Cruel belleza
Pero nunca te encuentro amor que
tú serías prometido,
nunca,
como un pálido rescatar
diamantes imposibles.
Oh, ese chirrido de días que
pasa como lágrimas
que se confluirán tiernamente en
los mares perdidos.
Pero nunca te encuentro, nunca,
persiguiéndome los entusiasmos
como esas lunas ebrias en islas
engañadas
por inmensa -indesteñible-
soledad.
Pero nunca: ciegamente así.
Tú amor que eres libre serás
siempre libre,
como el aire insepulto fluyendo;
tú eres libre sin esfuerzo,
perdiéndote,
perdiéndote ya apenas con
horizontes.
Es tu fuerte designio:
majestuosidad lejana,
muy lejana
donde entrevistos pájaros aún no
sabrían vivir, soñando,
soñando frenéticamente día tras
día.
Es tu endiosado poder y,
asimismo, cruel belleza,
sublime
donde ya no quiero ingenuizar la
muerte,
sino alzar mis ojos al
crepúsculo ferviente
y, acaso, ya… sonreír,
¡oh indagable
Amor!
Última forma
De no estar vivo
estaría besándote
tropezando contra los recuerdos
con armas de llanto y de
auroras,
estaría automáticamente
tentándote
los senos inmundos que amamantan
los sueños,
esos desiertos atascados en la
deriva,
esos truhanes puños rezando
frente a la nada.
De no estar vivo
te devoraría de un gemido
inmaduro y de siembra,
guerreante énfasis, ley sucia
de arderte más en lunas y de
cazar epicentros de lluvias embarradas,
cráneo embelesador, tal vez una
sierva hambre, tal vez.
Te devoraría como un crío
sísmico, invencible
hongo que enseña a los simios y
a las rotas respuestas
la peripecia de los nervios, de
los músculos a nado
por el sol.
Soy fuerte; Tú no lo sabes, Tú
no te lo crees
pero, Tú, sucumbirás a mis
pájaros.
Verás como pirata sombra de
pájaros,
verás mi oculto número y
videncia de marfiles centelleantes,
verás mi barco rumiante y ebrio
bailotear en tus portales,
amada,
verás qué olivares tan
atrayentes, oh tuyos también y mediterráneos.
Azul amor, te devoraría a raptos
y a brebajes de uvas,
a campanarios sonrientes,
siempre,
en lo absorto de un atlas
imprevisto,
en lo divino enérgico de
floraciones y de aventuras.
Viviéndote
“Soy tú para la
vida”
Carmen
Conde
Cuánto amor, cuánto amor me sé
de ti
aunque pasen los días, pase el
frío,
pase la oscuridad dentro del llanto
siguiendo a nuestro sueño o al
extravío…
Cuánto se me ha dejado en la
mirada,
en la verdad del alma y del
sentido,
que ya no tengo miedo para
nunca,
de levedad posible en el olvido.
El que es pintado sobre noches
solas,
el que a golpe de sangre te he
escrito
sobre la desnudez, Amor, eterno…
que es parecido al más ciego
designio.
Y así te corazona desde lejos
de vuelos lánguidos y de
silbidos…,
como el que te esperanza en los
naufragios
insalvables de un terco
precipicio.
El que te está b-e-s-a-n-d-o,
ahora, ahora…
o en siempre ya a un
irremediable rito,
el que te besa irreparablemente,
sin que haya marcha atrás en el
camino.
Tanto te c-alma de jamás, de
límites,
tanto contra el sufrir nos da
motivos,
que él no se desdice de amor
nunca,
él más se asoma en Luz y… se
hace niño.
Darlo amor, darlo amor dentro de
ti
como encantándolo ya audaz de
alivio
y emoción visceral,
incorregible;
por puro… ser tan tuya en su
cariño.
En hondo se lo diré a la muerte,
con nuestra luz se lo diré al
destino.
Oswaldo Roses. Cuevas de San Marcos, Málaga, España
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por pasar por aquí.
Deseo hayas disfrutado de los textos y autores que he seleccionado para esta revista literaria digital.
Recibe mis cordiales saludos y mis mejores deseos.
Analía Pascaner