Un poema para la cotota
La tarde cae lentísima a esta hora,
según se puede sentir desde esta
habitación
de hotel, donde ningún árbol aparece
para mover sus hojas.
El ventanal luce un cortinado transparente,
acostumbrado, pareciera, a quietudes
como ésta,
donde un hombre solo toma mate y
piensa,
piensa en amor, amores, en política,
y ahora
en todos estos años que partieron.
Un hombre que justamente ahora
enciende un cigarrillo
y se dice y piensa momentos, cosas,
que no atañen a estos versos.
Pero volvamos, amor, volvamos al
poema;
te decía que honda, callada y quieta
es esta tarde tan fría,
mientras escribo, fumo, tomo mate
y me deleito mirando la quietud
en el devenir de esta tarde, tan tuya
y pasajera.
Otoño, 2018. Del poemario del autor: Concierto de los olvidos. 13 poemas (2018 - 2020)
Recuerdo de Anna*
“En los años en que yo nací había hambre,
y mi pobre padre nunca tuvo un buen trabajo”,
me dijo mientras caminábamos dejando la estación.
Cruzamos entre puestos de souvenirs y de turistas,
a la vez que me recomendó sonriente: “tienes que leer
más a Cavalcanti; no todo bajo el cielo es Ungaretti”.
Después me fotografió en el Ponte, y caminamos, caminamos…
“Tienen encanto estas calles; yo las recorría siempre
con mi madre y con mi hermana”, me dijo algo ensimismada,
en medio de un paisaje que parecía tener los tonos de su voz.
“Bueno, cuando regreses, yo te acompañaré
a la Liguria”, me propuso.
“Pero no digamos nada; siempre me resultó inútil proyectar;
nunca fui una mujer de mucha suerte”.
*Nota del autor: Anna G, profesora de literatura italiana, nativa de la Toscana y amiga, partió en marzo último, víctima del coronavirus. Este poema quiere ser un presente para su memoria y su amistad.
Buenos Aires, abril 2020
Lisboa
Palabra de poeta
No quiero caminar por la colorida Rua Augusta
ni recorrer la casa donde vivía el Nobel Saramago
ni tomar café en el bar donde Pessoa comenzó
a borronear su poema sobre la tabaquería;
en el día de hoy sólo deseo conocer a don Aurélio
(¿así se llamaba?), ese hombre tan leal y voluntarioso
que le descarnaba y cortaba las uñas
al adusto dictador Salazar,
porque ya casi no puedo más,
y ésa es mi necesidad
para poder subir y bajar por estas calles
tan empinadas
y de veredas blancas y siempre desparejas.
Lisboa, 21 de mayo, 2019
Eduardo Dalter
Buenos Aires, Argentina
¡¡¡Qué placer encontrar en Con Voz Propia estos poemas de Eduardo Dalter que me emocionaron muchísimo!!!
ResponderEliminarGracias Analía por tu hermosa iniciativa que ya tiene 15 años
Irene Marks
Tremendo poeta Eduardo Dalter. Gracias por esta entrega Analía. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarMe ha conmovido el recuerdo de Anna, parece que efectivamente, la suerte no era su aliada; me consuela sin embargo, que se hubiera dedicado a la literatura, porque sé que habrá vivido éxtasis que ni la fortuna esquiva ni el destino habrán podido mermar ni un ápice.
ResponderEliminarHermoso el recuerdo de Anna! me emocionó como nos emociona esa gente que pasa en nuestra vida y deja huellas profundas.
ResponderEliminarGracias, poeta!
Siempre es un gusto leer los minuciosamente cuidados trabajos de Eduardo Dalter, un amigo a quien nunca dejaré de admirar.
ResponderEliminarGracias por traerlo a tu revista, Analía; se trata de un poeta y escritor muy a tener en cuenta.
Irene, Alfredo, Max, Bertha, Lina:
ResponderEliminarMuchas gracias por sus apreciaciones.
Mi abrazo