miércoles, 3 de noviembre de 2010

Rubén Vedovaldi

-Capitán Bermúdez, Santa Fe, Argentina-

Niña del día


Cuentan que en el tiempo de los tiempos y en un lugar de los lugares, entre unas pequeñas vidas de la vida, una niña derviche se ganaba su día cantando cuentos de niñas derviches que se ganaban sus vidas contando y cantando cuentos sin cuenta.
Uno de esos cuentos recuerda que una niña derviche se sentó en el suelo y puso siete piedras delante suyo formando un anfiteatro en un claro en medio de la pradera y les contó siete historias.
Y cuentan que las almas de esas piedras se conmovieron hasta la risa y las lágrimas e hicieron con sus lágrimas de felicidad el más bello lago en medio de ellas.
La niña asomó su rostro y se vio reflejada como una luna azul en su decimocuarta noche. Sacó su preciosa lengua y se vio un signo lingüístico en medio de la lengua.
Al ser felizmente descubierto, el signo lingüístico despertó como un genio mágico, y se puso de pie y abrió sus alas y cantó el himno de las siete lenguas.
Y las piedras se volvieron siete peces de siete colores diferentes y entrenadaron en el lago de sus felices lágrimas. Y otras siete piedras vinieron a oír el himno y entrebailaron con los peces y se volvieron siete pájaros de siete colores cada uno y bebieron del lago y volaron a buscar néctar de luz y polen en el prado y llevaron la vida de los árboles frutales y las flores más allá de los siete mares.
Y aunque no todo era feliz en el universo y la niña y los peces piedra y las aves piedra sabían que en la convivencia hay lucha y en el cielo hay amores y guerras, nacimientos y muertes, luces y sombras, ese día todos se durmieron soñando los mejores ecos del signo.
Al otro día las aves eran piedras otra vez y los peces eran piedras otra vez y ya se había evaporado el lago de las felices lágrimas pero la niña derviche amaneció con ganas de salir a caminar, a cantar y a danzar el signo por donde el día la llevara.
Para que el día nos traiga, -dijo- vamos al día con nuestra renovada voluntad de amor.
Para que este día y cada día den también de su hambre y su fruto, su sed y su agua, vamos a despertar el signo-ordenó-.
Si la piedra puede ser pez o pájaro, -se dijo- ¿Por qué no podría yo volver a despertar y volver a salir a la convivencia creativa, aún cuando no todo sea luz y calor, amor y alegría, canto y danza?


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Es menos malo agitarse en la duda que descansar en el error.
Alessandro Manzoni


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3 comentarios:

  1. qué maravilla, qué original...!

    Para ir más allá de la lectura.

    Un abrazo Rubén, Gus...

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  2. David Antonio Sorbille dijo...
    Estimada Analía: mis sinceras felicitaciones por tu excelente revista literaria. Un abrazo.

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  3. Querido Gus: Muchas gracias por tus conceptos hacia este escrito de Rubén.
    Querido David: Muy agradecida por tus palabras hacia la revista con voz propia.
    Mi abrazo
    Analía

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