-Buenos Aires, Argentina-
Un nombre trabaja mientras cae la nieve
Entre unos cobertizos con pilas de basura en cada puerta
Armados de apuro por la fatiga del caballo y del brazo
Todavía tres días después de la derrota un ciego canta.
De pie sobre una montura que apenas lo eleva del suelo
En la pendiente entre los pinos canosos
Y el indiferente vociferar de los tendidos que piden
Su puchero y su vino y una ramera que vieron
Antes de llegar a Quíos un ciego canta
Al ritmo de su lira de madera.
Sentado en la penumbra su criado deja el ojo asustado
Volar por los rostros cuando los alumbra el fuego
No lo distrae vigilar las mulas sino el cálculo
De la moneda de bronce que el oficial cansado
Le dejará en la mano cuando el ciego calle
Y él recorra los fogones con el sombrero en la mano
Y una sola palabra en la boca: “Caballeros…”
Alguien sale de su tienda remendada absorto
Camina dos pasos y se queda mirando al ciego
Y no ve nada por el peso de una decisión
Que le concierne y no ha tomado.
Una decisión que nada tiene que ver
Con las batallas. Alguien orina y se ríe
Contra un árbol. Otro borracho se calza
El casco de bayas crines de caballo
Aúlla un juramento horrible y se desploma
entre los camaradas de corazón fraterno.
Alguien busca en la radio no sabe qué ni dónde encontrarlo.
Sólo produce una voz multicolor
Sin partes pero su afán es largo.
El ciego tiene un traje nuevo y una voz ya entonces
Ronca donde se quedó el invierno. Hace una pausa
Y bebe lo que le alcanza un interesado -el único-
En volver a escuchar cómo enloquece Ajax
O qué suerte le aguarda a Héctor como si el ciego
Fuera a cambiar el suceder ficticio
Más severo que el otro.
Aunque, ¿quién obliga a esa bella palabra caballo
A referirse a esa sombra plateada?
Entre el sonido y la bestia
Algo contento pasa.
En el derrotado y ruidoso campamento
Donde ya las brasas se consumen
Las brasas que a lo lejos semejan
El dibujo de un archipiélago
En los mares oscuros fulgurante
Mientras la nieve vuelve
Y las otras voces se apagan
En murmullos
Mientras la nieve vuelve
Un ciego canta cerca de su criado
Y de sus fardos y nadie
En la región sabe su nombre.
Un camino insuficiente será posible:
Dividir el mundo entre el ciego y alguien.
“Canta, odiosa, la cólera de Aquiles.
Bueno, desde entonces sólo amo dos cosas:
Los enigmas, las paradojas y los juegos de palabras,
Donde la palabra cazador aguarda inmemorial
El imposible paso de la palabra ciervo
Por el laberinto de la palabra diccionario
Para manchar de repetidas palabras sangre
La palabra verde. Queda claro mortales
Que yo no me visto para los otros
Sino solamente para mí.”
Cuarto Piso: Maurice y Miriam Podolski
Las antigüedades no tienen lugar
En nuestro piso, son sólo para vender,
De 8 AM a 8 PM ocupan nuestras vidas
Y luego, al abordar el metro tomados de la mano,
Como lo hacemos desde hace 45 años,
Las olvidamos en el negocio cerrado.
En la casa postales de nuestros hijos,
Venidas de Israel, de Missouri y de Idaho,
De Venezuela, de Salt Lake City y de Baviera,
Desplazan a las lámparas firmadas,
Los camafeos, las espadas y los jarrones.
Todas las noches, después de cenar,
Solos en la sala, contemplamos
Esas cartulinas resquebrajadas,
donde la tinta ya se desdibuja,
donde las palabras se transforman,
como lo hicimos la primera vez,
Cuando todavía alguna de ellas
Era echada por debajo de la puerta.
La vida es algo que siempre
Hay que cuidar de las polillas.
…………Del libro Manhattan Song
…………Editorial El fin de la noche, Buenos Aires, octubre 2010
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Tal vez sirva de consuelo a los desgraciados saber que uno como ellos, a pesar de todos los obstáculos de la naturaleza, hizo todo lo que estaba en su poder para ser aceptado entre los artistas y hombres de valor.
Ludwig van Beethoven
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miércoles, 3 de noviembre de 2010
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Me conmocionó el segundo poema, Luís, siento que atrapás la vida en su sustancia.
ResponderEliminarUn abrazo,
Silvia Loustau
Luis leerte siempre pero siempre es un placer y un aprendizaje.
ResponderEliminarUn abrazo Gus.
Mis queridos colegas, Silvia y Gustavo: muchas gracias por sus atentas y generosas palabras, siempre, y gracias a Analía Pascaner por brindarnos a todos esta oportunidad de encuentro!
ResponderEliminarLos saludo con mi mayor afecto y reconocimiento. Luis Benítez
Mis queridos Silvia y Gustavo: Muchas gracias por leer los textos de este gran poeta y espléndida persona.
ResponderEliminarMi querido Luis: Soy yo quien te agradece por la confianza para permitirme contar con tu voz desde estos pagos.
Mi abrazo y mi cariño a los tres
Analía