viernes, 13 de enero de 2023

Bertha Carou


La ciudad Luz 
esconde sus tinieblas 
al mundo hedonista 
al mundo del consumo. 

Venidos de ese otro que llamamos tercero
(más cercano del cuarto) 
los inmigrantes 
ofrecen sus productos: 
un pañuelo con flores 
cualquier artesanía 
¡hasta una acuarela en la puerta del Louvre! 

En mi mente aparecen 
sus figuras delgadas 
con la piel emulando 
al cobre y al azufre
y en los ojos un brillo de paisajes lejanos. 
Tercamente 
la lengua de estos inmigrantes

se adapta a las demandas
dejando en el camino 
mezcla absurda de signos
y vocablos folclóricos. 

Pero hay una figura 
instalada en mi pecho 
con presencia ciclópea de una estaca clavada 
y vuelve con la fuerza de las mareas altas. 

Es aquella mujer con su mano extendida 
en la puerta del Metro 
súplica viva 
reclamando en su ruego 
                              a nosotros 
caminantes de paso 
                             lo que el mundo le niega. 
Una marca violeta en uno de sus ojos 
señala la violencia
                            maltrato repetido. 
Este círculo 
        me llevó a otro plegando escalofríos 
        donde conviven las sombras de los platos 
        y lechos hacinados con vahos descompuestos. 
También hay niños con mirada de adultos 
                           y moscas zumbando 
                                en forma impertinente. 
Esa mujer… 
               Esa mujer… 
                              Es una cruz en el Metro. 

                  * * * 

(A raíz de fotos de bombardeos en Irak)  

Pequeño vuelve a nacer 
de ésa tu vida que es sólo 
un trámite de ceniza. 

Tal vez en algún lugar 
estalle un colibrí 
en mil relámpagos 
para darse flor en el espacio. 

Yo sé que a la hora del hambre 
crece una espiral violenta en el estómago y 
no hay poema que alcance. 
Tus ojos reclaman de mis manos 
pero sé que es imposible 
darse a tantos. 

Busco en la intemperie 
los sones de la tarde
e irremediablemente 
encuentro la vastedad de mi impotencia. 

Un volcán hace un nido 
de sombras y excrementos 
en mi lengua. 


Bertha Carou 
Lincoln, Buenos Aires, Argentina

2 comentarios:

  1. Asi es Bertha. A la hora de la guerra y el hambre, aparentemente la impotencia nos hace parecer que el poema no alcanza, pero creo que aporta, por eso el poema, por eso escribimos. Felicitaciones a Bertha y un enorme saludo a Analia.

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    Respuestas
    1. Julio:
      Muchas gracias por tu lectura y tus apreciaciones.
      Mis cordiales saludos y mis mejores deseos

      Eliminar

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