La hoguera
Oscuridad prolongada y el aire trenzado de frío
entumecen el rostro la madrugada con ojos perdidos
sin ayer, y su ceniza
sin mañana, ni su sombra
con el hoy como estallido en las venas
como sangre acelerada quemando la garganta
los pensamientos vuelan libélulas sacras
oscuridades prolongan
escasas horas blancas iluminan
¡sí!, ¡sí!, así es esta época entibiada al calor
de la hoguera donde las pasiones queman
y liberan su fragancia
y acurrucada el alma en su viejo sillón
tejiendo sueños de novia enamorada
los ovillos desata en matices isleños
y enreda estremecimientos colgados
en trémulos palillos de rústica madera
el tejido avanza
impregnado en cenizas avivadas por el viento
y todo arde como fogata.
Lazos
La palidez detrás de los barrotes
Habla
De temores e incertidumbre,
De cansancio velado en la mirada.
Y confunde…¡cuánto confunde!
La certeza de lo correcto
Pulverizada, fusionada en la espesa bruma
Que opaca el alma.
Pequeños atisbos de mi mundo en tu mundo
Inexplicable
Ese imperceptible lazo que aún nos une
En el leve roce de nuestros tiempos.
Días que se pintan de colores
Muy pocos
Días que se pierden en el negro más intenso
De las desazones
Mis ojos tallan.
Poemas anteriores pertenecen al libro de la autora: Desde las profundidades. Editorial
BLACK DIAMOND EDITIONS, 2013
Detrás de la máscara
Aquí estoy con la máscara
cubriendo el rostro
para no espantarte, para que no salgas corriendo
para no espantarte, para que no salgas corriendo
¡cuán débiles son las carnes desgarradas,
como seda atrapada en espinos blancos!
Y sus hilos trémulos,
y la humedad de los ojos, buscan con ansias tu imagen,
y me aferro para no caer en el vacío, en el lóbrego agujero
que succiona mi esqueleto
y siento frío
y desespero
y la soledad corroe los pensamientos,
y la tristeza, ¡Sí!, la tristeza adherida al aliento
empaña el espejo donde veo al espectro
las pesadillas asoman, el temblor acaricia los dedos
el viento viene a jugar
con el fantasma de los cabellos, jirones del alma
vuelan esquizofrénicos, vuelan y se retuercen: culebras
intoxicadas con su propio veneno
¿dónde están los cabos sueltos?
agitado el pecho convulsiona
y lágrimas bañan el rostro
inundan los ojos que te buscan en el firmamento ficticio
una voz sofocada grita desde el interior
y las manos aladas tapan la boca
- es la conciencia que emerge de su grieta-
y exasperada clama:
¿sabes lo que es ser mujer y no poder serlo?
y la lucha infernal comienza
y la lucha terrenal no acaba
no reconozco lo que muestra el espejo
esos ojos hundidos, mustio el semblante,
la palidez de la muerte
y su alarido
y de pronto el corazón salta, en el cuerpo de otro,
y te leo de nuevo, te siento cercano,
eres el único que despavorido no huye,
el único que conoce la locura palmo a palmo
la luz apagada de los ojos te mira
y del corazón brotan pétalos negros
como la noche cubre con su manto la vida
la sombra luminosa del abrazo sale a tu encuentro
y quedo ahí fundida con el eco silencioso de tus palabras
con el arrullo mudo de un no sé qué
que espero.
Último poema
pertenece al libro Sin óbolos para
Caronte. Editorial El País, 2014
Ruth Ana López Calderón
Sucre, Bolivia
Gracias por publicar mis letras en tu página. Es un honor para mí.
ResponderEliminarAbrazos!
Es un gusto contar con tu voz en esta publicación literaria, querida Ruth.
EliminarSaluditos cordiales y mis deseos que estés bien
Analía
Simplemente hermoso
ResponderEliminarGracias por tu lectura, Monino
EliminarExcelente selección. Enhorabuena a la autora y a quien eligió los textos ;)
ResponderEliminarGracias por tu lectura y tus conceptos, Sergio. Que estés muy bien
EliminarAnalía