Laberinto
La noche está callada.
Los trenes ya no ruedan.
Solo el zumbido de la carretera orbital
rompe el silencio.
Mientras sueño
con un turbante de rosas
duermo
en un nido de abejas.
¿Qué será la reina? ¿una espina?
¿un soplo del destino?
¿una venganza? O apenas
el roce de tu ausencia.
Los trenes ya no ruedan.
Solo el zumbido de la carretera orbital
rompe el silencio.
Mientras sueño
con un turbante de rosas
duermo
en un nido de abejas.
¿Qué será la reina? ¿una espina?
¿un soplo del destino?
¿una venganza? O apenas
el roce de tu ausencia.
Cerca de carretera de circunvalación de Londres, M25, 15 de octubre 2012
Robles y nogales
Me astillé los dedos
recogiendo del viento
las semillas que
caían de esa rama.
No sabía que
vueltas árboles
volverían a cobijarme.
Por eso en tu silencio
junto al fuego escucho
coro de pájaros.
Me astillé los dedos
recogiendo del viento
las semillas que
caían de esa rama.
No sabía que
vueltas árboles
volverían a cobijarme.
Por eso en tu silencio
junto al fuego escucho
coro de pájaros.
29 de
septiembre 2012
Mis versos
han recorrido caminos
que espacian la memoria
de porvenires fallidos
sin viento fresco en la proa.
se entumecen
en mis huesos
y en mis manos duras
hablan
punto y seguido
recuerdos
silenciados por mi boca.
se entumecen
en mis huesos
y en mis manos duras
hablan
punto y seguido
recuerdos
silenciados por mi boca.
Se van
como burros a la noria.
9 de julio
abroad, una argentina de afuera
Rilke anotado
El día me deja encapuchada en la desesperanza, una aleta de
pescado me cierra la garganta, no halada, pasa el ave y la mastica. Entera.
Es el viejo regurgitar de las pestañas, la imagen del becerro que nada: en el ventarrón de proa va su mirada.
No porque sea el mío día del repudio a la tortura, ni tampoco,
porque se borren de mis lágrimas
los matices del rojo: existe
este absoluto cansancio del no ser
que revienta en espumas
salivándose.
¿Será el tiempo
una naranja parida en la batalla?
Que se me escapa, que se ya yendo, que
se ha ido, con su sonido falso, el día de mi nombre,
Mi pensamiento va contigo, te estrecha fuerte, ten
millones de cantares y ninguna muerte. Mi última estela
es el cormorán asido de mis alas.
Es el viejo regurgitar de las pestañas, la imagen del becerro que nada: en el ventarrón de proa va su mirada.
No porque sea el mío día del repudio a la tortura, ni tampoco,
porque se borren de mis lágrimas
los matices del rojo: existe
este absoluto cansancio del no ser
que revienta en espumas
salivándose.
¿Será el tiempo
una naranja parida en la batalla?
Que se me escapa, que se ya yendo, que
se ha ido, con su sonido falso, el día de mi nombre,
Mi pensamiento va contigo, te estrecha fuerte, ten
millones de cantares y ninguna muerte. Mi última estela
es el cormorán asido de mis alas.
26 de junio 2007
Poemas tomados del blog de la autora: http://martazabaleta.blogspot.com/
Marta Zabaleta. Nació
en Santa Fe, Argentina. Reside en Londres, Inglaterra
--
Ver lo que tenemos delante de nuestras narices requiere una
lucha constante.
George Orwell
--
Querida editora; miles de gracias por publicar estos poemas mios que hasta me costo reconocer, pues tan lejos de la poesia deambulo por estos meses de primavera bullente. Abrazos.
ResponderEliminarSiempre es un gusto publicar tus poemas, mi querida Marta. Tal vez te cuesta reconocerlos porque estuve buscando lejos -en el tiempo- en tu blog. Ya retomarás, sólo son tiempos, verdad?
EliminarUn abrazo apretado y mis deseos de días plenos.
Con cariño
Analía
Un agrado leer la poesía de Marta. Reflexiva, contemplativa, tiene una cadencia suave muy grata de leer.
ResponderEliminarFelicitaciones a la autora, y gracias, querida Analía, por el hermoso trabajo que haces.
Muchas gracias por tus conceptos, mi querida Amanda, mi amiga del otro lado de la Cordillera. Me agrada saber que has disfrutado de la lectura de estos poemas de Marta, una querida amiga del otro lado del mundo.
EliminarUn abrazo apretado y mis deseos que estés muy bien.
Analía