miércoles, 13 de octubre de 2021

Editorial


con voz propia nº 111 

Revista literaria 

Octubre 2021 


Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 
Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas 
ISSN 2314-0275 




Llegué a un punto en el que necesitaba estar solo y detener la máquina del pensar. Lo único que quería era tumbarme sobre la hierba y mirar las nubes. 
Jack Kerouac 




Soneto 18 

¿Habré de compararte a un día de estío? 
Tú eres más radiante y más templada: 
los capullos de mayo el viento arranca 
y el verano tiene un plazo corto 

en que el ojo del cielo arde en exceso 
o bien su tez áurea palidece, 
y toda hermosura se marchita 
por azar o designio de Natura. 

Mas no tendrá fin tu estío eterno, 
ni la posesión de tu belleza: 
burlarás los alardes de la muerte 
porque de eternos versos formas parte. 

Mientras hombres respiren y ojos vean, 
mis versos vivirán, y tú en ellos. 

William Shakespeare 
Inglaterra, 1564-1616 




Pero existe algo que el tiempo no puede, a pesar de su innegable capacidad destructora, anular: y son los buenos recuerdos, los rostros del pasado, las horas en que uno ha sido feliz. 
Julio Cortázar 



Revista literaria con voz propia
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 



Si añades un poco a lo poco y lo haces con frecuencia, pronto lo poco llegará a ser mucho. 
Buda



Autores publicados


¿Cómo puedo honrar los caminos de los demás? 
Pregunta del día, en Internet


con voz propia nº 111 - Revista literaria 
Octubre 2021 
Autores publicados en esta edición: 

Hilda Augusta Schiavoni 
TS Hidalgo
Salomé Moltó 
Daniel Barroso 


Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia
https://revistaconvozpropia-autorespublicados.blogspot.com.ar
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner


Sergio Borao Llop

Senderos 

Los estrechos caminos que transito 
¿son acaso los mismos que un día recorrí? 

Recuerdo mañanas claras y días de lluvia. 
La tierra, las vainas, el césped, los pinos… 
Los colores de antaño eran distintos. 

Hoy todo es un sendero solitario y angosto. 
Sin un arbusto a los costados. 
Sin una fuente allá a lo lejos. 
Sin un río. 
Los animalitos de otro tiempo 
¿en qué veladas dimensiones moran? 
El canto de los pájaros, hoy enmudecido
¿es tal vez la memoria de lo que nunca fue? 

Y si pudiera contemplar mi reflejo 
en las aguas quietas de un remanso 
¿sería acaso mi rostro el observado? 

Será que el tiempo todo lo transforma 
pero siento nostalgia 
de aquel que fui en las tardes del otoño 
que nos juntaba alrededor de la esperanza. 

El destino del hombre es seguir caminando
seguir mirando con amor los nuevos horizontes
a pesar de los paisajes y las muertes 
que van quedando atrás como fotos calcinadas. 


Que te vuelva a encontrar 
 
Que te vuelva a encontrar. 
Tan sólo pido 
que la vida me otorgue ese milagro. 

En este día gris en que te siento 
tan lejana cual si entre nosotros 
mediase el manto acuoso de un océano 
o la arena infinita de un desierto 
sólo pido que llegue 
el día del perdón o del olvido, 
el día en que estas calles 
que hoy dolorosamente nos separan 
converjan en un punto, 
en una plaza azul donde resulte 
posible un nuevo encuentro 
donde no sean precisas las palabras. 

Sólo pido a la vida 
que ese día amanezca: 
Que te vuelva a encontrar 
y de la nada crezca una mirada, 
un puente que nos lleve hacia la aurora. 


Del libro del autor: Por si mañana no amanece, Poemas 
Sergio Borao Llop 
Zaragoza, España 

En los extravíos nos esperan los hallazgos, porque es preciso perderse para volver a encontrarse. 
Eduardo Galeano

Haidé Daiban

El puerto y el río 

¡Ah!, el puerto y el río 
donde llegaron todos nuestros gringos. 
Anclaron recuerdos, amores, mochilas 
de penas ocultas a espaldas dolidas. 

Por esas callejas 
de lomas cayendo a orillas del muelle 
fueron las primeras que subieron 
lentos, a la expectativa. 

Y entre ese damero 
veredas ocultas, cansadas de silencio, 
sembraron hogares, 
lágrimas adentro. 

¡Ah!, qué lejos quedaba 
su puerto y el río, 
qué lejos su patria,
su tierra, su cielo. 

Arraigando amores, 
cultivaron tierras, criaron los hijos 
Y usaron su idioma, solo en oraciones, 
solo en los sueños. 

¡Ah!, lejanía oculta a todo recuerdo, 
se empañan figuras entre nubes densas 
de años y ausencias. 

¡Ah!, qué triste está el puerto, 
el río y el cielo, que en un lamento 
despide a los hijos que parten sin miedo. 

Curiosos añoran tierras misteriosas 
de sus padres muertos. 
¡Ah!, qué triste está el día 
Camino al retorno, sin adiós ni besos. 


América * 

Tu abrazo abierto 
al vuelo inaugural de las gaviotas 
abarcó vientos de otros mares 
en tu seno de madre nueva. 
Fuiste pitonisa entre soles y templos 
al augurar la conquista 
mutua y eterna. 
Esa conjunción de dioses 
te dio la fuerza 
de amamantar seres 
con el agua traslúcida
de tus cuencas. 
Y en el altar 
de la roca más enhiesta, 
un dulce punzón de río, 
labró nombres 
enhebrados a la piedra. 
Nombres, 
que la lluvia de los siglos 
disfumó
entre cuencas tormentosas 
y dejó olvidados 
en cada acequia. 

*Nota de la autora: Este texto forma parte de una serie de poemas 


Haidé Daiban 
Buenos Aires, Argentina

No pretendas que las cosas ocurran como tú quieres. Desea, más bien, que se produzcan tal como se producen, y serás feliz. 
Epícteto

Damián Andreñuk

Cobardes y pirañas 

He peleado en violentísimas protestas
contra la vanidad humana. 
Y escribo versos que vienen de mi sangre 
                       o algún ángel guardián. 
Y sé que el miedo es lo peor 
cuando nos amenaza con sus perros más feroces. 
Y hay una extraña paz que aprendí junto a los cementerios. 

Me tortura la normalidad enajenante. 
Un pájaro se ahorca con las venas del anochecer. 
Rodeado de cobardes y pirañas 
sé que perciben en mis ojos a lo que estoy dispuesto. 

He sabido ser feliz con tres manzanas. 
Y cada máscara se fue con el dolor. 
Y sentí que era una luz interminable 
(tan sólo polvo mi traje temporario) 
Y supe desprenderme de la forma. 
Y amé los ciruelos, las nubes, lo lúdico. 
Y no estuve enceguecido por ninguna gloria. 


Las murallas de lo previsible 

Escribo con mi pulso la voz de mi locura 
vorágine de luces que se desordenan 
espejismos e intemperie en lo que queda de mí 
sin la hermosa catedral de la sabiduría 
confusión cuando la eternidad es el momento más intenso 
cuando el vino desborda las murallas de lo previsible 
pirámide que inspira como antiguos misterios 
un dios derrama lágrimas y un títere soberbio se enaltece 
cuando el vino desborda las murallas de lo previsible 
la alegría animal la dignidad de cada riesgo. 

Tarántulas en la promiscuidad que debilita 
que niega una caricia desde el alma 
rechazo al ser siniestro que me convida sus demonios 
recuerdo al cristalino ser que me da huellas que me nutren 
y a veces aislamiento de caparazón impenetrable 
y sé que fui feliz con la conciencia bien ingenua. 


Damián Andreñuk 
La Plata, Buenos Aires, Argentina

Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma. 
Carl Jung

Adriano de San Martín

7. 

Variados estudiosos realizarán informes
para el porvenir. Datos duros, fríos. 
Muchos artífices pinturas, esculturas, 
novelas, poemas, grabados, audiovisuales, 
sinfonías. O sencillos textos como este. 

¿De qué servirán informes, crónicas, 
nobles obras artísticas? Ahora es cuando 
nos asisten, en este pavoroso presente
donde pasado y futuro se muerden 
hasta desangrarse. En el punto ciego 
donde, deshilachándose, confluyen 
tramas de múltiples historias cual 
jarcias de una embarcación antigua. 
Nuestras oraciones obren, acaso, 
como testimonio de mejores tiempos. 
O se desempolven, si para entonces 
sobreviven, en ocasión de catástrofes 
mayores, puesto que el dolor y la angustia,
como la muerte, son la canción de siempre. 

Del libro del autor: Vanitas, 2021 

 * * * 

Poema de invierno 

Si nunca has visto caer la nieve 
en un bosque de abedules 
no entenderás las palabras 
enredándose en la sangre. 

Aunque es seguro que has visto 
caer la lluvia un día soleado
en un bosque de laureles o jaúles. 

Así, la luz se transparenta 
en tus huesos como lluvia 
vibrante cuerpo adentro. 

O la realidad te atraviesa 
como una bala donde navegas 
sobre un ancho río de nieblas. 

Último poema del libro del autor: Vigilia, 2021 


Adriano de San Martín 

Tienes que hacer que suceda. 
Denis Diderot

Catalina Zentner Levin

Del barrio aquel 

A mi barrio le pusieron por nombre “La Tosquera”. Pudo haber sido porque el primer poblador de la zona -hace un montón de años- trabajaba en una empresa que se ocupaba de la extracción de ese mineral, usado como base debajo del asfalto y, según dicen los que saben, resulta un negocio no regulado generador de fortunas de muchos concejales e intendentes de la localidad. Esos que en vísperas de elecciones llegan y prometen cosas que nunca cumplen. 
Por cierto, nunca supimos de algo que convalidase este supuesto, aunque nos gustaba creer en la fábula disparadora de conjeturas en la gente menuda del entrañable barrio, reservorio de los recuerdos más puros y felices de la niñez. 
Alrededor de diez o doce chiquillos nos adueñábamos de la calzada arenosa en las siestas candentes del verano. El primero en llegar era Oscar con su hermanita Mirta, la de los enormes ojos verdes como faroles resplandecientes. Luego, los tres Grajales: Boby, Marita y Joselín, este último con apenas cinco años esforzándose por seguir el ritmo de los demás. Los mellizos Capri, con su perro Dragón, servidor de nuestra Sultana a través de varias camadas de cachorros medianos, variopintos y afectuosos. (la castración y vacunas era algo inimaginable en nuestros tiempos). Susy, la bizca (en realidad no lo era, pero como usaba anteojos nos parecía que calzaba el sobrenombre). Y mi hermanito Felipe y yo. A veces se sumaban chicos de la otra cuadra, entonces podíamos armar juegos de competencia para divertirnos a más no poder, hasta que madres o abuelas asomadas a las ventanas anunciaban la hora de la cena y por ende, el tiempo de finalizar la algarabía. 
A mi hermanito le costaba relacionarse y andaba pisándome los talones. En esa época tampoco había internet ni la psicología estaba al alcance de la mayoría. Pero al menos sabía jugar y me obedecía. Aunque más de una vez me reprocho el haberlo tratado en forma inadecuada, hasta diría despiadada. Cosas que los años nos permiten ver sin ocasión de remediar. Fallos y omisiones perfectibles en virtud del arrepentimiento tardío. Y no por ello menos doloroso. 
Mi barrio podría localizarse en cualquier ciudad pequeña del interior de algún país sudamericano, llámese Argentina, Paraguay o Brasil. Prefiero no individualizarlo para que en estos personajes se reconozcan quienes alguna vez sintieron la sensación de alegría y libertad en esquinas de calles sin asfalto, bajo la sombra de una higuera o zarzamora, haciendo equilibrio al borde de una zanja de desagüe, o corriendo detrás de una vieja y remendada pelota en el alargue de un dorado atardecer de tierra seca, pies descalzos e ingenua perspectiva de jolgorio. 
En los últimos días de febrero cuando remiso el sol se ponía, nosotros, los dueños del presente, no sabíamos ni nos preguntábamos lo que nos aguardaba más allá del fondo de nuestra callejuela. 
Era verano entonces. Y el invierno parecía estar demasiado lejos. 


Cuento tomado de Revista Literarte Nº 106 (abril 2018) 
Catalina Zentner Levin 
Nació en Corrientes, Argentina. Reside en Israel 

Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza. 
Paul Géraldy

César Bisso

Hoy 

Dispongo del mismo tiempo 
que aquel niño en la orilla. 

Un mágico escenario 
de verdes, rojos y azules 
flota ante mis ojos 
y la espesura del ceibo 
aroma la tarde. 

Sereno y anhelante 
camino por tus calles, 
pueblo del amor. 


Garza mora 

Serpentea el alba. 
Con plumaje de luz 
busca la fina porcelana 
en el fondo de la laguna. 

Abandona su vuelo 
quien desde la orilla ignora 
la armonía del cosmos fluvial 
y comienza a desandar 
el quebrantado rumbo del día. 

Entre dos cielos, 
la vida descansa en una sola pata. 


Paso de la heladera 

Un hilo frío de agua mansa 
sustenta la belleza del irupé. 
Lapacho y sauce hechizados. 

Dormita el ala de los pájaros
donde ya no cabe la sombra. 

El ojo apenas ve. Y el remo late. 

Ay canoíta, guitarra desencordada, 
llévame, llévame… 


Del libro del autor: Un niño en la orilla. Editorial Ciudad Gótica. Rosario, 2020 
César Bisso 
Nació en Santa Fe. Reside en Buenos Aires, Argentina 

Si amas la naturaleza, encontrarás belleza en todas partes. 
Vincent Van Gogh

Julia Burguener

Alma de barrilete 

Mi alma es un barrilete 
que aprendió a levantar vuelo 
prendida siempre de un hilo 
que une la tierra y el cielo. 
La tierra donde descansan 
mis padres y mis abuelos 
y donde yo iré a dormir 
en el transcurso del tiempo. 
El cielo… ah, el cielo azul… 
hondo nidal del lucero 
que anuncia la claridad 
presagiando un día nuevo 
para que mi alma retoce, 
suba más alto, se incline, 
beba la altura del viento 
y si cayera, otra vez 
barrilete alzando el vuelo, 
porque hay unas manos buenas
que me cuidan en silencio 
y con su amor me sostienen 
para que siga viviendo. 
Sin ellas me perdería 
entre la tierra y el cielo 


Humedal Paranaense: la creciente 

Desbocados, con violencia, 
los potros salvajes del agua atropellan. 
Invaden pajonales. 
Destrozan camalotes. 
Arrancan de cuajo las raíces de los árboles. 
Espantan sin piedad al bicherío. 
Se llevan por delante las canoas pescadoras, 
las casas, los caminos,
los ranchos de techos protectores, 
el fruto del trabajo, 
los pobrecitos sueños escondidos… 
Es un relincho amenazante 
el grave rumor de la creciente. 
Bufido aterrador que asoma
desde la honda majestad del río 
y repercute en el vientre, monte adentro. 
La creciente es un grito de pena, un alarido. 
Es anuncio agorero. 
Es dolor. Es angustia.
Es temor por los hijos 
y el de perderlo todo. 
Es presagio de muerte… 
Pero enlazada la tropilla en las barrancas 
con tientos del coraje sostenido, 
entre el barro y el agua que persiste 
amanece el sol de la esperanza. 
Se dora la cresta de nuestro viejo y manso río. 
Sabe que lleva sobre el lomo a destinos ignotos, 
en cada gota de su cauce milenario, 
su riqueza que es vida… 
Entonces, bajo el cielo azul del norte, 
con caricias de arenales infinitos,
reverdece el Humedal Paranaense 
después de la creciente, bendecido. 


Del libro de la autora: Amaneciendo. Poesías 
Julia Burguener 
Villa Ocampo, Santa Fe, Argentina

En cada uno de nosotros hay una capacidad innata para crear felicidad a partir del sufrimiento, y de encontrar esperanza aún en las situaciones más desesperadas. 
Desmond Tutu

Hilda Augusta Schiavoni

La poesía y el poeta 
Una presencia intermitente 

Cuando muere un bardo, 
enmudecen los arpegios 
y un fuego se aquieta 
ante la barca de Caronte. 
La llama retrocede 
y se ubica en las antípodas de la Estigia 
donde poco a poco
se expande, 
se hace grande, 
se contrae en la inmensidad 
hasta encontrar el oído 
de un poeta recién nacido. 
Entonces, el fulgor se electriza, 
se entuba, 
se troca en melodía, 
penetra en su esencia 
y escribe los poemas, 
todos los poemas 
que silenció la Parca 
en un punto estremecido. 


Indio toba 

¡La gran pucha, indio! 
¡Qué negra tu suerte! 
Hoy también se agiganta 
la soledad de tu figura 
y la negrura de tu fortuna. 
Dicen… 
que tu pobreza 
infecta la ciudad, 
y allí, del Rosario, 
(Rosario soledad- 
Rosario calvario) 
te quieren desalojar. 
Quieren meterte al laburo 
para terminarte 
de matar 
porque dicen… 
que eso de artesano 
es maña y nada más. 
Indio, 
no dejes 
que te vuelvan a achurar. 
Permite que tu arte florezca 
en tu rosedal 
para que 
también tus manos
sostengan 
el viejo resabio 
de la creación 
de indios milenarios 
a quienes 
les sacaron hasta las crenchas
y ahora, 
por si fuera poco 
hasta tu concepción cultural 
quieren ultimar. 


Hilda Augusta Schiavoni 
Inriville, Córdoba, Argentina

Fe tiene el pájaro que canta cuando al alba todavía todo está oscuro. 
Rabindranath Tagore

TS Hidalgo

Despedirse

Quisiera yo, 
en el día de hoy, 
crear la poesía 
más apabullante, 
más dura, 
más trágica, 
en la antítesis de lo baladí, 
la más alejada en definitiva de la magia 
(lo digo de veras: 
tan repleto de pensamientos profundos estoy); 
lo haré, probablemente, 
en cuanto termine 
de encontrar las llaves. 

Doce de mayo 

Hoy ha fallecido una señora de 98 años. 
Se llamaba Irena Sendler. 
Nos ha dejado la televisión y las luces encendidas. 
Durante la Segunda Guerra Mundial, 
Irena se acostó con un sábado, 
y donó a nuestros hijos la lluvia: 
consiguió un puesto de enfermera en el güeto de Varsovia, 
pero, como especialista en cloacas y conductos subterráneos, 
sus intenciones iban, por suerte, considerablemente más allá: 
sabía cuáles eran los planes de los orcos
(crear ángeles, 
vestir de Hugo Boss 
¿hedonismo insaciable?, 
quizá), 
una férrea disciplina, 
inventar un Nuevo Orden Mundial, 
esas cosas, 
así que sacaba de allí bebés judíos, 
escondidos en una ambulancia, 
en una caja de herramientas, 
y a niños mayores, 
en un saco de arpillera, en el fondo de la misma, 
hasta un total de 2.500; 
también llevaba un perro, de raza indeterminada, 
al que había adiestrado para ladrar a los orcos, 
cuando entraba y salía del güeto. 
Naturalmente, los soldados no querían saber nada del perro 
(y sus ladridos tapaban los gemidos de las criaturas): 
Irena se acostó con un sábado, 
y donó a nuestros hijos la lluvia: 
de resultas de todo ello surgió un azul tan intenso 
como la esencia del cielo sobre el crepúsculo.


TS Hidalgo 
Madrid, España

El futuro pertenece a aquéllos que dan a la generación siguiente una razón para la esperanza. 
Pierre Teilhard de Chardin

Salomé Moltó

Divagando en el jardín 

Esta mañana cuando regaba los geranios, lo he vuelto a sentir. Era la misma sensación; una especie de inquietud por si no llegabas a tiempo a la hora del té. Lo sabía, por eso tu llamada no me ha sorprendido, no puedes venir; cuando me lo has dicho, he comprendido tus motivos; es verdad, estamos obligados a marcar un orden de prioridad, es primordial. ¡Pero qué lástima, tenía un montón de cosas que contarte! 
He visto un escarabajo cruzar el jardín, el moscón aparece por momentos, pero se vuelve a ir. He tomado el té sola, pensando en ti. Miraba cómo los niños jugaban al balón, pronto concluye el recreo y vuelven a las aulas; es una suerte vivir cerca de este colegio, una ráfaga de esperanza y alegría emana de ese lugar cuando los niños, como enjambres de mariposas, salen al patio. 
Pero no quería hablarte de lo que veo, más bien de lo que siento. Hay momentos que la soledad te invade, te sientes mal y miras a tu alrededor. La naturaleza ayuda a superar momentos difíciles, momentos de abandono, por eso no dejo de mirar mi jardín. Creo que tengo suerte, hay muchas personas que no tienen, como yo, el privilegio de tener un jardín. En mi pequeño salón suena el magnífico violín del virtuoso Itzhak Perlman, eso también ayuda a vivir, pienso mientras me deleito con su música. 
Las rosas están hermosas, voy a cortar un ramillete y se las llevaré a Berta que continúa en el hospital. El sol gana la cumbre, se precipita detrás, pronto el ambiente cambia, los niños han vuelto a sus aulas, el barrendero se apresura en sus últimos toques, un ligero fresquito me acaricia el rostro. ¡Huy, es tarde! Ha pasado el tiempo sin darme cuenta, pero sin saber por qué, aquí me encuentro bien, hay una comunión entre la paz externa que me circunda y la interna que me anida. 
Un jilguero osado se ha aposentado en una rama de la acacia, me mira con descaro y pía. Creo que me ha dado un beso, se lo devuelvo. 
-Eres el único, que hoy, se ha acordado de mí -le digo en el momento que levanta el vuelo. ¡Buenas noche mi amor! Me voy a la cama, ¡fíjate, contenta a pesar de todo! 
Mañana a primera hora regaré nuevamente las plantas, a pesar de que no hace demasiado calor; pero si llueve les daré un repaso, siempre hay algunas hojas secas o feas que arrancar, así las nuevas salen más vigorosas. No sé por qué me retraso en irme a la cama, estoy cogida por el ambiente, por esa brisa ligera que me acaricia. Mañana miraré nuevamente el buzón, quizás me escribas o me vuelvas a llamar. Mientras, y a diario, voy navegando y divagando por el jardín. 


Del libro de la autora: Cosas que quiero decir, 2018 
Salomé Moltó 
Alcoy, Alicante, España

¿Por qué volvéis a la memoria mía, tristes recuerdos del placer perdido…? 
José de Espronceda

Daniel Barroso

fase 7 * 

te partiré la cabeza barroso 
decía mi vecino 
y no se le entendía 
tras la máscara anti gérmenes 
que le arrugaba la cara contra el visor de vidrio templado 
aparentando una mezcla de chuky autóctono y eternauta zombi 

intentando mantener mi cabeza con sus daños congénitos 
le di una certera patada en el bajo vientre 
mientras otros dos bajaban por la escalera de incendios
como quien huye del maligno 
o ha decidido salir a buscarlo 

todo muy cinematográfico 
un relato verosímil pero encolerizado 
salvo la heladera rebosante de alimentos
la paranoia de usar casco y chaleco antibalas 
y la avaricia de mantener a salvo las tostadas 

debo decir que cuando se encendieron las luces de la sala
mi cabeza seguía con sus daños congénitos inalterables 
pero la solidaridad había sufrido daños colaterales 
como así también la buena vecindad y los gestos amables 
sin contar con las apariencias 
que empezaron a chorrear una transparencia de santidad 
manteniéndonos a salvo 
o al menos ya no engañan como en otras epidemias 
o en otras películas donde no se sabía lo que pasaba 
en el departamento de al lado y muy pocos se atrevían a preguntarlo 

*Fase 7/ Argentina / 2010 / Comedia / Nicolás Goldbart 

             * * *

Infancia clandestina * 

             Sufres porque me aleja la fe de un mañana… 
             Enrique Santos Discépolo 

¿sufrís en el claroscuro de lo que fue 
o mal entendés esta claridad que somos? 

nada puedo prometerte no he llegado muy lejos 
pero adonde he llegado siempre estuvimos juntos 

hoy me impresiona tu foto con los dedos en ve 
y también los dos cargadores que llevo en el bolsillo 

igual creo que hemos salvado lo que no soporta el inventario 
y claridad y claroscuro y vos cantando un vals 

mientras te miro en silencio desde la butaca 

con el corazón en la boca 
y la pastilla entre los dientes 

*Infancia clandestina/ Argentina / 2012 / Drama / Benjamín Ávila 


Daniel Barroso 
Buenos Aires, Argentina 

Mirada de cerca, la vida es una tragedia, pero vista de lejos, parece una comedia. 
Charles Chaplin