miércoles, 22 de noviembre de 2023

Carmen Amaralis Vega Olivencia

Niño de ojos grandes 

Hay furia de fuegos y relámpagos. 
Pies calcinados flotan
sobre ardientes inquietudes, 
no se detienen sobre las brasas, 
se sublima su carne. 
Su luz se resiste a morir 
en el itinerario de lunas incendiadas. 
Es necesario el rescate 
antes de que se desplome 
la estructura interior de los sueños. 
Sombras que hablan 
con lenguas irreverentes 
desprecian su pureza. 
El niño tiene el rostro atrapado en el espanto 
de rincones clandestinos. 
Es preciso refrescar su vientre tierno, 
cuidar la piel sedienta, 
anular pensamientos 
que devoran su ingenuidad. 
El niño guarda la amalgama 
de oro y azufre 
en el espejo de sus ojos grandes. 


De amores viejos y nuevos 

No quiero ni el espacio ni el tiempo, 
entre tú y yo solo deseo la eternidad 
con el zumo de las flores frescas 
alentando pasiones vírgenes. 
Si caigo en un nuevo abismo, 
que sea en tus brazos 
para hundirnos juntos 
hasta la miel más profunda. 
Si besas mis ojos, 
que la sal de las lágrimas 
cure lacras de aquel viejo amor. 
Para algo ha de servir tu auxilio 
en este gozo de delicias nuevas, 
porque hay profundidades 
que mi cuerpo arrastra. 


El rojo de otra vida 

¿Cómo arranco el rojo de los sentimientos? 
Todo confabula. 
Las estrellas se empeñan en doler, 
titilan de deseos, 
y se desangran los besos en la boca. 
Puedo acortar la distancia, 
desvanecer el frío 
si me enredo en tu sombra y grito. 
Y gritando te acorralo a paso lento. 
La piel palpa la salida,
las ansias palpitan agarradas 
al borde de nuevas caricias. 
Cruje la pasión, 
pero no logro escapar de los ardores viejos. 
Algo le falta a este amor. 
Insiste el rojo en flotar por el río tibio de la vida. 


Atada a tu espalda 

En la puntita de los pies, 
retorcida. 
Así, tratando de alcanzar lo inalcanzable, 
escudriño esa escurridiza mirada. 
Te vas yendo de a poquito, 
agua tibia sobre pecho febril, 
puño apretado, 
cordón atado a mi garganta. 
Logro el contacto, 
iris con iris, 
me pierdo en tus cavidades 
y descubro un desierto en confusión. 
Arenas movedizas te hunden en deseos, 
camas esperando, crujir de dientes. 
Y dejas mi cuerpo, ahí, rígido, 
sufriendo, 
para seguir anegándote 
en otras aguas, 
mientras me amarro 
a la imagen de tu espalda 
para no volver a morir. 


Carmen Amaralis Vega Olivencia 
Puerto Rico 

2 comentarios:

  1. Gracias por permitirme compartir con sus letores mis versos, desde Puerto Rico, CAVO Carmen Amaralis Vega Olivencia www.carmenamaralisvega.com

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    Respuestas
    1. Muchas gracias a ti, Carmen, es un gusto volver a contar con tu voz en esta revista literaria.
      Mi abrazo y mis mejores deseos

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