Umbral
“Yo
soy la puerta. Aquel que entra a través de mí, estará a salvo”.
Evangelio según San Juan (10,9). El buen pastor.
Qué hay tras de la puerta?
Estará allí,
entre el sueño y la vigilia,
ese límite imperfecto
que nos une.
Y cruzar ese espacio inmaterial
custodiado por dos columnas
de
sombra.
Si pudiera trasponerla
y repudiar el miedo
El corazón de un hombre es su propio dios
En el principio
el trono de Dios iluminaba el
reino.
En el tic tac el cuerpo se expandía
y se impregnaba el universo.
En el origen de los tiempos
el corazón era el rey. Sol,
fuego, luz.
Timonel de la luz y de la vida.
Como en el santo Graal
la sangre era el brebaje
sempiterno.
Tal vez en un lugar escondido
una fórmula mágica quedó grabada
en ese amuleto.
Esa célula amurallada
es chispa de luz
es templo de mi ser.
Aquellos pensamientos secretos
son visiones que desvelan el
misterio.
Ahora el ojo del corazón
contempla piensa decide
Por qué amar de corazón hasta el
último suspiro.
Ay, mi corazón, serás el último
en morir.
Encuentro
Los huesos y la médula arman un
laberinto.
Vayamos hacia arriba,
al final del laberinto.
Allí está nuestro amor.
Mi alma quiere reposar por un
instante,
mi alma tiene sed.
Beberá las aguas claras,
el rocío penetrará por sus
poros.
La lluvia saciará su anhelo.
Con mi voz encadenada
descenderé a la esfera violada.
Y ante los peligros de la noche
escucharé tu canto anclado
en la Cruz de las Tinieblas.
Buscaré la salvación en el
encuentro con la dicha.
Cristina Pizarro
Buenos Aires, Argentina
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