miércoles, 22 de noviembre de 2023

Sergio Borao Llop

¿Adónde irás? 

¿Adónde irás, pequeño 
ángel mendigo de sol y de silencio? 
¿Acaso han de juzgarte las estrellas 
por haber merendado sonrisas de oreja a oreja 
de simpáticos vendedores a comisión 
de sepulcros llameantes metalizados en gris? 
¿Quién te buscará entre las paginas amarillentas 
de un polvoriento libro de poemas? 
¿Qué será de tus juegos infantiles 
archivados en la noche de los tiempos? 
¿Adónde irás cuando el sol te abandone 
y te arrebaten el silencio que te acompaña?
¿Adónde con tu soledad de vampiro? 
¿Dónde sepultarán tus trenzas imaginarias 
de astronauta abandonado entre las flores? 

Tu expresión conspirante de una juventud negada, 
la huella imperdonable del trabajo, 
el polvo y el sudor y el esfuerzo rutinarios, 
la sonrisa triste de tus labios resquebrajados, 
¿Adónde irán? ¿Adónde 
desesperadamente viejos y cansados 
nos conducirás cuando tus manos encallecidas 
no puedan ya elevarse sobre nuestras cabezas 
y tu voz oscurecida no pueda ser escuchada 
ni aun por aquellos escasos oídos que en la tarde 
se postraban ante tus vírgenes quimeras 
haciendo del espacio un bosque fiero 
donde escapar contigo del asfalto? 

¿Quién besará tus labios más allá de la noche? 

Antes serás demonio sobre el sueño 
pero cada despedida es una paletada de tierra 
y crepúsculos tormentosos se ciernen amenazantes 
sobre nosotros los desesperados
soñadores de galaxias entrelazadas. 


Humildemente, Maestro 

              A Don Pablo Neruda, in memoriam

Reconozco el salitre de sus pulidos versos, 
la atlántica firmeza que los parió desnudos 
la sangre enamorada que amamantó su fuerza 
y el agudo chirriar de los ferrocarriles 
que unen patrias y mares y llevan esperanzas. 

De lucha, amor y fierro crecieron las palabras, 
su luz se fue expandiendo por pueblos y senderos, 
la paz del caminante fue la explosión secreta 
que prestó alas al verso para poblar las sierras 
donde los campesinos vieron crecer la vida,
donde se hizo mujer la fértil resistencia. 

Hoy esa voz nacida de la roca 
callada está, su grave resonancia 
dejó paso a su indómito recuerdo. 

La cordillera estremecida de su verbo 
se hizo tuétano en las almas de los pobres. 
Hoy, nosotros, lo que queda del pueblo malherido, 
hemos querido entonar un canto hacia la aurora, 
y en su memoria esparcirlo por el viento 
como una ofrenda matinal que verifique 
su presencia vital desde la tierra 
que le cobija. Gracias. 
                                  Gracias don Pablo 
por enseñarnos el hierro y los volcanes, 
por su recia testuz de militante, 
por las navegaciones estelares 
por las espigas, los navíos, las quimeras 
por la fe y por el clamor de las montañas 
que un día se alzarán incontrolables 
contra los viles verdugos de la tierra. 


También el mar 

También el mar empuja dócilmente 
antiquísimos mundos diminutos, 
de noche, cuando el sueño 
atraviesa los muros, profanando 
las sílabas errantes de los cuentos. 

Es, entonces, la luna, burladero 
refugio de las hadas y los ogros 
que en consorcio planean sin rubores 
la ruptura del viejo pergamino. 

En otro lugar duermen 
su sueño sin sonidos ni esperanza 
los héroes del pasado 
en un tálamo de cruces, vómitos y olvido. 

Antiguos mensajeros, mientras tanto, 
se despojan del tedio acumulado 
y vierten sobre el agua y en el viento 
viejas plagas, del tiempo rescatadas. 

La iniquidad ensombrece el firmamento. 
Bandadas subterráneas afloran como fuentes 
emponzoñando ríos y acuarelas. 
Flores de plástico y metal se adueñan de los bosques 
y un rapsoda es lapidado por castores 
bajo una luz violácea que desdibuja el orbe. 

La razón nos confiesa que todo está perdido. 

Pero el pequeño ladronzuelo 
ataviado con la sangre de sus muertos 
y el barro primordial que le sustenta,
ha conseguido hacerse con la llave 
que conduce a la aurora o al destierro. 


Dos primeros poemas, del libro del autor: La estrecha senda inexcusable. Último poema, del libro del autor: Extrañamientos y rescates. Poemas tomados de su blog 
Sergio Borao Llop 
Zaragoza, España

8 comentarios:

  1. con emociones y sentires que se disparan y permiten que avivan la imaginación del lector, quiero subrayar dos versos que me parecen excelentes. "¿Quién besará tus labios más allá de la noche?" / "La razón nos confiesa que todo está perdido". Gracias Sergio. Saludos desde Córdoba, Argentina, Alfredo Lemon

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Alfredo. Me alegra que mi voz llegue tan lejos y agrade a los lectores. Un cordial saludo.

      Eliminar
  2. Qué hermosa experiencia la de acunarnos en tus versos! un respiro para tanta guerra inútil, tanto mediocre, tanto desamor. Felicitaciones. Nor Losada

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Nor. A veces nos hacemos la ilusión de que la poesía puede transformar el mundo. La experiencia nos demuestra que no es así, pero seguimos en el afán. Un saludo.

      Eliminar
  3. Nor, Alfredo: muchas gracias por vuestra lectura.
    Sergio: siempre un placer contar con tu voz, muchas gracias.
    Mi abrazo y mis mejores deseos

    ResponderEliminar
  4. Mi voz le llega de más cerca, compatriota de versos bien pulidos; de homenaje profundo, justiciero.
    Reciba mi alabanza por apuntalar el recuerdo del poeta de Isla negra y de la América toda, y refutar a la razón, que en una mala noche, dio la causa de la belleza por perdida.
    Sin duda el ladronzuelo supo que el destierro tiene la cerradura que nadie quiere abrir, y optó por una aurora de palabras cuya prueba irrefutable son su versos.
    Sergio Borao Llop, no se me olvidará su nombre. Gracias desde la otra estepa, la castellana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias. Un saludo.

      Eliminar
    2. Muchas gracias por tu lectura y tus conceptos.
      Sergio, reitero: siempre un placer compartir tus poemas en esta revista literaria.
      Mi abrazo

      Eliminar

Muchas gracias por pasar por aquí.
Deseo hayas disfrutado de los textos y autores que he seleccionado para esta revista literaria digital.
Recibe mis cordiales saludos y mis mejores deseos.
Analía Pascaner