Invidentes vientos
¿Sientes el dolor de la amarga
soledad?
Ella murmulla en huecos ojos,
en vacíos dientes…
Visité el templo de los ancianos
cual lejana tierra moría en sus
manos,
manos dormidas en labios secos
y una risa ocre despuntaba
venas,
venas azules de mantos negros.
En el atardecer lluvioso un
cristal
de sombras y pensamientos
descendían con olas de memorias,
memorias de antaño de lozanos
amores,
amores blancos entrelazados.
Y en la pradera de su lecho
un silencio de verídicos
aciertos
torturaba su afligida mente,
mente de tristezas sin cielo
como humo de invidentes vientos.
Allí en el huérfano encierro,
unos mocasines quiebran el
embrujo
cuando el heredero estrecha la espalda,
y a través de su mirada
una mueca de esperanza,
y un recuerdo de la distancia.
* * *
Te pienso,
entre arenas movedizas
y cabizbajas muecas renegridas…
Todavía amanezco
con alegría rota en los
bolsillos
y te alejas a paso firme
con huella de simiente fresca,
mientras sangro como sangra
una espina en la arteria.
Rezo a través de lágrimas
muertas
y mendigo ausente pisadas
soleadas,
ninguna respuesta cristalina,
ninguna serena pradera goza
venturosa
ni venturosos gozos se murmuran.
Y tu sombra,
diario de silentes orlas
en la podrida luz del día,
y en la noche clara
penitentes mentiras sin honra.
Hoy el amor es un burdel de
mapas tristes
en una corte de inciertas aguas,
mientras siento frío en mis
labios
labios dementes de oscuridad que
matan.
Silvia Savall. Valencia, España
--
¿Hacia dónde vamos? Vamos hacia
el sueño… ¿De dónde venimos? Venimos del sueño… Como las olas, como los
vientos…
Vicente Gaos
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