martes, 4 de noviembre de 2014

Robert Gurney

La sombra

         a Pedro Salinas

Caminaba por el campo
delante de mi casa.

El sol daba en mi cara
y un viento frío detrás.

El granjero acababa de arar
la tierra en líneas cuidadas
como un long play.

Aquí y allá había pedazos
de ladrillos y tejas viejas.

No dejaba de pensar
en los romanos
que cultivaban este campo.

Tenía la sensación
de que no estaba solo.

Sentía que había alguien
del pasado.

Pude ver una sombra
al costado.

Giré sobre mis talones
y vi que era la mía.


Fantasmas

Hoy me encontré
en Dunstable
conduciendo por sus calles,
buscando una tienda de espejos.

Las casas, en aquella parte de la ciudad,
son victorianas.

Datan de la época
de mis abuelos
y bisabuelos.

Sentí como si hubiera retornado
a un tiempo
anterior a mi nacimiento.

Sentí cómo mi alma se apagaba.

La sensación
era casi dolorosa.

Las imágenes comenzaban a aparecer.

El padre de mi padre
muriendo lentamente
en su cama
de la fiebre de las trincheras,
sin poder articular palabra.

El padre de mi madre
en un refugio
jugando a las cartas
y volando en pedazos por un proyectil enemigo
para caer de nuevo al suelo
sobre los cadáveres
de sus amigos.
Mi tío Claude,
una persona tan dulce,
quien día tras día
se lanzaba de las trincheras
bayoneta hacia adelante
sobreviviendo a todo.

Mi tío Frank
el hermano de mi padre,
ahora muy anciano,
viendo a su amigo morir
al lado suyo,
en una guerra posterior,
en Monte Cassino.

Había otras imágenes
que me perseguían
por la calle
a la salida de la ciudad.


La cámara de fotos

Ahí estaba de nuevo!
Ya lo había visto
en una fotografía
de la Plaza Mayor
de Luján.

Aquí estaba en Segovia
tomando fotografías
con una cámara
muy antigua,
tan vieja como la de mi padre
que ahora se encuentra
en el Museo de Luton.

Mi padre dedicó
gran parte de su vida
a mirar a la gente boca abajo,
a través de su lente.

A veces me pregunto
si es por ello
que veo las cosas
de otra manera.


Refranero del tiempo

En los tiempos
anteriores a la radio
la gente de los pueblos
de alrededor de Luton
predecía el tiempo
con refranes antiguos.

Cielo de caballa,
cielo aborregado,
poco rato seco,
poco rato mojado

Viento del sur,
de la boca
de la lluvia procede.

Lluvia antes de las siete
despejado para las once.

Lluvia de una a dos,
a ver lo que nos trae el día.

Hasta el cuarenta de mayo
no te quites el sayo.

Parece negra
sobre la madre de Will:
lluvia viene del oeste.

Alguien sugirió
que este Will
era Shakespeare.

No estoy tan seguro.


Del libro La casa de empeño y otros poemas. Lord Byron Ediciones, 2013. Colección Prometeo Desencadenado. Madrid, España

Robert Gurney. St. Albans, Inglaterra
http://verpress.com/


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