Como Maradona,
yo ya viví,
y ahora voy muriéndome despacio,
que es una forma de seguir viviendo
sin que nadie te exija demasiado.
Ya no me preocupa casi nada,
si exceptuamos la afrenta
de una estupidez eterna
que se renueva entre los hombres
como un destino fatal, omnipresente,
como una mancha que crece
al calor de una exitosa especie
que domina los cielos y los mares,
las cimas y las profundidades;
el átomo, el ADN,
el acelerador de neutrones,
la física, la ideología y el álgebra,
pero con el sentido común,
no puede.
Longevità
Siempre he sido muy cuidadoso con mi alimentación, sólo productos de animales sanos; bueno, supongo que no habría llegado a los 314 años de no haberlo hecho, por eso y por la tierra de Transilvania en la que duermo.
También he sido muy austero, pero últimamente gasto como si no hubiera un mañana, porque quizás no lo haya.
No pasa nada si mi percepción fuera errada, como mucho, en el futuro, tendría que gastar como que hubo un ayer.
* * *
Siente mis dedos en la oscuridad,
desabrochando las últimas barreras.
Siente el temblor de mis manos
y el ritmo quebrado de mi aliento.
Escucha todas mis mentiras,
y dime las tuyas,
que en la penumbra soy quien tú quieras,
y tú, la única.
Antón Abad
España
Muy bien escrito y como a un modo de balance el primer poema me parece muy logrado. Gracias Antón. Alfredo Lemon desde Córdoba, Argentina
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura y tus conceptos, Alfredo.
EliminarMi abrazo y mis mejores deseos