Insomnio testimonial
a Ricardo Rodríguez
Pereyra
Pasé el día
abrazada
a mi tristeza
esa furiosa quemazón de los labios
centelleos en los ojos
esa furiosa quemazón de los labios
centelleos en los ojos
impureza del trueno en la mañana
flores marchitándose en la lluvia
mis rosas que engalanan la cocina
para morir mañana
flores marchitándose en la lluvia
mis rosas que engalanan la cocina
para morir mañana
y ese niño muriéndose en la playa.
4 de septiembre 2015
Árbol en llamas
Siempre que se quema un bosque
acaricio una nuez
y pienso en ti.
Pronto la noche, como la vida,
se vuelve una
enciclopedia interminable.
Y en el roce instantáneo de una mirada,
en la razón sencilla de la hoja que cae
como la luna que danza sobre tu pelo,
percibo ese matiz, aquella inolvidable
lectura de tu cuerpo.
Londres 14 de abril 2015
Apostasía de la pérdida de la lujuria: di que renuncias,
y vuela
Mírate
en el espejo de las horas
desnúdate
en el centro de una plaza
antójame
como un zorro a las uvas
suéñame
toda vestida de arcángel
simbolízame
sin un pan bajo del brazo
sublimízame
en espacios militantes
y luego
desnúdate
y ámame.
en el espejo de las horas
desnúdate
en el centro de una plaza
antójame
como un zorro a las uvas
suéñame
toda vestida de arcángel
simbolízame
sin un pan bajo del brazo
sublimízame
en espacios militantes
y luego
desnúdate
y ámame.
Serás
ese río que renace en las piedras ya agotadas, manantial de temprana
cordillera, una azucena del alba, el perejil de mis azahares, tomillo y harina
tostada, lechuza de temporada, medialunas con manjar blanco, tango de la barra
brava. Amor, mi amor, te estoy esperando, como el ñandú a la pava. Te haré
cepillo de la espuma, limpiaré la historia como alguien que la engrasa, y en un
castillo de naipes, habrá un plumero gigante: te veré detrás del agua, no
gozarás mucho en tu cama, porque estarás conmigo siempre, soñando junto a la
parva o para el caso, gigante, envueltito entre mis sábanas aladas, que sabes
ser restinga de la montaña que calla.
Te veo volver, con el grito de
mi nombre.
Canto del unicornio
Renato: para tu
tío desaparecido César Negrete
Pero nada la
experiencia nos enseña:
el resplandor con que se
anuncia el día
a través de su medio
favorito,
la piedad de la tierra,
la gota itinerante,
no saben de rumores
- ay, el collar inacabado de
Yanina -
ni de mi estampa:
la carne a trozos
comida a dentelladas
como en circuito cósmico,
la
inacabada profesión del desconsuelo
digna de los parásitos
de la Luna y de Marte,
en procesión de duelos y
aullidos de espanto.
Lágrimas suben
las oscuridades de las minas
y donde estuvo su puño
hoy se yergue la cruz de un
Cristo traicionado.
Pero sus ojos vibran en
todos mis temblores.
Duermo la tarde
interminable con su sonrisa, rota.
Mas sube el sol, llega tu carta
y hay esperanza.
Londres, 1 de
agosto 2005
Marta Zabaleta
Nació en Santa Fe, Argentina. Reside en Londres,
Inglaterra
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