La noche 
abrevada por dolores,
desarmada en los espacios,
abierta 
a viejos duelos.
es extensa y penetrante. 
Noche sudada
atrapahuecos 
devoradora de recuerdos.
Cuentan las horas 
de a segundos. 
Un conteo interminable 
que golpea el silencio 
y lo detona.
*  *  *
Dio un portazo. 
Sonó como un insulto 
más que como gemido.
Pese a ello 
las lágrimas 
acumularon 
opacas refracciones.
Al lado de la cama, 
sobre la silla, 
la ropa 
desdobló el delirio 
de una historia 
llena de presagios.
*  *  *
Corrí
tu sombra 
y no
la alcancé. 
Por
eso 
la
corrí otra vez.
Busqué
tu sonrisa 
y no
la encontré.
La
quise guardar 
en mi
bolsillo 
junto
al pecho.
Mi
bolsillo estaba roto.
Quise
alcanzar 
tus
rizos negros 
pero
la tijera 
resbaló
de mi
mano.
Mis
dedos no pudieron.
Mi
paso se acortó.
Me
quedé solo 
en la
esquina.
Solo
en la cuadra.
Solo
en el barrio.
Solo
en la ciudad.
Solo
yo
en el
mundo.
Me
quedé solo.
Poemas de la Antología del Encuentro
de Empalabrados de Dean Funes
Griselda Rulfo
Villa María, Córdoba, Argentina
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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