Sonar de tacos
muestran la indecisión,
la velocidad
la ansiedad marca.
Las corridas no son
a la hora
donde las bestias
planean la emboscada.
En una calle transitada
almas en pena gritan
y exponen la miseria
en colchones gastados.
Los caminos del desvío
abren las puertas
para cerrar los candados,
echar los miasmas
sobre la marejada.
Alguna vez,
recortó mi pupila
las huellas sobre la arena.
Un cisne negro
que canta como un lobo
surge en las calles anegadas,
baja un ángel
donde el viento susurra
como hoy
besando al sol.
Sube la enredadera
hacia los cielos
como un melasma
en una casa
que no es morada
como si la respuesta
a lo no afín
sea cruzar de vereda.
No es tiempo
que el motor suene
es que no hay motores
que sueñan
en el tiempo
en que el humano se perdió.
Noemí González
Adrogué, Gran Buenos Aires, Argentina
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