Televisión en vivo
Ella no sabía, pero yo la vigilaba detrás de
la ventana. Como todos los días.
La veía
cuando se levantaba a la mañana muy temprano y despuntaba el día con un tazón
de leche con vainillas.
Luego
la perdía de vista mientras entraba al baño y yo me iba a preparar un tazón de
leche con bizcochitos y dulce de damascos. Ella salía con el uniforme de la
empresa para la que trabajaba y yo ya me había puesto los vaqueros y el chaleco
de rayitas finas, para comenzar mi tarea detectivesca.
La
miraba desaparecer detrás de la puerta de entrada del departamento del segundo
piso y entonces me ponía la campera azul de jean para tomar el ascensor de mi
edificio.
Salíamos a la calle casi al mismo tiempo. Ella
tomaba por Malaver y yo compraba el diario en el puestito de Julio, para crear
cierta distancia entre ambos. Nos juntábamos en la parada del 39 y subíamos al
mismo bus. Yo empecé a ensayar sonrisas para establecer contacto, pero ella las
ignoraba. Parecía no verme. Me había transformado en el hombre invisible.
Subíamos al ómnibus y yo buscaba lugar cerca
de ella. La veía jugar con el Iphone, jueguitos de niveles.
Ella se bajaba en Montevideo y yo detrás.
Sabía que caminaba una cuadra y luego doblaba hasta el supermercado de mitad de
cuadra. La miraba mientras daba una vuelta manzana, esperando que el negocio
abriera. Después entraba y me compraba una lata de Pepsi o un yogurt, que
tomaba sentado en un banco de la plaza Blanes.
A veces, entraba en un cine de Lavalle o
caminaba por las librerías de Corrientes. Algunos días, escuchaba la música de
artistas callejeros o miraba vidrieras para hacer tiempo. Comía una hamburguesa
en el puesto de la plaza o tomaba un helado de cerezas con cobertura de
chocolate.
Poco
después de las siete, ella salía, saludaba al chino con la mano en alto y él le
gritaba un adiós dudoso.
Esperábamos el 39 en la misma parada, yo
trataba de ponerme cerca, pero a esa hora era casi imposible. El gentío se la
tragaba y yo trataba de no perderla de vista. Esperaba que ella apretara el
timbre en la parada de Malaver y luchaba cuerpo a cuerpo para bajar detrás suyo.
La veía entrar en su edificio segundos antes
de ingresar al mío.
En mi
monoambiente actuaba con rapidez, sacando la cena del freezer o desenvolviendo
la comida que había comprado en el centro. Me llevaba el plato al sillón, que
está pegado a la ventana, y comenzaba mi tarea nocturna. Ella iba y venía por
el departamento, se cambiaba de ropa, se preparaba algo para cenar, encendía
las luces, miraba televisión, se acostaba. A veces salía. Pero de noche nunca
la seguí.
Había escuchado en el barrio que era chilena y
que había venido para trabajar de modelo, pero aún no aparecía su oportunidad.
Ayer, el departamento estaba a oscuras. No la
había visto en todo el día. Como era sábado, supuse que había salido a bailar,
a veces lo hacía con un grupo de chilenos. Pero a la tardecita seguía sin haber
movimiento en su casa. Como no tengo televisor, encendí la radio para que me
hiciera compañía. En realidad, ella era mi televisión.
Por la noche me sentía solo, bajé por el
ascensor, crucé la calle y le toqué el timbre. Fue el hecho de mayor audacia
que he hecho en años. Luego llamé a la policía. Ante el revuelo por la llegada
del patrullero salió el encargado y le explicó que la chica -Elina, se llamaba-
había muerto por una sobredosis en una disco. Esperaban a los familiares, desde
Chile.
Sentí
cómo las rodillas cedían primero a la sorpresa y que luego caía en la
oscuridad. Oía a lo lejos, la voz del policía mientras me cacheteaba para
reanimarme. Repetía:
Abuelo,
¿era su nieta?
15 de junio
2015
Nor Losada
La Plata, Buenos Aires, Argentina
Television en vivo: Sobrecogedor, ingenioso, emotivo, y muy tierno, hermoso Nor Losada.-
ResponderEliminarMuchas gracias, lector anónimo por leerme.
EliminarExcelente descripción de lo inalcanzable, de aquello que no pudo ser. FELICITACIONES NOR.
EliminarTelevisión en vivo: Muy emotivo , te deja un sabor melancólico porque te acerca e infunde un sentimiento de soledad que vivencian tantas almas que viven solas en una gran ciudad como Buenos Aires hermoso Nor..
ResponderEliminarEnormemente agradecida por este comentario.
EliminarUn texto impecable. Increíblemente, pese a su brevedad, es toda una larga historia que el lector puede recrear. Me gustó mucho.
ResponderEliminarGracias por leerme, anónimo lector.
EliminarFELICITACIONES! Me ha encantado y como siempre un final de DIEZ! Besosmil. Celia.
ResponderEliminarCely, tan lejos y tan cerca.
EliminarFELICITACIONES! Me ha encantado y como siempre un final de DIEZ! Besosmil. Celia.
ResponderEliminargracias otra vez.
EliminarGracias a todos por vuestra lectura.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Analía Pascaner
Gracias Analía, por la revista, por tu calidad humana, por tu amor ( compartido) por la literatura.
EliminarGracias por tus generosas palabras, Nor.
EliminarCariños
Analía
Un texto simple y actual que desnuda la soledad de ambos protagonistas. Expresado con sensibilidad, conmueve esta realidad hecha cuento.
ResponderEliminarGracias, Martita, me hablaste de tu comentario por eso te identifico. Gracias por estar siempre presente.
EliminarHermoso Nor , felicitaciones lo lei detenidamente , con intriga por saber el final , la descripción de la situación me atrapo, fina sumamente detallista , hasta el final inesperado. A.C
ResponderEliminarQué comentario generoso! gracias de corazón.
EliminarExcelente, atrapante, uno de esos cuentos que no querés dejar. Felicitaciones a la autora!
ResponderEliminarUn honor tu comentario Lilián! te admiro mucho.
EliminarLo original del cuento es que se entrecruzan los personajes sin llegar a conocerse.Esas dos personas solitarias podrían haberse conocido y también unido a pesar de las diferencias de sus edades, pero las desune la droga. Muy emotivo el final.Katia
ResponderEliminarGracias Katia, una poeta sensacional
Eliminarun cuento que recordó la desaparicion de una joven ocurrida hace unos meses , no crei que era un hombre mayor quien la observaba, me atrapó la narracion hasta el final,
ResponderEliminarLa literatura nos desplaza: el amor es amor, hasta que nos contradicen los prejuicios, hasta que la moral levanta su dedo y rompe las fantasías. Siempre son las fantasías las que sufren.
ResponderEliminarImpactante la oración final.
ResponderEliminarMe encantó Nor!
Gracias por compartilo
:)
Gracias por leerme.
Eliminargracias por leerme
EliminarMuy interesante relato con lenguaje simple y mucho suspenso y un final inesperado atrapa al lector.
ResponderEliminarEmilia, gracias por tus conceptos.
EliminarComo en todo buen cuento, es más lo que queda implícito que lo que se dice. Fiel reflejo de la soledad de los seres en una sociedad prejuiciosa y discriminadora. Te felicito.
ResponderEliminarMuy lindo cuento. Mientras lo leia cambie por lo menos tres veces mi
ResponderEliminarimagen del protagonista pero grande fue mi sorpresa al final cuando le
preguntan si era el abuelo. Nunca lo imagine.Estaras en la Feria del
Libro? Rodolfo
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Gracias Rodolfo por tu comentario. No estoy en la Feria, solamente como visitante.
ResponderEliminarHermoso cuento,de fácil comprensión.Impensado final, claro que cada uno tiene la edad del alma y las personas mayores también tienen derecho a enamorarse.Lo llamaría al cuento: Ilusión bordada con hilos de plata.
ResponderEliminarHermoso cuento,de fácil comprensión.Impensado final, claro que cada uno tiene la edad del alma y las personas mayores también tienen derecho a enamorarse.Lo llamaría al cuento: Ilusión bordada con hilos de plata.
ResponderEliminarHermoso cuento,de fácil comprensión.Impensado final, claro que cada uno tiene la edad del alma y las personas mayores también tienen derecho a enamorarse.Lo llamaría al cuento: Ilusión bordada con hilos de plata.
ResponderEliminarMBuen cuento Nor. Tu inteligencia se hace presente siempre.
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