La sombra
a Pedro Salinas
Caminaba por el
campo
delante de mi
casa.
El sol daba en mi
cara
y un viento frío
detrás.
El granjero
acababa de arar
la tierra en
líneas cuidadas
como un long play.
Aquí y allá había
pedazos
de ladrillos y tejas
viejas.
No dejaba de
pensar
en los romanos
que cultivaban
este campo.
Tenía la sensación
de que no estaba
solo.
Sentía que había
alguien
del pasado.
Pude ver una
sombra
al costado.
Giré sobre mis
talones
y vi que era la
mía.
Fantasmas
Hoy me encontré
en Dunstable
conduciendo por
sus calles,
buscando una
tienda de espejos.
Las casas, en
aquella parte de la ciudad,
son victorianas.
Datan de la época
de mis abuelos
y bisabuelos.
Sentí como si
hubiera retornado
a un tiempo
anterior a mi
nacimiento.
Sentí cómo mi alma
se apagaba.
La sensación
era casi dolorosa.
Las imágenes
comenzaban a aparecer.
El padre de mi
padre
muriendo
lentamente
en su cama
de la fiebre de
las trincheras,
sin poder
articular palabra.
El padre de mi
madre
en un refugio
jugando a las
cartas
y volando en
pedazos por un proyectil enemigo
para caer de nuevo
al suelo
sobre los
cadáveres
de sus amigos.
Mi tío Claude,
una persona tan
dulce,
quien día tras día
se lanzaba de las
trincheras
bayoneta hacia
adelante
sobreviviendo a
todo.
Mi tío Frank
el hermano de mi
padre,
ahora muy anciano,
viendo a su amigo
morir
al lado suyo,
en una guerra
posterior,
en Monte Cassino.
Había otras
imágenes
que me perseguían
por la calle
a la salida de la
ciudad.
La cámara de
fotos
Ahí estaba de
nuevo!
Ya lo había visto
en una fotografía
de la Plaza Mayor
de Luján.
Aquí estaba en
Segovia
tomando
fotografías
con una cámara
muy antigua,
tan vieja como la
de mi padre
que ahora se
encuentra
en el Museo de
Luton.
Mi padre dedicó
gran parte de su
vida
a mirar a la gente
boca abajo,
a través de su
lente.
A veces me
pregunto
si es por ello
que veo las cosas
de otra manera.
Refranero del
tiempo
En los tiempos
anteriores a la
radio
la gente de los
pueblos
de alrededor de
Luton
predecía el tiempo
con refranes
antiguos.
Cielo de caballa,
cielo aborregado,
poco rato seco,
poco rato mojado
Viento del sur,
de la boca
de la lluvia
procede.
Lluvia antes de
las siete
despejado para las
once.
Lluvia de una a
dos,
a ver lo que nos
trae el día.
Hasta el cuarenta
de mayo
no te quites el
sayo.
Parece negra
sobre la madre de
Will:
lluvia viene del
oeste.
Alguien sugirió
que este Will
era Shakespeare.
No estoy tan
seguro.
Del libro La casa de empeño y otros poemas. Lord
Byron Ediciones, 2013. Colección Prometeo Desencadenado. Madrid, España
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