He peleado en violentísimas protestas
contra la vanidad humana.
Y escribo versos que vienen de mi sangre
o algún ángel guardián.
Y sé que el miedo es lo peor
cuando nos amenaza con sus perros más feroces.
Y hay una extraña paz que aprendí junto a los cementerios.
Me tortura la normalidad enajenante.
Un pájaro se ahorca con las venas del anochecer.
Rodeado de cobardes y pirañas
sé que perciben en mis ojos a lo que estoy dispuesto.
He sabido ser feliz con tres manzanas.
Y cada máscara se fue con el dolor.
Y sentí que era una luz interminable
(tan sólo polvo mi traje temporario)
Y supe desprenderme de la forma.
Y amé los ciruelos, las nubes, lo lúdico.
Y no estuve enceguecido por ninguna gloria.
Las murallas de lo previsible
Escribo con mi pulso la voz de mi locura
vorágine de luces que se desordenan
espejismos e intemperie en lo que queda de mí
sin la hermosa catedral de la sabiduría
confusión cuando la eternidad es el momento más intenso
cuando el vino desborda las murallas de lo previsible
pirámide que inspira como antiguos misterios
un dios derrama lágrimas y un títere soberbio se enaltece
cuando el vino desborda las murallas de lo previsible
la alegría animal la dignidad de cada riesgo.
Tarántulas en la promiscuidad que debilita
que niega una caricia desde el alma
rechazo al ser siniestro que me convida sus demonios
recuerdo al cristalino ser que me da huellas que me nutren
y a veces aislamiento de caparazón impenetrable
y sé que fui feliz con la conciencia bien ingenua.
Damián Andreñuk
La Plata, Buenos Aires, Argentina
¡Tres de tres¡ Mi enhorabuena a Damián Andreñuk y a Analía Pescaner por la elección de estos interesantes autores.
ResponderEliminarDos poemas fuertes, sanguíneos, nacidos de las entrañas. Una voz propia que pugna entre la locura de la violencia y la sencillez de lo genuino.
ResponderEliminarUn gusto leerlos, gracias.
Lina y Max:
ResponderEliminarMuy agradecida por vuestros conceptos.
Mi abrazo