domingo, 22 de junio de 2014

Silvia Savall

Invidentes vientos

¿Sientes el dolor de la amarga soledad?
Ella murmulla en huecos ojos,
en vacíos dientes…

Visité el templo de los ancianos
cual lejana tierra moría en sus manos,
manos dormidas en labios secos
y una risa ocre despuntaba venas,
venas azules de mantos negros.

En el atardecer lluvioso un cristal
de sombras y pensamientos
descendían con olas de memorias,
memorias de antaño de lozanos amores,
amores blancos entrelazados.

Y en la pradera de su lecho
un silencio de verídicos aciertos
torturaba su afligida mente,
mente de tristezas sin cielo
como humo de invidentes vientos.

Allí en el huérfano encierro,
unos mocasines quiebran el embrujo
cuando el heredero estrecha la espalda,
y a través de su mirada
una mueca de esperanza,
y un recuerdo de la distancia.

*  *  *

Te pienso,
entre arenas movedizas
y cabizbajas muecas renegridas…

Todavía amanezco
con alegría rota en los bolsillos
y te alejas a paso firme
con huella de simiente fresca,
mientras sangro como sangra
una espina en la arteria.

Rezo a través de lágrimas muertas
y mendigo ausente pisadas soleadas,
ninguna respuesta cristalina,
ninguna serena pradera goza venturosa
ni venturosos gozos se murmuran.

Y tu sombra,
diario de silentes orlas
en la podrida luz del día,
y en la noche clara
penitentes mentiras sin honra.

Hoy el amor es un burdel de mapas tristes
en una corte de inciertas aguas,
mientras siento frío en mis labios
labios dementes de oscuridad que matan.


Silvia Savall. Valencia, España


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¿Hacia dónde vamos? Vamos hacia el sueño… ¿De dónde venimos? Venimos del sueño… Como las olas, como los vientos… 
Vicente Gaos
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