martes, 26 de agosto de 2014

Aníbal Albornoz Ávila

Manuscrito y menguantes

Hablaremos de cantos
y otras flores escritas,
con anhelos pintados
o de letras marchitas,
de papel agostado
o de abriles sin citas.

De escrituras aladas
cuando tu voz crepita
en el cielo de tu alma
que aletea y me mira,
y anteayeres nocturnos
y la luna en vigilia.

Me demoro en tus ojos
mientras dure tu instinto,
cuando espante tu sangre
mojaré mis sentidos.
Duraré ese instante
de poemas erguidos.

Yo propongo un poema
que cantando se escriba
y que en claros de voces
sea tinta y ceniza;
que en azogues de otoño
abra en flor tu semilla.

Tu sonrisa me ensueña
con su tibia alegría,
como sol del invierno
que su luz avecina
arreboles y cielos
y el ocaso del día.

Quedarás en mis ojos
tierna, asaz, fugitiva,
me quedaré en tu sangre
con la luna ya herida.
Manuscrito y romance
y un prefacio de vida.

Manuscritos menguados
de una letra infinita,
calceolaria en los libros
entre página y citas,
y ese olvido hecho carne
que me esconde tu risa.


Diurna de abril

Una mujer ha jurado
no dormir, desoyendo la noche,
no apagar su mirada, el paisaje,
la luna en las vías y el gato en su ley.
En sus ojos se empoza un azar
de pupilas abiertas sin fin.

En su mirada se asoma
un desmadre de río que ahoga
un nocturno de trinos y climas,
fantasmas silvestres y lluvias de ayer.
En recuerdos se oye otro tren
y un aroma de aguas en flor.

Sueño de amor vacilante,
el delirio que insomnia y escombra,
se desvela la terca vigilia
la curva dulzura de su desnudez.
Ojerosa la luna vitral
                       hurgará con su haz en su pie.

Ojos de luz y ambrosia,
en racimos de estrellas bifrontes,
se detiene al borde del alma
el sueño despierto y su candidez.
No se duerme la endecha en su voz,
ese canto raído de amor.

Ojos de suave paisaje
que no duermen, ni esperan su noche,
de Mariana se vuelan fugaces
cobrizas gaviotas en diurnos de abril.
En sus vuelos sus ojos se van
como el día que muere en Zagreb.


Lunas del sentidor

Abro a la eternidad
un almuerzo con panes,
metáfora del sueño
amparos de mi sangre.

No sé si despertar
con la luna en los ojos,
o dormir sin los sueños
como un agua en reposo.

Abro soñado en luz
una casa con tardes,
nostalgiado de sombras
en un farol que arde.

Ese vino de ayer,
melodía de aroma,
es la huella de un verso
por el cielo que asoma.

Cielo en la inmensidad,
sentidor de los versos,
deudo de los arpegios
que niega el universo.

En mis sienes el sol
ya apagó sus ocasos,
aceites de esos fuegos,
en la luz del descanso.

Duermo a la oscuridad
en vislumbres de estrellas,
agua sepia en la noche
y el madrigal que espera.

Lunas del sentidor
que madeja los vientos,
el que en odres de sueños
guarda un verso imperfecto.


Aníbal Albornoz Ávila. Poeta Cisandino, con tres provincias de cuna: Santa Cruz, La Rioja y Catamarca, Argentina


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Hoy es siempre todavía.
Antonio Machado
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