miércoles, 22 de noviembre de 2023

Luis Alberto Serrano

La manzana y el hacha 

Una manzana y un hacha estaban en una habitación a oscuras. Los habían dejado allí y no podían verse. La fruta estaba jugosa, en su plena madurez. La herramienta, recién afilada, descansaba encima de la mesa con su mango de madera fina y pulida. Nunca habían hablado entre ellos ya que no sabían ni que existían. La oscuridad les impedía ver el mundo. La manzana recordaba sus días colgada en el árbol viendo los amaneceres. Era consciente de que no los vería más. El hacha, en cambio en la quietud de la habitación, se veía cortando ramas. Las que más le gustaban eran las del manzano que había en las afueras de la casa. 
Despacio, alguien entró con una antorcha e iluminó el espacio. Con ella llegó la luz. Por primera vez, la manzana y el hacha se vieron. Se miraron y, sin mediar palabra, el hacha se abalanzó a partir la manzana en dos. Esta, llorando y partida por la mitad, le preguntó por la razón por la que había hecho eso con ella. Limpiándose y rapándose para volverse a afilar, el hacha le contestó que, lo había hecho porque podía hacerlo. No le hacían falta más razones. 
Mientras volaba a dar un segundo tajo mortal, sintió que la antorcha le había prendido fuego a su mango de roble. Le preguntó extrañada: “Pero, ¿qué haces?”. Y la llama, muy seria, le contestó: “No sé, tú sabrás”. 


Luis Alberto Serrano 
Islas Canarias, España 

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