Remembranzas
Te amo porque al amarte te
encuentro…
Y mientras Salome baila
en los escombros de mi juventud,
mi cabeza rueda lentamente
por entre los pies enlodados
de los esbirros taimados de la
muerte.
Te amo porque al amarte nos
envuelve el silencio…
Y los perfumes de las
astromelias
de la abuela aún yacen doloridos
en las viejas y lamosas
escalinatas,
aún contemplan, ante el
detenimiento
del tiempo en sus propias
negruras,
el cuerpo del hijo muerto,
amortajado
por la más honda de las fieras
tristezas,
acurrucado, silente, en algún
sepulcro,
allá en la tumbal corona de la
azur colina.
Y llueve el dolor por sobre las
jaulas de los canarios mudos…
Nos envuelve el silencio de las
rosas, de los lirios y del amor…
29/03/2015
Cuarteto fascinado
I
Y es que tengo como unas ganas
de irme
Pero una abismal necesidad de
quedarme;
Cual esperando lo que no se me
debe,
Como lo dijo el gran vidente
Vallejo.
Cual esperando con los brazos
abiertos
Los númenes macabros y funestos:
El hambre, la soledad, el
delirio,
La miseria, la fusta implacable
del mundo.
¡Por qué no puede uno cerrar los
ojos
Para no sentir que ese viento
agreste
De tempestad funérea envuelve el
alma!
-¿Dónde está el alma?, preguntan
los racionalistas.
Qué dolor y pavor los que siento
al quedarme,
Pero aún no sonrío mi despedida.
II
Amándote olvido que no puedo
amar,
Olvido que el artista está
vacío;
Que es un tirano de fuego
sombrío,
Que es una noria que no puede
parar;
Un espectro de sempiterno
bramar,
Extraviado en un terreno baldío,
En lo escarlata de su desvarío,
En su insondable y horrísono
callar.
¡Qué sofisma es este tan
rutilante!
Un desbordar de la melancolía
De la muerte en el agrio y fulminante
Rayo de la vida, cual Poesía
De belleza lejana y humeante,
Cual absurda y tonta filosofía…
III
Déjame aquí en el limbo de tus
labios,
En donde el vino agrio es esa
caída
Dulce a través de los abismos
lacios,
Déjame aquí sintiendo la hoz
suicida
De mis sentires, que por los
espacios
Serpean hondo y lejos de la
vida.
Me sé una selva de misterio
suave,
¡Como tu limbo!, en donde el
desacierto
De lo vivo, de humanidad
cubierto,
Clama triste que mi beso lo
lave,
¡Pues yo no soy roca en delirio
de ave!
Yo soy la vil sonatina del
muerto,
El alborozo en el instante
yerto,
La fosa oscura, de oscuridad
grave…
IV
¡Qué es aquello que buscamos al
perdernos!
¡La Vida!, la vida que yace
trémula
Y contrita en el pan negro de la
muerte.
¡Oh señores, que exquisita
belleza!:
La noche deleitosa y ardiente,
henchida
Del hedonismo que calcina el
alma;
La noche extendida toda en su
lecho umbrío,
Exponiendo lentamente su rubí,
Su tesoro, su manzana artera.
¡Ay amor y dolor de la maldad
ajena!...
¡Y yo soy un huérfano y yo estoy
hambriento
Y sediento! Soy tu amante
lucífugo, madre…
Permite que con tus negruras me
embriague
Y que lama el no-ser tibio de tu
costado…
La
verdadera vida está ausente
Rimbaud
L. E. Torres
Colombia
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