lunes, 22 de noviembre de 2021

Eduardo Dalter

Tarde de sábado 

       Un poema para la cotota

La tarde cae lentísima a esta hora, 
según se puede sentir desde esta 
     habitación 
de hotel, donde ningún árbol aparece 
     para mover sus hojas. 
El ventanal luce un cortinado transparente, 
acostumbrado, pareciera, a quietudes 
     como ésta, 
donde un hombre solo toma mate y 
     piensa, 
piensa en amor, amores, en política, 
     y ahora 
en todos estos años que partieron. 
Un hombre que justamente ahora 
     enciende un cigarrillo 
y se dice y piensa momentos, cosas,
     que no atañen a estos versos. 
Pero volvamos, amor, volvamos al 
     poema; 
te decía que honda, callada y quieta 
     es esta tarde tan fría, 
mientras escribo, fumo, tomo mate 
y me deleito mirando la quietud 
en el devenir de esta tarde, tan tuya 
     y pasajera. 

Otoño, 2018. Del poemario del autor: Concierto de los olvidos. 13 poemas (2018 - 2020) 


Recuerdo de Anna

“En los años en que yo nací había hambre, 
y mi pobre padre nunca tuvo un buen trabajo”, 
me dijo mientras caminábamos dejando la estación. 
Cruzamos entre puestos de souvenirs y de turistas, 
a la vez que me recomendó sonriente: “tienes que leer 
más a Cavalcanti; no todo bajo el cielo es Ungaretti”. 
Después me fotografió en el Ponte, y caminamos, caminamos… 
“Tienen encanto estas calles; yo las recorría siempre 
con mi madre y con mi hermana”, me dijo algo ensimismada, 
en medio de un paisaje que parecía tener los tonos de su voz. 
“Bueno, cuando regreses, yo te acompañaré 
a la Liguria”, me propuso. 
“Pero no digamos nada; siempre me resultó inútil proyectar; 
nunca fui una mujer de mucha suerte”. 

*Nota del autor: Anna G, profesora de literatura italiana, nativa de la Toscana y amiga, partió en marzo último, víctima del coronavirus. Este poema quiere ser un presente para su memoria y su amistad. Buenos Aires, abril 2020 


Lisboa 
Palabra de poeta 

No quiero caminar por la colorida Rua Augusta 
ni recorrer la casa donde vivía el Nobel Saramago 
ni tomar café en el bar donde Pessoa comenzó 
a borronear su poema sobre la tabaquería;
en el día de hoy sólo deseo conocer a don Aurélio 
(¿así se llamaba?), ese hombre tan leal y voluntarioso 
que le descarnaba y cortaba las uñas 
al adusto dictador Salazar, 
porque ya casi no puedo más, 
y ésa es mi necesidad 
para poder subir y bajar por estas calles 
         tan empinadas 
y de veredas blancas y siempre desparejas. 

Lisboa, 21 de mayo, 2019 


Eduardo Dalter 
Buenos Aires, Argentina 

6 comentarios:

  1. ¡¡¡Qué placer encontrar en Con Voz Propia estos poemas de Eduardo Dalter que me emocionaron muchísimo!!!
    Gracias Analía por tu hermosa iniciativa que ya tiene 15 años
    Irene Marks

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  2. Tremendo poeta Eduardo Dalter. Gracias por esta entrega Analía. Alfredo Lemon desde Córdoba

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  3. Me ha conmovido el recuerdo de Anna, parece que efectivamente, la suerte no era su aliada; me consuela sin embargo, que se hubiera dedicado a la literatura, porque sé que habrá vivido éxtasis que ni la fortuna esquiva ni el destino habrán podido mermar ni un ápice.

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  4. Hermoso el recuerdo de Anna! me emocionó como nos emociona esa gente que pasa en nuestra vida y deja huellas profundas.
    Gracias, poeta!

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  5. Siempre es un gusto leer los minuciosamente cuidados trabajos de Eduardo Dalter, un amigo a quien nunca dejaré de admirar.
    Gracias por traerlo a tu revista, Analía; se trata de un poeta y escritor muy a tener en cuenta.

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  6. Irene, Alfredo, Max, Bertha, Lina:
    Muchas gracias por sus apreciaciones.
    Mi abrazo

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