miércoles, 11 de noviembre de 2015

Marta Zabaleta

Insomnio testimonial

a Ricardo Rodríguez Pereyra

Pasé el día
abrazada
a mi tristeza

esa furiosa quemazón de los labios
centelleos en los ojos
impureza del trueno en la mañana

flores marchitándose en la lluvia
mis rosas que engalanan la cocina
para morir mañana
 
y ese niño muriéndose en la playa.

4 de septiembre 2015


Árbol en llamas

Siempre que se quema un bosque
acaricio una nuez
y pienso en ti.

Pronto la noche, como la vida,
se vuelve una
enciclopedia interminable.

Y en el roce instantáneo de una mirada,
en la razón sencilla de la hoja que cae
como la luna que danza sobre tu pelo,
percibo ese matiz, aquella inolvidable 
lectura de tu cuerpo.

Londres 14 de abril 2015


Apostasía de la pérdida de la lujuria: di que renuncias, y vuela

Mírate
en el espejo de las horas
desnúdate
en el centro de una plaza
antójame
como un zorro a las uvas
suéñame
toda vestida de arcángel
simbolízame
sin un pan bajo del brazo
sublimízame
en espacios militantes
y luego
desnúdate
y ámame.

Serás ese río que renace en las piedras ya agotadas, manantial de temprana cordillera, una azucena del alba, el perejil de mis azahares, tomillo y harina tostada, lechuza de temporada, medialunas con manjar blanco, tango de la barra brava. Amor, mi amor, te estoy esperando, como el ñandú a la pava. Te haré cepillo de la espuma, limpiaré la historia como alguien que la engrasa, y en un castillo de naipes, habrá un plumero gigante: te veré detrás del agua, no gozarás mucho en tu cama, porque estarás conmigo siempre, soñando junto a la parva o para el caso, gigante, envueltito entre mis sábanas aladas, que sabes ser restinga de la montaña que calla.

Te veo volver, con el grito de mi nombre.


Canto del unicornio

            Renato: para tu tío desaparecido César Negrete

Pero nada la experiencia nos enseña:
el resplandor con que se anuncia el día
a través de su medio favorito, 
la piedad de la tierra,
la gota itinerante,
no saben de rumores
- ay, el collar inacabado de Yanina -
ni de mi estampa:
la carne a trozos
comida a dentelladas
como en circuito cósmico,
la inacabada profesión del desconsuelo
digna de los parásitos de la Luna y de Marte, 
en procesión de duelos y aullidos de espanto.
Lágrimas suben las oscuridades de las minas
y donde estuvo su puño 
hoy se yergue la cruz de un Cristo traicionado. 
Pero sus ojos vibran en todos mis temblores. 
Duermo la tarde interminable con su sonrisa, rota. 
Mas sube el sol, llega tu carta
y hay esperanza.

Londres, 1 de agosto 2005


Marta Zabaleta
Nació en Santa Fe, Argentina. Reside en Londres, Inglaterra

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