Todo
entra por nuestra piel crujiente.
Hasta
las barcas solitarias se adentran en la arena,
soñando
con el cuerpo tendido bajo el sol.
Madre,
te encuentras tan casada
que
tu piel no crepita por mucho que la bese.
Poco
a poco tu cuerpo va haciéndose de aldea;
tu
cuerpo es un pueblito
dormido
tras la bruma de los amaneceres.
De Fantasmas de mi
infancia, Madrid, 2011
* * *
Todos
los dormitorios
tienen
su olor a carne muda,
a
lámpara encendida a la hora del beso,
del
libro
y de
la muerte.
En
todas las alcobas hay espacio
para
que pase un ángel con las alas abiertas
sin
rozar tu cabello.
En
todas cabe un golpe de agua,
esa
ola que en sueños atraviesa la vida
sin
mojarte los párpados.
Por
la ladera de tu cama
se
aleja una mujer con el viento de frente
y un
sombrero de paja enfebrecida.
Te
regaló la menta de su boca
y se
lleva la duda
de si
te quiso demasiado.
De No llores, Poseidón.
Madrid, 2008
* * *
Ayer
murió el hombre más rico de tu pueblo,
Al
quedarse dormido en su bañera de alabastro.
Era
el amo del silo y del molar también.
Te
había prometido unos botines negros
y un
parasol de seda
y un
pebetero que quemaba
incienso
y mirra de Damasco.
A tu
padre le hubiera concedido
un
largo limonar
si
contigo casaba; un limonar que la luna
regaría
de noche con sus lágrimas.
Ha
muerto
y tu
padre no sale de su asombro.
Tú en
cambio suspiras aliviada
y
buscas en el cielo
la
mudanza de estrellas jovencitas.
De Mujer en la penumbra.
Madrid, 2017
Ángela Reyes
Nació en Jimena de la Frontera, Cádiz.
Vive en Madrid, España
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