martes, 4 de noviembre de 2014

Esther González Sánchez

Diálogo en otoño
Poema a dos manos


Esther González Sánchez.-
¡Oh dueño mío en valle de pupilas!
encima de los meses tan llenos de noviembre,
mi encarcelado talle,
como una golondrina de ala dócil
espera, aguarda el golpe de la luz
que nos empuje al mar
de nuestros pechos de ánfora.


Ernesto R. Del Valle.-
Espera mujer,
los colmillos de la ausencia
clavan sus nostalgias.
Espera a que la lluvia
con su luz de otoño
se embriague de ansias
y el mar acoja nuestros pechos
en la resaca de algas
y nocturnas caracolas.


EGS.- ¡Mi siempre victorioso!
Aún vive tu rumor sobre las cosas
y tu perfume salva la escalera,
aunque acaso, después de tanto tiempo
ya no me reconozcas
tan desvestida y rota,
tan llena de distancia
como guarda una tarde sin memoria.


ERDELV.- Asisto a la brevedad
de las cosas que existe en ti.
A la simplicidad de tus gestos,
al anagrama de tu risa.
Busco tu piel en la suavidad
del caos en las alas de las mariposas.
Te busco cuerpo y alma
en cada luminar de estrella
guiñándome en la noche.


EGS.- ¡Ven! ¿No miras como tiemblan
mi boca y mi estatura?
Entra a visitar lo tanto tuyo:
los verbos que ayer fueron de tu alma,
y en qué sudor de besos te reclamo
cuando un sostén de hilo
y luna a media asta,
me recuerdan en luto
que no me resta nada
de lo que tuve ayer.


ERDELV.- ¿Cómo no mirar ese temblor
de tus labios, si mis besos aún apacientan
sus rebaños?
¿Cómo olvidar tu cuerpo de amapola
embestido por mi cuerpo,
poseído en su aliento de feminidades vastas?
¡Ay mujer de mis ánforas!, ¿qué sed
para tu fuego siente mi espiral apasionada?
Voy a ti con mis deseos al festival de tus otoños.

 
EGS.- Se muere este quebranto.
Susurra su insistencia
que ya no habrá retorno
de días con Giraldas,
ni altura de castillos en la arena
que sólo ¡Amado mío!
alrededor de mí vive el silencio,
un grave y conventual silencio
que se agota en los labios
y en los ojos cumplidos
detrás del horizonte.


ERDLV.- Beberé tus silencios mujer mía…
No más castillos en la arena.
Rodearé los humedales de tus muslos
exaltaré la piel en sus contornos de astros
y agotaré en tus labios
esos bríos que no sabrán, jamás
de ortigas conventuales ni horizontes…


Esther González Sánchez. Vigo, España
Ernesto R. Del Valle. Camagüey, Cuba. Reside en Estados Unidos


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