Niños de mi patria
He visto llorar a los niños de mi patria,
sufriendo con cadenas atadas a sus manos y a
sus pies,
con heridas irreversibles en sus almas…
He visto la tierra manchada con su sangre,
y el dolor yendo con su ruana para cubrirles
el frío de la muerte.
He visto pequeños que cargan fusiles a sus
espaldas
atando una espada en su cintura, en vez de
llevar mochilas escolares,
o quizás estar corriendo para no ser alcanzados por las
pelotas
con las que se jugaba yermis o ponchados.
He visto pasar sus días consumidos en juegos
tecnológicos,
en vez de leer un cuento o jugar golosa en
las aceras.
Los he visto vanos conversando con sus
amigos imaginarios
tras un panel de ilusiones inventadas y a
esos amigos a los que nunca podrán abrazar.
He llorado en silencio sus desesperanzadas
vidas
torturadas por el mundo que se les ha puesto
a sus pies.
Y ellos castos, terminan por arrodillase sin
saber qué hacer.
Tan sólo creen que han vivido todo, sin
vivir nada.
He escudriñado en sus mentes infantes,
tal vez ni encuentren luego motivos porque
luchar.
Quizás, nos quejamos de sus acciones
indecibles
sin darnos cuenta que naufragan
en el barco que los adultos les hemos puesto en su camino.
en el barco que los adultos les hemos puesto en su camino.
Nota de la
autora:
Poetas
en cueros. Texto de mi
libro objeto o artesanal que recientemente se lanzó dentro de un proyecto
llamado “Proyectos en cueros”, presentado en la 28ª Feria Internacional del
Libro de Bogotá, Colombia, cuyo lema es libro artesanal desnudez naranja de
Eliana Flórez poesía, William Alfonzo Jaimes y Vladimir Meneses quienes me
acompañan en el libro con pinturas en diferentes técnicas.
* * *
Alma rebelde
Mis
manos empuñan cadenas invisibles,
rebelde
tengo el alma.
Mi
pueblo colombiano derrama sus sangres por campos y ciudades,
algunos
lo llaman justicia,
yo lo
llamaría barbarie.
Extraño
duelo
Lloré en el silencio de mi pena sorda.
El dolor fue esclavo de tu cuerpo inerte,
de tus labios impávidos, del olor, color de
muerte,
de consuelos grises, de tu voz ausente.
Lloré en la cripta donde reposaste,
tus huesos prestados, también tu carne,
donde cayó la tierra con ruidos punzantes,
cual tormenta de granizo alucinante.
Pensé en los días mozos que tanto gozaste,
remendé recuerdos de forma ascendente,
cuando de tu alegría mi corazón inundaste.
Lloré de amor hijo mío por fecundarte.
Lloré en silencio de mi pena muda,
entre abrazos fingidos del que ni siente,
el duelo extraño, del abstraído doliente,
y el sufrimiento que perdurará por siempre.
No me
llames loco
Bajo las tinieblas se aguarda mi alma,
tal vez sí, tal vez, no
bajo la dura realidad de una sociedad
corrupta
clasista, racista y sin cultura.
Bajo mis tatuajes a los que llamas manchas
guardo sentimientos, días de soledad, o de
euforia,
momentos íntimos que no entiendes, no mato,
no robo,
no me importas tú, porque importo yo y lo
que pueda sentir.
¡Entonces! ¿Por qué me juzgas?
¿Por qué me ignoras?
¿Por qué indignas?
¿Por qué me llamas loco?
Mis cabellos largos símbolo de irreverencia
de sentirme distinto a lo distinto,
de manejar mi vida, en el sentido contrario
de lo que por apariencia parece correcto.
Entonces,
no me juzgues
no me ignores
no me indignes
no me llames loco.
Eliana Flórez Pineda
Florián, Santander, Colombia
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