Con método
Tenía que encontrarla antes de
la partida del avión. Era vital. Busqué una y otra vez en el lado derecho. De
atrás para adelante.
Sólo es cuestión de ser
cuidadoso. Ahora del izquierdo. De adelante para atrás. Nada. No importa. No
desesperar. Ahora en los pequeños de arriba, a la izquierda, porque a la
derecha no llevan.
Entonces… no olvidar el método.
De atrás para adelante, sin saltearse ninguno. Nada. Ahora voy a controlar los
interiores. ¡Uff! ¡Menos mal! Sólo hay del lado izquierdo. Uno por uno… de
adelante para atrás. Nada.
No darse por vencido… tiene que
estar…
Se hamacan… parece que ejecutan
su danza… burlándose de mí…
¿Tendrán alguno oculto? No. Si
yo había cortado la tela. Personalmente abrí el gran rollo, luego los armé y
los cosí, cuidadosamente; los conozco al dedillo. Sí, pero no aparece. Tampoco
se oye nada… ¿Y si no está ahí…? ¡No! ¡No empecemos con las dudas! ¡Tiene que
estar ahí!…
A ver… prolijo… con método…
comencemos nuevamente…
Ahora al revés, los izquierdos.
De adelante para atrás. ¡Con método! Ahora los derechos. De atrás para
adelante. Nada. No importa… no desesperar. Ahora en los pequeños de abajo…
¿abajo? ¡Claro! ¡Detrás del grande! Al final, había decidido ponerlos a la
derecha! ¡Ocultos! ¡Lo había olvidado!
No hay nada como renovar la
esperanza.
Esos condenados bolsillos
pequeños… ¡Encima les cosí un botoncito! No olvidar el método. De adelante para
atrás, sin saltearse ninguno. Nada. Ahora los interiores. ¡Uff! Ya se oyen los
altavoces. Va a partir el avión. Sólo faltan del lado izquierdo. Uno por uno…
de atrás para adelante… Nada.
Todo había terminado para mí. Me
alejé unos pasos y los observé atentamente. Todos están ahí… ¿todos? ¡Vamos…!
¿están todos? ¡No los había contado! Comencemos de izquierda a derecha… Uno,
dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, ¿éste lo
conté?, comencemos de nuevo…
Con método… por pares… dos,
cuatro, seis, ocho, diez, doce, catorce, dieciséis, dieciocho, veinte,
veintidós… veinticuatro… están todos… Por cinco hacen un total de cien…
Además tendría que notarse el
bulto en los bolsillos y al danzar las perchas de los uniformes, ella hubiera
hecho ruido…
¡Menos mal que lo había pescado
justo cuando revisaba los uniformes! Ese comandante de avión… ¿Por qué querría
robarse mi cajita de alfileres voladores?
* * *
Sucede. Porque una niña es como
un árbol, como un poema. Frágil y eterno. Luminoso y umbrío. Forastero. Como
María. Es el momento de abandonar las raíces y caminar hacia el sol.
Somos varios, habíamos cursado el
secundario sin pena ni gloria porque la gloria… nos esperaba en la Gran Ciudad.
No a todos. Porque no a todos
los grillos se los oye en el silencio. A veces sólo se oye crecer el silencio
de los grillos.
Desde el conocimiento íntimo que
cree tener de sí misma María se sorprende esa mañana con la expresión que le
devuelve su imagen en el espejo. También se sorprenden los primeros brotes al
reflejarse en el charco de la última lluvia.
María enciende las luces del
botiquín y fija la atención en sus ojos. No puede advertir nada anormal en
ellos, salvo por las ojeras del cansancio.
Y aquí se terminan las
coincidencias, porque el árbol conoce su destino.
Ada
Inés Lerner. Ituzaingó, Buenos Aires, Argentina
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Las decepciones no matan, y las
esperanzas hacen vivir.
George Sand
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Me gustan, me parecen buenos como todo lo que escribís.
ResponderEliminarJulio
Gracias Robi, por tu lectura
EliminarSaludos cordiales
Analía
Agradezco tu comentario tan elogioso, de buen amigo.
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