Sin tocarse
Ella lo amó hasta lo
incomprensible. Él ni se dio cuenta.
Después de tantos años
esperándolo, cuando Andrés enviudó, Norma creyó que había llegado el momento en
que se fijara en ella, pero el hombre ya se había embelesado con otra boca, y
tampoco se dio cuenta.
Ya eran dos ancianos
sumergidos en el espanto de la soledad cuando él se cercioró de que ella lo
había amado en silencio. Doña Norma se ilusionó en que, al fin, podrían caminar
lo que les quedaba agarraditos de las manos…
… Esta vez, fue la
muerte de Don Andrés la que se impuso, lo encontraron sentado bajo el paraíso
con el mate tan frío como él entre las manos.
Fueron como en las
cavernas, donde las estalactitas del techo y las estalagmitas del suelo demoran
siglos en tocarse.
Con los pobres humanitos
es distinto… ¡La vida es tan breve!
Enseñanza
Siempre me decía lo mismo: “Ven
Emilito, vamos a hacer una pulseada”. Mi inocencia y mi manito se aferraban a
su diestra y hacían lo imposible; pero jamás se dejó ganar. Por momentos,
llegué a odiarlo. ¿Qué le hubiera costado?
Pasaban los años, y cada tanto, me
repetía lo mismo: “Ven Emilito, vamos a hacer una pulseada”.
Mientras el almanaque me hacía crecer y a él lo llenaba
de canas, supuse que de aquel “juego” ya se había olvidado. Pero una noche me
sorprendió y volvió a desafiarme. Al principio me negué. ¡Qué sé yo! Hasta
ridículo me pareció, pero insistió tanto… En cuanto nos fusionamos, comprendí
que mi mano de dieciocho años ya estaba acorde a la suya.
Recuerdo su cara congestionándose y cómo
se dilataban las venas de su frente. Tengo presente, como un estigma, su mano,
debajo de la mía, sobre la “O” de vino que dejara aquel vaso sobre el mantel.
Evoco su mirada con un dejo de orgullo, y su diestra cansada en mi hombro,
diciéndome: “Bueno, ya eres un hombre”…
…
Jamás olvidaré mi llanto en aquel baño. No porque yo fuera un hombre, ¡me
faltaba tanto! Si no, porque papá se estaba poniendo viejo.
Emilio Núñez Ferreiro
Escritor de Barcelona, España. Reside en San Antonio de
Padua, Buenos Aires, Argentina
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