La
miscelánea de pobres y abolengos hace que todo sea posible.
Londres
se presenta como una cantimplora para todas las razas, el imperio liberó a los
esclavos, se fertiliza la paz. Otros esclavos inmigran, se recrea lo foráneo,
San Jorge y el Dragón, se lotea la identidad. Los cuerpos que sólo conocieron
un ave en la frente deambulan por bocas de subte y andén. Es el usufructo que
dejó la guerra, el desconcierto de pieles curtidas bajo otro sol. Londres es
tolerante, generosa, se subalquilan cuartos en edificios del municipio, se
copian llaves, es ilegal.
-No
es ilegal saberse tramposo -sostuvo mi tatarabuelo inglés. Y se trasladó.
Cambió asma y patria por traficar opio en Shanghái.
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Debería ser costumbre
aplaudir al atardecer, al encenderse una marquesina, caminar respetando el paso
del buey, no estropear la decadencia.
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Habla de la enfermedad en
tercera persona.
Los sobrevivientes
quieren volver, escapan del refugio, la paz es tan incómoda que se suicidan
para confirmar la explosión, buscan estar a solas con ella, vivirla una vez más
en el cuerpo, el mundo que conocen permanece en ese abril. Piden volver, no al
lugar, al hacinamiento que los sorprendió dormidos. Aman la tierra natal,
tropeles de plomo y cobre suben por los aljibes. Algunos han quemado sábanas,
se han arrojado alcohol, encendido el cuerpo y salamandras para volver, volver
y que se reavive la Ucrania del útero radioactivo. Otros imitan la ceguera de
los pájaros, el balido de los ciervos, las náuseas prosperan debajo de los
pies. El casco urbano que una vez los albergó habita postales de saqueadores y
aventureros. No se vacía el refugio por las muertes, el recambio de comarcas
devuelve gritos a los territorios del borde, el poder los ha transformado en
mendigos, a gusto en la miseria.
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Encuentro en el cuerpo un
silo, un silo rodeado de otros silos, en cuál entro, cómo entro sin que me
piquen las moscas que planean rodeándolo, maestro de todos los silos, maestro
silo de todas las semillas que se van a plantar.
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Es una síntesis decir
amor, te amo, azalea versus lila, preguntarse: ¿qué nos diferencia?, ¿en dónde
se encuentra el pensamiento de una azalea con el de una lila?, donde hay
orangután, ¿no hay hombre?, ¿no hay piel de hombre y azalea, lila de hombre,
magia y hacer?
* *
*
Siempre hay algo
encerrado en la boca, tres patos pasan a caballo por donde camino y yo encierro
con mi cámara la mirada de un mono, la piedra que le cae encima.
Textos del
libro del autor: Duda Patrón. Editorial
Alcion, 2010.
Federico Spoliansky
Capital Federal, Argentina
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