miércoles, 20 de abril de 2016

Manuel Canet


Desde mis cuarenta y siete desconfianzas (Te contaré de mí)

Te contaré de mí: 
Entre los dedos llevo profundidades. 
Y en la mirada llevo agitaciones. 

Porque en el fondo sé que eres tú. 
De un modo u otro siempre 
estás sobre los rieles 
donde se desliza el tren de las sombras. 

Llevo tatuado tu nombre en mi lengua. 
Tu nombre divulgable 
como un grito misericordioso 
o un juramento místico. 

Recuerdo cuando eras prohibida, 
cuando clandestinamente guardaba silencio 
y cuando para no dañarte te imaginaba. 
Cuando era nada. 

Ahora pinto como quien no pinta, 
como si lo que coloreo careciera de interés. 
Una carta sin destinatario. 

Por eso escribo al borde del cielo, 
desde mis cuarenta y siete desconfianzas, 
desde un puesto clausurado, 
desde mi voz imprecisa, 
tan sólo para decirte: 
que lo que ignoro de ti 
me sabe a dulce maní. 


Tú   III

Si,
te lo estoy diciendo a ti,
destello en días plomizos
en largas noches de insomnio,
te lo digo a ti
a día de hoy
en la niñez de los años
en la primavera de la mañana
siempre tú,
tú,
lo más amado y cercano
tú,
tú arrullas alrededor de mí
o silbas melodías,
agrietas maldiciones,
tú eres el susurro de la noche
y la razón del día
tú,
el latido de mi corazón
tú,
mi patria y mi hogar
mi mano amiga,
la palabra
la luz de mi mirada…
tú.


Escribir una poesía

Desnudarte,
abrir el grifo de las venas.
Llenar la bañera de voces 
e insignificantes detalles.
Introducirte. 
Sentir las navajas
de palabras en la carne.
Diluirlas con tus lágrimas y después
secarte con el albornoz
y permitir que el desagüe
se trague los versos estériles.
Escribir una poesía
es como eliminar
la mierda de la piel.
Simplemente es asearse.
Tan solo eso. 


A solas

En ocasiones se presenta sin yo esperarla,
toma asiento frente a mí
y me observa con reserva.
Yo rechazo como puedo el aguijonazo de su mirada,
revuelvo los objetos, creo alboroto con ellos,
cambio el orden de las cosas.
Pongo un disco,
enchufo la radio,
saco el caballete y los pinceles,
construyo un verso,
riego las plantas
en un intento estéril de escabullirme.
Ella aguarda tranquila,
como una abuela el regreso del nieto que escapa de sus besos.
Finalmente su mirada se torna afectuosa,
me observa complacida con las manos
sobre el regazo, resulta linda la escena.
Decido acomodarme junto a ella
y hablamos con reposo.

A la melancolía nunca le gustó estar a solas.


Manuel Canet
Madrid, España

4 comentarios:

  1. Lo sigo desde hace un tiempo. No solo te toca la fibra, sino que te la golpea ...

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    Respuestas
    1. Gracias por tu lectura y tus conceptos, Capitán Haddock.
      Saludos cordiales
      Analía Pascaner

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  2. Canet es un poeta de esos que gusta seguir y que logra acariciarte o dañarte con sus versos. Fantastica revista Analía.

    Victor.

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    Respuestas
    1. Agradezco tu lectura, Víctor. Es agradable saber que has disfrutado de los versos de este poeta.
      Gracias por tus conceptos acerca de esta publicación literaria.
      Saludos cordiales
      Analía Pascaner

      Eliminar

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