Manuscrito y menguantes
Hablaremos
de cantos
y
otras flores escritas,
con
anhelos pintados
o
de letras marchitas,
de
papel agostado
o
de abriles sin citas.
De
escrituras aladas
cuando
tu voz crepita
en
el cielo de tu alma
que
aletea y me mira,
y
anteayeres nocturnos
y
la luna en vigilia.
Me
demoro en tus ojos
mientras
dure tu instinto,
cuando
espante tu sangre
mojaré
mis sentidos.
Duraré
ese instante
de
poemas erguidos.
Yo
propongo un poema
que
cantando se escriba
y
que en claros de voces
sea
tinta y ceniza;
que
en azogues de otoño
abra
en flor tu semilla.
Tu
sonrisa me ensueña
con
su tibia alegría,
como
sol del invierno
que
su luz avecina
arreboles
y cielos
y
el ocaso del día.
Quedarás
en mis ojos
tierna,
asaz, fugitiva,
me
quedaré en tu sangre
con
la luna ya herida.
Manuscrito
y romance
y
un prefacio de vida.
Manuscritos
menguados
de
una letra infinita,
calceolaria
en los libros
entre
página y citas,
y
ese olvido hecho carne
que
me esconde tu risa.
Diurna de abril
Una
mujer ha jurado
no
dormir, desoyendo la noche,
no
apagar su mirada, el paisaje,
la
luna en las vías y el gato en su ley.
En
sus ojos se empoza un azar
de
pupilas abiertas sin fin.
En
su mirada se asoma
un
desmadre de río que ahoga
un
nocturno de trinos y climas,
fantasmas
silvestres y lluvias de ayer.
En
recuerdos se oye otro tren
y
un aroma de aguas en flor.
Sueño
de amor vacilante,
el
delirio que insomnia y escombra,
se
desvela la terca vigilia
la
curva dulzura de su desnudez.
Ojerosa
la luna vitral
hurgará
con su haz en su pie.
Ojos
de luz y ambrosia,
en
racimos de estrellas bifrontes,
se
detiene al borde del alma
el
sueño despierto y su candidez.
No
se duerme la endecha en su voz,
ese
canto raído de amor.
que
no duermen, ni esperan su noche,
de
Mariana se vuelan fugaces
cobrizas
gaviotas en diurnos de abril.
En
sus vuelos sus ojos se van
como
el día que muere en Zagreb.
Lunas del sentidor
Abro
a la eternidad
un
almuerzo con panes,
metáfora
del sueño
amparos
de mi sangre.
No
sé si despertar
con
la luna en los ojos,
o
dormir sin los sueños
como
un agua en reposo.
Abro
soñado en luz
una
casa con tardes,
nostalgiado
de sombras
en
un farol que arde.
Ese
vino de ayer,
melodía
de aroma,
es
la huella de un verso
por
el cielo que asoma.
Cielo
en la inmensidad,
sentidor
de los versos,
deudo
de los arpegios
que
niega el universo.
En
mis sienes el sol
ya
apagó sus ocasos,
aceites
de esos fuegos,
en
la luz del descanso.
Duermo
a la oscuridad
en
vislumbres de estrellas,
agua
sepia en la noche
y
el madrigal que espera.
Lunas
del sentidor
que
madeja los vientos,
el
que en odres de sueños
guarda
un verso imperfecto.
Aníbal Albornoz Ávila. Poeta Cisandino, con tres provincias de cuna: Santa Cruz, La Rioja y Catamarca , Argentina
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Hoy es siempre todavía.
Antonio Machado
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