No quiero
No quiero un viejo
demente
que clame por mis dientes
en él.
No quiero un joven
insolente
que borbotee
mentiras en un frasco de miel.
No quiero un maduro
para leer los cuentos
y dormir sin la revolución;
aunque nunca se dé.
No quiero, no;
a Ulises o lo que yo creí que
era
tocando mi cuerpo
por descarte de otra.
* * *
Él vuelve a buscarme con esa
tranquilidad que le viene del océano.
He tenido que tomar un despojo.
La sensación de llevar y sentir
en la epidermis los despojos
es parecido a la muerte o a la
ilusión.
Mi cuerpo ya no es mío
porque se mezcla en las energías
de otras que le pertenecieron.
Para lavarme de sus energías
entro al mar,
la espuma de mar sube,
baja por mis venas
y me enreda.
Cuando salgo del mar
estoy convertida en piedra.
Marisa Noemí González
Felix U Camet, General Pueyrredón, Buenos Aires,
Argentina
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