Descubriendo su
propio rostro
Esperé cuatro lunas para ir a visitarle, era un hombre muy
extraño, llegué a pensar que no estaba en sus cabales. Se encerraba los fines
de semana en su habitación a leer y soñar, el resto del tiempo lo consumía en
la imprenta donde trabajaba. Por las noches pintaba un cuadro tras otro en la
biblioteca de su padre.
El día que concertamos nuestra cita, me estaba esperando
con una copa de vino y una banda negra para cubrirme los ojos, era su deseo
pintarme de la cintura hacia arriba. Caprichos de hombre joven dedicado a
pintar mujeres ridículas en los Boulevares. Dejé que me pintara sin vendarme
los ojos, la copa de vino que me ofreció la lancé contra el espejo, no me
gustaba tener un centinela mirándome las espaldas.
Dibujó mi cuerpo y me dejé caer sobre la cama con cierto
desgano, no tenía deseos de entregarme a sus abrazos letales. Lo entendió y me
dejó dormir hasta el amanecer. Cuando desperté hicimos el amor junto a la
ventana, ésta crujía por lo agitado de sus movimientos. Se convirtió en todo un
símbolo y le busqué siempre que deseaba distraerme.
Al presentarse en la puerta de su habitación me lo
encontraba dándole retoques a mi cuadro, me dijo que era su obra maestra, por
la ingenuidad de mi rostro y lo profundo de mis ojeras. Recién había culminado
mi preparación como maniquí para algunas Casas de Modas y me acompañaba a
cuanta exposición realizaba.
Comprendí que no existía otro hombre para mí, aunque tenía
sus locuras, era un tipo especial, sublime, se ajustaba entre mis piernas, era
como nacer cada noche a la vida. Me expresó su deseo de cambiar de residencia y
nos trasladamos para el apartamento de unos viejos ingleses que nos tomaron
mucha estimación. Logramos comprar el apartamento a un precio razonable y
tuvimos mayor espacio para sus cuadros y colocar las botellas de vino que
coleccionaba.
Volví a reiniciarme como Reportera en los diarios locales
y en una ocasión al regresar de la calle observé que el cuadro no estaba.
Trascurridas unas semanas nos fuimos a visitar a los antiguos dueños del
inmueble y encontré en la pared de la sala colgado mi cuadro. No le mencioné
una sola palabra y a partir de ese momento jamás volví a romper un espejo.
Después del
retorno
Hacía poco que había regresado de sus vacaciones en la Capital , se apareció con
un tatuaje en el pecho. No le pregunté si era verdadero, los tatuajes se han
puesto de moda. Pasamos a mi habitación y sin preguntarme cómo marchaban mis
asuntos, se abalanzó sobre mí, rasgó mi vestido y me llenó de mordiscos todo el
cuerpo.
Casi grito al experimentar repetidos orgasmos, cuando su
cuerpo vibrada encima del mío. Cada noche cuando hacíamos el amor, me parecía
que me acostaba con uno distinto, siempre tenía algo que enseñarme. Me pidió
que lo esperara desnuda junto a la puerta, allí permanecía sentada hasta que se
escuchaba el sonido de su llave en la cerradura de la puerta y me ponía de pie.
De continuar con este hombre voy a terminar haciéndome
daño. Tengo decidido envenenarle el vino, ya todo está previsto. Espero a que
se abra esa puerta para brindar por nuestros deseos.
Elmys García
Rodríguez. Holguín, Cuba
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Nunca permitas que el sentido de
la moral te impida hacer lo que está bien.
Isaac Asimov
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¡ Cuánta brevedad para tanto decir desde el erotismo y la pasióne-. Belleza de poema, mi admiración a su autora que hace ya mucho tiempo que no puedo comunicarme con ella. Un abrazo amiga querida, por publicarlo. Ya me comunicare via e-mail. bs Vic
ResponderEliminarMuchas gracias por tus conceptos y tu lectura, mi querida Victoria.
EliminarYa he avisado de tu mensaje a Elmys y seguramente podrán contactarse.
Un abrazo, mis mejores deseos cada día
Analía