Yo no espero más pasos que los tuyos por mi alma
Yo no espero más pasos que los
tuyos por mi alma,
algo tuyo ha abierto paisajes
sumergidos bajo el agua del rostro
y no ansía ese horizonte otra
silueta en su noche, otra sombra antes del alba.
¿Ves? largas catedrales que
suben a los cielos con tu bandera en sus astas
y una sangre que viene de la
infancia remota presintiendo tu historia.
Yo no quiero más pasos que los
tuyos por mi alma,
extraña forastera de la negra mirada, eres como la tierra:
todo sale y retorna de tu boca a tu boca. Eres como la mañana
que no tiene ningún fin, una imprecisa fragancia, una presencia muda
entre plantas y flores, no limita el tiempo tu sombrío fulgor.
Yo no espero más pasos que los tuyos por mi alma,
hay caminos que esconden el secreto de verte,
ellos que te conocen mucho más qué mis manos
penetran por mis años hasta hombres que fui, pueblos que tuve.
Donde estarías sola.
Por qué no tomarse las cosas
a la tremenda
hoy
aprendemos a los 20 cuanto luego lucharemos denodadamente por olvidar como
quien frota una alfombra con quitamanchas y luego arroja la inútil esponja por
los aires toma aliento y sumerge la cabeza dispuesto a todo en el horno bien
selladas las puertas y ventanas no sea que un dios de mármol nos quite la
última posibilidad
qué
queda en ese hablar moribundo tan vívido en otro tiempo qué se muere pleno de
insultos en la garganta gaseada más que un munch de estantería después de todo
nada que no sea bagatela copia impresa el hombre es un arte producido en serie
que pierde copia a copia sus colores
nadie
dejó pelos de su pincel en esos trazos ya lejos del consuelo del sermón y las
ofertas del mercado (sólo dos formas iguales del entretenimiento) y de las
amenazas de la imaginación nos vemos obligados a mirarlo
un
bello monstruo hecho con nuestros pasos y la obra de nuestras propias manos
como un monigote desfigurado por un niño y la admiración proviene de que no hay
otra cosa en nuestras vidas
sólo
ese inerte golem que lleva tu apellido y te acompañó tantos y tantos años allí
tendido junto al horno una silvia plath de mazapán en la bandeja de dios acaso
tú creíste alguna vez ser otra cosa
Luis Benítez
Buenos Aires, Argentina
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