MIRA a ver si la más vieja de todas
vuelve a darte sus bendiciones.
Mas no te asustes /
si al sol de medio día se sienta y te musita
que para nada quiere “Eternidades”
que el “Más Allá” le importa poco.
Ella, que no recuerda sus diecisiete años
porque la vida le tocó vivirla /casi siempre al envés,
mejor prefiere una vasija con leche de camella
y también dos hojitas de tomillo
que amaine la acritud de sus armarios,
en donde solo guarda un par de botas
usadas por los hombres de dos generaciones.
Del libro de la autora: Mujer en la penumbra. Madrid, 2017. Huerga y Fierro Editores
* * *
No llores, Poseidón
LA VIDA puede ser azul o malva.
Puede tener un río que la cruce,
un olivo apostado en la cuneta / lleno de pájaros,
dispuestos a cantar lo que tú le pidas.
La vida puede ser un simple vaso de agua / tan necesario
en las siestas de agosto. En esa hora de amor
donde los dos se dicen: / "yo seré tu planeta y tú mi mariposa".
Pero no llores si la vida se vuelve de perfil,
si se pone de canto duro / y del olivo bajan víboras
dispuestas a empollar en nuestra lengua / tristezas y dolores.
Eso, ni las sirenas que cantaban a Ulises / podrían evitarlo.
Y yo no sé cantar.
* * *
YO ME SÉ de memoria
la distancia que hay de su frente a los labios.
También sé / a qué hora del día los alisios
circulan por su cuerpo y dispersan olores
de bosques inundados.
Y aunque no hubiera luna, / podría caminar
por las sabanas de sus ingles, sin perderme.
De todas las canciones
elijo la canción de su navaja de afeitar.
Siempre suena a las ocho mientras baja
de su sien al mentón. / Es el tramo más débil de su cuerpo.
Allí le crece la tristeza, /allí nace la lágrima que baña su mejilla
cuando el amor se enquista y duele,
como astilla clavada en plena carne.
Yo podría vivir bajo su llanto / sin que me afecte la humedad.
Todo esto lo sé y muchas otras cosas
porque le miro mientras duerme.
Dos poemas del libro de la autora: No llores, Poseidón. Madrid, 2008. Ediciones Vitruvio
* * *
El músico dormido
Soneto al chelo
TE ACOJO entre mis piernas y rodillas
hombre mío de cálida madera
y un trovo ardido me atraviesa entera,
acelera la luz de mis mejillas.
Te pulso y fluye un río sin orillas,
corriente musical que es viva hoguera
al tenerte cautivo en la galera
de mis brazos. Remero que más brillas.
Sobre tu caja de arce desangrado
tengo mi cuerpo al tuyo doblegado,
buscando los corceles musicales.
Los persigo por ser sonata en celo,
cálidos potros de mis manantiales,
secretas lumbres mías y del chelo.
Poemas tomados de la página web de la autora
Ángela Reyes
Nació en Jimena de la Frontera, Cádiz. Vive en Madrid, España
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