”. 
                                                         Cristina Peri Rossi 

Ayer Montevideo, 
tu ciudad triste, 
de barcos y emigrantes, 
rambla y puerto. 
Hoy Barcelona, 
ayer partida, 
soledad, dolor, vacío del exilio, 
emigrante, 
rambla y puerto.
El exilio para ti será, 
como un género literario.
Poetisa osada, activista, erótica, insumisa… 
Ante la barbarie 
empuñaste la palabra, 
la mejor arma, 
la acción de libertad. 
Tu paisaje, 
el mar, 
tu colección de barcos inspiradora, 
nace la barca de las palabras. 
El naufragio, 
la gran metáfora poética, 
amar es navegar, 
y a veces naufragar. 
El barco a veces se parte en dos. 
Partir es siempre, partirse en dos. 
Cristina con tu tono rioplatense 
el exilio no lo quitó, lo reafirmó, 
pero muchas veces,
quita el sueño. 
Te desvelas, 
y tu pluma excitada 
escribe… 
¡poemas insumisos! 


Amuleto 

Huele a silencio, 
a tierra mojada 
y palabras lluvia. 

Pronto llegará 
el tiempo del trueno. 
El sonido de los dioses, 
inspirador de historias. 

Parto multicolor. 
Un fogonazo, 
enciende el faro. 

Hay que ganarle 
a las sombras. 
Mirando los barcos 
que se pierden 
entre olas arcaicas 
a modo de amuleto. 


Isla de luz 

La puntualidad del sol 
hace que la respiración lenta de la ciudad 
se acelere. 
Aparece el hombre y sus miserias. 
Los olores que trae el amanecer 
son únicos, 
indescriptibles. 
Despierta el día, 
polen de promesas. 
Una madre 
arrulla a su bebé 
susurros apenas audibles
palabras sin palabra, 
el lenguaje mudo de los ojos. 
Isla de luz. 


Daniel Gorosito 
Nació en Montevideo, Uruguay. Reside en Irapuato, México

Yo antes creía que el corazón uno lo dirigía hacia aquí o hacia allá, según uno lo quisiera, y que podría ser manejado a capricho. Pero ahora sé que no, que ni siquiera es de uno. 
Juan Rulfo

Jorge Isaías

Uno quisiera ser 

Adormecido, inquieto, 
rojo a veces de magnolia 
y de frenesí viajero 
Uno quisiera ser un dios 
pequeño, un ángel oscuro 
que arde en las tinieblas 
Uno quisiera ser no esto que es 
sino un salvaje monarca aborrecido
amado surcado por delirante amor 
por grandes glorias y mejores penas 
que obstinadamente fijan las crónicas
y cantan en las plazas los poetas populares 

Del libro del autor: Poesía elegida. Editorial Ramos Generales


Mi primo Marcelo 

Mi primo Marcelo 
se fue 
con sólo 
un recuerdo 
para la tierra 
que amó 
sin ser dueño 
de un palmo 
salvo 
la que le fue ofrendada 
en su tumba que visitan 
los pájaros 

mi primo Marcelo 
nos dejó 
con sesenta años 
de sol 
sobre su rostro 
y esa sonrisa triste 
que usaba los domingos 

Escribo este poema 
para decirle 
que no aguanto 
tanta tristeza 
y tantos sueños 
desperdigados 
en el viento. 


LIV 

Deslumbrado 
miro el pico 
de ese pájaro 
que robó un pez 
en la tarde fría
cuando ya nada 
sucede en el río 
sin la luz menor 
del crepúsculo 
cuando la esencia 
del mundo 
se va diluyendo 
en las barrancas 
barrosas 
turbias de niebla 
de gramilla 
y de ruinas. 


Último poema del libro del autor: Esas ramas altas. Editorial Ciudad Gótica, Rosario, 2013 
Poemas tomados de Inventiva Social, revista literaria digital dirigida por Eduardo Coiro, desde Buenos Aires, Argentina 

Sostén a un verdadero amigo con ambas manos. 
Proverbio nigeriano

María Neder

Nube Intensa 

¿Cómo recordaré estos días 
que según dicen son un siglo 
encorsetado en dos mil veinte 
según el calendario gregoriano? 

Hay formas y sonidos y destellos 
sin definición ni ciencia
que llamamos con palabras viejas 

hacer silencio 
para que lleguen las voces de lo que vendrá 

recibir las nuevas voces 

¿Existirá el recuerdo 
si un milagro sucediera
inesperado y plural 
con la forma embriagante 
de la intensidad 
de la blancura? 

Salta - Agosto 2020 
Poema inédito 


               * * * 

Hoy 
Y son dos movimientos: 
mientras el bote avanza 
sin ruido, hacia adelante, 
la imagen, al contrario, 
va hacia atrás, silenciosa, 
abriendo el pensamiento 
y ancla profundamente. 
Circe Maia 

En dueto con la pianista italiana 
el contrabajo de Charlie Haden
pulsa mis tripas como esas cuerdas 
sublimes 
odiseas por circuitos neuronales 

necesito el mapa que abra sus dobleces 
y desparrame una pretensión estrafalaria 
un desierto al que no iré 
las grandes ciudades visitadas hasta el ahogo 

tiemblan las sábanas al borde del placer 
lo extraño es la flotación que se instala 
en mi sangre con la melodía 
For Heaven’s Sake 
y los silencios interpuestos en la sombra 
la silueta del vino griego en la pared 

escucho lenguas que no aprendí 
en la cabaña de Plaka 

olvidé unos aros egipcios 
por mis incurables asombros infantiles 

miro hacia atrás para encontrar
la catedral de Arlés y la callecita del oboe 
en Milos donde fui paseante de mí 
libre de mí 
ausente de mí 
encontrar el piano mi respiración
desde la ventana de una casa de piedra 
y los contrabajos como cellos 
quinientos kilómetros al norte 

mis tripas son apenas
un re bemol inicial 
provocador de sonidos venideros 
para averiguar quién soy 
donde me sumerjo ahora.


Último poema del libro de la autora: Famatanca. Ediciones en Danza, Buenos Aires 2020 
María Neder 
Nació en Buenos Aires. Vive de manera alterna entre Salta y Buenos Aires, Argentina

… mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, 
mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía! 
Gustavo Adolfo Bécquer

Manuel Serrano

“Nada” 
-¿Qué te he hecho yo para que me trates y te pongas así?
-Nada. 
-No me gusta ese “nada”. Es demasiado rotundo. 
-Es lo que hay. Algún día tenía que pasar.
-Pero ¿qué ha pasado? 
-Como siempre, no te enteras de nada. 
-Pues explícamelo. 
-No tengo ganas ni tiempo. No sé cuál de los dos va primero. 
-¿Entonces ya está todo dicho? 
-Está todo dicho. 
Al día siguiente encontré una nota en mi espejo que decía: 
“Siempre me has utilizado. Te has acercado a mí cuando lo necesitabas y me has ninguneado sin parar. Me das la espalda cuando ya no te sirvo y vuelves a ver qué ha cambiado. No te aguanto más”. 
Cuando levanté la vista hacia mi reflejo solo vi mi espalda. 


Despertar 

Abrió́ los ojos. No veía nada. Apenas podía moverse. Había algo acolchado por todos lados. Olía raro, a flores. Se palpó las manos, que tenía cruzadas sobre el pecho: no llevaba sortijas ni reloj. Tampoco sus eternas pulseras. Movió los pies y notó que al menos llevaba los zapatos puestos. 
Un súbito calor le dio la voz de alarma. 
Su grito quedó apagado al entrar el féretro en el horno… 


Textos publicados en el libro del autor: Puntadas sin Hilo. Editorial Brisa del Sur, 2022 
Manuel Serrano 
Valencia, España

lunes, 10 de octubre de 2022

Y le dije a mi cuerpo, suavemente: ‘Quiero ser tu amigo’. Tomó un largo respiro, y respondió: ‘He estado esperando toda mi vida para esto’. 
Nayyirah Waheed

Damián Andreñuk

Confusión de máscaras 

En esta confusión de máscaras 
escribo como quien golpea contra lo irremediable 
la fiebre más digna 
la majestuosa paz del águila 
                          me asisten. 

No llevo en las entrañas la avidez mercachifle. 
He nacido en comunión con un vértigo salvaje. 

A pura furia y luz 
atravieso este plano. 
La maldad cotidiana que nos hace sentirnos desterrados. 
El odio en fogonazos. 
El odio permanente como un hongo maldito. 
Los ojos muertos de la vanidad y el egoísmo. 
El pecho de la felicidad con luciérnagas extáticas. 
La diáfana sabiduría forjada a cicatrices. 
La sangre que se fortalece cuando el amor desborda. 


Marianela 

Parece frágil su clara sensibilidad. 
Pero es capaz de desafiarlo todo. 

Sabe limpiarse el desengaño
que endurece los rasgos. 
No bebe de las copas 
que ofrece la inconsciencia. 
No se somete al juego sucio 
a la avidez carnívora. 

Marianela 
y su gracia 
su intensa luz contra alimañas y reptiles 
su voz real (sin displicencia ni entusiasmo interesado) 
su fresca alegría femenina 
su piel tibia como una flor del paraíso 
sus manos bellas como las ganas de vivir 
como escuchar en un silencio milagroso 
el corazón de los pájaros 
como un amable gesto que da paz 
al recordarnos que la bondad existe 
como acercarnos a un ángel de pureza absoluta 
que nos obliga a desnudar lo que realmente somos. 


Batallas 

En todas mis batallas me he fortalecido 
y algo se me ha muerto 
a través de lo que enseña majestuosidad 
a través de lo que ahorca a la inocencia 
tatuado por horrores y purezas 
todavía celebro cada porción de luz 
todavía sangro desde heridas incomunicables 
conservar ciertos tesoros tuvo exigencias tremendas 
vivir entre la lucidez y múltiples desequilibrios
sin inversiones materiales seguras 
nutriéndome de fuentes milagrosas 
despreciadas por la mayoría. 

Necesito el mar y campo a la intemperie 
mujeres fusionándose a mi alma 
en una dulce armonía transparente 
en una cópula salvaje hasta la fiebre 
necesito las montañas la sagrada intensidad de la poesía 
el rechazo para siempre de lo estéril 
feroz como Rimbaud o Dostoievski 
quisiera desoír la música de los abismos 
ningún otro rumbo 
es más veraz que el de la piel
el corazón 
o las palabras 
donde sea alzo mi cruz   mi espíritu en delirio 
mis vísceras expuestas 
mi amor desquiciado a lo perpetuo.


Damián Andreñuk
La Plata, Buenos Aires, Argentina

Detrás de la conciencia trabajan los instintos. 
Friedrich Nietzsche

Luis Benítez

Un picnic en ninguna parte 

Recién al tercer día 
de comenzar mis vacaciones 
me quité cuidadosamente la máscara. 
Miré en todas direcciones 
antes de hacerlo, 
por si alguno estaba allí. 
El que verdaderamente soy me saludó agitando
su mano izquierda 
porque su mundo es como un espejo. 
Vacilé antes de hacerlo
y todavía aquí, con la mano derecha 
correspondí a su gentileza anual. 
No tuve tiempo de corregirme. 
Su gentileza fue simular, como otras tantas veces, 
desde hace años, que no había notado eso. 
¿Estás bien?, dijo sonriendo, 
¿qué tal las cosas todo este tiempo? agregó, 
como si un picnic en ninguna parte nos hubiese reunido. 
Ya ves, como hace décadas, repuse, 
trabajando y soportándolo todo 
para que sigas viviendo. 
Gracias, fue todo lo que él dijo entonces, 
y luego de dar media vuelta lo pensó mejor 
y sumó a lo anterior: 
faltan todos esos años que tú conoces
para que dejes de tener que soportar a los extraños 
y podamos estar juntos para siempre. 
Cuando llegue ese momento: 
¿tú vendrás? 
Si es posible, allí nos quedaremos juntos, 
repliqué. 
¿Para siempre?, insistió. 
Si eso es posible, así será, 
fue lo único que pude contestar. 
Dejó de sonreír, yo lo vi, 
aunque su último gesto 
intentó disimularlo 
Y se perdió en la arboleda de ninguna parte, 
donde para la misma fecha, el año que viene, 
intentaré encontrarlo. 


Vodka del atardecer 

Esa única moneda, de oro tan viejo, 
se derrite pausadamente 
sobre el horizonte 
(como de costumbre) desesperando
de cuanto sucedió en el día. 
Y en el vaso Stolichnaya 
tan insípida, inodora y venida 
del otro lado del mundo 
refleja como un espejo 
su amargor final, metáfora 
de cuanto más allá de mi mano nos rodea. 
Me trago el mundo 
y en su sabor nada es una sorpresa:
¿pero cómo cada tarde no confirmar, por las dudas, 
que ninguna cosa ha sido todavía del todo destruida? 
La precaución obliga a los labios a comprobarlo, 
la lengua asegura que la oscuridad que viene 
será solamente momentánea, 
pero el estómago rebelde siente caer 
el peso de cuanto está más allá, tan frágil, 
tan falto de cualquier certeza 
como siempre. 


La ingenua 

Ella creía que la reflejaban los espejos 
que era esos dedos que hurgaban en el rostro 
las lentas mutaciones 
que era su pulóver sus zapatos 
lo que recordaba y lo olvidado 
que era una guirnalda detrás suyo
que era su cabeza
que era sus amigas sus trabajos 
un hombre en una esquina. Una mañana. 
Las casas que habitó sus cuatro barrios 
que era las que era tras el portón borroso de los sueños
que alcanzaba para ella el gentilicio 
y la historia de un país incierto 
el hambre la sed 
o lo que amaba 


Último poema tomado de https://www.poemas-del-alma.com 
Luis Benítez 
Buenos Aires, Argentina

No puedes encontrar la paz evitando la vida. 
Virginia Woolf

Agustín Serrano Santiesteban

La necesaria luz de un nuevo día 

Algo habrá que nos salve la memoria 
cuando el dolor nos lleve a la otra acera, 
vendrá otro tiempo ya sin primavera 
esparciendo fantasmas en su noria. 

Alguien habrá tal vez que ponga flores 
en el sitio fugaz de la ceniza; 
habrá un instante, un gesto, una sonrisa, 
para enfrentar futuros resplandores. 

Mi testarudo cuerpo se resiste 
a imaginar la soledad futura 
y no accede ante nada en su porfía.

A pesar de que a veces yace triste 
sigue buscando por la noche oscura 
la necesaria luz de un nuevo día.


Noviembre y el mar 

Una garza parte en dos 
la brevedad del paisaje 
y se pierde en el encaje 
de sus alas nuestro adiós. 
En un sitio de la voz 
se está quemando el pasado. 
Un silbo desesperado 
deja la brisa al pasar. 
Es noviembre y tengo el mar 
sobre el pecho desbordado. 


Abuelo

Desde el sitio lejano de la infancia 
hay un niño que pide mi regreso; 
pero ese niño del futuro preso 
ya no puede salvar esa distancia. 

Dos sombras amparando igual sustancia, 
un solo corazón, un tren expreso 
donde solo el andén resiste ileso. 
La heredad cosechando su dormancia. 

La vida le ha marcado con su fuego. 
Un niño en el jardín donde hubo rosas, 
un gorrión, un alero que resiste. 

Un niño, que retorna en cada juego, 
sale a cazar antiguas mariposas 
en un prado del tiempo que no existe. 


*De un cuaderno inédito de sonetos 
Últimos dos textos tomados del blog del autor 
Agustín Ramón Serrano Santiesteban 
Holguín, Cuba 

El que no ha sufrido no sabe nada; no conoce ni el bien ni el mal; ni conoce a los hombres ni se conoce a sí mismo. 
Fénelon

María Pugliese

 

no bastan

las mañanas luminosas

ni las mareas altas

                                   con perfiles de luna

no bastan los vahos de glicinas                      

                                   y sus mantos

ni la vigía de los zorzales

ni la humedad del pino

ni el regazo del recién nacido

ni el regreso silente a cielo abierto

                              de los que deambulan en la noche

                                                                            hacia el reparo

                                     

Lo que persiste

                                    es un paño extendido

lágrimas derramadas

un rostro enmascarado

la cerviz encorvada

manos y pies en ciernes

Lo que queda

                                     es este único eslabón

                                     entre los dedos

                  este calvario                         

 

alguien elige evitar tus ojos

                        no responder

                        desoír tu voz

                        anteponerse a tus huellas

entonces

regresaste por el sendero del agua

                                                                 al ritmo de sargazos

hasta el profundo silencio de los corales

                                 allí tu cuerpo liviano

                                 se anidó en los arrullos de un amor

                                               pendiente

                                               negado

                                               indiferente

  y brota de la orilla

                                                donde lloro y pregunto:

                                                si no fue aquí

                                                                        dónde

                                                 si no fueron las ansias de un abrazo

                                                                         qué  

                                                                         quién

 

                *  *  *

En cada encuentro me respondían con su lealtad ante mi atenta mirada que ascendía desde las vitrinas polvorientas hacia cada uno de sus perfiles. Me acercaban con sus diferentes formas y colores los chirridos, las crestas y la sal del mar que no conocía.

 

 *  *  *

 prefieren los huecos

               y los mantos oscuros de los musgos

por no desperezarse a cielo abierto

              después del alimento

                                       de la rabiosa espuma

               *  *  *

                                     para Irma Cuña.

la presencia de los pájaros

              se advierte en las semillas

                          que germinan afuera

el aroma de los geranios

                 se anuncia en el ondeo de las hojas

                                       que el viento arrastra

el rayo de luz

               se anticipa a los pasos

               de quienes avanzan en la oscuridad

                                       con algún alimento entre los brazos

las voces de los infantes

              se desentienden de las cervices humilladas

                                        que habitan bajo los puentes

aquí cerca

               se reúnen fieles a la intemperie

y un poco más allá

               la súplica de los templos

                                                       vacíos

  

Del libro de la autora: El silencio de los corales. Inédito
María Pugliese
Muñiz, Buenos Aires, Argentina

La misma esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la impaciencia.
John Ruskin

Osvaldo Hueso

No, me dijeron los hados… 

Esa noche, alejándome por el oscuro pasadizo de ese viejo recinto perdido en el tiempo y espacio de la antigua ciudad de UR, recorrí los márgenes sus ríos Éufrates y Tigris que la rodeaban, sin saber, ni recordar, como pasé de un extremo a otro. La imagen etérea de ella me perseguía en mis rotas noches en Buenos Aires, en la recova del Once, en la plaza de las palomas, y en los campanarios de las viejas iglesias, donde los infieles fieles, despliegan su hipocresía en cada rincón de sus almas. Tampoco supe cómo volví atrás y estoy ahora en el pasadizo que describí al principio. 
-Estoy aquí -me dijo. 
Miré y la vi, total; con su piel casi transparente iluminada por un halo que ceñía su cuerpo. Su piel, al tocarla, era suave, tersa, firme, como sus senos que mis manos recorrían ahora, urgiendo sus oscuros botones, mientras sus ojos respirando sus ansias, fijamente me miraban. ¡No! me dijeron los hados, lo imaginas, no existe, un sueño irrealizable, un albur, una premonición tonta que le escuchaste a esa barata pitonisa del viejo Retiro. ¡No estás ahí! 
Las divinidades no soportaban que un viajero del tiempo, intentara amar a su Diosa, virgen inmaculada, y ahora tensa, esperando que mis manos recorrieran el camino deseado, el camino que los dioses le negaban. 
Sentí que debía amarla, terminar con su espera, envolvernos en el tiempo imposible de descifrar, en el tiempo que deseábamos transcurriera eternamente… inmersos en el fragor de su celo y el espacio que nos consumía… 


Osvaldo Hueso 
Morón, Buenos Aires, Argentina

No es lo que experimentamos, sino cómo percibimos lo que experimentamos, lo que determina nuestro destino.
Marie von Ebner-Eschenbach

Roberto Romeo Di Vita

La poesía no alcanza 

Cuando las febriles, palpitantes, 
olas de la desazón 
golpeen los corazones. 
Cuando las garras del infortunio 
y las cadenas atenacen el hambre. 
Cuando la razón está demás 
y nadie escucha a su hermana / hermano. 
Cuando la verdad no sirve, 
la justicia se pierde 
y la esperanza es una mala palabra. 
Entonces sí. 
Está demás el poema, 
encerrado entre cuatro paredes. 
Cuando las calles se llenan de voluntades, 
Hojas, caminos. 
Entonces puede que el poema… 


Villa Gessel 
Estampa poética 

El mar 
se posa con estrépito 
en una playa solitaria 
sobre el cruce 
de la larga caminata
un pescador 
limpia su pesca del día. 

En una tabla 
agonizan peces plateados 
y corvinas resplandecientes.

A pesar del viento 
y de la arena que castiga 
unas gaviotas 
intentan llevarse
pedazos de rojas entrañas 
que el pescador 
les convida muy cerca suyo.

En esa inmensidad y en el frío 
las gaviotas y el pescador 
se acompañan. 
La soledad es más llevadera. 


Roberto Romeo Di Vita
Buenos Aires, Argentina

No dejemos de creer que las palabras y la poesía pueden cambiar el mundo. 
Walt Whitman

Rubén Pérez Hernández

A Pablo Neruda

¡Qué melancólica 
sonó tu voz marina, 
allí donde Pablo miró 
sobre las crestas enloquecidas! 
Altiva, 
su mano tocó 
en la orilla
ese rompiente 
de sal y espuma fría. 
Tal vez él sintió 
como me sucede hoy: 
ese amor… 
atracción femenina 
que nos seduce
con su abrazo 
de bruma dormida.
Igual sonó melancólica tu voz, 
En ese pedazo de tierra mía, 
que moja sus pies 
en las aguas del Plata, 
en estas aguas queridas. 


¿Dónde están las estrellas? 

A veces pienso: 
¿dónde fueron a parar 
las estrellas, 
luego de la tormenta? 
Cada mañana 
me asomo a la ventana, 
miro el sol en el jardín 
y espero… 
Después de la lluvia
sólo quedará el recuerdo, 
sólo eso 
y nada más. 
Mis pasos me llevan 
por caminos secretos 
pisando charcos, 
mirando el cielo.
Luego de esto 
sólo queda el silencio, 
sonrisas opacas, 
oscuras, solitarias… 
El día pasa junto a mi ventana 
veo el sol en el jardín 
y otra vez pienso: 
¿dónde fueron a parar las estrellas 
luego de la tormenta? 


Rubén Pérez Hernández 
Uruguay

Para el éxito sobra el talento; para la felicidad, ni basta.
Camilo José Cela

Abel Otto Torre

Cuando los párpados 

Cuando los párpados 
del día se cierran
los pájaros duermen 

en sus nidos. 
Hacemos tornillos sobre las camas. 
Damos el sí y quedamos separados. 
Decimos no, y quedamos solos. 

Damos el último suspiro 
y nos vamos. 


IV 

Subiré al pájaro guía 
donde podré ser y estar 
y pudieras encontrarme 
ni aquí, ni allá. 

Si me encuentras, 
estoy. 

Si hallas al ruiseñor 
verás: 
estaré, 
          sólo gorrión. 


III 

Araré la tierra 
con sus fusiles 
hasta coronarme
con una muralla.

Seré el rey de los que digan: 
Por aquí otro rey no pasa 
si no paga los impuestos 
por tener aquí su casa 
en medio del universo”. 

Y pagarán muy contentos
todos aquéllos que sepan 
dónde queda el susodicho, 
antes que llegue el invierno. 

Y ahora que he llegado a rey 
veo que viene una siesta. 


Abel Otto Torre 
Córdoba, Argentina

La incomprensión, más que la imposibilidad de comprender, es la imposibilidad de sentir.
José Narosky

Noemí González

Me duele verte en todos lados 

La muchacha escribía como una autómata en la libreta del libro de prácticas. Su mente volaba y su alma también traspasando moléculas del tiempo presente. Concentrada en las palabras que emergían como un río sin cauce. Estaba lejos de allí, envuelta en espacios inconmensurables y desconocidos para el conocimiento humano. Dos palabras la dejaron completamente anonadada: fantasma, era una de ellas; la segunda: pasión. Los sonidos externos se estrellaban y caían como soldaditos de juguete, sin lograr interrumpir la concentración de la joven. De repente, dejó de escribir, como si su alma y esta vez su cuerpo, se hubieran transportado a otro tiempo. A la joven repentinamente le subieron los colores a las mejillas. Cuando su mente, cuerpo y alma volvieron, ya estaba todo escrito así como en el papel, en el tiempo. 

Año 2018
La muchacha prende la radio vieja. Escucha hablar al locutor. La respiración se detiene. La voz del locutor mareaba a la muchacha que enloquecida no puede creer lo que está pasando. No, no va a escucharlo. Apaga la radio en un impulso violento. La joven continúa enloquecida, los ojos abiertos como platos, el corazón palpitando exultante parecía contar con la complicidad del repentino viento que se levantó asustando a los pobladores del pueblo costero. El corazón vuelve a ganar templanza. Su pareja aparece y le pregunta porque apagó la radio. Le contesta que no tenía ganas de escucharlo. La mujer aparenta frialdad, o tal vez en ese momento ya anticipaba el instante de una separación anunciada. No lo mira a los ojos. No entiende por qué, ese otro, se empeña en volver como un fantasma, a través de la radio. El viento súbitamente para y arranca de vuelta. 

Año 2019 
Levanta la vista del celular nerviosa. Su vista se posa en su valija que portaba todas sus cosas. Era hora de volverse a casa. La relación no había funcionado y lo sabía. No había tiempo para recriminarse eso ahora. Sus ojos se abren de par en par. Desde el asiento de la terminal de micro no puede creer lo que está viendo. La publicidad del micro, el escudo de tres colores de una bandera flamea como una burla del destino. La mano se apoya sobre la mejilla derecha en señal de incertidumbre; con la otra se rasca la pierna izquierda lentamente. Los gritos que provienen alrededor de ella no parecen alterarla en su ánimo. Observa al micro con atención hasta que se va. Una mueca de extrañeza surca su rostro. Los ojos color café de la muchacha miran el frente como queriendo entender la señal. Otra vez, el fantasma o el monstruo de alguna mala película se empeña como un antihéroe en volver, en revolverle ese recuerdo que no se muere nunca. 

Tiempo interestelar 
Los ojos de la muchacha se expanden a pesar de escribir como una autómata en la libreta de prácticas. Su mente volaba y su alma también traspasando moléculas del tiempo presente. Algunas veces ve la oscuridad por un segundo en la extensa línea que divide el velo del cielo. Su alma pestañea por un segundo. Él respira. Fue un resplandor, entonces lo ve entre la penumbra que oscila en la oscuridad. A través del resplandor se dibuja la figura de un hombre tal cual como era en la tierra. Resplandece como un sol que no ha cesado de buscar a la luna, y que ahora, ya no sabe qué hacer con el antiguo deseo tan gastado y aquiescente. Con un leve movimiento, el espíritu de la muchacha se acerca hacia la figura del hombre escoltada por sonidos celestiales. La unión queda sellada en el espacio tiempo del cielo. 


Noemí González 
Adrogué, Gran Buenos Aires, Argentina

Siempre atraemos a nuestras vidas aquello en lo que creemos con más fuerza, lo que ansiamos más profundamente, lo que imaginamos de un modo más real. 
Shakti Gawain