Soneto
Un soneto me manda hacer mi amigo
del Camino que a Santiago me acompaña
recorriendo de este a oeste toda España;
fue Patricia quien me dijo ¡ven conmigo!
Navarra, Roncesvalles, su montaña
Pamplona y su viñedo hasta Logroño
maravilla causa verlos en otoño
apoyados en un báculo o una caña,
En Palencia vimos “Campos”; son sus “Pampas”
que no nombran en ninguno de sus mapas.
Conjuntados con la sombra sempiterna
terminamos esta etapa en León, la eterna.
Más de un tercio nos queda todavía
para llegar a Santiago con mi guía.
De Gesell a Udaondo
para Patricia (26-I-85)
Contemplo las arenas geselinas
mientras pienso
la infinitud de sus sucesivos granos
que serían necesarios
para unirnos de un extremo al otro de las Villas.
Y observo una nube blanca y alargada,
tanto que sus extremos se pierden en la distancia;
trato de calcular
si tendrá tanta longitud
para unirnos de un extremo al otro de las Villas.
Escucho el sonido de algún avión,
y oigo los embates de las olas
sobre el casco de imaginados barcos
mientras pienso cuál de ellos
podrá unirnos de un extremo al otro de las Villas.
Finalmente despierto
de este imaginar cosas reales
para darme cuenta
que es nuestro sentimiento de amor
quien nos une de un extremo al otro de las Villas.
Último poema publicado en la Antología Mañana luminosa III del “Centro de Estudios Poéticos” en el año 2001
César José Tamborini Duca
Lonquimay, La Pampa, Argentina
Comprendo tu sueño .He trabajado muchos años en esos lugares. Hace mucho de ello y aún deseo que podamos cambiar las cosas. No por algunos ¡Por todos!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura y tus apreciaciones, Mimí.
EliminarMi abrazo y mis mejores deseos